Kail despertó sobresaltado, dando un pequeño gritito de sorpresa y vergüenza, sintiéndose completamente empapado. Justo un instante antes había estado soñando que tenía una gran necesidad de ir a orinar, en el sueño iba corriendo al baño y se aliaba, cosa que sintió de inmediato. Pero algo en su subconsciente le advertía que algo no iba bien, le hizo notar el calor que sentía por sus piernas y su cintura… y cuando al fin había despertado era demasiado tarde. El olor a orina era inconfundible y al encender la luz de su aplique y apartar las mantas vio una gran mancha azul en los pantalones de su pijama y en las sábanas. Al instante sus ojos se llenaron de lágrimas al pensar que de nuevo había tenido un “accidente”, ya llevaba varios meses, casi un año, desde la última vez y pensaba que ya se había hecho mayor para llevar pañasueños, como los llamaba su mamá. El color azul lo asustó al principio, hasta que recordó el refresco que se había tomado con Derek, quedándose dormido al rato y olvidándose por completo de ir al baño antes de acostarse. Supuso que su hermano le había puesto el pijama y lo había metido en la cama. Asqueado, lloroso y un poco asustado, se levantó de la cama y se quedó mirando las sábanas sin saber que hacer, notando como le temblaba el cuerpo hasta que hundió la cara entre las manos y empezó a llorar. Apenas un minuto después escuchó a Derek que abría la puerta y preguntaba que ocurría, lo sintió acercarse y lamentarse, lo que aumentó su llanto.
—Oh, Kail, cachorrito, no llores, no pasa nada… —Escuchó que le decía Derek, con un tono tan cariñoso como el que usaba su madre, notó como se arrodillaba a su lado y le acariciaba la cabecita. —Tranquilo, todo está bien. —Le escuchó decir, pero incapaz de cortar el lloro, se giró y lo abrazó, hundiendo su carita en su hombro, cosa que pareció sorprenderlo, pero al poco notó sus manos frotándole la espalda. —Vamos, vamos, ya está… —Dijo tras unos minutos, cuando se hubo calmado un poco. —No llores, vamos a quitar esas sábanas y mañana la echaremos a lavar… —Lo miró de arriba abajo. —También deberías quitarte ese pijama, limpiarte y ponerte uno seco… —Pero él no quería hacer nada de aquello y negó con la cabecita, no quería tocar su pijama mojado ni las sábanas, solo quería cerrar los ojos y despertar de aquella mala pesadilla, pues una parte de su mente seguía como dormida.
—o—
Derek no dejaba de maldecirse y de llamarse estúpido para sus adentros, Junne le habría recordado como media docenas de veces que Kail debía ir al baño antes de meterse en la cama, le había contado que había tenido algunos problemas para dormir y que mojaba la cama de vez en cuando, cosa que evitaba poniéndole unos pañales “especiales” para niños que sufrían de aquella incontinencia. La culpa de que estuviera con aquel sofocón era culpa suya, en primer lugar por dejarle beber un refresco tan enorme por la noche y en segundo por no recordar que tendría que haberle hecho ir a orinar. Tras intentar tranquilizarlo y hablarle con cariño, parecía como en una especie de trance, tenía los ojos llorosos y las orejas gachas, se balanceaba un poco sobre los pies y aunque era evidente que no estaba dormido, parecía zombi. Supuso que su mente trataba de evadirse de aquella situación, por lo que decidió tomar cartas en el asunto al verlo negar con la cabecita cuando le dijo que debía irse a cambiar de pijama y limpiarse.
—¿Quieres que lo haga por ti? Te veré desnudo… —Advirtió, pues no quería empeorar aquella situación, pero al verlo asentir con las orejitas gachas y ojos ausentes no siguió dudando.
Le quitó la camisa del pijama en un momento, luego los pantalones y pasó las manos por detrás de su cintura, desabrochándole el cierre de los calzoncillos, tal como había echo con el de los pantalones un momento antes. Metió los dedos en los laterales de la ropa interior tan llamativa de pikachu y lo miró como para asegurarse de que estaba bien, pero solo vio la cara triste y avergonzada del zorrito. Con un suspiro, se los bajó hasta los tobillos, dejándolo desnudo. En aquel momento Derek no pensaba en nada pervertido, ni siquiera le resultaba excitante o morboso, solo pensaba en que él era el culpable de estar haciéndole pasar aquel mal rato, y quería hacer todo lo posible por ayudarle a pasarlo. Ni tan siquiera pensó en Ben o en Joss.
—Saca los pies. —Ordenó con suavidad, haciendo que diera un pasito atrás, recogiendo la prenda húmeda sin el menor atisbo de asco, alzando las cejas con sorpresa al ver que el pelaje blando del zorrito estaba ligeramente azulado. —Iré a llevar todo esto al lavadero. —Indicó, empezando a quitar las sábanas tras echar el pijama encima. —No te preocupes, mamá puso una funda impermeable, el colchón no está mojado. —Dijo haciendo una bola con todo, funda impermeable incluida. —No te muevas, iré a llevar estoy traeré unas toallitas y te secaremos, tardaré un minuto. —Ordenó, saliendo a correr y bajando de tres en tres los escalones para ir al piso inferior.
—o—
Kail seguía con la mente aturdida, como si solo la mitad de ella estuviera despierta, por algún motivo no le importó lo más mínimo que Derek lo desnudara ni que lo viera como tal, su tono cariñoso y amable lo había ayudado a calmarse. Ya no lloraba, pero sentía los ojos irritados, y empezó a notar algo más, un poco de frío al estar completamente desnudo. Al bajar la mirada se vio de aquel modo, totalmente expuesto y apenas sintió un atisbo de vergüenza porque su hermano lo hubiera visto así. Una palabra en su mente seguía dándole vueltas mientras contemplaba su desnudez, toallitas, tras un momento su mirada ausente se dirigió a uno de los cajones que había bajo su cama, caminó hasta él y se acuclilló para abrirlo. En el interior había algo de ropa, pero al levantarla encontró un paquete de toallitas y de aquellos pañales que había estado tanto tiempo sin usar. Tomó las toallitas y uno de aquellos pañales y se giró al mismo tiempo que sus orejitas se movían en dirección a la puerta al escuchar un ruido, viendo entrar a Derek con una camiseta en la mano y un paquete de toallitas. Sin decir nada, alzó las cosas que había cogido y se las ofreció.
—o—
La mente de Derek era un tremendo torbellino de pensamientos, su corazón latía acelerado en el pecho y todo porque no tenía ni idea de como reaccionar ante aquel problema. Hasta el momento solo había improvisado, pero tenía que hacer algo para hacerle saber a Kail que no había pasado nada malo, dejó las sábanas en el cesto de la ropa sucia y corrió de nuevo escaleras arriba tras atravesar la casa, fue directamente hasta su habitación, donde sabía donde poder encontrar unas toallitas. Entonces una idea surgió en su mente de golpe, ya creía saber como conseguir que Kail se sintiera acogido y seguro, abrió su armario y buscó entre las sudaderas hasta que dio la que estaba buscando. Una sudadera azul cobalto, parecida a la que ya tenía, pero aquella tenía el escudo de su antiguo equipo de fútbol gravado con hilo dorado sobre el corazón y el nombre por detrás en letras azul oscuro con la mascota del equipo, un zorro blanco. Sabía que Kail había admirado aquella sudadera desde la primera vez que se la había visto puesta meses atrás, en una de las ocasiones en que fueron a una excursión. Salió de su cuarto con aquella prenda y las toallitas y en un momento entraba en la habitación del zorrito, quedándose paralizado al verlo con aquel pañal en las manos. Dejó caer los brazos y suspiró, agachando un poco las orejas y acercándose a él.
