AlexCoon
I'm so proud of you
Buenas noches.
Esta es la primera vez que publico algo por acá. Una idea, un concepto.. lo que sea
También es la primera vez que escribo algo, o al menos eso intento así que lamento los errores que pueda haber n_n'
Espero sea de su agrado, Saludos.
Esta es la primera vez que publico algo por acá. Una idea, un concepto.. lo que sea
También es la primera vez que escribo algo, o al menos eso intento así que lamento los errores que pueda haber n_n'
Espero sea de su agrado, Saludos.
El sonido de claxon de varios autos pasó de ser un simple barullo a un sonido constante que le hizo rechinar los dientes preguntándose a asimismo ¿Por qué todo mundo lleva prisa? Día a día es igual. Se dice que el ruido también es un tipo de contaminante y sin embargo míralos, contaminando de a poco, cada uno aportando su granito de arena a tremendo escándalo vial, lo cual no ayuda para nada a menguar el mal humor de los conductores.
- ¡No te quedes parado como imbécil, camina! – un lémur taxista agitaba su brazo haciendo señales obscenas al mapache quien no tuvo más remedio que apretar el paso y llegar al otro lado de la avenida. La luz aún estaba en rojo… cerca de 5 pasos del bordo de banqueta esta cambió a verde y el torrente de coches siguió su camino a toda marcha. ¿El día podría ser peor acaso? Por supuesto, siempre es posible. Cuando una llanta pisó uno de los baches al costado de la calle esta hizo saltar ese líquido chocolatoso que se forma en días lluviosos sobre el pavimento porque hay que mencionarlo, hoy era uno de esos días.
Leonardo intento cubrirse sin éxito... Su camisa blanca quedó empapada, así como parte de su pelaje y cabello. En ese momento se arrepentía de haber comprado ese estúpido paraguas a un precio tan barato que acabó por quedar inservible al tercer día de adquirirlo.
-Qué remedio- soltando un suspiro el mapache oficinista siguió su camino a casa.
Su mejor amigo era Gonzalo, un pastor alemán del trabajo. A decir verdad, no eran tan amigos, sería más correcto decir que era el compañero de trabajo con quien más hablaba y con quien mejor se llevaba; Leonardo nunca ha sido tan abierto y el mismo reconoce que le cuesta entablar amistad con los demás. Desde cachorro había sido de esa forma, malas experiencias y baja autoestima lo orillaron a el mismo encerrarse en su caparazón, y actualmente a sus 26 años las cosas habían cambiado muy poco en ese sentido, sin embargo, a menudo pensaba que quizá las cosas algún día podrían cambiar. El can conducía un jeep naranja y en ocasiones le daba aventón al oso lavador. Lamentablemente el vehículo tenía una semana en el taller y Gonzalo a diferencia de Leonardo contaba con más amistades, por lo cuál él podía darse el lujo de marcharse a casa con otros y aunque en más de una ocasión se había tomado la libertad de invitar al mapache para que se fuera con ellos, este último no se sentía del todo cómodo con ellos por lo cual terminaba rechazando la invitación, motivo por el cuál terminaba marchandose a casa a pie, su marcada amaxofobia le impedía tomar las riendas sobre una posible solución para ese asunto, y por supuesto, no olvidemos un salario muy estándar percibido en su actual trabajo, emolumento que hacía que adquirir un auto quedara descartado. Sin embargo y a final de cuentas no es como que su empleo quedara tan retirado de su casa... El mapache siguió caminando.
3 cuadras, 2 cuadras, 1 cuadra… , a pocos metros de su destino escuchó voces….
-Le dije que no viniera hasta la siguiente semana- Si fuera puntual en sus pagos estaría más que complacido de ahorrarme la molestia de venir hasta acá - ¡¿Qué se supone que diga a eso?!
La vecina morosa, una Osa de una avanzada edad de nuevo discutiendo con lo que parecía ser algún cobrador, es curioso como es capaz de conseguir créditos a pesar de la mala reputación que le precede; bueno, es un vecindario un poco ruidoso, pero después de todo aquí es donde Leonardo lleva viviendo durante algún tiempo.
El picaporte de la puerta hizo clic y el mapache se internó en su humilde morada.
Otra jornada laboral más terminada. Vivía solo desde los 21 años, cuando falleció su padre. Al principio se mostró renuente a dejar a su madre sola, y estuvo con ella unos meses más luego del deceso de su progenitor, pero su trabajo lo hizo dejar no solo su casa, sino su ciudad natal. La comunicación con su madre siempre fue buena, y aunque se preocupaba mucho por ella, casi no tenía tiempo de ir a visitarla tan a menudo como quisiera. Ella lo comprendía a la perfección, pese que para Leonardo esto no le parecía suficiente y al menos 1 vez por semana la llamaba por teléfono.
La casa del mapache era sencilla y nada lujosa, con lo básico para vivir, aunque en algunas ocasiones, había ciertas cuestiones que…
-Otra vez se fue la luz – gruño por lo bajo un poco molesto al presionar el apagador de la sala-recibidor y notar el desperfecto. (cuestiones como esa por ejemplo).
