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Escribiendo un fic... (Capítulo 1)

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Capítulo 1

¿Qué harías tú si te dijeran, que la vida que has tenido hasta ahora no es realmente tu verdadera vida? Que la vida en la que has estado, absolutamente todo, es falso. Las personajes que conociste, los lugares que siempre sueles visitar o las costumbres que ya eran lo típico de la cotidianidad. Nada era mío, nada de esta realidad era mí realidad. Le pertenecía a otros, a esas personas que creí que eran mi familia y mis amigos, pero que la verdad es, que solo formaron parte del acto en el que se me interpretaba una historia falsa, una historia llena de mentiras. Todo sobre mí, era una mentira, hasta lo que yo creía de mí misma... aunque debo admitir que en ocasiones tenía la sensación, de que yo no era exactamente normal, algo a lo lejos me observaba y me llamaba, pero pensaba que eran solo imaginaciones mías. Era algo que no podía ver, pero si podía percibirlo.

A veces algunos aspectos de mí, me decían que no era alguien ordinaria. Yo no era una simple humana, mis sentidos estaban mucho más desarrollados que mis amigos o mis compañeros de clase. Podía escuchar sonidos que provenían a kilómetros de distancia y que nadie más era capaz de oír. Podía percibir olores con mucha mas intensidad y lo extraño era que mi olfato era mucho más sensible, como a un señor fumando en la azotea del edificio de mi instituto, podía detectar ese tipo de cosas mejor que nadie. Mi visión era capaz de ver claramente y incluso en la oscuridad. Podía estar afuera cayendo la noche en medio de algún bosque y con poca luz, y aun así, podía seguir viendo a pesar de la densa capa de penumbras alrededor.

Eso lo supe desde que era niña, cuando jugaba con mis amigos de la primaria a las escondidas, y yo lograba encontrarlos. Al estar en la búsqueda, era como si mis sentidos se activaran inmediatamente, escuchaba con atención, me guíaba por los aromas, ya que creía que cada persona tenía un olor propio, no sabía cómo es que sabía esto, pero solo podía justificarlo cuando olfateaba. Si se escondían en una habitación oscura, en poco tiempo los encontraba. Era como si tuviera cierta facilidad de encontrar a quien fuera que yo estuviese buscando, y hasta no me creerán esto, pero también podía escuchar los latidos de las personas. Nadie puede escuchar latidos de corazón a distancia, la gente normal necesita acercarse al pecho del otro y apoyar el oído sobre la zona del corazón, pero yo no tenía esa necesidad, los escuchaba claramente incluso estando a un metro de distancia.

Era extraña, pero eso incluso hacía que a los demás eso les causara intriga y que se interesaran más por mí. Me era facil hacer amigos y que se me acercaran, nunca tuve esa dificultad. Ni siquiera cuando iba a la primaria, parecía que algo atraía a los de mi alrededor hacia mi. Aunque no todos, hay quienes preferían alejarse, así como podía causar atracción, también causaba rechazos. No lo tomaba en cuenta en absoluto, apreciaba más a quienes me mostraban su afecto. Para mí, lo que tanto me hacía feliz, eran mis Padres y mis amigos, los atesoraba como lo más valioso que yo podía tener, ellos me querían y yo los quería mucho también.

Nunca me imaginé que todo fuera a terminar, que todo... desaparecería, y que iba a enterarme, de que yo no formaba parte de esta vida. Ese... no era mi mundo.

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Un día como cualquier otro, asistí a la secundaria por la mañana, llegando a mi aula, mis amigos estaban allí y me saludaron...

— ¡Melina-chan! ¡Bienvenida! ¡Que bueno que llegas! —Haruka fue la primera en saludarme, una chica pelirroja, risueña, simpática, un poco más baja en estatura que yo, digamos que fue la primera chica que conocí cuando comencé mi primer año de secundaria.

— ¡Buenos días, Mel! ¿Qué tal has descansado? —Ino fue la segunda chica que conocí, ella si que era más alta que yo, amaba los deportes y la actividad física, y era de esas chicas rudas que si te metías con ella, lo ibas a lamentar. Cabello rubio y alaciado.