—Kail, no hace falta… —Comenzó a decir, pero al ver como se encogía y sus ojos volvían a ponerse llorosos se interrumpió. —Está bien… no hace falta que sientas vergüenza, mamá ya me habló de esto… —Dijo acuclillándose, acariciándole la cabecita cuando alzó el rostro, avergonzado e interrogante. —Tranquilo, yo también mojé la cama de pequeño. —Aseguró, aunque que él recordara solo le pasó una o dos veces cuando era mucho más pequeño, pero pensó que no era necesario darle todos los detalles. Al ver que tenía unas toallitas en las manos las señaló. —Veo que ya tienes las tuyas propias. ¿Quieres limpiarte tú? —Preguntó con una sonrisa amable, suspirando para sus adentros aliviado cuando lo vio asentir.
No es que estuviera pensando en nada sexual ni mucho menos, su mente no estaba ahora para pensar en nada erótico o morboso, pero tenía miedo de que a la mañana siguiente, cuando tuviera la mente más despejada y no pareciera un zombi, se arrepintiera de algo y perdiera todo el avance que habían hecho juntos después de haberse sincerado tanto. Kail se fue al baño donde se estuvo limpiando mientras que él ponía una funda y sábanas limpias, preparando la cama lo mejor posible, al escucharlo salir, se giró y se lo encontró con el pañal en la mano, ofreciéndoselo.
—No creo que vayas a volver a mojar la cama… —Le dijo, pero al verlo agachar las orejas y apretar el puño de la otra mano, con lágrimas en los ojos, se acercó hasta él y tomó el pañal, abriéndolo, era como unos calzoncillos, se ponían igual, con un único cierre en la parte trasera para la cola. —Ya está… —Dijo observando que quedara bien puesto.
Era un pañal bastante fino, y para su sorpresa, se fijó que era de una de las series favoritas de Kail, representando a los personajes en el estampado. Le acarició la cabecita y le dio en la frente un beso, olía a las toallitas afrutadas con las que se había limpiado y debían ser buenas, porque incluso el tinte azul del refresco que había manchado el pelaje había desaparecido.
—Mira, te traigo esto… es una de mis sudaderas, creo que te gustará… —Dijo cogiendo la prenda que había dejado sobre la cama hecha, mostrándosela, viendo un pequeño brillo de ilusión y alegría en sus ojos tristes. —Es para que veas que confío en que no mojarás más la cama. —Comentó mientras se la metía con cuidado por la cabeza, ayudándole a ponérsela. —Te queda genial. —Aseguró sonriendo, acuclillado delante de él, viendo que le llegaba un poco por encima de la mitad de los muslos. —Ahora vuelve a la cama… —Derek se llevó un pequeño sobresalto cuando lo abrazó con fuerza, rodeándole el cuello y hundiendo el rostro en su pecho, temblando al borde del llanto. Lo abrazó instintivamente contra sí y le acarició la espalda, teniendo una idea que creía que complacería a su hermanito y la haría ver que lo quería. —¿Quieres dormir conmigo esta noche? —Preguntó, viéndolo asentir.
Sin decir nada más, se incorporó notando como al hacerlo lo abrazaba también con las piernas, pasó una mano por la espalda y colocó el otro bazo bajo el trasero para que no se escurriera y fue a su habitación. Con cuidado caminó hasta la cama, donde lo dejó en su cama, viendo como se acomodaba, apoyando la cabeza en un extremo de la almohada y dándole la espalda. Derek salió un momento para apagar la luz del cuarto de Kail y cerrar la puerta, tras lo cual llegó a su habitación y por puro instinto se empezó a quitar los pantaloncitos para meterse en la cama, pero se detuvo en el gesto y enseguida se tumbó al lado del zorrito, tapándolos a ambos con una manta, pues en aquella época las noches ya eran mas suaves y no era necesario abrigarse mucho. No sabía si debía abrazarlo para dormir, pues sinceramente tenía miedo de asustarlo o de que Kail no estuviera preparado para aquel nivel de intimidad. Entonces, vio como los hombros comenzaban a temblar y lo escuchó sollozar, preocupado apoyó un codo en la cama y apoyó la otra mano sobre su hombro, tratando de que se girarse hacia él, pero se resistía.
—Kail, ¿qué sucede? No se lo contaré a mamá si no quieres… —Dijo pensando que quizás le asustaba enfadar a su madre o algo así.
—N-no es eso. —Respondió, hablando al fin desde que lo había encontrado ante su cama.
—¿Entonces qué es? —Preguntó amable, acariciándole el costado.
—Qu-qué ya no vas a querer ser mi hermano. —Dijo con voz llorosa, con tal intensidad que Derek notó que se le partía el corazón. —Tú eres bueno conmigo, me has ayudado con Luck, me invitaste a un helado y me has contado un montón de cosas sobre tu mamá… y-y sobre todo. —Concluyó con voz ahogada, incapaz de seguir hablando.
—¿Pero que estás diciendo? Claro que quiero seguir siendo tu hermano, te quiero, y eso lo que a pasado en tu cama no va a cambiar nada de eso. Mírame. —Ordenó con firmeza, haciendo que se girase hacia él, acariciándole el rostro lloroso. —Te quiero, bobito, y nada de lo que hagas hará que eso cambie, solo has tenido un pequeño accidente, esas cosas pasas. Buen hermano sería yo, si dejara de quererte solo por una tontería así. —Dijo sonriéndole.
Kail, con los ojos anegados en lágrimas, hundió el rostro de nuevo en su pecho y lloró unos minutos, paciente, dejó que se desahogara, aunque en aquella ocasión también notó un nudo en la garganta y que se le escapaba alguna lagrimilla. Tras unos diez minutos en que de nuevo todo quedó en calma, notó como jugaba distraído con el pelaje de su pecho.
—Es hora de dormir, bobito, mañana date un baño cuando te levantes. —Le dijo dándole un beso en la cabecita, esperando que volviera a acomodarse para dormir, viéndolo asentir.
—¿Podrías llamarme del otro modo? Bobito no me gusta… —Susurró bajito, con voz algo ronca y adormilada.
Derek se quedó parpadeando, sin saber a lo que se refería. Hizo memoria repasando su conversación, recordando entonces cómo lo había llamado al entrar a la habitación, haciéndole sonreír el recuerdo.
—¿Cachorrito? —Preguntó dulce, notándolo asentir más que verlo, pues el lugar apenas era iluminado por una lámpara de plasma sobre su escritorio. —Está bien…
—Puedes contárselo a mamá… —Musitó en voz baja.
—Ya veremos… —Respondió, dando un bostezo, cansado, notando que no parecía capaz de dormirse, entonces recordó algo, le rozó la frente con la nariz y cuando levantó el rostro, le lamió el morro, dejándolo con los ojitos muy abiertos y algo ruborizado.
—¿Q-qué haces? —Preguntó tapándose con una mano.
—Mamá me dijo que te diera un beso, y he visto que ella te da besos así. —Respondió tranquilo, aunque sentía arder un poco sus mejillas. Kail parecía desconcertado, por lo que se apresuró a añadir. —Lo siento, pensé que… —sacudió la cabeza— no volveré a hacerlo. —Prometió.
—¡N-no! No pasa nada… —Replicó Kail todo ruborizado, acercando su hocico y lamiéndole el morro igual que había hecho con él o hacía con su madre. —Somos hermanos, y no pasa nada malo. —Aseguró antes de sonreír, darse media vuelta y suspirar mucho más tranquilo, pegando su cuerpo al de él.