Resultó ser una fortuna que ese día no hiciera demasiado calor, a pesar de eso Leonardo se internó en su habitación y empezó a desvestirse empezando por retirar la prenda mojada por el charco que empezaba a emanar un olor un poco desagradable. Haciendo una pobre imitación de lanzador de la NBA, arrojó una a una sus prendas sobre el cesto de la ropa sucia en una esquina de la habitación. Colocándose únicamente una bermuda azul se dejó caer de espaldas sobre la cama contemplando el techo de su habitación. Cuando hubo cerrado los ojos por unos instantes el tan conocido hormigueo en la zona baja de su vientre se hizo presente como casi siempre pasaba. Después de su rutina de trabajo procedía con el ritual de entregarse a sus necesidades sexuales, esto siempre le ayudaba a liberar tensión. Bajando su pata derecha empezó a frotar su pequeño bulto sobre la prenda el cuál aumentó ligeramente su tamaño ante tales caricias. Con la otra pata tomó su celular y empezó a navegar un poco por internet. Para algunos, las fotos o videos siempre tienden a influenciar un poco (sino es que mucho) en la estimulación. Para Leonardo solían funcionar no tanto como detonante, sino como ayuda a las fantasías creadas dentro de su mente. Fantasías, perversiones... lo que sea. En una foto pudo apreciar como dos machos realizaban un 69. El mapache soltó una sonrisa. Era gay, eso siempre lo supo, incluso desde temprana edad, sin embargo, esa foto en específico lo transportó a un viejo recuerdo acaecido durante su infancia cuando tuvo un pequeño encuentro con un vecino en su antiguo hogar.
FLASHBACK
Leonardo acababa de cumplir 10 años, y si bien no era la primera vez que fantaseaba con otro chico, ese día ocurrió algo con su vecino, un felino 4 años mayor que él. Su nombre era.. ¿Tom, Tim? Nunca lo supo con certeza.
A dos cuadras de su casa había un pequeño lote baldío abandonado que la hacía en veces de campo de futbol, muy descuidado pero algo amplio. Su madre le tenía permitido salir a explorar y pasear cuando no estuviera haciendo sus deberes, y de hecho ella misma lo instaba a que saliera mas, se juntara con amiguitos y constantemente le repetía que el estar solo y sin amigos no podía ser. El joven mapache procuraba no contradecirla y aunque no era tanto el hecho de querer ser mas sociable, ciertamente le gustaba ese lugar, ahi fue que pudo divisar a su vecino felino ese día, jugando soccer con varios furs de su edad. Este llevaba una remera muy delgada y unos pantaloncillos cortos de color verde. El juego era como cualquier otro, lo cuál no le llamaba la atención a Leonardo, sin embargo en cierto momento pudo ver como Tom (si, asi es que se llamaba) se retiraba detrás de un arbusto y se sacudía la tierra de sus pantaloncillos, bajándoselos un poco en el proceso de manera que fue así como Leonardo pudo apreciarle su miembro el cuál capto su atención y no podía dejar de verlo cosa que el felino notó dedicándole una sonrisa. Mas tarde y antes de regresar a casa, Tom lo había arrinconado cuando nadie veía y aunque Leonardo creyó recibir una golpiza por parte del mayor, este parecía de hecho interesado en el cola anillada. Los tocamientos que vinieron a continuación por parte de ambos y la sensación de saber que hacían algo prohibido los había excitado a ambos, pero cuando el mayor trató de hacerle un oral, la experimentación se vio truncada por el asustadizo mapache quien, aunque en una parte muy dentro de su subconciente lo deseaba, se asustó por lo que hacía, y terminó por salir corriendo del lugar dejando al gato confundido. Una disculpa posterior solucionó a medias las cosas, y aunque no volvió a pasar nada entre ellos, a las pocas semanas el felino terminó mudándose.
....
Volviendo al presente Leonardo seguía frotando su miembro, después de varios minutos decidió dejar el celular sobre la cama y cerrar los ojos, fantaseando con el pasado, el presente, el futuro… el líquido blanquecino no tardó demasiado en venir. Un poco agitado se miró la pata, la sustancia pegajosa entre sus dedos y un poco en su zona pélvica. Lamió un poco sus dedos degustando su propia esencia y dejó el resto secándose. Un poco más relajado se giró sobre la cama, quedando recostado boca abajo y se entregó a los brazos de Morfeo. Una pequeña siesta.
Un poco más tarde, al abrir los ojos Leonardo pudo vislumbrar una luz tenue proveniente de la cocineta, al parecer la energía eléctrica había regresado, aún en la cama se giró un poco mirando el reloj de pared en el cuál las manecillas marcaban las ocho menos quince, estirándose aún recostado en el colchón matrimonial de la estancia dejo salir de su hocico un bostezo sintiéndose mucho mejor, aunque un poco hambriento.
-Debería preparar la cena. - un leve sonido en su vientre lo hizo sonrojarse.
El mapache encendió el pequeño televisor de la cocina, y puso un canal al azar, sin prestarle mucha atención al contenido. En el refrigerador habían 4 huevos, unas cuantas verduras y una lata de refresco. La cena consistió en una sencilla torta de huevo con tomate y cebolla. Mientras lavaba su plato en el fregadero escuchó una notificación en su celular. Al asomarse a la pantalla vio que se trataba de uno de los varios amigos en línea que tenía.