— Hola chicas, buenos días. —llegué a mi sitio y acomodé mis cosas.

— Nuevamente captas la mirada de todo el mundo, que envidia me das... —confesó Haruka en todo bajo.

— ¿Eh? —alcé la vista mirando alrededor y tenía muchas miradas sobre mí, tanto de chicos, como de chicas que cuchicheaban entre ellas. No era que no me diera cuenta, porque era imposible que no me percatara. Aunque susurraran, podía escuchar claramente lo que decían.

— "Ya llegó la princesita de Sakurai, la alaban como si fuera alguien super famosa" "¿Por qué ella ha logrado conquistar a Haru-sempai? Yo soy mucho más hermosa que ella, con esa piel tan pálida que parece un fantasma" —aquellas a quienes no les simpatizaba, hacían este tipo de comentarios todo el tiempo, mientras pretendían no ser escuchadas. Nunca han sabido sobre mis sentidos con mas sensibilidad y mejor desarrolladas. Desde hace tiempo que lo he mantenido como un secreto, desde la primaria.

— Claro que todos la miran, Melina es una chica con una belleza natural bastante única —agregó Ino.

Otro aspecto por el que he logrado destacar, es porque para el resto soy muy hermosa, tengo bonita cara y bonito cabello, pero nada más. Tampoco es algo de lo que me sintiera orgullosa, yo solo soy yo y nada mas.

Opté por sentarme y hacer caso omiso de los murmullos y de lo que hablaban mis amigas.

— No empiecen con eso chicas, ¿a quién le importa eso? —miré hacia la ventana que tenía a un lado, como queriendo salir por allí para dejar de sentir todas esas miradas hacia mí.

— Obviamente a ellos les importa, a los chicos les gustas y... ni se diga de Haru-sempai, que lograste conquistarlo con más facilidad que su club de fans y por eso ahora solo podemos verlas lamentandose y envidiarte —.

El odio de las chicas que gustan de Haru era muy evidente, no hacían falta miradas para saberlo, incluso podía percibirlo solo con lo tenso del ambiente.

— Es problema suyo, no he hecho nada malo... y no soy tan linda como ustedes creen —.

— Ya deja de decir eso, eres tan perfecta que ni siquiera te veo algún grano en la cara y eso si que es de envidiarse, a mi me sale uno cada mañana —Ino suspiró admitiendo que aquello era muy normal para ello. Y si, realmente nunca he tenido ese problema.

— Tu cutis es tan perfecto, que no te veo ni una sola arruga Melina-chan, digas lo que digas, eres tan hermosa que por eso te han apodado "la Princesa Melina" —Haruka me miró como si fuera un lindo oso de peluche y eso me hizo sentir bastante incómoda.

Pude sentir un leve rubor en mis mejillas y me crucé de brazos— Pues, no me gusta ese apodo, es tonto y ridículo y lo odio mucho más cuando lo dicen los demás. Yo no soy tal cosa, deben llamarme por mi nombre y solamente por mi nombre —mientras decía todo aquello, no me había dado cuenta que mis amigas ya no estaban y que en lugar de ella, escuché una voz familiar.

— Buenos días Mel —una voz cálida y agradable, me hizo reaccionar y mirar hacia mi lado derecho, fue allí que vi a Haru. Un chico encantador y muy lindo, con quien llevo una relación de dos meses, desde hace tiempo que eramos amigos y nunca tuve intención de tener algo más que una amistad, digamos que las cosas se dieron por si solas. Cuando no nos dabamos cuenta, nos acercabamos cada vez más, hasta que fue inevitable y decidimos estar juntos.

— H-haru... b-buenos días —me ruboricé un poco más, realmente feliz de verlo.

Mis amigas se habían ido a sus lugares, que estaban cerca de donde yo estaba y Haru, afortunadamente se sentaba de mi lado. Se situó en su lugar y me miró con una dulce sonrisa. Su cabello era castaño, sedoso y con un corte que entonces, él si parecía un príncipe.