Derek sonrió y lo abrazó contra sí, adoptando una posición de “cucharita” totalmente inocente. Creía que lo había hecho bastante bien, ciertamente no se esperaba tener que afrontar tantas crisis en un solo día, y mucho menos una tan gorda como aquella, había estado al borde del abismo, pero se había salvado por los pelos. Notó que Kail caía presa del sueño y el cansancio en pocos minutos, él le seguía de cerca, pero un último pensamiento cruzó su mente, el primer y único pensamiento ligeramente pervertido o morboso: Había besado a Kail. Fue un beso fraternal, sin ningún tipo de malicia ni contexto explícito, pero ciertamente le agradó la sorpresa de que se lo devolviera. Orgulloso, se acurrucó contra él y se quedó dormido.
—o—
Cuando Kail despertó se quedó aturdido por un momento al ver que no estaba en su habitación, aquella pared que veía no era la de su cuarto, sino del cuarto de Derek. Notó alguien junto a él y al volver el rostro vio la nuca de su hermano que seguía durmiendo apaciblemente. Los recuerdos de lo sucedido durante la madrugada vinieron de golpe a su cabeza y notó que se ponía rabiosamente ruborizado. No recordaba cada detalle, pero sí flashes de imágenes y palabras sueltas. Recordó que Derek lo desnudó por completo, que tras limpiarse le puso un pañalsueño… alargó una mano y la metió por la parte delantera, palpando que estaba seco. Suspiró aliviado, llevándose la mano al hocico y recordó aquel beso, o más bien lamida, que le había dado y que él había devuelto. Aunque había sido el mismo gesto que su madre tenía frecuentemente con él, que lo hiciera Derek no había sido lo mismo, haciendo que todo su cuerpecito se estremeciera y notara oleadas de calor que lo habían recorrido. Ruborizado, apartó con cuidado la manta que lo tapaba y bajó de la cama, recordó que le había dicho que tenía que bañarse, pero quería hacer algo por él por ser tan bueno. Al echar a andar recordó que aún llevaba el pañal, y como no le gustaba llevarlo sin necesidad, se lo quitó y lo dejó a un lado. Viendo que la sudadera le llegaba por debajo de la cintura, se sintió bastante seguro y protegido. Salió del cuarto y bajó las escaleras sin hacer ruido, dirigiéndose directamente a la cocina. Después de lo bien que se había portado con él, quería prepararle una sorpresa a su hermano, sacó la tostadora y se dispuso a prepararle un buen desayuno.
—o—
Derek despertó cuando al girarse de nuevo y alargar una mano no sintió el cuerpo de Kail, abrió los ojos algo legañosos y parpadeó hasta que se acostumbró a la luz que entraba por unos centímetros de persiana que siempre dejaba levantada. Su mirada se encontró con los pañalsueños de Kail y por algún motivo comenzó a ruborizarse recordando los últimos instantes de la noche anterior antes de quedarse dormidos. Lanzó un leve gruñido, ahora cuando todo estaba más tranquilo su mente iba por otros derroteros, recordando lo agradable que había sido darle aquella lamida o lo lindo e inocente que se veía con aquellos pañales. Sacudiendo la cabeza para quitarse cualquier posible pensamiento lujurioso, alargó la mano hacia su teléfono móvil que reposaba sobre la mesilla y le echó un vistazo a los mensajes que tenía. Alzó una ceja con sorpresa al ver un mensaje de Herik que le indicaba que estaba deseando volver a quedar con él para hablar. Suspirando pasó al siguiente mensaje, aquel era de su padre, que le daba los buenos días y le preguntaba como iban las cosas. Como aún se sentía demasiado adormilado para mandar un mensaje de texto decidió llamarlo.
—Buenos días, hijo. —Lo saludó su padre tras descolgar. —¿Cómo habéis pasado la noche?
—Bien papá. —Mintió, pues le había prometido a Kail no contar lo ocurrido. —¿Y vosotros? ¿Las cosas marchan bien?
—Sí, va genial, incluso puede que regresemos antes de los previsto.
—No deberíais tener tantas prisas en volver, aquí estamos bien. —Quiso tranquilizarlo, pues sabía que a veces se preocupaba demasiado.
Escuchó la risa profunda y divertida de su padre.
—Lo pensaré. —Prometió. —Me a dicho tu madre que has hecho grandes progresos con Kail y que le has contado los planes de vacaciones.
—Sí, al parecer tenía algo de complejo e inseguridad, aún estoy trabajando con él, que se quedara en calzoncillos el primer día es un gran paso. Creo que podremos disfrutar todos de las vacaciones en Aduara, hace mucho que no vamos para pasárnoslo bien. —Dijo con una media y triste sonrisa, recordando lo bien que se lo pasaban los tres, cuando su madre biológica aún vivía.
Balten dejó escapar un largo suspiro, pues había pensado lo mismo.
—Lo se, hijo, lo se. —Respondió conteniendo un poco la voz. —¿Necesitáis algo? —Preguntó, seguramente para intentar pensar en otra cosa.
—No, ya fuimos ayer a comprar algunas guarrerías… —Entonces recordó a Herik, evidentemente no podrían hacer nada estando Kail en casa, pero si lo que realmente quería era hablar no veía problemas. —¿Puedo invitar a un amigo? —Preguntó entonces. —Y prometo que solo será un amigo. —Aseguró serio, aguardando durante unos segundos la respuesta.
—Está bien, pero cuida de tu hermano, no lo dejes solo mucho rato. —Le advirtió, escuchándose de fondo que alguien lo llamaba. —Hablamos más tarde, tenemos que ir a una reunión, te quiero.
—Yo también te quiero… —Suspiró recostándose en la cama, empezando a responderle a Herik que lo llamara cuando tuviera un momento.
En aquel momento la puerta se abrió y alzó la cabeza, viendo entrar a su hermanito con una bandeja en las manos, en las que podía verse unas tostadas un poco requemadas y una taza que olía a leche con cacao, el cual se había desbordado un poco manchándola con regueros que llegaban hasta la base.
—Bu-buenos días… —Lo saludó Kail, con las orejitas gachas en actitud avergonzada.
—Buenos días. —Lo saludó con una gran sonrisa. —¿Eso es para mí? —Preguntó sorprendido a medida que se acercaba hasta la cama y le ofrecía la bandeja, que contaba con unas patas a los lados para poder apoyarla sobre la cama y quedara sobre el regazo. —No deberías haberte molestado. —Lo regañó con dulzura.
—Es lo menos que puedo hacer después de todo lo que me has ayudado… y de lo de anoche. —Aseguró algo cabizbajo, jugando con la parte inferior de la sudadera.
—No tiene mayor importancia, esos accidentes ocurren. —Le dijo de nuevo. —¿Recuerdas algo? Parecías un poco zombi… —Comentó un poco ruborizado.
—S-sí, casi todo… —Asintió con las mejillas encendidas, manteniendo la mirada gacha.
—Espero que eso no te haya hecho cambiar de opinión con lo de ir a Aduara. Tengo muchas ganas de enseñarte mis lugares favoritos. —Le dijo, sonriendo ampliamente al verlo alzar la cara con una tímida sonrisa y los ojos iluminados de ilusión.
—¡Claro! —Exclamó, dando un salto y abrazándolo, teniendo cuidado de no tirar la bandeja. —Pensé que ya no querrías estar conmigo después de lo de… —Derek posó los dedos en su hocico.
—Tranquilo, no hablemos más del tema. —Dijo ladeando un poco la cabeza. —¿Te gustaría que usáramos la piscina climatizada? Usaremos el bañador. —Se adelantó a decirle, pensando que quizás podría ponerse nervioso imaginándose cosas. —Invitaré a un amigo, ¿te importa?
—Estaría genial. —Asintió contento, agitando su plumosa cola ante la idea de la piscina. —Me parece bien. —Dijo un poco extrañado porque le consultara.
