HammerDown.
Un día y medio después del “incidente”.
“
Well fuck me, I need to do something about this” pensaba, mientras accedía con mucho esfuerzo a mi inventario y hasta el botiquín que llevaba… genial, no tengo vendajes ni nada que me asegure mantener mis propios intestinos dentro de mí, que es dónde se supone que pertenecen. El sonido de la puerta que se abría a mi lado llamó mi atención, viendo salir a Kida.
-
Well, she's fine, she just needs to rest and... – fue todo lo que ella pudo decir, antes de verme sentado afuera desangrándome de a poco, suspirando con pesadez –
first Jeanne and now you? Besides, how did that happen?
-
Hey you go and try to take down a fuckin’ knight who decides to fuck you up – le respondí, levantándome con algo de esfuerzo –
besides, it’s not that bad… – mis palabras se vieron interrumpidas por el súbito deseo de vomitar, haciendo que me volteara y escupiera una mezcla densa de sangre y bilis –
shit…
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Gross – respondió Kida, sacando la mano que cubría mi herida –
now let me see HOLY SHIT HOW THE FUCK ARE YOU EVEN ALIVE!
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Again, I’m an aussie, we’re a bunch of mad cunts. How bad it is?
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I can clearly see your insides. That’s it, you’re going inside.
Con su ayuda pude caminar hasta dentro de la enfermería, recostándome en una camilla. Con la ayuda de otras enfermeras me quitaron el chaleco táctico y el chaleco antibalas que tenía, además de la blusa de mi uniforme y una camiseta negra que usaba debajo.
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Espero tengas cambio de ropa, porque esa quedó inutilizable – dijo Kida, mientras la veía preparar una jeringa y las demás enfermeras traían agua y vendajes limpios –
ahora, te vas a dormir y me vas a dejar trabajar, ¿entendido?
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Yes ma’am.
Limpió un poco una parte de mi brazo con alcohol y después me inyectó lo que solo podía suponer que era anestesia, lo que se vio rápidamente confirmado porque fue perdiendo el conocimiento de a poco hasta quedar inconsciente. Al cabo de un rato me desperté en una camilla diferente, con dolor corporal pero mucho menos intenso en la zona de la herida que tengo, moví mis dedos un poco y luego llevé mi mano derecha hasta donde estaba la herida, notando que buena parte de mi abdomen estaba cubierto con vendajes limpios. A mi alrededor había varios otros soldados heridos, pero muchos menos de los que esperaba que podría llegar a ver. Me levanté con dificultad, principalmente porque el dolor aumentaba un poco pero ya no tenía esa sensación de que mis intestinos se iban a salir de su lugar. Comencé a caminar por entre los demás soldados heridos, afortunadamente no vi a ninguno de gravedad o cuyas heridas no tuviesen remedio, de entre toda la multitud, pude notar a una mole que sobresalía bastante, sumé dos más dos y era evidente quién podía ser. Me acerqué dándole un pequeño golpe en el blindaje, llamando su atención.
-
¿Todos muertos? – Mastodon asintió con la cabeza –
great job mate, I know I could count on you – sentí como si quisiese decir algo, pero en vez de hablar solo miró mis vendajes –
un corte abdominal, peor de lo que pensaba, solo me di cuenta acá después de dejar a Jeanne, al menos mis vísceras siguen en su lugar. Te la encargo, ¿vale?
Me despedí del acorazado andante y me fui hasta las barracas que nos habían facilitado. Me senté en la cama que había utilizado y comencé a buscar entre las cosas en mi inventario a ver si tenía algo de ropa limpia ya que todo lo que llevaba puesto se había manchado con sangre lo suficiente como para considerarlo insalvable. Después de buscar por unos minutos, encontré un uniforme con patrón MTP, que me puse rápidamente; pero tendría que privarme mientras tanto de usar tanto mi chaleco antibalas como mi chaleco táctico. Al guardar mi viejo uniforme, dañado en combate, pude apreciar como aparecía un mensaje que rezaba “REPARANDO”, lo que llamó gratamente mi atención; así como un indicador de estado de salud, que avanzaba lentamente. Al final me saqué la chaqueta, quedando con una musculosa color negro, y me quedé sentado en la cama mirando el suelo… ahora que lo podía procesar bien, estuve apenas a un pelo de morir, y si este mundo funciona como parece funcionar, significaba que también podía morir en mi verdadera realidad. La idea de ello, de morir en tierra extraña y sin el acceso seguro a medios médicos me provocaba miedo, muchísimo miedo. Pasé mis manos por mi rostro y por mi cabello, desordenándolo un poco, quizás así se sintieron mis antepasados cuando los mandaron a liberar las Filipinas durante la Segunda Guerra Mundial. Me volví a recostar, mirando el techo en silencio, la paz que ahora reinaba era la antítesis absoluta de lo que pasó hace apenas unas horas. Sin embargo, aún sentía que tenía algo pendiente…
Me levanté con dificultad de la cama y salí de las barracas, caminando hasta las puertas del fuerte. Pedí que las abrieran y lo hicieron de inmediato, ante la mirada curiosa de soldados y civiles. Me acerqué hasta el campo de batalla, el hedor de los cuerpos y la sangre que se comenzaban a pudrir era ya bastante fuerte. Puse algo de atención, y…
-
A-ayuden-me…
Poco a poco, varios susurros, apenas perceptibles, se comenzaron a escuchar. Me apresuré hacia el primero de ellos: Un soldado aplastado por su caballo muerto en combate, con varias flechas y cortes. Cuando me acerqué se aterró y trataba de salir corriendo.