El texto rezaba un “Wanna play this night?”, haciendo una mueca de desagrado ignoró el mensaje. Si bien era cierto que en ocasiones solía compartir fotos con desconocidos en la red (aunque siempre manteniendo lejos el rostro por aquello de la privacidad), no siempre se sentía con deseos de hacerlo. Centrándose en otras cosas encendió su computadora y se dispuso a trabajar en un oficio pendiente, no era muy de la idea de llevarse trabajo a la casa pero esto era importante y Leonardo odiaba trabajar bajo demasiada presión, por ello decidió terminar con eso esa misma noche. No le llevó demasiado tiempo ni esfuerzo. Incluso no le tomó más de lo que demoró en descargar un disco de música, el cuál procedió a copiar a su teléfono para escucharlo más adelante. Antes de dormir le apeteció ver una película. Se trataba de Cell y le pareció una de las peores adaptaciones de un libro de Stephen King a la pantalla que había visto. Luego de terminarla navegó por Internet un rato y volvió a irse a la cama. El cansancio y aburrimiento le hicieron quedarse dormido en menos de 5 minutos.
--------
A la mañana siguiente (apenas miércoles) se levantó y fue a trabajar como de costumbre. No le dio tiempo de desayunar así que antes de llegar había pasado por un café y unas rosquillas a la tienda más cercana a la oficina.
-Buen día- saludó por inercia.
-Buenos días Leonardo- le respondió Mayra, una jirafa quien era la secretaria –Provecho amigo
-Gracias – dando un sorbo al Cappuccino Moka.
- ¿Ya te enteraste que hoy tenemos nuevo compañero?
-No estaba enterado ¿y eso?
-Elmer escaló, ya está en otras ligas, así que la vacante quedó libre y consiguieron pronto a su reemplazo. - la jirafa soltó una risita
-Oh es verdad, la semana pasada escuché un rumor al respecto.
Elmer era un dálmata cuarentón, auxiliar de sistemas. Leonardo no había tratado mucho con el antes, sin embargo, consideraba que era un buen tipo y le agradaba.
-Supuse que estarías interesado Leo
-¿A si, y porque tendría que estarlo? – terminándose la última rosquilla.
- El nuevo también es un mapache y un pajarito me dijo que batea del mismo lado que tú.
Al oír eso casi se atraganta con la rosquilla y le dirigió una mirada un poco alerta a la Jirafa tras el escritorio.
-Baja la voz, eso no es necesario.
-Tranquilo muchachote, como dije me lo dijo un pajarito... literal, fue Moises y ya sabes cómo es el.
El mencionado era en efecto un plumífero el cuál tenia reputación de chismoso y metiche, el cuál prácticamente se enteraba de todo. Leonardo no estaba seguro de si Moises estaba al tanto de sus preferencias también, pero, o bien lo desconocía, o no le daba demasiada importancia como para correr el chisme, al menos nadie había llegado nunca con él sacándole el tema. Con Mayra por supuesto esto era diferente. Ella lo intuyó con su sentido femenino, y Leonardo terminaría por confirmárselo tiempo atrás que, aunque nunca lo afirmó textualmente, jamás lo negó lo cuál era suficiente para la jirafa.
-Es increíble como ese sujeto siempre tiene tiempo suficiente para estas cosas - “y como gana mas que yo?” se dijo para sus adentros.
-Tiene un don natural para ello mi estimado.
-Bueno te dejo que tengo que trabajar, hablamos después.
-Procura no babear mucho por el nuevo – al decirlo Mayra le guiñó el ojo mientras que Leonardo se limitó a no prestarle atención.
“Mujeres” -__-
Varios minutos después el mapache se encontraba en su escritorio ocupándose de lo suyo cuando sintió que alguien le daba una palmada en la espalda.
-Oye Leo, ¿tendrás unas tijeras que me prestes?
-¿Volviste a perder las tuyas Gonzo?- bromeó al recién llegado.
-Viejo, sabes que odio ese apodo, mi nombre es Gonzalo, no me llames como a ese muppet narizón, en todo caso, te acepto que me digas Gon jeje
-¿Y que si Togashi te demanda por plagio?
-No si entra en hiatus de nuevo como para encargarse de eso.
Ambos rieron al recordar al famoso mangaka y sus continuos descansos. Una de las cosas que tenían en común era su gusto por el anime y manga, así que se entendían entre ellos en ese tema.
-Como sea, es que no encuentro las mías, tu eres más ordenado, no todos podemos jactarnos de eso señor mapache.
Dentro de su cajón efectivamente Leonardo tenía todo de manera ordenada, algo que no soportaba el mapache era el desorden, en pocos segundos Gonzalo se fue con las tijeras y fue justo a tiempo, la puerta de la oficina se abrió y todos voltearon a ver a su jefe.
Don Faustino era un hipopótamo bonachón, aunque un poco estricto, a Leonardo no le parecía como otros jefes que tuvo anteriormente, quienes en comparación sí que parecían unos verdaderos tiranos.
-Buen día compañeros, ¿Cómo están? – saludó a los empleados mientras se situaba del lado de una maquina copiadora recargado en la pared.
-Derivado del ascenso del compañero Elmer hoy tenemos un nuevo miembro en nuestras filas, el estará dentro de nuestra área – desvió la mirada hacia la puerta – adelante compañero, pase.
En ocasiones Leonardo se miraba al espejo y aunque no se consideraba gordo, ciertamente estaba un poco pasado de peso y su ligera panza estaba ahí para recordarle las hamburguesas que a menudo se comía. No olvidemos su gusto por el pan, los dulces y… El mapache que entró por la puerta lucía más joven, aunque más alto y desde luego más delgado que Leonardo. También a diferencia de su pelaje grisáceo, el del recién llegado lucía una tonalidad café un poco oscura.
-Hola, es un placer yo…
-Espere compañero, en esta oficina tenemos la costumbre de presentarnos siempre con los nuevos – dirigiéndose ahora a los demás – Ya conocen la rutina.