—¿Tú quieres invitar a alguien? —Le preguntó, cogiéndolo totalmente por sorpresa.
—Ahora mismo no se me ocurre nadie… —Respondió con las orejitas gachas.
—No pasa nada, si se te ocurre dímelo. —Señaló la puerta. —Ahora vete a dar un baño, y muchas gracias por el desayuno. —Dijo dándole un buen bocado a una de las tostadas tras untarla de mantequilla y mermelada de moras.
—Sí, te lo diré… —Dijo volviendo a asentir. —Lo se, solo quería prepararte antes del desayuno, me alegro de que te guste. —Respondió con una risita, antes de darse media vuelta.
Nada más hacerlo Derek casi se atragantó, pudo aguantar hasta que salió de la habitación, pero luego empezó a toser un poco, totalmente ruborizado, dando un sorbo al cacao. Había dado por hecho que Kail se habría puesto algo debajo de la sudadera, pero cuando se había dado la vuelta pudo verle el trasero sin ningún problema, pues llevaba la cola alzada y eso había levantado la parte trasera de la prenda.
—Este cachorro no deja de sorprendeme… —Murmuró tosiendo un poco más, antes de sonreír y encoger los hombros, contento de que no mostrara inicios de que se había vuelto a retraer en sí mismo.
Tomó el móvil y le mandó un mensaje a Herik invitándolo a la piscina, indicando que fuera con bañador, pues había creído escuchar que solía ir a la zona nudista del lago cuando el clima lo permitía. Poco después, cuando terminaba de desayunar, recibió una respuesta entusiasmada de confirmación.
Un par de horas después los dos estaban haciendo sus tareas, Derek había puesto la lavadora y tendido la ropa para que se secara y Kail estaba haciendo algunos deberes del colegio, no eran obligatorios, pero su madre le había dejado claro que debía dedicarle todos los días un par de horas a repasar lo que ya habían dado en el colegio para mantenerlo fresco en la memoria, incluso le hacía adelantarse algunos temas.
—Derek, he terminado. —Anunció el cachorro, acercándose a su hermano, que acababa de limpiar uno de los baños.
—Muy bien, echemos un vistazo. —Dijo sonriendo, cogiendo el cuaderno y revisando que todo estuviera en orden.
Kail seguía llevando la sudadera azul que le había dejado, y bajo aquella ahora llevaba unos calzoncillos limpios que se había puesto tras darse un rápido baño. Derek llevaba el pantalón corto de deporte, con el que se encontraba algo incómodo, pero no quería que algún recuerdo peregrino le jugara una mala pasada y asustarlo. Tras unos minutos asintió satisfecho.
—Todo parece estar en orden… —Asintió satisfecho, alzando la cabeza. —Creo que es hora de ir a la piscina, ve a ponerte el bañador. —Ordenó, escuchándose el timbre. —Será mi amigo, ala, corre. —Lo instó.
—¡Bien! —Exclamó contento al escuchar que había hecho bien los deberes. —¡Voy ahora mismo! —Dijo entusiasmado, corriendo hacia las escaleras tras escuchar que había llegado su amigo, al final él también había invitado a Misel, pues pensaba que estaba en deuda con ella por haberlo ayudado en el supermercado, pero de momento la mapachita no había respondido.
—Buenos días. —Saludó Derek a Herik tras abrir la puerta, encontrándoselo en el umbral, algo nervioso, al asomarse vio que había venido en un flamante coche. —Bonito coche. —Observó mientras lo invitaba a pasar.
—Buenos días, gracias por invitarme. —Respondió girándose para mirar el vehículo. —Gracias, es un regalo pre-universidad. —Dijo riendo un poco, ruborizándose y rascándose la nuca. —Yo… ante todo quería pedirte disculpas por lo de ayer… no debí forzar una situación como esa en el almacén. Tu hermano casi nos pilla. —Se disculpó.
—No te preocupes. —Sonrió un poco Derek, sacudiendo la cola. —Quiero decirle que soy gay y seguramente sea dentro de poco, pues como te comenté nos estamos sincerando mucho últimamente y no quiero que piense que ser gay es algo malo o que haya que guardar en secreto. —Explicó cerrando la puerta tras pasar, viendo que iba con pantalones cortos, una camisa negra ajustada y una mochila. —Un poco pronto para el verano, ¿no? —Preguntó divertido, guiándolo por la casa.
—Te entiendo, no diré nada al respecto. —Asintió, mirando a su alrededor. —Una casa preciosa, aunque en el pueblo se decía que estaba encantada, al menos la antigua casa que había aquí antes. —Dijo riendo un poco al ver como se le erizaba el pelaje de la nuca. —¿Te dan miedo los fantasmas?
—N-no, claro que no, son todo cuentos e historias. —Respondió apresurado, claramente nervioso. —En fin, podemos ir a mi cuarto si quieres cambiarte, mi hermano ya se está poniendo su bañador.
—Claro, vamos. —Asintió con una sonrisa pícara.
—No vamos a hacer nada, si Kail casi nos pilló en el almacén imagínate estando en nuestra casa. —Le advirtió.
—Está bien, está bien. —Asintió riendo. —Pero me resultará muy raro usar bañador, el que traigo es del instituto. —Dijo con un gesto hacia la mochila que llevaba sobre un hombro, pues aunque fuera una ciudad pequeña el instituto de Cristín tenía una de las mejores instalaciones de la zona.
—Ese mismo bastará. —Aseguró encogiéndose de hombros.
Al subir las escaleras se encontraron con Kail, que salía de su habitación con el bañador tipo slip de su clase de natación, era de color azul oscuro con una banda celeste que lo cruzaba en diagonal. Al ver a Herik se ruborizó un poco, pero se mantuvo tranquilo, pues estaba acostumbrado a que lo vieran al menos en bañador.
—Buenos días. —Saludó con una ligera inclinación, siendo el gesto devuelto por el ciervo.
—Kail, recuerda llevar una toalla, espéranos abajo. —Indicó Derek mientras se dirigía a su habitación seguido por su amigo.
—Vale, no tardéis. —Respondió agitando la colita y metiéndose de nuevo en su cuarto para buscar una toalla de playa.
—Es un cachorro encantador. —Dijo sonriendo Helrik, siguiéndolo al interior de su habitación.
—Lo es, y cada día que pasa lo quiero más. —Aseguró comenzando a desnudarse sin pudor alguno.
—Es una pena que sea tan vergonzoso, cuando me dijiste que trajera bañador pensé que estabas bromeando. —Reconoció riendo un poco, desnudándose también pero sin perder detalle del cuerpo del lobo.
—A tenido ciertas experiencia que le han hecho ser inseguro, pero las está superando. —Respondió al tiempo que miraba por encima del hombro, alzando una ceja al verlo mirarle con atención el trasero. —Herik… —Advirtió, viendo que estaba desnudo y con una inminente erección, pues el miembro alargado y de color rosa empezaba a salir de su funda.
—Vamos, al menos deja que me alegre la vista. —Dijo riendo, acercándose a él, abrazándolo por detrás y dándole un beso en la mejilla. —He vivido una experiencia muy liberadora contigo al confesarte que realmente me gustan los machos, entiende que tenga deseos de explorar esta nueva parte de mi sexualidad. —Explicó, sin soltar el abrazo y deslizando las manos desde el pecho hacia el vientre.
Derek gruñó un poco, ruborizado y se dejó acariciar durante unos segundos, pero cuando notó que sus manos bajaban demasiado rápido hacia su entre pierna, se las sujetó con firmeza, apartándose un poco de él.
—Ya tendremos tiempo, pero primero debes romper con tu novia. —Exigió, dejándolo paralizado. —Se lo importante que es para ella todo ese royo del baile, y aunque no busco ningún tipo de relación formal, me niego a ser ese tipo ruin que pone los cuernos. —Dijo quedando de cara a él, mirándolo con seriedad.