— ¿Cómo estás? —.

— Bien gracias, aunque... tuve el mismo sueño extraño de siempre y tardé en conciliar el sueño, pero... es algo que ya pasa siempre —ahora que estaba con él, podía contarle todas mis inquietudes. No lo hacía con nadie más, todos mis más profundos secretos, solo se los cuento a él.

Me miró preocupado, se fijó en el reloj y se decidió— falta un rato más para que empiecen las clases, ¿quieres salir un momento? —se puso de pie y me ofreció su mano para invitarme a ir con él, le sonreí y acepté.

Entonces salimos juntos a la parte exterior del campus, obviamente sintiendo algunas miradas, pero podía ignorarlas con facilidad y Haru tampoco prestaba mucha atención. Llegamos al jardín y nos acercamos a una de las bancas que habían para que los alumnos pudiéramos tomar asiento y disfrutar de esta área verde, llena de plantas y de arbustos.

— Así que... tuviste esa pesadilla que me has contado muchas veces, que estas en medio de un bosque de noche y una persona está allí, pero que nunca logras verla, pero que sientes como si quisiera decirte algo —como era algo constante que sucedía y siempre se lo contaba, estaba al tanto de todo.

— Si... antes me daba miedo, pero ya me acostumbré y ahora... solo me despierto con mucha curiosidad, y con la sensación de que tal vez no fue un sueño, sobre todo cuando cerca de mi casa hay un bosque, pero en mi sueño estoy mucho más adentrada a este, cosa que nunca he hecho.

Nunca he llegado a adentrarme a ese bosque. Sin embargo, pareciera que he llegado a conocer su profundidad por mis sueños, desde que era niña, siempre tengo el mismo sueño. No sé si sea debido a esto que ahora siempre que miro hacia el bosque, tengo esa sensación de que alguien me observa, es más fuerte el presentimiento en las noches, seguramente porque sé que volveré a soñar con la misma escena. Lo unico que ha cambiado a lo largo de estos tiempos, es que antes escuchaba que un hombre me decía: "Algun día, ese momento llegará, pero no todavía...". Siempre decía esa frase, pero desde que cumplí 17 años, a partir de entonces, la frase ha cambiado y ahora lo que ese hombre me dice es: "se acerca la hora, cada vez más cerca".

Siempre me deja pensando, en qué significara eso, ¿debo encontrarle algún significado? Difícilmente pueda restarle importancia a este caso, solo yo sueño esto todas las noches. Muchas veces no puedo dormir, aunque no me siento cansada, pero realmente hay veces en que simplemente, no puedo dormir. Lo peor de todo es que la ventana de mi habitación, da hacia el bosque. Mi casa es de dos pisos y mi habitación y la habitación de mis Padres están en el segundo piso. No es muy lujosa, pero tiene el espacio suficiente para estar cómodos, solo somos tres personas viviendo en ella.

Le platicaba todos estos detalles a Haru, durante este breve tiempo que estuvimos sentados en aquella banca, a él siempre le impresionaba lo que contaba, y no le dejaban una buena impresión. Dijo que podía ir con algún experto y preguntarle, qué podrían significar esos sueños, pero yo lo he negado rotundamente. No les creo nada a esos estafadores, solo hacen eso de leer las cartas y ese tipo de cosas para ganar dinero, pero todo es show. Aunque... solo una vez en una feria, en medio de bromas y diversión, dejamos que nos leyeran la mano y nos dijeran sobre nuestro futuro. A mis amigos les decían cosas como que en el futuro tendría mucho éxito con su carrera profesional y que le iría bien económicamente. A otros le decía que el amor les llegaría pronto. Pero cuando llegó mi turno... fue bastante extraño... aunque para los demás era cosa de misterio y una manera de malgastar nuestro dinero, pero para mí, lo que dijo aquella especialista hizo eco en mi mente.

"No puedo ver bien tu futuro, está demasiado borroso, pero... me llega un mensaje, de que algo se avecina, no sé qué es, pero pronto todo a tu alrededor cambiará"..."