Uno a uno los 5 integrantes de la oficina se fueron presentando, diciendo su nombre, edad, puesto y para que no fuera asunto tan burocrático, también algo como sus pasatiempos, gustos, o algo que quisieran decir.
Leonardo se quedó pensando en lo que Mayra le había dicho un rato antes. Observó como el mapache café veía y escuchaba a cada uno de sus compañeros presentarse. No eran muchos en el área, por lo cual rápidamente llegó el turno de Gonzalo.
-Hola, yo soy Gonzalo, tengo 24 años, soy auxiliar contable en esta oficina, aunque mis actividades se adaptan a las necesidades del trabajo, conforme pasen los días te acoplarás a ello, descuida, si en algo puedo ayudar no dudes en preguntarme... oh sí, me gusta mucho salir con amigos, el cine, los cómics y esas cosas ya sabes, y no me gusta emm – mirando hacia el suelo, frotándose la barbilla como si le costara mucho encontrar una respuesta –el acoso laboral... bueno, todo tipo de acoso o ese tipo de cosas... tampoco me gusta el yogurt natural.
-Mucho gusto Gonzalo.. – Hasta el momento el mapache se había limitado a asentir a los demás sin contestar a nadie, la presentación del canino había logrado que una respuesta verbal emanara de su hocico. A Leonardo le había parecido una voz clara y agradable, inconscientemente se sonrojó y para su sorpresa sus ojos se toparon con los del otro mapache. Al instante desvió rápidamente la mirada.
-Bueno compañero, falta usted.
Leonardo se puso de pie al escuchar a su jefe y trato de hablar sin tartamudear demasiado. Hablar en público o con varias miradas sobre el solía ponerlo un poco nervioso.
-Buen Día, yo me llamo Leonardo, tengo 26 y soy analista y capturista de datos, sirvo como auxiliar también, es un placer conocerte.
El mapache se quedó callado y miro como Gonzalo ahogaba una ligera risita.
-¿Te gusto?
-¿Cómo dices? o////o
- Pregunto sobre qué cosas te gustan.
-Oh si, olvidé esa parte – Al parecer Leonardo escuchó mal – Mmm.. pues no hay mucho que decir, supongo que me gusta leer, escuchar música, las películas. bueno, espero que podamos llevarnos bien, no me gustan muchas cosas, pero para no dejar solo a Gonzalo, tampoco me gusta el yogurt natural.
Finalmente era el turno del recién llegado.
-Muchas gracias por su bienvenida, yo soy Dante, tengo 19 años, estaré fungiendo como auxiliar de sistemas y sé que quizá mi edad los desconcierte un poco, pero créanme que haré muy bien mi trabajo y espero que todos nos llevemos bien, me gusta nadar, escuchar música, bueno, creo que a todos, no me gustan los temas sobre política, religión, ni los programas de chismes (al decir esto en otra oficina cierta ave estornudó como si hablaran de él) y lo demás pues creo irán sabiéndolo conforme nos vayamos conociendo… y ya somos 3 enemigos del yogurt natural.
-Eso es todo compañeros, Dante, pasa a ocupar tu escritorio, a trabajar señores…
….
Ese día transcurrió con normalidad, al volver a casa Leonardo iba absorto en sus pensamientos, escuchando música. A dos cuadras del lugar un coche se detuvo a su lado.
-¿Leonardo verdad?
- Hola Dante, lindo auto
Leonardo pensó que Dante era alguien agradable “y batea del mismo lado que tú”, las palabras de Mayra retumbaban en su cabeza.
-No, no, en que estoy pensando- el mapache negó con la cabeza y siguió caminando, después de todo, aunque le parecía agradable solo era eso, no se sentía atraído ni mucho menos, pero pensó que, si Dante realmente era gay, (o al menos bisexual) tal vez podrían ser buenos amigos.. o buenos compañeros.
Al llegar a casa vio un poco de televisión después de ponerse ropa cómoda.
Cuando el sol se ocultó echo una partida de Mario Kart online y el tiempo se le fue. Curiosamente no tenía tanta hambre por lo que solo cenó un tazón con cereal. Estando frente al PC recordó cierta charla por la tarde. En ella una coneja de otra área le hacía charla a Dante, este se veía muy amable y sin problemas para encajar a pesar de ser el nuevo. Leonardo escuchó en cierto momento su apellido: Dzib. No podía olvidarlo ya que Dante tuvo que deletreárselo a la coneja.
Así que era Dante Dzib. Se le ocurrió buscarlo en Facebook, abrió el navegador e hizo una búsqueda del nombre. El resultado le arrojó 5 perfiles. Haciendo clic uno a uno fue revisándolos. Dió con lo que buscaba en el tercero enlistado. En la imagen de perfil se mostraba un viejo fonógrafo.
Supo que se trataba de el ya que revisando a detalle, vio en una de las otras fotos que había una de su compañero. En ella Dante tenía el cabello un poco más largo y se encontraba en una especie de acuario con dos mapaches un poco mayores. Uno de ellos llevaba gafas de fondo de botella y una tupida barba. El otro con peinado en coleta y sus facciones eran claramente femeninas. Sus padres. Leonardo se quedó mirando por unos segundos el botón de Agregar a amigos, ¿qué le diría? “Anoche me puse a investigarte por Internet y di con tu cuenta de Facebook y casual te agregué”… Lo pensó un momento y luego de analizar las palabras decidió que de hecho no era algo tan malo, omitiendo eso de “investigar”, y que no se malinterpretara como un “stalkear”, así que quien sabe, solo decir que le salió en sugerencias de amigos en base a gustos y demás. Al carajo. Decidió que buscaría hacer amistad con él. “Ambos somos mapaches y no sé, pensé que sería interesante conocer a otro colega con antifaz que además veré todos los días”. Leonardo le mandó solicitud de amistad y cerró el navegador. Poco después se echó a dormir.