Herik suspiró, agachando un poco las orejas.
—Ya lo he intentado, pero Elva quiere que aguantemos hasta fin de curso. Además, no me siento preparado ni mucho menos para hacer pública mi condición.
—Tarde o temprano se sabrá, te lo aseguro, no podrás vivir toda la vida en el armario, sobre todo tal como son las cosas hoy día, si me estuvieras hablando de hace que se yo, treinta, cincuenta, o más años, vale, pero ya te dije que quienes te den la espalda no son verdaderos amigos. —Le recordó.
—Lo sé, solo dame tiempo para reunir valor. —Pidió sacudiendo la cabeza, abrumado.
—Muy bien, lo haré, pero tienes que cortar lo antes posible con Elva, o de verdad no me sentiré cómodo cuando estemos juntos. —Dijo con dureza, pero al verlo tan desanimado suspiró, acercándose a él, para tomarle del mentón y besarlo, notándolo primero sorprendido, pero luego estremeciéndose y devolviéndole el beso un tanto nervioso. —Ahora vamos a la piscina, Kail debe estar impaciente. —Concluyó con una media sonrisa antes de coger el bañador que había sacado para ponérselo.
—o—
Kail estaba realmente emocionado por que Derek no se hubiera enfadado con él o lo hubiera rechazado después de haber mojado la cama. Sinceramente había notado en su corazón que lo repudiaría, que no querría ser su hermano tal como le había dicho por ser un “bebé moja camas”, pero muy al contrario le había repetido que lo quería y que seguía queriendo ser su hermano. Preparar el desayuno fue solo una de las muchas cosas que quería hacer por él, también quería demostrarle que iba enserio con lo de ir a Aduara y tenía pensado bañarse en la piscina en calzoncillos, pero la presencia de Herik lo había echado todo a perder. Derek ya lo había visto desnudo dos veces, y aunque habían sido experiencias muy vergonzosas, el mundo no se había acabado ni nada por el estilo, por lo que quería seguir experimentando, pero sin más público delante. Por algún motivo, no se sentía tan seguro llevando calzoncillos que llevando el bañador, aunque prácticamente las prendas cubrían la misma proporción del cuerpo. Pensó sobre aquello y finalmente no sacó una conclusión muy lógica, pues por un lado el bañador era más ajustado, algo que lo disgustaba, y por el otro los slip que él tenían solían ser de vivos colores o dibujos. Estaba rumiando sobre aquellos pensamientos cuando alguien llamó al timbre, sobresaltándolo un poco. Estaba en el salón esperando a que Derek bajara de cambiarse con su amigo, por lo que fue abrir el mismo tras asomarse por uno de los laterales del marco de la puerta, que eran de cristal cubierto por unas finas cortinas.
—¡Misel! —Exclamó al ver a su amiga de la escuela, mirando hacia un chico unos años mayor que ella y a un adulto, el cual dedujo era su padre.
—Hola, Kail, estos son mi hermano Alex y mi papá. —Los presentó la pequeña.
—Hola, encantado de conocerte, Kail, mi hija me a hablado mucho de ti. —Lo saludó el mapache, extendiendo una mano. —Yo también soy Alex, pero puedes llamarme señor Coon. —Informó.
—Encantado señor. —Respondió un poco avergonzado Kail, poco acostumbrado a su corta edad a ser tan formal, devolviéndole el apretón de manos un tanto flojo y nervioso.
—Espero que no te importa que haya traído también a mi hermano, quería venir sola, pero mamá no me dejaba venir si él no venía. —Explicó Misel.
—No, claro, mientras más mejor. —Dijo sonriendo al chico, que también le tendió la mano, un poco incómodo, pues era evidente que no estaba muy contento de estar allí.
Kail calculó que tendría unos doce años.
—¿Están tus padres? —Preguntó el señor Coon con una sonrisa.
—Mi hermano mayor. —Respondió sintiendo una extraña sensación de calor en el pecho al decirlo, preguntándose cuanto tiempo estaría sintiendo aquello cada vez que se refiriese a Derek de aquel modo.
—¿Puedo hablar con él? No dudo de que sea un chico responsable pero… —Comentó, cortándose al verlo asentir.
—Claro, lo llamaré ahora mismo. —Respondió al tiempo que se daba la vuelta y dirigiéndose hacia las escaleras, encontrándose con que ya bajaba acompañado de Herik. —Misel a podido venir al final, viene con su papá y su hermano mayor. Su papá quiere hablar contigo. —Informó.
—Oh, claro, enseguida. —Asintió Derek, caminando hacia la entrada de la casa e invitando al mapache a entrar para hablar acompañado de Derek, que al parecer lo conocía, saludándolo con entusiasmo.
—Como no me respondías pensé que no vendrías. —Dijo Kail a Misel, que miraba con asombro el recibidor de la gran mansión, que podría ser posiblemente más grandes que los salones de algunas casas.
—¿No lo hice? —Preguntó algo desconcertada, echando mano del pequeño bolso que llevaba al hombro y tomando su móvil, ruborizándose al instante y agachando las orejas. —E-es verdad, me emocioné tanto que se me olvidó. —Se disculpó cabizbaja.
—Eres una atolondrada… —La regañó con suavidad su hermano, acariciándole la cabeza. —Lo siento, no nos conocemos, me siento un poco como de sobra, pero mi madre…
—No pasa nada, enserio. —Aseguró a los dos hermanos, disculpándolos con una sonrisa. —Mi madre seguramente hubiera hecho lo mismo si me hubieran invitado a casa de alguien.
—Mi cumpleaños es dentro de un mes, para entonces hará más calor y vamos a celebrarlo en el lago Cristín, estáis los dos invitados a venir. —Dijo Misel con las mejillas ruborizadas.
—Oh, que bien, claro, iremos, muchas gracias. —Respondió, mirando hacia la puerta viendo que Derek ya se despedía del señor Coon, que le dejó una mochila donde seguramente iban las cosas de los dos hermanos.
—¿Vas a usar bañador? —Preguntó de repente Alex, como si se acabara de dar cuenta.
—Claro… —Asintió extrañado, ladeando un poco la cabeza, fijándose en la mirada que intercambiaron los dos hermanos.
—Bueno, vuestro padre vendrá a recogeros a las seis. —Anunció Derek caminando hacia ellos, quedándose extrañado al ver sus rostros de incomodidad. —¿Qué ocurre?
—No sabíamos que teníamos que traer bañador… —Comenzó a decir Misel.
—Quizás deberíamos avisar a papá antes de que se vaya irnos a casa… —Indicó su hermano.
Derek dio un pequeño respingo, supuso que Kail no había especificado en su mensaje que llevaran el bañador, pues ignoraba que en su mayoría los habitantes de Cristín disfrutaban de las zonas nudistas de su fantástico lago cuyas aguas le daba nombre a la población. Hizo una mueca y miró hacia Kail, que aún sorprendido por aquello le devolvió la mirada.
—Es una pena, pero tenéis…
—¡No! —Exclamó de repente Kail interrumpiéndolo. —T-tengo bañadores de sobra en mi cuarto… —Dijo mirando a los mapaches. —Algunos están por estrenar. —Aseguró.
Misel y Alex se miraron por un momento, indecisos, pero al final asintieron con una sonrisa.
—Nunca he usado bañador fuera de clases. —Dijo Misel riendo un poco.
—Yo tampoco. —Coincidió su hermano.
—¿Y cómo vais a la piscina? —Preguntó extrañado Kail, ladeando la cabeza, sin percatarse de la cola alzada en tensión de su hermano.
