Todos usamos máscaras, algunos para ocultar el dolor y demostrar una falsa sonrisa a los demás, otros para ocultar la oscuridad en nuestros corazones, siendo lobos vestidos de ovejas.
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Cada vez son más recurrentes estos sueños en tercera persona, donde me veo a mi misma haciendo cosas que jamás haría, lastimando a otros, el último involucraba a una mujer que huía de mí, pero al darle alcance, la tiraba contra el suelo y la apuñalaba incontables veces hasta bañarme en su sangre y disfrutar viendo como la luz de sus ojos se iba apagando.
Desperté sobresaltada en mi cama, ya era de mañana, la luz del sol se colaba por la ventana, sin embargo, mis manos aún me temblaban presa de las imágenes que permanecían vividas en mi mente, un sueño, o más bien una pesadilla hizo que las lágrimas bajaran por mi rostro.
— ¡Vaya, al fin despiertas! — Una voz en mi habitación me sobresaltó, percatándome de una presencia al pie de mi cama mirándome fijamente, me tomó unos segundos darme cuenta que esa persona, era yo, parecía mi reflejo en el espejo, vistiendo mi uniforme escolar y dispuesta para salir a clases, quien reaccionó con una sonrisa siniestra y me recorrió con la mirada de arriba abajo, hasta que sus ojos y los míos se encontraron.
— ¿Quién eres?, ¿Que está pasando? — Pregunté en voz alta.
— Yo soy tú, o debería decir que tú eres yo.
— ¿De qué estás hablando? — Pregunté angustiada, sobretodo al escuchar que su voz era idéntica a la mía.
— Shhh! guarda silencio, eres muy molesta, sigue siendo mi turno así que vuelve a dormir.
Mi otra yo, me empujó y me tiró sobre la cama, quedé muda por un instante, aterrada ante la situación.
— ¿Qué turno, a qué te refieres? — Alcancé a decir apenas de forma audible.
— Eres muy ruidosa, por eso es que no me gusta dejarte salir, si tan solo cerraras la boca y no le hubieras dicho a la psicóloga sobre nosotras, ninguna tendría que pagar las consecuencias.
— ¿Consecuencias? Pero de que hablas, ¿Qué se supone que eres tú?
— ¡Yo soy la verdadera tú!
Esas palabras me recorrieron como un escalofrío por la espalda, intenté tranquilizarme en vano, mi corazón latía a una velocidad incierta, mi cuerpo permanecía paralizado del miedo, quise gritar, pero no sirvió de nada, de mi boca no salía palabra alguna.
Traté de recordar lo que había pasado el día anterior, sabía que había tenido una cita con mi psicóloga, en donde le conté sobre mis constantes pesadillas y la migraña insoportable que me dada luego de estos episodios, incluso en ese momento una fuerte punzada en mi cabeza me hizo sangrar la nariz, por lo que la doctora se apresuró hasta la mesita en una esquina del consultorio para alcanzarme unos pañuelos desechables, momento en el que aproveche a leer sus notas.
Paciente: Mariela Gómez.
Diagnostico: Trastorno de identidad disociativo con rasgos psicopáticos.
Mi cuerpo se tensó al procesar lo que había pasado esa noche, mis miedos más profundos se apoderaron de mi cabeza, mientras comenzaba a recordar, la cordura que aún me quedaba se escapaba entre sollozos, al reconocer el rostro de la mujer a la cuál le hacía daño era mi psicóloga, en lo que creí hasta ese momento era un sueño, la sensación me hizo vomitar y en el momento cúspide de mi ansiedad recordé una voz dentro de mí cabeza que repetía… ¡Ella no debía saberlo!
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El Trastorno de identidad disociativo. Conocido anteriormente como «trastorno de personalidad múltiple», se caracteriza por «alternar» diferentes identidades. Es posible que sientas la presencia de dos o más personas que hablan o viven en tu cabeza y que sientas que estas identidades te poseyeron. Cada identidad puede tener un nombre, una historia personal y características únicas, entre ellas, diferencias obvias de voz, género, tratos e incluso cualidades físicas, como la necesidad de usar lentes. También hay diferencias en cuanto a la familiaridad de cada identidad con las demás. Las personas con trastorno de identidad disociativo, en general, también tienen amnesia disociativa y, a menudo, sufren fuga disociativa.
La presente historia no busca juzgar a nadie que sufra este trastorno, pertenece a la ficción, de esas que se cuentan en halloween, ocurridas al amigo de un amigo.
El Trastorno de identidad disociativo. Conocido anteriormente como «trastorno de personalidad múltiple», se caracteriza por «alternar» diferentes identidades. Es posible que sientas la presencia de dos o más personas que hablan o viven en tu cabeza y que sientas que estas identidades te poseyeron. Cada identidad puede tener un nombre, una historia personal y características únicas, entre ellas, diferencias obvias de voz, género, tratos e incluso cualidades físicas, como la necesidad de usar lentes. También hay diferencias en cuanto a la familiaridad de cada identidad con las demás. Las personas con trastorno de identidad disociativo, en general, también tienen amnesia disociativa y, a menudo, sufren fuga disociativa.
La presente historia no busca juzgar a nadie que sufra este trastorno, pertenece a la ficción, de esas que se cuentan en halloween, ocurridas al amigo de un amigo.