- ¡No te quedes parado como imbécil, camina! – un lémur taxista agitaba su brazo haciendo señales obscenas al mapache quien no tuvo más remedio que apretar el paso y llegar al otro lado de la avenida. La luz aún estaba en rojo… cerca de 5 pasos del bordo de banqueta esta cambió a verde y el torrente de coches siguió su camino a toda marcha. ¿El día podría ser peor acaso? Por supuesto, siempre es posible. Cuando una llanta pisó uno de los baches al costado de la calle esta hizo saltar ese líquido chocolatoso que se forma en días lluviosos sobre el pavimento porque hay que mencionarlo, hoy era uno de esos días.
Leonardo intento cubrirse sin éxito... Su camisa blanca quedó empapada, así como parte de su pelaje y cabello. En ese momento se arrepentía de haber comprado ese estúpido paraguas a un precio tan barato que acabó por quedar inservible al tercer día de adquirirlo.
-Qué remedio- soltando un suspiro el mapache oficinista siguió su camino a casa.
Su mejor amigo era Gonzalo, un pastor alemán del trabajo. A decir verdad, no eran tan amigos, sería más correcto decir que era el compañero de trabajo con quien más hablaba y con quien mejor se llevaba; Leonardo nunca ha sido tan abierto y el mismo reconoce que le cuesta entablar amistad con los demás. Desde cachorro había sido de esa forma, malas experiencias y baja autoestima lo orillaron a el mismo encerrarse en su caparazón, y actualmente a sus 26 años las cosas habían cambiado muy poco en ese sentido, sin embargo, a menudo pensaba que quizá las cosas algún día podrían cambiar. El can conducía un jeep naranja y en ocasiones le daba aventón al oso lavador. Lamentablemente el vehículo tenía una semana en el taller y Gonzalo a diferencia de Leonardo contaba con más amistades, por lo cuál él podía darse el lujo de marcharse a casa con otros y aunque en más de una ocasión se había tomado la libertad de invitar al mapache para que se fuera con ellos, este último no se sentía del todo cómodo con ellos por lo cual terminaba rechazando la invitación, motivo por el cuál terminaba marchandose a casa a pie, su marcada amaxofobia le impedía tomar las riendas sobre una posible solución para ese asunto, y por supuesto, no olvidemos un salario muy estándar percibido en su actual trabajo, emolumento que hacía que adquirir un auto quedara descartado. Sin embargo y a final de cuentas no es como que su empleo quedara tan retirado de su casa... El mapache siguió caminando.
3 cuadras, 2 cuadras, 1 cuadra… , a pocos metros de su destino escuchó voces….
-Le dije que no viniera hasta la siguiente semana- Si fuera puntual en sus pagos estaría más que complacido de ahorrarme la molestia de venir hasta acá - ¡¿Qué se supone que diga a eso?!
La vecina morosa, una Osa de una avanzada edad de nuevo discutiendo con lo que parecía ser algún cobrador, es curioso como es capaz de conseguir créditos a pesar de la mala reputación que le precede; bueno, es un vecindario un poco ruidoso, pero después de todo aquí es donde Leonardo lleva viviendo durante algún tiempo.
El picaporte de la puerta hizo clic y el mapache se internó en su humilde morada.
Otra jornada laboral más terminada. Vivía solo desde los 21 años, cuando falleció su padre. Al principio se mostró renuente a dejar a su madre sola, y estuvo con ella unos meses más luego del deceso de su progenitor, pero su trabajo lo hizo dejar no solo su casa, sino su ciudad natal. La comunicación con su madre siempre fue buena, y aunque se preocupaba mucho por ella, casi no tenía tiempo de ir a visitarla tan a menudo como quisiera. Ella lo comprendía a la perfección, pese que para Leonardo esto no le parecía suficiente y al menos 1 vez por semana la llamaba por teléfono.
La casa del mapache era sencilla y nada lujosa, con lo básico para vivir, aunque en algunas ocasiones, había ciertas cuestiones que…
-Otra vez se fue la luz – gruño por lo bajo un poco molesto al presionar el apagador de la sala-recibidor y notar el desperfecto. (cuestiones como esa por ejemplo).
Resultó ser una fortuna que ese día no hiciera demasiado calor, a pesar de eso Leonardo se internó en su habitación y empezó a desvestirse empezando por retirar la prenda mojada por el charco que empezaba a emanar un olor un poco desagradable. Haciendo una pobre imitación de lanzador de la NBA, arrojó una a una sus prendas sobre el cesto de la ropa sucia en una esquina de la habitación. Colocándose únicamente una bermuda azul se dejó caer de espaldas sobre la cama contemplando el techo de su habitación. Cuando hubo cerrado los ojos por unos instantes el tan conocido hormigueo en la zona baja de su vientre se hizo presente como casi siempre pasaba. Después de su rutina de trabajo procedía con el ritual de entregarse a sus necesidades sexuales, esto siempre le ayudaba a liberar tensión. Bajando su pata derecha empezó a frotar su pequeño bulto sobre la prenda el cuál aumentó ligeramente su tamaño ante tales caricias. Con la otra pata tomó su celular y empezó a navegar un poco por internet. Para algunos, las fotos o videos siempre tienden a influenciar un poco (sino es que mucho) en la estimulación. Para Leonardo solían funcionar no tanto como detonante, sino como ayuda a las fantasías creadas dentro de su mente. Fantasías, perversiones... lo que sea. En una foto pudo apreciar como dos machos realizaban un 69. El mapache soltó una sonrisa. Era gay, eso siempre lo supo, incluso desde temprana edad, sin embargo, esa foto en específico lo transportó a un viejo recuerdo acaecido durante su infancia cuando tuvo un pequeño encuentro con un vecino en su antiguo hogar.