—¿P-por qué no los acompañas a tu habitación, Kail? Herik y yo iremos a la piscina. —Los interrumpió el lobo.
—Oh, claro. —Asintió. —Es por aquí. —Les indicó con una mano para que lo siguieran, subiendo las escaleras hacia su cuarto.
—Es muy bonito. —Dijo Misel una vez hubieron llegado, mirando alrededor.
—Tienes muchos juegos… —Dijo un poco envidioso Alex, parado ante una de las estanterías de los videojuegos.
—Sí, me los regalaron en mi cumpleaños. —Explicó caminando hacia uno de los cajones de una cómoda. —Aquí están los bañadores, podéis… —Empezó a decir al tiempo que se giraba, dando un grito y tapándose la cara con las manos al ver que habían comenzado a desnudarse, pillándolos justo cuando se disponían a bajarse la ropa interior.
Por lo poco que pudo ver, los dos tenían un cuerpo rellenito, con algo de pancita, él llevaba unos slip verdes con los elásticos blancos y ella una braguitas infantiles de color rosa claro con la imagen de una pequeña poni de un rosa chicle.
—¿Te pasa algo? —Preguntó preocupada Misel, que se acercó a él tocándole un brazo.
Kail vio entre los dedos que seguía llevando las braguitas, cerrándolos con fuerza, sintiendo que le ardía la cara.
—¡Estáis desnudos! —Exclamó.
—Claro, nos vamos a poner un bañador… —Respondió algo desorientada.
—Pero yo aún estoy aquí. —Trató de explicar, sintiendo que le ardían las orejas.
Una vez más los hermanos se miraron un poco extrañados, pero Alex pareció entender la situación y se adelantó, para apartarla de su lado.
—Lo sentimos, hemos sido un poco irrespetuosos. —Se disculpó. —Estamos acostumbrados a no sentir vergüenza de mostrarnos desnudos, nuestra familia…
—¿Son nudistas? —Lo interrumpió Kail.
—Sí, o naturistas, como quieras llamarlo. —Asintió. —Pensábamos que vosotros también…
—Derek y Bal… —carraspeó— mi hermano y mi papá lo son, yo aún me estoy haciendo a la idea. —Explicó todo nervioso.
—Lo sentimos. —Se disculpó también Misel, que sonrió un poco. —No nos importa que nos veas, pero podemos esperar a que salgas para cambiarnos.
—S-sí, creo que saldré. —Asintió Kail, empezando a caminar hacia la puerta con las manos aún en la cara, abriendo los dedos y los ojos para mirar de vez en cuando por donde iba. —Podéis coger el bañador que queráis. —Dijo antes de abrir la puerta y cerrarla aún con los ojos cerrados.
Alex y Misel se miraron entre sí y encogieron los hombros, con una pequeña sonrisa de conformidad, pues para ellos todo estaba bien y como eran los invitados en una casa ajena, se limitarían a seguir sus normas, por extrañas que le parecieran. Terminaron de desnudarse y escogieron el bañador que mas le gustó a cada uno.
—O—
—Creo que no decirle ya que el lago Cristín es un lugar nudista es una tontería, esos niños podrían decírselo de un momento a otro. —Comentó Herik, caminando al lado de Derek, que le estaba mostrando el camino hacia la piscina.
—Ya, ya… —Se frotó el puente del hocico. —Supongo que se lo diré hoy… —Concluyó.
—Será lo mejor. —Asintió caminando a su lado. —Al menos si quiere ir a la fiesta de esa niña, si es en el lago seguramente nadie lleve ropa. —Dijo riendo un poco.
—No te rías, para Kail es un asunto muy serio. —Lo regañó con un pequeño gruñido.
—Lo siento. —Se disculpó sincero. —Es solo que me lo he imaginado llegando con un regalo en las manos y encontrándose con que todos sus amigos de clase van en bolas, sin contar a los demás invitados. —Se puso a reír de nuevo, esa vez acompañado por una sonrisa del lobo. —Seguro que le saldría humo por las orejas.
—No sabía que fueras tan malo… —Dijo sacándole la lengua. —Por suerte para entonces Kail habrá perdido la vergüenza, tenemos pensado ir a Aduara la semana que viene, es una población nudista en una isla, y está haciendo grandes esfuerzos por hacerse a la idea.
—He oído hablar de Aduara, me encantaría ir alguna vez. —Comentó rascándose una mejilla. —¿Y por qué no convertimos el día de hoy en la piscina en una zona libre de bañador?
—Demasiado precipitado, hace solo dos días Kail tuvo un sofocón al vernos desnudos al entrar a su cuarto de baño sin avisar… —chasqueó la lengua y le hizo un resumen de los sucesos.— Y ayer, tras hablar largo y tendido con él y explicarle sobre el plan de vacaciones, conseguí que se quedara en ropa interior, no quiero forzarlo tan rápido a que vaya desnudo, podría conseguir que le cogiera aún más miedo.
—Tienes razón. —Admitió, cruzando la casa, atravesando un largo pasillo acristalado, llegando a una amplia piscina interior.
El lugar estaba todo alicatado, había zonas amplias donde poder instalarse en tumbonas o sobre las toallas, duchas para darse un remojón antes entrar al agua y la propia piscina. El techo era alto y todas las paredes eran de cristal, aunque contaban con un sistema que las oscurecía en caso de que diera mucho el sol, para evitar tostarse con él o el deslumbramiento.
—Realmente magnífico, tu padre hizo que construyeran una casa de ensueño para cualquiera. —Comentó admirado Herik.
—A mi madre no le hizo gracia al principio, no le gusta la idea de vivir con tanta ostentación, pero mi padre no ve límites en cuanto a despilfarrar recursos en la comodidad de toda la familia. —Explicó con una media sonrisa, dejando la toalla que había llevado consigo sobre una de las tumbonas, caminando luego hacia una de las duchas.
Herik fue a otra y también se dio un buen remojón, tras lo cual, hicieron algunos estiramientos y se metieron en la piscina con una buena zambullida. Una vez más, entre miradas y sonrisas, Derek se vio arrinconado en una esquina, y justo cuando iba a pedirle que se apartara, escucharon la puerta abrirse y lo empujó hacia abajo, haciéndolo una ahogadilla al tiempo que lo apartaba, mirando hacia la entrada.
—O—
Kail sentía el pulso acelerado, últimamente no dejaba de llevarse sobresaltos de aquel tipo y le molestaba, pues al ser de pelaje blanco el rubor se le notaba enseguida. Estaba apoyado contra la pared junto a la puerta de su habitación tratando de tranquilizarse un poco. ¿En dónde se habían ido a vivir? Vale que en unos vestuarios los chicos se desnudaran, la mayoría sin pudor, delante de otros pero aquellos dos hermanos… Dio un pequeño respingo cuando la puerta se abrió y salieron de su habitación. Misel llevaba un bañador de tipo slip de color rojo y su hermano llevaba uno tipo boxer, también ajustado, de rayas moradas y verdes, aunque se le notaba que la iba un poco justo, pues era más alto y estaba más gordito. Eran bastante parecidos, aunque ella tenía el pelaje más claro, pero ambos tenían los ojos de color verde.
—¿Estáis cómodos? —Pregunto al ver que se tocaban mucho el bañador.
—Más o menos… —Respondió Alex con un ojo cerrado por el esfuerzo de colocarse bien el ajustado bañador.
—Espero que no te importe que vaya sin nada por arriba. —Comentó Misel, sonriendo y señalando la zona de sus pechos, que eran completamente lisos, donde destacaban los pezones rositas como los de su hermano.
—Claro, está bien. —Asintió con una sonrisa algo inquieta. —Vamos a la piscina. —Los invitó, echando a caminar todos juntos hacia las instalaciones.