No pude evitar relacionarlo con mis sueños, o con mis sensaciones de que algo me observa desde la profunda oscuridad. Fue ese día que permití que Haru lo supiera, estaba... un poco angustiada.

— Bueno, ya es hora de volver, vamos... —.

Regresamos juntos al interior del edificio para tomar nuestras clases. El día transcurrió con normalidad en la escuela, hasta que estas concluyeron y fue la hora de volver a casa. Antes de eso, pasamos a comprar algunas bebidas, el calor estaba un poco intenso, por lo que nos hacía falta algo refrescante. Pasamos el rato conversando, sobre nuestras clases, las tareas que teníamos para mañana y cuando sería nuestra próxima salida este fin de semana y finalmente nos despedimos.

— ¡Nos vemos mañana! ¡Cuidense! —.

— ¡Hasta luego chicas, hasta mañana! —.

Haruka e Ino fueron por un lado y Haru y yo por otro lado, normalmente él me acompaña a casa antes de irse a la suya. Es todo un caballero y me es muy agradable su compañía, sabe que mis Padres no se encuentran en casa cuando regreso de la escuela, ellos llegan un poco más tarde, así que por ese rato estoy sola, a veces se queda un rato más y a veces tiene que irse por otros asuntos, pero cuando puede aprovechamos para estar más tiempo juntos. Lamentablemente hoy no fue ese caso.

— Gracias por acompañarme Haru, lástima que no puedes quedarte —.

— Si, tengo entrenamiento, pero mañana nos veremos de nuevo —.

Nos mirábamos el uno al otro ansiando volver a vernos. En eso él se acercó disminuyendo la distancia entre ambos, estando lo suficientemente cerca para que nuestros rostros pudieran casi tocarse. Cerré los ojos esperando que desaparecieran esos dos centímetros que quedaban, él se robó esos centímetros y sentí sus labios sobre los míos, besándome dulcemente. Me sentí flotando en las nubes, perdiéndome en este acto de acariciar nuestros labios. Segundos pasaron sin saber con precisión el tiempo exacto, nuestro gesto concluyó, pero nuestras miradas solo reflejaban nuestros sentimientos más profundos, un amor que con el tiempo hemos ido nutriendo.

— Me voy, mañana tal vez pueda quedarme un rato más después de las clases —.

— Eso espero... —.

Nos sonreímos y después nos despedimos con un último beso.

Subí a mi habitación para dejar mi mochila, me cambié de ropa y estaba por bajar para buscar algo de comer en la cocina, pero entonces, me detuve cuando di un paso hacia la puerta. Ahí esta... esa sensación... la misma. Siento... que alguien me observa desde afuera, en alguna parte de ese bosque que rodea la parte trasera de mi casa y la de todo este vecindario. Hace tiempo que perdí el miedo, ahora solo tengo curiosidad por descubrir si esto es real o solo idea mía. Siempre que pasa esto, parece que algo me llama, que algo quiere atraerme a ese bosque. No soy tan loca como para ir sola, pero... tal vez... si solo tal vez echara un vistazo y me convenciera de que no es nada, que no hay nada ni nadie allí, tal vez deje estas ridículas fantasías.

Quizás... solo quizás hacerlo... por un breve tiempo... mis Padres no tardan en llegar. No me adentraré demasiado, solo un poco. ¡No espera! ¿Y si se trata de un acosador? ¿de un psicopata? ¿un asesino? ¿Quién querría esconderse en un bosque, si no tuviera malas intenciones? ¿Qué clase de persona se divierte observando a alguien desde la obscuridad? Solo los psicópatas. ¡No! No debo ir, mejor iré a ver qué hay de comer en la cocina.

