El indefenso Tiqulis estaba a merced de un grupo de aventureros, engañado y violado por ellos, planeaban sin escrúpulo alguno, el deshacerse de él, matarle y tirar su cuerpo lo más lejos posible, un cuerpo y una vida de un joven huérfano del cual nadie echaría de menos.
—(Este es el fin, supongo) -Fueron los tristes pensamientos del muchacho Sapien.
—Muy bien, aquí voy, prepárate chico, voy a hacer un desastre en ese culito tuyo.
La punta de uno de los penes del reptil ya estaba rozando su recto, el Sapien con toda su lujuria al borde del límite, estaba a segundos de liberar esa bestia de libido sobre el huérfano.
—Primero la punta, y luego…
Un fuerte ruido detiene al reptil, entonces de manera imprevista el Sapien escamoso cae de espalda quedando este inconsciente en el suelo, alejando su pene doble del trasero del muchacho.
—¿¡Oye que te ocurre!?, ¿¡porque te detiene y te recuestas de repente!? -El Sapien puma le pregunto molesto.
—¡Esta inconsciente!, ¡yo lo vi bien!, ¡le arrojaron una piedra! -El coyote atestiguo.
Una gran piedra del tamaño de un puño estaba al lado del reptil, este le había golpeado en la nuca con considerable fuerza al desprevenido aventurero de dos miembros erectos, tal fue el impacto que termino por dejarle inconsciente. El responsable de tal acto se muestra ante ellos, pero solo mostrándose como una silueta en la oscuridad, estaba armado con un mazo y un escudo, era un sujeto alto y corpulento.
—Maldito, ¿te atreves a jodernos la noche? -Uno del aventurero perruno le reclamo.
—¡Malnacido!, si buscas morir entonces lo tendrás -Le amenazo el segundo aventurero perro.
Los que aun estaban consciente, tomaron sus armas que estaban cerca de sus vestimentas y se lanzaron al ataque contra el misterioso agresor.
—(¿Aun estoy vivo?).
Tiqulis estaba confuso, pero en el fondo regocijado de saber que su recto no fue profanado brutalmente por la perversión cruel de aquel escamoso aventurero, oyó con claridad el sonido del metal chocar entre ellos. Volteo y observo, como su enigmático salvador luchaba contra sus violadores.
—(Esa persona… ¿me está ayudando?).
Su identidad e intenciones eran todo un misterio para él, pero ese joven oso estaba feliz de ser testigo de cómo un alma benevolente había acudido en su ayuda, acudir para salvar a un donnadie como él. Dado a que su misterioso salvador estaba luchando con desventaja numérica, se preocupo por este, pero se asombro con gran sorpresa al ver, que tal lucha estaba bajo control.
Los aventureros que le habían sometido a crueles tratos sexuales, armados y furiosos, atacaron al unisonó a ese misterioso atacante, y pese a ello estaban perdiendo, la habilidad de lucha de aquel personaje era notorio. Solo usaba su maza para defenderse en conjunto con su escudo, cuando contraatacaba, pateaba a esos violadores cuando guardia era vulnerable.
Uno de los perrunos violadores recibió una demolerá patada en la entrepierna, oyéndose el sonido de un “crack” que hizo estremecer en cuerpo y alma a los aventureros restantes, el herido perro se aleja con lagrimas en los ojos y sangre brotar de ese lado pateado que cubría con sus manos con intenso dolor.
—Mierda… le acaba de joder los huevos… -El puma con miedo comento.
—Este tipo es jodidamente peligroso -Opino un asustadizo coyote.
—¿Cómo puede ser tan fuerte? -El perruno aventurero restante se preguntó.
Cuando aquel benevolente luchador enigmático voltio su mirada enfocándose en los tres restantes, aquel trio de violadores sintiendo en carne un pavor como ninguno, huyen atemorizados, recogiendo su ropa en el proceso y marchándose lejos.
—(Se han ido… en verdad estoy salvado… seguiré viviendo otro día más).
Su salvador entonces dirigió su atención sobre el desnudo Tiqulis, el muchacho pese a saber que tal enigmático personaje le salvo de un trágico destino, no puedo evitar sentirse algo intimidado.
—Búscate otra forma de vivir chico, a este paso, tu muerte no será pacífica.
Después de decir tales palabras, el enigmático salvador se marcha entre las sombras, Tiqulis estaba con la duda sobre quien podría tratarse, pues quería agradecerle en el fondo su noble acción.
—Gracias, quien quiera que seas, muchas gracias… mi salvador.
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Los recuerdos de ese casi trágico destino concluyen, el oso vuelve al momento en donde conoció al amable Torke Almaforga, quien le ofreció un techo y una comida caliente, tal amabilidad hizo que Tiqulis llorase de la alegría.
—Te dije que buscara otra forma de ganarte el pan, muchacho -Torke dijo —Aunque tampoco soy quién para sermonear, tu situación es difícil y comprendo porque lo haces.
Cuando Tiqulis escucho aquellas palabras salir de la boca del amable Torke, el tono de su voz, no solo era idéntico, ¡sino la misma!, solo ahora se había dado cuenta.
—Es usted… ¡usted me salvo esa noche! -El joven úrsido exclamo con regocijo.
