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Relato La creación y el traicionero

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Frank

El cafetero
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Huff: Raza muy parecida al humano.
Karken: Raza caracterizada por tener una gran similitud a los calamares.
Inn: Posada.
Merma: Protagonista. Es un Huff.
Delta: Compañero de viajes de nuestro protagonista. Líder de una famosa pandilla de Huffs llamada "Yellow Cobra".
Mak: Compañero de viajes de nuestro protagonista. Es un experto mecánico.
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"En el principio de los tiempos solo existían los dioses de la creación. Uno representaba el bien, mientras que otro representaba el mal.
Como cualquier otro dios de cualquier otra mitología, se aburrieron. Encontraron una solución muy simple: crear. Crear cualquier cosa: planetas, nebulosas, estrellas, vida, lo que sea. Y eso hicieron.

Lo primero que hicieron los dioses fue concebir a las primeras formas de vida jamás creadas, los Arcángeles de la creación, Yavag y Dion.
Yavag era el menor de los hijos, puesto que fue creado después de Dion. Él era un chico que irradiaba luz y paz a diferencia de Dion, que era rebelde e irradiaba oscuridad y caos.

Los dioses de la creación no tuvieron en cuenta el poder de los arcángeles. Un arcángel tiene la capacidad tanto de crear como de eliminar, y los dioses no estaban entre sus limitaciones.
Pasaron varios milenios. Nadie sabe realmente porqué, pero un día como cualquier otro, Dion simplemente huyó para jamás volver, pero no se fue solo, se llevó las alas de su hermano, Yavag.

Según el mito, la fuente de poder de un ser celestial proviene de sus alas, desde dioses hasta ángeles. Dion convirtió a Yavag en un mortal, en un ángel caído. El deseo de poder lo consumió, no soportaba la idea de ser superado. Él lo quería todo y más. " -Fragmento extraído de "la gran Enciclopedia de las Mitologías. Cap 1 "

Una fuerte explosión sonó a lo lejos. Rápidamente apuntamos nuestra cabeza a donde provenía el estruendo. Una enorme bola de fuego se alzaba a lo lejos, se escuchaban los gritos despavoridos de los habitantes a la vez que se expandía una implacable bola de fuego. En un rápido movimiento, Mak, Delta y yo corrimos hasta la parte de atrás del Inn con esperanzas de no ser alcanzados por la creciente bola de fuego y, para nuestra fortuna, no alcanzó la antigua posada.
Después de preguntarnos entre nosotros si estábamos bien miramos la zona de impacto, había muchos Huffs y Karkens corriendo desesperados por las callejuelas de la ciudad, el descontrol se expandió de forma histérica.
No pudimos evitar notar que una figura emergía de entre el humo. Lo vimos, y él nos vio. Ese día el mundo sería testigo de algo jamás visto.
Una criatura se asomaba, aparentemente Huff, alto, vestido con una camisa negra cubierta por un largo saco negro abierto que le llegaba hasta las rodillas, pantalón negro sin cinturón, pelo marrón claro largo — perfectamente peinado— que caía por su nuca, unos ojos negros penetrantes y, para mi sorpresa, unas radiantes alas negras destrozadas.

— Hahahaha, que graciosos que son los Huffs a veces, "¡Oh, ayuda! ¡Que alguien me salve!", como si alguien les debiera algo, ¿No creen? Hahaha.. Como sea... ¡Merma, Delta, Mak, muéstrense! ¡Les habla Dion, arcángel de la creación!... Y de la destrucción parece, ups...