Me calenté un espagueti con albóndigas que Mamá preparó desde anoche para que yo tuviera algo que comer esta tarde, como ella no puede estar aquí cuando llego, debido a su trabajo, siempre cocina en la noche después de la cena y yo siempre le ayudo. Me lo comí encantada con el sabor y la textura tan suave de la pasta y de la carne, además de que estaba bastante bien sazonado, con pequeños trozos de tocino. Al terminar, lavé mis trastes sucios y me quedé un rato mirando la televisión, antes de ponerme a hacer las tareas pendientes tanto de la casa como de mis estudios.
Estos ratos sola, sinceramente se me hacen una eternidad, con esa maldita sensación que todo el tiempo me hace interrumpir lo que hago, ya que inmediatamente en mi mente aparece las visiones de mi sueño y están esas ganas de salir allá afuera, como si todas las respuestas a tantos misterios que me rodean, pudiesen estar allí. Una parte de mí, siente esa necesidad, pero me debato en que puede ser una locura. Puede ser peligroso ir sola allí.
No le digo nada a mis Padres desde hace tiempo, para ya no preocuparlos, porque cuando era niña siempre les decía que tenía miedo de las pesadillas que siempre tenía. No podía dormir sola. Pero llegó un momento en que pensé que siempre les di muchas molestias, por lo que decidí ya no contarles nada sobre esto. Ellos siguen preguntándome si ya no he tenido esas pesadillas y yo les digo que no, para que estén tranquilos, pero yo... llevé esta carga sola, hasta que Haru se volvió alguien importante para mí y ahora es a quién le cuento absolutamente todo, confiaba en él y hablo con él cuando necesito, solo cuando creo que ya lo molesté demasiado, evito ser una molestia para él, pero en otras ocasiones no puedo evitarlo, es demasiada carga para mí sola y es sano para mí desahogarme de vez en cuando.
Últimamente la sensación se fue haciendo más intensa, fue incrementando poco a poco, que ya es imposible ignorarlo y me da miedo el solo pensar, que puedo terminar cediendo, dejándome llevar por esas sensaciones. He logrado resistirme, distrayéndome con cualquier cosa en la televisión o terminando mis trabajos. Logré soportarlo hasta que llegaron mis Padres del trabajo, sentí un gran alivio de que la tortura terminara. Teniéndolos aquí conmigo, me siento mucho más segura, aunque la inquietud nunca desaparecía del todo, se hacía más presente conforme caía la noche. Aproveché todo ese rato para convivir con mis Padres, terminé mis tareas y vimos juntos algunas películas con palomitas de maíz.
A la mitad de la segunda película ya me sentía cansada, así que quise irme a acostar.
— Iré a dormir, buenas noches —.
— Buenas noches querida, descansa —respondió mi Madre quedandose en el sofá con mi Padre.
— Estaremos aquí mas rato por si necesitas algunas cosa —dijo mi Padre, que siempre me recordaba que si los necesitaba, ellos estarían allí, agradecí esas palabras, porque me daban calma.
— Los quiero —.
— Nosotros a ti —.
Entonces subí a mi habitación, tomé un baño y para dormir me puse mi camisón azul favorito. Traté de dormirme lo más pronto posible, para no darle lugar a esas inquietudes, por lo que me puse audifonos y puse música para dormir en mi celular, concentrándome plenamente en ello, y se puede decir que funcionó. En un rato que permanecí con los ojos cerrados y escuchando la música relajándome, sentí que pude dormir sin problemas.
Después de otro rato, extrañamente sin ningún tipo de sueño, abrí los ojos y vi todo completamente oscuro, la noche ya reinaba por fuera. Me incorporé sentandome en la cama, los auriculares cayeron de mis oidos y enseguida me levanté abandonando la cama. Caminé hacia la puerta, sin preocuparme por calzarme los pies y avancé sin detenerme, saliendo de la habitación y bajando las escaleras hacia el primer piso. Mis pies continuaron, como si nada pudiera detenerlos.