FLASHBACK
Leonardo acababa de cumplir 10 años, y si bien no era la primera vez que fantaseaba con otro chico, ese día ocurrió algo con su vecino, un felino 4 años mayor que él. Su nombre era.. ¿Tom, Tim? Nunca lo supo con certeza.
A dos cuadras de su casa había un pequeño lote baldío abandonado que la hacía en veces de campo de futbol, muy descuidado pero algo amplio. Su madre le tenía permitido salir a explorar y pasear cuando no estuviera haciendo sus deberes, y de hecho ella misma lo instaba a que saliera mas, se juntara con amiguitos y constantemente le repetía que el estar solo y sin amigos no podía ser. El joven mapache procuraba no contradecirla y aunque no era tanto el hecho de querer ser mas sociable, ciertamente le gustaba ese lugar, ahi fue que pudo divisar a su vecino felino ese día, jugando soccer con varios furs de su edad. Este llevaba una remera muy delgada y unos pantaloncillos cortos de color verde. El juego era como cualquier otro, lo cuál no le llamaba la atención a Leonardo, sin embargo en cierto momento pudo ver como Tom (si, asi es que se llamaba) se retiraba detrás de un arbusto y se sacudía la tierra de sus pantaloncillos, bajándoselos un poco en el proceso de manera que fue así como Leonardo pudo apreciarle su miembro el cuál capto su atención y no podía dejar de verlo cosa que el felino notó dedicándole una sonrisa. Mas tarde y antes de regresar a casa, Tom lo había arrinconado cuando nadie veía y aunque Leonardo creyó recibir una golpiza por parte del mayor, este parecía de hecho interesado en el cola anillada. Los tocamientos que vinieron a continuación por parte de ambos y la sensación de saber que hacían algo prohibido los había excitado a ambos, pero cuando el mayor trató de hacerle un oral, la experimentación se vio truncada por el asustadizo mapache quien, aunque en una parte muy dentro de su subconciente lo deseaba, se asustó por lo que hacía, y terminó por salir corriendo del lugar dejando al gato confundido. Una disculpa posterior solucionó a medias las cosas, y aunque no volvió a pasar nada entre ellos, a las pocas semanas el felino terminó mudándose.
....
Volviendo al presente Leonardo seguía frotando su miembro, después de varios minutos decidió dejar el celular sobre la cama y cerrar los ojos, fantaseando con el pasado, el presente, el futuro… el líquido blanquecino no tardó demasiado en venir. Un poco agitado se miró la pata, la sustancia pegajosa entre sus dedos y un poco en su zona pélvica. Lamió un poco sus dedos degustando su propia esencia y dejó el resto secándose. Un poco más relajado se giró sobre la cama, quedando recostado boca abajo y se entregó a los brazos de Morfeo. Una pequeña siesta.
Un poco más tarde, al abrir los ojos Leonardo pudo vislumbrar una luz tenue proveniente de la cocineta, al parecer la energía eléctrica había regresado, aún en la cama se giró un poco mirando el reloj de pared en el cuál las manecillas marcaban las ocho menos quince, estirándose aún recostado en el colchón matrimonial de la estancia dejo salir de su hocico un bostezo sintiéndose mucho mejor, aunque un poco hambriento.
-Debería preparar la cena. - un leve sonido en su vientre lo hizo sonrojarse.
El mapache encendió el pequeño televisor de la cocina, y puso un canal al azar, sin prestarle mucha atención al contenido. En el refrigerador habían 4 huevos, unas cuantas verduras y una lata de refresco. La cena consistió en una sencilla torta de huevo con tomate y cebolla. Mientras lavaba su plato en el fregadero escuchó una notificación en su celular. Al asomarse a la pantalla vio que se trataba de uno de los varios amigos en línea que tenía.
El texto rezaba un “Wanna play this night?”, haciendo una mueca de desagrado ignoró el mensaje. Si bien era cierto que en ocasiones solía compartir fotos con desconocidos en la red (aunque siempre manteniendo lejos el rostro por aquello de la privacidad), no siempre se sentía con deseos de hacerlo. Centrándose en otras cosas encendió su computadora y se dispuso a trabajar en un oficio pendiente, no era muy de la idea de llevarse trabajo a la casa pero esto era importante y Leonardo odiaba trabajar bajo demasiada presión, por ello decidió terminar con eso esa misma noche. No le llevó demasiado tiempo ni esfuerzo. Incluso no le tomó más de lo que demoró en descargar un disco de música, el cuál procedió a copiar a su teléfono para escucharlo más adelante. Antes de dormir le apeteció ver una película. Se trataba de Cell y le pareció una de las peores adaptaciones de un libro de Stephen King a la pantalla que había visto. Luego de terminarla navegó por Internet un rato y volvió a irse a la cama. El cansancio y aburrimiento le hicieron quedarse dormido en menos de 5 minutos.