—Solo hice lo que creí correcto, hacer tal depravación a un huérfano… en verdad me asquea -Dijo el oso adulto con el fruncir de su ceño.
Un enojo de gran proporción se manifiesta en su rostro, enseñando sus dientes y gruñendo, tales gestos hacen que el joven a su lado se asuste, cuando Torke se percata de ello, se detiene de inmediato.
—Discúlpame, me deje llevar por viejos odios -Aclaro el herero lamentándose por asustarle.
—No tiene que disculparse señor Torke, soy yo quien debería hacerlo, arriesgo su vida por mi sin esperar nada a cambio, y ahora me ofrece una comida caliente… -El muchacho sonríe —No hay forma de que pueda pagar tal amabilidad, yo… estaría más que dispuesto a ofrecerle mi propio cuerpo a su gusto si usted lo deseara, no me importa lo que hiciera conmigo.
—Por favor, no digas eso, debes valorarte más a ti mismo, que seas un huérfano, no significa que tu vida no valga nada -Fueron las palabras de su salvador —Ya sea lo que somos, y como forjamos nuestro camino, será la obra final de nuestros viajes, ya sea para el bien o mal, ¿de qué forma planear moldear esa vida?.
El principio de Torke Almaforga consistía en que dependiendo de las acciones que forjen dicha vida, serán las reacciones y consecuencia de esta misma que le deparen en el futuro, alguien de bien puede llevar una vida pacifica, alguien de mal a una turbulenta. Bien o mal son dos caras de una moneda, pero son detonantes de muchas e infinitas acciones en cada Sapien consciente de Gaia, ¿cual es el lado que forjaras en tu camino?.
—Bien o mal… no será si lo que hago este ligado por el buen o mal camino -Fueron las palabras de Tiqulis —Pero no tengo más opciones, deberé vivir pagando mis consecuencias al final, ¿no?.
Termino su plato de comida quedando totalmente satisfecho, agradeció por la comida a Torke y se marchó hacia la puerta.
—Espera, ¿acaso dormirás afuera? -Le pregunto el herrero.
—Estoy acostumbrado, invierto todo lo que gano en comida, si tengo muchísima suerte, tendré dos comidas por día.
—En ese caso trabajaba para mi -Le ofreció el herrero.
Tiqulis estaba atónito con tal propuesta, aquel amable Sapien, no solo le salvo y dio comida, incluso le ofrecía un trabajo legal.
—¿Trabajar para usted?.
—Se mi aprendiz, no tengo hijos, y dudo mucho que a estas alturas vaya a tener alguno -Hablo con sinceridad el oso herrero —Necesito dejar mi herrería a alguien digno, ¿te interesa?, te advierto que seré muy estricto, pero al menos puedo darte un techo donde dormir y comida caliente.
Un palpito se hizo de sentir en el pecho del joven úrsido, un cálido sentimiento inundo su interior, tal bondad y tal altruismo de parte de su salvador, aquel joven juro en lo más recóndito de su alma, servir a este herrero en cuerpo y espíritu, en carne y vida, hasta que la muerte segué su último aliento.
—¡Si!, estoy a su disposición… amo Torke.
—No me digas “amo”, insisto por favor, llámame solo por mi nombre -Le pidió el herrero con humildad.
—No puedo hacer eso, seria faltarle el respeto a mi salvador y maestro.
—En ese caso… solo dime maestro Torke.
—Si, maestro Torke -Replico el favor de su señor con una sonrisa.
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En el presente mismo, la carreta que conducía hacia la mina personal de Torke, recorría un campo de hierbas altas, el cielo pronto se nublo, y Tiqulis, quien llevaba las riendas de la carreta se detiene de golpe.
—Esto es malo… -Dijo el joven Sapien con inquietud.
—¿Qué ocurre? -El humano le pregunto.
—Bandidos…
Un grupo de 7 bandidos rodeo la carreta, dos de ellos que eran arqueros le tenían en la mira, todos salieron de manera sorpresiva de las hierbas, aprovecharon la abundancia de esta para ocultarse y esperar el momento para emboscar a desafortunados viajeros.
—Nos tienen rodeados -Afirmo el aprendiz de herrero con temor.
Uno de los bandidos quien resultaba ser un dóberman, se sitúa en frente de la carreta y levantando su espada de bronce, señala con la punta de su arma a Tiqulis.
—Nos llevaremos todo lo que posean, incluyéndolos a ustedes -Declaro el bandido dóberman erigiéndose como el líder del grupo.
—No solo desean nuestras pertenencias, también quieren esclavizarlos -Con horror Kailo concluyo.
Isaac baja de la carreta, una mueca de disgusto se muestra en sus labios.
— Tiqulis, me quitare por un momento las vendas, ¿de acuerdo? -El humano pidió su permiso.
—S-si claro.
El joven oso aprendiz de herrero acepta su pedido, sentía como ese humano de alguna manera con ese cambio repentino de humor, manifestaba una presencia intimidante, Isaac se quita las vendas mostrando una iracunda faceta.
—¿Qué demonios eres tú? -El dóberman le miro con confusión y alerta.
—Me llamo Isaac el humano, y soy quien se encargará de ustedes, basuras.
Continuara…