Tragamos saliva y nos vimos las caras los unos con los otros, estábamos aterrados y desconcertados. ¿Quién era este tipo y por qué nos buscaba?
Juntamos valor y nos relevamos:
—¡Aquí estamos! — Grité, tratando de mantener la calma.
—¿Te estas divirtiendo? —Me preguntó Dion en tono burlesco— Sabes, tu realmente me diviertes, a donde quieres que vayas te acompaña el caos, te acompaña mi maldición, Merma, ¡MUAHAHAHA! — Reía de forma psicótica, casi que ridículamente forzada—. Sabes qué, jugaremos a un juego, si tu amigo rubio de ahí no viene hasta aquí, mataré a 10 civiles. Y lo haré por cada segundo que tarde en llegar aquí, ¡QUE EMPIECE EL JUEGO!
— ¡¿Estas demente?! —Grité inmediatamente mientras intentaba agarrar a Delta del brazo, pero no me dio tiempo, al fin y al cabo, era un entrenado militar, no oficialmente, pero lo era. Corrió con todas sus fuerzas hasta Dion, en menos de 2 segundos ya estaba en frente de él.
— Uh, veo que tenemos un héroe aquí... patético. En mi mundo te hubieran matado por ser así. Mira, Delta, te daré dos opciones: la primera: te atravieso lentamente con mi mano el pecho hasta que mueras. Segunda opción: te asesina rápidamente uno de tus amigos, tú eliges. Adoro este juego, me despierta un algo en mí, me siento iluminado, entienden, iluminado, HAHAHAHAHAHA, deprisa, elige — Dion cambió de aspecto rápidamente, de pronto estaba serio.
— ¡No tienes que elegir, Delta! —Gritó Mak.
— Si. debo hacerlo, ya vimos lo que hace este tipo; como si hubiesen muchas opciones. Nosotros, los Yellow Cobras, no somos ningunos cobardes, me iré con honor, solo no miren — Dijo Delta suavemente, aceptando el cruel destino que le tocó—. Adelante, atraviésame, Dion.
— ¡BASTA YA!¡ TE JURO QUE SI LO TOCAS TE ARRANCARE LAS PUTAS TRIPAS Y LAS USARE PARA AHORCARTE, HIJO DE PUTA! — Grité con todas mis fuerzas al estallar en cólera, estaba cegado por mis instintos y odio, tenía algo reprimido, me sentía realmente enojado, y no solo por Dion, es como si el peso de todo mi pasado hubiera estallado, de repente sentí un odio perverso y descomunal por Dion.
— Vaya, vaya. Esto sí que es divertido — Susurro Dion.

Fue un segundo...
Fue un instante...
Delta estaba muerto.

— ¡NOOOOO! ¡MALDITO! — Estallé en cólera— ¡TE MATARÉ, DESGRACIADO, TE MATARÉ! — Comencé a correr hacia Dion, pero de repente todo se volvió blanco y, en un instante, me encontraba flotando en un vacío negro sin el más mínimo signo de luz, aunque de todas formas podía ver mi cuerpo como si un gran reflector me apuntara.
— Te veo un poco enojado, ¡Jijiji! —La voz de Dion resonaba en el profundo vació.
— ¡¿Dónde estás maldito?! ¡Muéstrate! —Grité con todas mis fuerzas.
— Por los dioses, Yavag, nunca dejas de gritar —Dijo Dion— ¿No te cansas?
— ¿Yavag? ¿Quién coño es Yavag? —Pregunté con cierta reminiscencia.
— Y nunca dejas de ser idiota por lo que veo. ¿Es que no recuerdas lo que leíste hace tan solo un rato? —Dion hablaba como si lo entendiera.
— Lo que leí hace un rato... ¡Imposible! —Dije al darme cuenta.
— Nada es imposible... En fin, vine a destruirte, ya sabes, a asesinarte, hacerte desaparecer, enviarte a mejor vida, me hago un lío pero tú me entiendes — Se notaba en la cara de Dion como se esforzaba por encontrar las palabras más cools— . Fue bastante divertido observarte, nunca la dejas de cagar.
— ¡¿Pero por qué?! ¡¿Que mierda hice para merecer tal castigo?! — Grité a todo pulmón, ya totalmente inconsciente de lo que había pasado hace unos instantes.
— ¡Que lento! ¿Ves por qué te odio tanto, hermano? —Aquellas palabras que Dion articuló me destrozaron, ¿Soy un dios y nunca lo supe?
— En fin, que me cansaste. Adiós, bye, sayonara — La voz de Dion se había desvanecido, y allí me encontraba yo, en medio de la absoluta nada. No tardé en comprender lo que Dion me hizo, al fin y al cabo, los dioses no mueren, ¿Verdad?
 
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