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Fanfic +18 Pina X Riz: Visita Conyugal

Sweet Bear

Abandonen toda esperanza.
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—No eres tu pasado ni tus errores y eso no te define—dijo Pina con sinceridad mientras veía al oso pardo apoyándose en la cama de su celda.
Cuando sus miradas se juntaron en apenas fracciones de segundo, dos mundos igual de distintos se encontraron, colisionaron entre sí y se fundieron en uno solo.
—L-lo que hice no tiene p-perdón—respondió Riz en un débil susurro casi imperceptible debido al bozal que se veía obligado a usar durante las visitas.
—Tampoco necesitas el perdón de nadie para continuar, osito—replicó Pina—Yo ya te perdoné pero la sociedad no todavía. Deja de vivir atado al pasado porque sólo te harás daño.

Pina contempló a Riz y observó que detrás de aquellos ojos ursinos brillantes y relucientes como escarabajos negros se escondía un espíritu noble quebrantado por largas jornadas de encierro y maltrato. Una o dos horas de clase en Cherrynton eran insoportables, ¿cómo era posible sobrevivir sin libertad?, ¿se podía llamar vida a aquello?

—D-dicen que si quieres presenciar el futuro solamente... debes observar hacia atrás.
—¿Estás leyendo mucho, no es así?—preguntó Pina mirando varios libros empacados en papel de embalar color marrón y atados con cuerdas gruesas.
—Sí. Es lo único que puedo hacer—respondió Riz dubitativo. Hago eso y...
—¡Se acabó la hora! ¡Fuera de la celda!
Pina se sobresaltó al escuchar a los carceleros anunciar el fin de la visita y la sonrisa de Riz se desdibujó en su cara.
—Debo irme, osito. Nos vemos en dos semanas...
Los guardias acompañaron a Pina a la salida escoltándolo con sus ojos, uno de ellos era un chacal negro y otro un ruin lobo de mirada de acero especialmente entrenado para capturar a los fugitivos.
—¡Adiós!—dijo Pina levantando la mano pero no recibió ninguna respuesta.

Después de que Pina se fue, Riz se quedó mirando el techo durante casi dos horas. Recordó con tristeza en lo que ahora era; un esclavo de sus instintos.
Creyendo que era su verdadera personalidad cedió a su sed hasta las últimas consecuencias, le arrebató la vida a Tem, se ocultó creyéndose inmune al castigo y estaba dispuesto a silenciar a cualquiera que se interpusiera pero ese esfuerzo resultó inútil porque sus huesos terminaron en aquella prisión tan fría.

Lo había perdido todo y estaba encerrado en cuatro paredes viendo los meses pasar uno a uno como el tic-tac de un reloj.
En la celda la atmósfera permanecía inmutable y eso invitaba a sentir una soledad extrema ninguno de sus colegas lo visitaba ni siquiera quienes llamaba sus amigos o los de su propia especie acudían a visitar al hermano caído, ¿acaso era una vergüenza ser oso?
Todos los demás ursinos sabían lo que Riz había hecho y cargaban en sus espaldas el precio del deshonor y la infamia cuando la gente los señalaba con el dedo en las calles.
Saber que uno de los suyos estaba en la cárcel era al mismo tiempo un castigo colectivo porque ser un oso era equivalente a ser un monstruo que debía ser odiado y temido.

La sociedad se había olvidado de Riz, los jueces que lo condenaron lo arrojaron a una jaula de barrotes de acero y tiraron la única llave muy lejos.

El oso pardo en su soledad se aferraba a una almohada rígida y desde su ventana enrejada miraba un pedacito de cielo mientras una lágrima silenciosa resbalaba por su mejilla. La frustración y la desesperación eran frecuentes y por ello él buscaba un escape al vacío que ahora sentía. Con cierta frecuencia al despertar y después de comer Riz frotaba su entrepierna contra el colchón de la cama intentando obtener placer pero todo intento era en vano porque los medicamentos reglamentarios que debía tomar inundaban sus venas cambiando sus instintos, su cuerpo, su sexualidad que apenas conocía, aquellos venenos disfrazados de medicinas lo habían dejado impotente, insensible a su propio estímulo. La prisión le arrebató su hombría, lo único que quedaba era un cascarón hueco y deshabitado de lo que alguna vez fue un depredador inmenso, Riz se había convertido en un oso de peluche lleno de aserrín.

Pina quebraba la monotonía de aquellos momentos grises y tan iguales entre sí con sus visitas. A veces pasaban muchos días antes de que Riz volviera a verlo pero con el pasar del tiempo la cabeza nívea y esponjosa del carnero de Dall aparecía con mayor frecuencia haciendo que la esperanza reflotara junto con otros sentimientos de los que Riz no se sentía dispuesto a admitir.
El oso escuchaba cada palabra que salía de los labios de su visitante con sumo deleite ya que el carnero era su único contacto con el mundo exterior, noticias como que el mercado negro no existía más o que comer pescado era legal se convirtieron en un manantial de alegría para el preso. Riz no podía expresar esa dicha con palabras sin embargo se limitaba a levantar sus orejas debido a que el recio bozal que oprimía su mandíbula le impedía hablar correctamente y le resultaba bastante difícil sacar su lengua hacia adelante porque secretamente anhelaba lamer algo que se encontraba fuera de su alcance, alguien que era blanco, peludo y tenía cuernos...

Riz gruñía constantemente intentando arrancar aquel bozal pero no tardaría en darse cuenta de que estaba hecho a prueba de osos.
El oso pardo hubiera dado media vida, todo su pelaje y el alma misma si a cambio aquel bozal desapareciera, pudiera ser libre a varios kilómetros lejos de aquella prisión. Retozaría en el aterciopelado césped en verano, tomaría una siesta debajo de un árbol, pescaría en el arroyo azul igual que sus ancestros y en invierno buscaría una cueva para dormir hasta que la primavera llegase como habían hecho tantas generaciones de osos y en esa caverna haría una cama de hojas, ataría a Pina otra vez, lo amordazaría y...

Riz albergaba un deseo perverso en su corazón, una ambición enterrada en lo profundo de su ser que crecía igual que un gusanillo que corroe una manzana.
Sin que pudiese evitarlo e igual que si hubiera venido la lluvia esa obsesión floreció en terreno fértil y se trataba de algo que no debía ser tapado. Lo que él deseaba junto con su libertad era poder aparearse. Era un oso joven y desde el último invierno descubrió que hallaba alcanzando la cumbre de su madurez sexual y notó tristemente que se encontraba reprimido. Con el pasar de los días sintió sus bolas increíblemente pesadas llenas de cálida semilla de oso burbujeando esperando el momento óptimo para salir. El ursino había intentado de todo, no obstante el líquido no salía si no existía placer antes y con cada intento se frustraba llegando casi a la locura porque no lograba liberar a aquella energía lasciva que se apoderaba de su alma y de su mente corrompiendo su ser entero. Lo urgente y necesario era entonces vaciarse en cualquier agujero, no importaba si de macho o hembra y mucho mejor si era el de Pina. En sus imaginaciones cachondas el oso imaginaba a su visitante con menos ropa, si podía convencer al carnero de que estaba rehabilitando a un ex depredador llegaría la oportunidad de desfogarse y alcanzaría a derramar su esencia en el herbívoro pero no iría muy lejos si continuaba ingiriendo aquellos medicamentos debilitantes.

Sin embargo, Riz no se encontraba totalmente solo o eso creía.
 

Lian~

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Me interesa a donde esta llendo esto jeje
 
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