-
Hey… tranquilo, no te voy a hacer daño – le dije, tratando de calmarlo, y comencé a jalar del pesado cuerpo del caballo hasta sacárselo de encima. Cuando se vio libre, trató de correr pero no se podía levantar. Le tomé de los brazos y lo puse sobre mi espalda, caminando con él hacia el fuerte, con varios soldados armados saliendo a mi encuentro –
¡el que le haga daño le juro que le voy a poner un tiro en la puta cabeza!
-
Entonces… ¿qué hacemos con él?
-
A la enfermería, está herido, está fuera de combate, ya no es una amenaza.
-
¿Y si lo matamos mientras no miras?
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No lo harán – dijo el príncipe, quien aparecía también detrás de los soldados –
seguirán sus órdenes al pie de la letra.
-
Pero su majestad, son soldados enemigos – protestó uno de los soldados.
-
Ya no, ¿o crees que en su estado aún puede dañarte?
Parece que hubo una suerte de catarsis colectivas cuando se dieron cuenta de ello, lo que a mi me parecía evidente para ellos era una nueva verdad revelada. Dejaron sus armas en el fuerte y tomaron al soldado herido para llevarlo hasta la enfermería.
-
¿Qué tenemos que hacer?
-
Síganme y presten atención a cualquier voz que puedan escuchar.
La mañana pasó rápido, buscando y rescatando a heridos, ordenando los cuerpos y buscando si podían ser identificados de alguna forma, cavando tumbas y dejando señales de dónde estaban sepultados. Para el medio día, el campo de batalla estaba limpio de cuerpos, con veinte soldados heridos rescatados y muchos más sepultados; incluso un sacerdote que estaba en el fuerte nos acompañó haciendo un rito fúnebre masivo. Para cuando llamaron a comer, ya habíamos terminado y todos nos dispusimos a ir al comedor. Me encontré rápidamente con mis otros compañeros, sentándome a la mesa con ellos.
-
Te ves cansado hombre, ¿qué estuviste haciendo?
-
Mi trabajo, es todo – respondí, bebiendo de la jarra de cerveza que me entregaron.
-
Ajá, ¿no deberías haber estado haciendo reposo? No es como que tu herida no hubiese provocado comentarios.
-
Reposaré cuando esté muerto, y no planeo hacerlo hasta dentro de mucho tiempo.
-
¡La bella durmiente al fin despertó! – anunciaron desde la entrada al comedor, viendo a Jeanne ya despierta y de regreso con todos, claro que vestida con un traje que la hacía parecer la versión femenina de Sir Rodney o de algún independentista americano.
El regreso de Jeanne alegró a todo el mundo y distendió lo suficiente el ambiente como para cambiar un poco el tema.
-
Hammer gracias al cielo estás bien – me dijo Jeanne, después de haber saludado a los demás, su mirada se fue claramente hacia mis vendajes, lo que me hacía sentir algo incómodo, ¿le decía la verdad o…?
-
He tenido peores daños, esto no es nada – la respuesta fue bastante evidente, ¿para qué hacer evidente la gravedad de mi herida? Además, sanaría más rápido de lo que debiese tomar, asique no había razón para hacer escándalo.