—Tienes una casa muy bonita. —Comentó Misel colocándose a su lado, mirándole con una amplia sonrisa. —¿Por qué llevas el bañador del colegio? —Le preguntó curiosa.
—Gracias… —Dijo aún un poco tembloroso por el recuerdo. —Es el que mejor tenía a mano… —Respondió con una media sonrisa, no siento del todo verdad pues parte de haberlo seleccionado era porque se parecía más a los calzoncillos que solía usar que los otros que tenía.
Misel asintió y siguieron el camino hasta llegar a la zona de la piscina, al cruzar las puertas dieron un pequeño respingo al ver como Derek hundía a Herik, que apenas alcanzó a dar un grito de sorpresa antes de ser sumergido. Tosiendo un poco, emergió de nuevo a unos metros de Derek, el cual se fijó Kail que parecía un poco nervioso. Ladeando un poco la cabecita extrañado, se dio un remojón en una de las duchas y junto a los mapaches se metió en el agua con un gritito de alegría. En pocos minutos organizaron un juego, pusieron una red y jugaron a una especie de voley playa dentro del agua, haciendo varios equipos distintos. Tras un par de horas salieron a descansar agotados del agua, se sacudieron un poco y tomaron una toalla cada uno. Kail se estaba secando la cabeza, cuando notó que alguien se había parado frente a él y al lazar la vista vio que se trataba de Misel.
—¿Puedes indicarme donde está el baño? —Preguntó un poco avergonzada, con la toalla por los hombros.
—Claro, te acompaño. —Respondió rápidamente, poniéndose en pie y girándose hacia su hermano. —Vamos al baño. —Informó.
—Muy bien, no tardéis mucho, vamos a comer en cuanto estemos bien secos. —Le dijo con una sonrisa.
Kail asintió y echó a caminar, dejando a Derek con Herik y Alex, que les daba conversación, tratando de aparentar ser mayor de lo que era, pues en esas edades la mayoría de los chicos intentaban demostrar que ya no eran niños. Llegaron a un baño que tenían allí en la piscina, era bastante amplio, tipo vestuario y contaba incluso con algunas taquillas, lo que podría indicar la idea de invitar a un número importante de furrs para disfrutar de aquellas instalaciones. Había un juego de duchas comunes, varios lavabos y tres cubículos de retretes.
—Aquí es. —Indicó el zorro a su amiguita, que sin pensarlo metió los dedos en los elásticos del bañador dispuesta a bajárselo allí mismo hasta que lo escuchó lanzar un pequeño grito y taparse la cara.
—Oh, lo siento… —Se disculpó, deteniéndose y metiéndose en uno de los retretes.
Ruborizado, Kail se llevó una mano al pecho notando el rápido latir de su corazón, con las orejas gachas por la mezcla de vergüenza y nervios, se metió en otro de al lado y comenzó a orinar también, escuchando una queda risita.
—¿Qué? —Preguntó nervioso.
—Nada, es solo que me hace gracia como hacéis pipí los chicos y también es gracioso lo nervioso que te pones, nunca he visto a un chico que le fiera tanta vergüenza ver a una chica u a otro chico desnudos. —Explicó Misel desde el otro lado. —¿Nunca has visto a nadie desnudo?
—A mi mamá… y una vez a Derek. —Confesó, sin querer mencionar lo de las fotos vacacionales. —¿Es que aquí todo el mundo es nudista? —Preguntó con un poco de enfado, pues sentía que se reía un poco de él.
Terminó de orinar y salió poco antes que Misel, que se estaba ajustando el bañador que le había prestado.
—Entonces ya has visto que no pasa nada. —Ladeó un poco la cabecita. —Bueno, al fin y al cabo el lago Cristín es un lugar donde se practica el naturismo, mi cumpleaños será en ese lugar. —Le recordó con cara de preocupación al ver la cara de susto que ponía. —¿No vas a ir? —Preguntó casi con un puchero.
—N-no lo se… estoy intentando hacerme a la idea… —Le recordó todo nervioso, cogiéndose la cola y jugando con ella.
—Muy bien, yo te ayudaré a que te acostumbres. —Dijo con jovialidad, y ni corta ni perezosa se bajó el bañador hasta la mitad de los muslos, sorprendiéndolo y haciéndole lanzar un grito, al tiempo que se ponía todo rojo y se tapaba la cara con las manos.
—¡Ta-tápate! —Le pidió todo nervioso.
—No pasa nada malo, Kail. —Trató de razonar con él, acercándose y tomándole de las manos. —Puedes mirar, no me molestará y no te pediré que tu me enseñes lo tuyo… —Dejó escapar una risita. —He visto el de muchos chicos ya. —Aseguró tranquila.
Kail tardó varios minutos en convencerse de que no pasaba nada malo, que era natural y que debía hacer aquel esfuerzo para poder compartir con su familia unas lindas vacaciones en Aduara. Muy despacio, abrió los ojos y vio el rostro sonriente de Misel, cuyas mejillas estaban ligeramente arreboladas. Ella retrocedió soltándole las manos y mostrando su cuerpecito desnudo. Los ojos de Kail fueron directo a la entre pierna de la niña y lo que vio le causó una mezcla de decepción y nervios, era muy parecido al de su madre, una fina hendidura y apenas viéndose nada más. En caso de Misel, al estar un poco gordita, sus labios vaginales exteriores también lo eran un poco, marcando un poco más su sexo y viéndose apenas el botoncito rosado del clítoris.
—¿Ves? No pasa nada… —Dijo sonriendo. —¿Te gusta? —Preguntó ruborosa, bajando una manita y acariciándose un poco, abriendo un poco sus labios para mostrar un interior rosadito.
—S-se ve lindo… —Asintió Kail, que notaba como la cara le ardía y se imaginaba que le salía humo por las orejas.
Con una risita encantada, Misel se lanzó hacia él, abrazándole y dándole un beso en los labios. El gesto fue tan repentino, que Kail se quedó paralizado, notando el cuerpo de ella pegado al suyo y notando un intenso cosquilleo en la entre pierna, empezando a sentir como su miembro salía de su funda bajo el bañador.
—Muchas gracias. —Dijo la apartándose de él, cogiendo el bañador rojo que había quedado tirado en el suelo y volviéndoselo a poner tan tranquila, abrogando la parte trasera en torno a su cola.
Y como si nada hubiera pasado echó a caminar, dejándolo patidifuso y preguntándose que era lo que había ocurrido. Su corazón latía a mil por hora y notaba las rodillas flojas. Pese a todo no había sido tan intenso como cuando Derek le había lamido el hocico la noche anterior, por lo que pudo recuperar la compostura antes de seguirla al exterior, donde los demás esperaban para ir a comer.
—O—
Derek se había pasado las dos horas de juego esquivando las manos largas de Herik, que pese a prometerle que trataría de contenerse, en más de una ocasión le había agarrado el trasero, el paquete o simplemente se frotaba contra él, haciendo notar la erección oculta bajo su bañador. Muy a su pesar, él también se había excitado, y aunque lanzaba severas miradas al ciervo, en cierto modo disfrutó de aquel otro juego que tuvieron los dos al margen del voley. Notó a Kail algo alterado cuando salió del baño, pero no era el momento de preguntarle delante de todos, de modo que tomó nota mental para preguntarle cuando sus invitados se hubieran ido o tuvieran un momento a solas. Aunque Herik y los demás habían llevado su propia comida, bocadillos principalmente, Derek sacó algunos aperitivos, agua y refrescos, poniéndolo todo en una mesa que había en la propia zona de la piscina. Charlaron animadamente, sobre todo para idear algún juego nuevo después de hacer la digestión. Una vez hubieron comido y estuvieron bien secos, fueron al salón para ver una película para hacer tiempo. Alex se disculpó y fue a cambiarse en un momento, regresando con los pantalones puesto, explicando que el bañador le apretaba un poco.
