El Puas Espejel
Obseso del Post
Contexto:
A lo largo de la historia, varios círculos sociales nos han enseñado que los ricos son crueles y despiadados: Desde el Príncipe Juan hasta Donald Trump. Desde Lex Luthor hasta La Princesa Masplata.
Aclarado el contexto, voy a explicar el problema:
Mis abuelos maternos fueron comerciantes a fin de sostener los gastos de su casa (Agua, luz, teléfono, etc.). Tenían una tienda de abarrotes. Inspirada en ellos, mi madre empezó su propia tienda de abarrotes, a fin de poder sustentar los gastos de la casa como los de mi hermana y yo. Al principio ella vendía dos o tres unidades de un producto, pero entre más crecía la demanda, más producto distribuía.
Hasta la fecha, la tienda sigue operando y la competencia ha crecido, pero no entraré en esos detalles. Me centraré en el problema principal: Mi problema es que yo nací con déficit de atención, Síndrome de Asperger y leve autismo (No es broma, para eso lo publico aquí). Mi hermana, siendo neurotípica, encontró trabajo y se casó. A diferencia de ella, me gradué pero no encontré trabajo y me resigné a despachar en la tienda.
No fue hasta el año 2015 donde llegó Donald Trump a hablar y formar una campaña de odio contra mi país. Mi mayor temor que llegara a la Casa Blanca y arruinara la economía de mi país con sus chantajes y manipulaciones. Y el 8 de noviembre de 2016, mi pesadilla se volvió realidad. Ahí fue donde comprendí que todo lo que me decían en los círculos sociales es real.
A tres años de su victoria, sigo atendiendo la tienda, pero... lo diré claro: no quiero atenderla porque le tengo odio, fobia y resentimiento a los ricos. Sin embargo, mis padres insisten que yo siga en el negocio, pero mi resentimiento contra los ricos es tan grande que tengo miedo a perder mi ética y mis valores, porque claro, los círculos sociales me enseñaron que los millonarios no tienen ética, ni valores, ni dignidad.
Por desgracia, atendí mal a tres clientes y a mi madre no le gustó mi comportamiento en la tienda.
No sé, qué hacer. Si vendo la tienda, no tendré con qué mantener a mi familia ni a mí mismo después de que mueran. Si no la vendo, no me servirá porque siempre estaré resentido contra los ricos y seré un pésimo comerciante... o terminar muerto de rencor. Es así pues, la paradoja de ser un chairo y un hijo de comerciantes.
¿Qué hago?
A lo largo de la historia, varios círculos sociales nos han enseñado que los ricos son crueles y despiadados: Desde el Príncipe Juan hasta Donald Trump. Desde Lex Luthor hasta La Princesa Masplata.
Aclarado el contexto, voy a explicar el problema:
Mis abuelos maternos fueron comerciantes a fin de sostener los gastos de su casa (Agua, luz, teléfono, etc.). Tenían una tienda de abarrotes. Inspirada en ellos, mi madre empezó su propia tienda de abarrotes, a fin de poder sustentar los gastos de la casa como los de mi hermana y yo. Al principio ella vendía dos o tres unidades de un producto, pero entre más crecía la demanda, más producto distribuía.
Hasta la fecha, la tienda sigue operando y la competencia ha crecido, pero no entraré en esos detalles. Me centraré en el problema principal: Mi problema es que yo nací con déficit de atención, Síndrome de Asperger y leve autismo (No es broma, para eso lo publico aquí). Mi hermana, siendo neurotípica, encontró trabajo y se casó. A diferencia de ella, me gradué pero no encontré trabajo y me resigné a despachar en la tienda.
No fue hasta el año 2015 donde llegó Donald Trump a hablar y formar una campaña de odio contra mi país. Mi mayor temor que llegara a la Casa Blanca y arruinara la economía de mi país con sus chantajes y manipulaciones. Y el 8 de noviembre de 2016, mi pesadilla se volvió realidad. Ahí fue donde comprendí que todo lo que me decían en los círculos sociales es real.
A tres años de su victoria, sigo atendiendo la tienda, pero... lo diré claro: no quiero atenderla porque le tengo odio, fobia y resentimiento a los ricos. Sin embargo, mis padres insisten que yo siga en el negocio, pero mi resentimiento contra los ricos es tan grande que tengo miedo a perder mi ética y mis valores, porque claro, los círculos sociales me enseñaron que los millonarios no tienen ética, ni valores, ni dignidad.
Por desgracia, atendí mal a tres clientes y a mi madre no le gustó mi comportamiento en la tienda.
No sé, qué hacer. Si vendo la tienda, no tendré con qué mantener a mi familia ni a mí mismo después de que mueran. Si no la vendo, no me servirá porque siempre estaré resentido contra los ricos y seré un pésimo comerciante... o terminar muerto de rencor. Es así pues, la paradoja de ser un chairo y un hijo de comerciantes.
¿Qué hago?
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