Bebimos y comimos, además de charlar sobre la batalla y sobre el resultado de otros frentes. En parte prestaba atención sobre lo que me decían, en parte pensaba en otras cosas. La invitación a la capital me parecía una buena idea, pero por ahora no podíamos movernos mucho…
-
Parece que llegan más…
Presté atención a lo que decían los demás sobre unos rayos de color morado que aparecían de vez en cuando. Al cabo de un rato todos terminamos nuestra comida y bebida, y cada uno partió a hacer otras cosas. Yo me fui hasta las barracas y busqué en mi mochila si es que todavía tenía cigarrillos, los que encontré sin mucha dificultad. Tomé la cajetilla y la guardé en uno de mis bolsillos, además de un encendedor y mi fusil, ya se estaba poniendo el sol y todos decían que si quieres estar un momento a solas y tener un gran espectáculo, fueses a la torre sur al atardecer; asique hice caso y después de un rato llegué hasta dicha torre, subiendo por la escalera y dándole el relevo al soldados que estaba ahí.
-
Go ahead and take a break mate, I cover you.
El caballero salió de la garita y yo tomé su lugar. Dejé mi fusil a un lado y saqué un cigarrillo, dejándolo en mis labios y encendiéndolo; tomé una bocanada de humo y la dejé salir después de unos segundos.
“
I need more training” pensaba, mientras jugaba con el cigarrillo encendido entre mis dedos antes de volver a tomar una bocanada de humo, viéndome a mi mismo un poco. No se podía decir que estaba en mala forma física, pero si voy a estar acá necesito más fuerza y más agilidad. Entre mis pensamientos estaba perdido y recordé una canción de David Gilmour que me gustaba mucho cuando tenía 16 años.
“
There’s no way out of here. When you come in, you’re in for good” canturreaba mientras miraba el sol perderse en el horizonte, “
There’s no way out of here. When you come in, you’re in for good. There’s no way out of here. When you come in, you’re in for good. There’s no way out of here. When you come in, you’re in for good…”.
Decidí pasar la noche en vela, haciendo guardia.
Al día siguiente.
El amanecer me encontró despierto y con mi fusil al hombro. Bostecé por la falta de sueño y el jefe de la guardia del rey había subido a buscarme.
-
Espero que hayas podido aclarar tu mente.
-
¿Todos vienen a hacer guardia acá para eso?
-
Es el mejor espacio que tenemos para eso. Lo suficiente para verlo todo y para que todos adentro te vean y decidan que lo mejor es darte tu espacio.
-
Bueno, si lo pones así… – respondí, terminando mi cuarto cigarrillo –
la verdad quería hablar contigo. Necesito entrenamiento. Quiero entrenar con ustedes.
-
Vaya… pues estoy seguro que a los chicos les vendría bien un pequeño cambio y estarán felices de enseñarte lo que quieras aprender. Nos vemos al toque de clarín en la parte trasera del fuerte, ¿vale?
Asentí con la cabeza y bajé de la torre de vigilancia, abriendo la puerta de las barracas, despertando a los demás.
-
Y nosotros nos preguntábamos dónde pasaste la noche – dijo Trevor, bostezando.
-
Thinkin’, that’s all – respondí, dejando mi fusil en su lugar y lavando mi rostro con un poco de agua fresca, para después buscar entre mis cosas y sacar el corvo que llevaba conmigo, dejando la cajetilla casi vacía dentro de la mochila, así como también el encendedor.
-
Smoke?
-
It helps me – puse mi corvo en una funda especial que tenía y me lo puse al costado derecho de mi cadera, en el cinturón –
see ya.
-
And where the fuck do you go now?
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Training, I need more training…
Cuando llegué, ya todos los demás me estaban esperando, notando como no traía más armas que un corvo.
-
¿Listo muchacho?
-
Listo.
Unas horas después…
-
¡Es todo por hoy, buen trabajo!
El entrenamiento había sido duro y extenso, procuraba recuperar mi aliento además de escupir los coágulos de sangre que tenía en la boca luego de la pelea cuerpo a cuerpo. Me podía acostumbrar a este ritmo, pero el destino siempre tiene otros planes; cuando me despedí de todos me fui hasta las barracas a lavarme el rostro del sudor y la sangre seca que tenía pegados, notando que el comunicador parpadeaba insistentemente con una luz verde. Tomé el comunicador y abrí el mensaje, y apenas terminé de leerlo tomé mis binoculares y corrí hacía una de las torres de vigilancia, subiendo más rápido de lo que creía que podría llegar a ser capaz, apenas estando arriba comencé a vigilar el horizonte, notando a la estructura que se levantaba imponente apenas a algunos kilómetros de distancia, celosamente vigilados por helicópteros y drones.
“
I have a bad feeling about this” pensé en voz alta, bajando los binoculares.
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Evie Fauret
Leon
Elias Ainsworth
Fatman