—Yo no he notado que hubiera mucho que pudiera apretarse. —Comentó malicioso Herik, riendo un poco y guiñándole un ojo a los demás haciendo ver que estaba de broma, haciéndolo ruborizar.
—Herik, no seas malo, deja al chico, estaba usando un bañador de mi hermano. —Lo regañó Derek, poniendo orden mientras todos se acomodaban en el sofá, ellos dos por un lado y los tres pequeños por otro.
A los pocos minutos de empezar la película, Herik tomó una manta que había sobre el respaldo del sofá y se la echó por encima, cubriéndolos a ambos y haciendo que lo mirase extrañado, pues no hacía frío para aquello. Iba a abrir el hocico para preguntar que estaba haciendo hasta que notó una de las manos del ciervo meterse por la parte delantera de su bañador y agarrarle los huevos. Aquello le hizo dar un respingo y un pequeño gañido que disimuló con una tos, lanzándole una mirada asesina al ciervo, que se limitó a sonreírle.
—Están concentrado en la película, no se darán cuenta. —Susurró.
—Saca tu mano de ahí… —Advirtió serio.
—¿Eso quieres? Yo creo que te está gustando… —Comentó subiendo la mano y tomando el miembro canino que había comenzado a salir de su funda, comenzando a masturbarlo suavemente, haciendo que lanzara un leve gruñido, echando la cabeza atrás.
Lanzando una mirada preocupada a Kail, vio que estaba concentrado en la película de animación que habían puesto, al igual que los hermanos mapache. Chasqueando un poco la lengua, alargó también su mano y la metió bajo el bañador del ciervo, que sorprendido tuvo que ahogar un gritito al notar que le agarraba los testículos con un poco de fuerza, comenzando luego a masajeárselos antes de subir hasta su delgado miembro, empezando también a masturbarlo, bajándole un poco el bañador para poder hacerlo mejor. Pronto cogieron un ritmo suave y lento, parando durante unos minutos cuando el otro les daba un apretón, señal para que le dieran un respiro, consiguiendo de aquel modo mantenerse calientes y no llegar a correrse. Increíblemente aguantaron así más de una hora, hasta que un gemido algo más fuerte de la cuenta de Herik hizo que le soltara, pues Kail y Misel los miraron con extrañeza por un momento antes de que una exclamación de Alex, que seguía viendo la película, los hizo volver a la pantalla. Intercambiando miradas de culpabilidad, los dos se mantuvieron quietos el resto del tiempo hasta que la película terminó, regresando a la piscina donde se divirtieron hasta que llegó la hora de partir.
—O—
El tiempo se pasó volando y antes de que se dieran cuenta el señor Coon fue a recoger a sus hijos. Kail se pasó rememorando una y otra vez el beso que Misel le había dado ademas de en su vagina, que le pareció curiosa, pero recordaba una sensación distinta a cuando había visto a Derek u las fotos de aquel en la playa con sus amigos. Herik también se fue al mismo tiempo en su propio coche y aunque le pareció que no quería marcharse, pero su hermano se mostró bastante firme al respecto, los notó un poco raros, pero no sabría decir por qué. Ya había comenzado a atardecer cuando de nuevo se quedaron solos, Derek suspiró alzando la vista al techo.
—¿Estás cansado? —Le preguntó curioso.
—¿Tú no? —Le devolvió la pregunta riendo un poco. —¿Te lo has pasado bien, cachorrito? —Preguntó con una media sonrisa, llamándolo de aquel modo que él mismo le había pedido la noche anterior, haciéndolo ruborizar.
—S-sí… a las dos cosas. —Añadió.
—Vamos a ducharnos y cenar, esta noche caeré redondo en la cama. —Auguró.
—Me he bañado esta mañana y he estado todo el día en el agua… —Protestó.
Derek suspiró y miró al techo con paciencia, apoyando las manos en las caderas.
—¿Otra vez quieres discutir al respecto? —Preguntó paciente. —Has estado en el agua, sí, pero la piscina tiene cloro, antes de que te des cuenta te estará picando todo el cuerpo… ¿Quieres quedarte calvo de tanto rascarte? —Sonrió divertido viendo la cara de miedo que ponía y negando rápidamente con la cabecita.
—Está bien me bañaré… —Suspiró derrotado, echando a caminar hacia su habitación.
Kail subió las escaleras y se metió en el baño de su cuarto, desnudándose y metiéndose a bañar. Realmente estaba agotado de tanto juego, pero la ducha caliente lo ayudó a sentirse mucho mejor y los recuerdos y sensaciones volvieron a su mente. Lo primero en que pensó fue en Misel, en su cuerpecito desnudo y en beso que se dieron, aquello le provocó de nuevo la sensación de cosquilleo por todo el cuerpo, intensificándose en su entre pierna. En aquella ocasión no se sorprendió tanto de ver su penecito de seis centímetros de nuevo durito y erecto, le aceleró el corazón, de nuevo con la incertidumbre de si volvería a la normalidad. Pero se convenció de que sí lo haría, empezando a tocarse suavemente con la yema de los dedos desde la puntita hasta el nudito, apretando aquel último un poco provocándose aquella intenta sensación de cosquilleo que lo hacía gemir. Pero extrañamente, cuando se apretó el nudo en su mente no aparecía el recuerdo del beso de Misel o de su linda vagina, sino el de la lamida en el hocico que le había dado Derek o en su cuerpo desnudo… aquel último recuerdo comenzaba a volverse confuso y algo borroso, sobre todo cuando intentaba recordar detalles. Con las orejitas gachas y totalmente ruborizado, jugó unos minutos más con su penecito hasta que escuchó la puerta de la habitación de su hermano, lo que le recordó que tenía que darse prisa, ya que le tocaba recoger el salón y Derek le había pedido que lo hiciera antes de cenar. Salió de la ducha aún con su erección y al igual que el día anterior la ignoró mientras se secaba y pensaba en otras cosas, para cuando se puso los calzoncillos todo había vuelto a la normalidad. Se iba a poner el pijama cuando recordó que le había prometido acostumbrarse a la idea de ir desnudo por casa, o al menos en ropa interior, por lo que con las mejillas arreboladas, salió del cuarto llevando solo unos lindos calzoncillos slip de super héroe. Se acercó a la puerta y llamó con los nudillos.
—Derek, voy al salón, ya he terminado en mi baño, por si lo quieres usar. —Anunció sin abrir la puerta, pues no le había dado permiso.
—Oh… ah… ¡Vale, ahora lo usaré y bajaré a preparar la cena en un ratito! —Le llegó la respuesta algo distraída de su hermano.
Sin más, Kail bajó al salón, esperando tenerlo todo recogido y listo para cuando Derek bajara. En su mente iba forjándose la idea cada vez más clara de ir a Aduara, pues había visto a una niña desnuda y el mundo no había explotado, ni tampoco su corazón o su mente. Las fotos que había visto de las antiguas vacaciones de Derek le habían ayudado a enfrentarse a aquella situación, y aunque pensaba que quizás nunca llegaría a dejar aquella sensación de que el corazón le fuera a saltar desbocado del pecho, se estaba demostrando a sí mismo que no sucedía nada malo y que incluso que había gente como su hermano, su padre o la familia de Misel que veían en la desnudez la forma de vida más normal del mundo. Y aunque aún no se sentía del todo preparado, esperaba que para los próximos días poder andar por casa desnudo junto a su hermano y que para cuando llegaran sus padres lo vieran y se sintieran orgullosos de él y de saber el gran esfuerzo que estaba haciendo para adaptarse a su nueva familia.