--------
A la mañana siguiente (apenas miércoles) se levantó y fue a trabajar como de costumbre. No le dio tiempo de desayunar así que antes de llegar había pasado por un café y unas rosquillas a la tienda más cercana a la oficina.
-Buen día- saludó por inercia.
-Buenos días Leonardo- le respondió Mayra, una jirafa quien era la secretaria –Provecho amigo
-Gracias – dando un sorbo al Cappuccino Moka.
- ¿Ya te enteraste que hoy tenemos nuevo compañero?
-No estaba enterado ¿y eso?
-Elmer escaló, ya está en otras ligas, así que la vacante quedó libre y consiguieron pronto a su reemplazo. - la jirafa soltó una risita
-Oh es verdad, la semana pasada escuché un rumor al respecto.
Elmer era un dálmata cuarentón, auxiliar de sistemas. Leonardo no había tratado mucho con el antes, sin embargo, consideraba que era un buen tipo y le agradaba.
-Supuse que estarías interesado Leo
-¿A si, y porque tendría que estarlo? – terminándose la última rosquilla.
- El nuevo también es un mapache y un pajarito me dijo que batea del mismo lado que tú.
Al oír eso casi se atraganta con la rosquilla y le dirigió una mirada un poco alerta a la Jirafa tras el escritorio.
-Baja la voz, eso no es necesario.
-Tranquilo muchachote, como dije me lo dijo un pajarito... literal, fue Moises y ya sabes cómo es el.
El mencionado era en efecto un plumífero el cuál tenia reputación de chismoso y metiche, el cuál prácticamente se enteraba de todo. Leonardo no estaba seguro de si Moises estaba al tanto de sus preferencias también, pero, o bien lo desconocía, o no le daba demasiada importancia como para correr el chisme, al menos nadie había llegado nunca con él sacándole el tema. Con Mayra por supuesto esto era diferente. Ella lo intuyó con su sentido femenino, y Leonardo terminaría por confirmárselo tiempo atrás que, aunque nunca lo afirmó textualmente, jamás lo negó lo cuál era suficiente para la jirafa.
-Es increíble como ese sujeto siempre tiene tiempo suficiente para estas cosas - “y como gana mas que yo?” se dijo para sus adentros.
-Tiene un don natural para ello mi estimado.
-Bueno te dejo que tengo que trabajar, hablamos después.
-Procura no babear mucho por el nuevo – al decirlo Mayra le guiñó el ojo mientras que Leonardo se limitó a no prestarle atención.
“Mujeres” -__-
Varios minutos después el mapache se encontraba en su escritorio ocupándose de lo suyo cuando sintió que alguien le daba una palmada en la espalda.
-Oye Leo, ¿tendrás unas tijeras que me prestes?
-¿Volviste a perder las tuyas Gonzo?- bromeó al recién llegado.
-Viejo, sabes que odio ese apodo, mi nombre es Gonzalo, no me llames como a ese muppet narizón, en todo caso, te acepto que me digas Gon jeje
-¿Y que si Togashi te demanda por plagio?
-No si entra en hiatus de nuevo como para encargarse de eso.
Ambos rieron al recordar al famoso mangaka y sus continuos descansos. Una de las cosas que tenían en común era su gusto por el anime y manga, así que se entendían entre ellos en ese tema.
-Como sea, es que no encuentro las mías, tu eres más ordenado, no todos podemos jactarnos de eso señor mapache.
Dentro de su cajón efectivamente Leonardo tenía todo de manera ordenada, algo que no soportaba el mapache era el desorden, en pocos segundos Gonzalo se fue con las tijeras y fue justo a tiempo, la puerta de la oficina se abrió y todos voltearon a ver a su jefe.
Don Faustino era un hipopótamo bonachón, aunque un poco estricto, a Leonardo no le parecía como otros jefes que tuvo anteriormente, quienes en comparación sí que parecían unos verdaderos tiranos.
-Buen día compañeros, ¿Cómo están? – saludó a los empleados mientras se situaba del lado de una maquina copiadora recargado en la pared.
-Derivado del ascenso del compañero Elmer hoy tenemos un nuevo miembro en nuestras filas, el estará dentro de nuestra área – desvió la mirada hacia la puerta – adelante compañero, pase.
En ocasiones Leonardo se miraba al espejo y aunque no se consideraba gordo, ciertamente estaba un poco pasado de peso y su ligera panza estaba ahí para recordarle las hamburguesas que a menudo se comía. No olvidemos su gusto por el pan, los dulces y… El mapache que entró por la puerta lucía más joven, aunque más alto y desde luego más delgado que Leonardo. También a diferencia de su pelaje grisáceo, el del recién llegado lucía una tonalidad café un poco oscura.
-Hola, es un placer yo…
-Espere compañero, en esta oficina tenemos la costumbre de presentarnos siempre con los nuevos – dirigiéndose ahora a los demás – Ya conocen la rutina.
Uno a uno los 5 integrantes de la oficina se fueron presentando, diciendo su nombre, edad, puesto y para que no fuera asunto tan burocrático, también algo como sus pasatiempos, gustos, o algo que quisieran decir.
Leonardo se quedó pensando en lo que Mayra le había dicho un rato antes. Observó como el mapache café veía y escuchaba a cada uno de sus compañeros presentarse. No eran muchos en el área, por lo cual rápidamente llegó el turno de Gonzalo.
