Yuudai
Tirano't
Inmortalidad Ixe3SG5
Yo era una niña huérfana. Mis padres habían muerto cuanto era una bebé y desde entonces vivía en un orfanato. Pero las cosas no eran bonitas en ese lugar, así que escapé cuando cumplí los diez años.
Vivir en la calle también era duro, pero me las arreglé por un buen tiempo. Hasta que no pude más y acobijada en un rincón esperé la muerte por hambre ya que no podía conseguir comida. Ojala la muerte hubiese llegado pronto ese día.
Me desmayé y al abrir los ojos, estaba es un lugar muy amplio, con hileras de mesas de comida y bebida, no esperé más y me lancé a comer. Una vez saciada me di cuenta que no estaba sola, otras chicas es pésimas condiciones como yo también estaban en ese lugar. Nos miramos extrañadas al principio, luego cuando intentamos hablar, nos dimos con la sorpresa que cada una hablaba un idioma diferente.
De repente una voz estruendosa se escuchó en el lugar, todas buscamos con la mirada, y vimos una especie de estrado levantándose lentamente del piso. En ella estaba parado un hombre enmascarado. Y empezó a hablar. El idioma era diferente, pero al mismo tiempo sentía que lo entendía.
En resumen, dijo que deberíamos estar felices. Nosotras somos las elegidas para guardar los secretos del mundo. Nos concederían la inmortalidad.
Vi que muchas chicas lloraban de alegría. Las entendía, luego de tanto sufrimiento que alguien te dé una esperanza es muy reconfortante, pero yo tenía un mal presentimiento.
El hombre hizo unas señas para que una de las chicas se acercara a él y ella lo hizo. Luego le ofreció una silla y ella se sentó con cierta duda. El enmascarado continúo su discurso, diciendo que ahora le concedería la inmortalidad a la chica. Se bajó del estrado y acto seguido unas cadenas envolvieron a la chica. Quise apartar la mirada porque temía lo peor, pero no lo hice. Del techo un gran bloque de hierro, del tamaño de una mesa, bajó aplastando a la chica. Me quedé aterrada en silencio mientras las otras gritabas y lloraban. Mientras tanto la sangre se fue amontonando de forma extraña hasta llegar a un contenedor cúbico. Ese día vi como aplastaban a catorce chicas antes que llegara mí turno. Me hubiese gustado haber muerto de hambre.
Es cierto que el hombre enmascarado cumplió con lo que nos prometió. Pero no me gusta. A ojos humanos parezco una chica normal que sujeta una pequeña caja, donde el dichoso secreto del mundo está escrito. Sin embargo, este cuerpo no es mío, es el cuerpo de otra persona. Estoy obligada a cambiar de cuerpo cada cierto tiempo, no importa lo que haga para evitarlo, y en mi caso siempre tomo los cuerpos de niñas que son muy alegres. Si alguna vez una niña que conozca desaparece y encuentran su cuerpo, si es que lo encuentran, muy lejos de su hogar, es posible que haya sido yo y lo lamento.
A veces me encuentro con otras personas y me preguntan cuál es mi nombre y no puedo darles respuesta. Me arrebataron la identidad desde el día en que me convertí en lo que soy ahora. Pero mi cuerpo que a veces me traiciona responde: Pandora...
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