-Hola, yo soy Gonzalo, tengo 24 años, soy auxiliar contable en esta oficina, aunque mis actividades se adaptan a las necesidades del trabajo, conforme pasen los días te acoplarás a ello, descuida, si en algo puedo ayudar no dudes en preguntarme... oh sí, me gusta mucho salir con amigos, el cine, los cómics y esas cosas ya sabes, y no me gusta emm – mirando hacia el suelo, frotándose la barbilla como si le costara mucho encontrar una respuesta –el acoso laboral... bueno, todo tipo de acoso o ese tipo de cosas... tampoco me gusta el yogurt natural.
-Mucho gusto Gonzalo.. – Hasta el momento el mapache se había limitado a asentir a los demás sin contestar a nadie, la presentación del canino había logrado que una respuesta verbal emanara de su hocico. A Leonardo le había parecido una voz clara y agradable, inconscientemente se sonrojó y para su sorpresa sus ojos se toparon con los del otro mapache. Al instante desvió rápidamente la mirada.
-Bueno compañero, falta usted.
Leonardo se puso de pie al escuchar a su jefe y trato de hablar sin tartamudear demasiado. Hablar en público o con varias miradas sobre el solía ponerlo un poco nervioso.
-Buen Día, yo me llamo Leonardo, tengo 26 y soy analista y capturista de datos, sirvo como auxiliar también, es un placer conocerte.
El mapache se quedó callado y miro como Gonzalo ahogaba una ligera risita.
-¿Te gusto?
-¿Cómo dices? o////o
- Pregunto sobre qué cosas te gustan.
-Oh si, olvidé esa parte – Al parecer Leonardo escuchó mal – Mmm.. pues no hay mucho que decir, supongo que me gusta leer, escuchar música, las películas. bueno, espero que podamos llevarnos bien, no me gustan muchas cosas, pero para no dejar solo a Gonzalo, tampoco me gusta el yogurt natural.
Finalmente era el turno del recién llegado.
-Muchas gracias por su bienvenida, yo soy Dante, tengo 19 años, estaré fungiendo como auxiliar de sistemas y sé que quizá mi edad los desconcierte un poco, pero créanme que haré muy bien mi trabajo y espero que todos nos llevemos bien, me gusta nadar, escuchar música, bueno, creo que a todos, no me gustan los temas sobre política, religión, ni los programas de chismes (al decir esto en otra oficina cierta ave estornudó como si hablaran de él) y lo demás pues creo irán sabiéndolo conforme nos vayamos conociendo… y ya somos 3 enemigos del yogurt natural.
-Eso es todo compañeros, Dante, pasa a ocupar tu escritorio, a trabajar señores…
….
Ese día transcurrió con normalidad, al volver a casa Leonardo iba absorto en sus pensamientos, escuchando música. A dos cuadras del lugar un coche se detuvo a su lado.
-¿Leonardo verdad?
- Hola Dante, lindo auto
- Gracias, ¿qué rumbo traes, te llevo?
- Agradezco la oferta, pero vivo cerca, de todas formas gracias.
- Oh, será en otra ocasión, nos vemos mañana.
Leonardo pensó que Dante era alguien agradable “y batea del mismo lado que tú”, las palabras de Mayra retumbaban en su cabeza.
-No, no, en que estoy pensando- el mapache negó con la cabeza y siguió caminando, después de todo, aunque le parecía agradable solo era eso, no se sentía atraído ni mucho menos, pero pensó que, si Dante realmente era gay, (o al menos bisexual) tal vez podrían ser buenos amigos.. o buenos compañeros.
Al llegar a casa vio un poco de televisión después de ponerse ropa cómoda.
Cuando el sol se ocultó echo una partida de Mario Kart online y el tiempo se le fue. Curiosamente no tenía tanta hambre por lo que solo cenó un tazón con cereal. Estando frente al PC recordó cierta charla por la tarde. En ella una coneja de otra área le hacía charla a Dante, este se veía muy amable y sin problemas para encajar a pesar de ser el nuevo. Leonardo escuchó en cierto momento su apellido: Dzib. No podía olvidarlo ya que Dante tuvo que deletreárselo a la coneja.
Así que era Dante Dzib. Se le ocurrió buscarlo en Facebook, abrió el navegador e hizo una búsqueda del nombre. El resultado le arrojó 5 perfiles. Haciendo clic uno a uno fue revisándolos. Dió con lo que buscaba en el tercero enlistado. En la imagen de perfil se mostraba un viejo fonógrafo.
Supo que se trataba de el ya que revisando a detalle, vio en una de las otras fotos que había una de su compañero. En ella Dante tenía el cabello un poco más largo y se encontraba en una especie de acuario con dos mapaches un poco mayores. Uno de ellos llevaba gafas de fondo de botella y una tupida barba. El otro con peinado en coleta y sus facciones eran claramente femeninas. Sus padres. Leonardo se quedó mirando por unos segundos el botón de Agregar a amigos, ¿qué le diría? “Anoche me puse a investigarte por Internet y di con tu cuenta de Facebook y casual te agregué”… Lo pensó un momento y luego de analizar las palabras decidió que de hecho no era algo tan malo, omitiendo eso de “investigar”, y que no se malinterpretara como un “stalkear”, así que quien sabe, solo decir que le salió en sugerencias de amigos en base a gustos y demás. Al carajo. Decidió que buscaría hacer amistad con él. “Ambos somos mapaches y no sé, pensé que sería interesante conocer a otro colega con antifaz que además veré todos los días”. Leonardo le mandó solicitud de amistad y cerró el navegador. Poco después se echó a dormir.