No sentía más que el movimiento de andar sin freno, ya ni siquiera estaba dentro de la casa, la brisa de aire corría a mi alrededor, estaba en el exterior, sin decidirlo, sin pensarlo, llegué a esa parte trasera, al inicio de aquel bosque. Cuando caí en consciencia, salí de una especie de trance y como si apenas hubiese despertado, mi sorpresa fue enorme.
¿Cómo había llegado aquí? No entendía absolutamente nada, esto no parecía un sueño, todo se sentía real. El aire alborotado, el contacto de mis pies con la tierra. Escuchaba sonidos propios de un bosque, todo aroma de lo que conformaba este lugar, y a pesar de que la gruesa capa de penumbras me encerraba en este mar de árboles, podía ver con claridad.
Estaba paralizada por tal impresión de encontrarme aquí, sin tener recuerdo de haber salido de casa. No fue mi voluntad el venir aquí. Temblaba de pies a cabeza, atemorizada, mi corazón retumbaba en mi pecho, no podía controlar mi respiración acelerada. El pánico comenzaba a invadirme, sentí la desesperación de salir de allí corriendo, pero... ¿y si me perdía? ¿qué tan profundo era este bosque? ¿me alejé mucho de casa? ¡¿cómo rayos llegué aquí?!
Cada vez me costaba respirar, entré en llanto y el ataque de pánico se hacía presente. De pronto no sentí las piernas, y caí de rodillas. No podía usar mi mente para pensar con claridad, estaba totalmente bloqueada por el temor, solo podía llorar y sentir una presión en mi pecho que no me dejaba respirar bien. No tenía control de mi misma, ¿por qué me pasaban estas cosas?
— ¡¿Por qué me pasan estas cosas?! ¡¿Por qué vine aquí?! ¡No lo entiendo! ¡No quiero estar aquí! ¡Quiero irme casa! Papá... Mamá... —grité llena del miedo y del pánico, y solo seguí llorando suplicando que esta pesadilla terminara.
Solo podía pensar en querer estar en mi casa, a salvo con mis Padres, que alguno de ellos se dieran cuenta y vinieran y me encontraran. Pero no fueron ellos precisamente quienes vinieron hacia mí. Volví a paralizarme totalmente, me quedé en silencio y mis sentidos se agudizaron en automático, toda mi piel se erizó, sentía... una presencia. No era nadie que yo conociera, todo me dictaba que era alguien desconocido, pero de inmediato supe que podría tratarse de quien ha causado esa terrible sensación de ser observada. No moví ni un músculo de mi cuerpo, no podía hacerlo, pero tampoco podía parar de temblar.
Lo sentía justo delante de mí, estaba alguien allí de pie, mirándome. Yo estaba arrodillada, inclinada con la cabeza y la mirada hacia el suelo. Ante aquel presentimiento, me aferré totalmente a seguir con la cabeza inclinada, no levantarla por nada del mundo. No sé como explicar el miedo tan inmenso que experimentaba, todo este me dominaba. Esa persona seguía de pie delante de mí, no decía nada ni hacía nada. ¿Es un fantasma? ¿Un espíritu? ¿Algún secuestrador o un homicida? ¿Él me trajo aquí? ¿Por qué? ¿Para qué me trajo aquí?
El sujeto, luego de estar un momento sin moverse, se agachó hasta quedar a mi altura. La presión en mi pecho aumentó, comenzaba a sentirme mareada por la dificultad de respirar. Estaba cerca, más cerca de mí. Yo seguía como una roca incapaz de moverme.
Cerré los ojos no queriendo saber qué sucedería después, tal vez piense matarme en este momento o tendrá algún plan en mente para hacerme sufrir de alguna manera. Pero mientras esperaba lo peor, ocurrió que una mano, grande y helada como el hielo tocaba mi cabeza. No fue nada agresivo, el toque fue bastante suave y delicado, pero no podía confiarme con eso. Aquella mano pasó de solo tocar mi cabeza a acariciar mi cabello con sus dedos, con la misma delicadeza. Eso por un momento me tranquilizó, dejé de temblar y mi temor disminuyó. Seguía acariciando mis cabellos, tocandolos con la yema de sus dedos.
— Calma... no tienes por qué temer... —escuché aquella voz, que se parecía a la que he escuchado en mis sueños. La que me dijo antes que aun no era el momento y luego que ya estaba cada vez más cerca. ¿Es el dueño de esa voz? Así como sus caricias, su voz sonó tan suave y aterciopelada. Una voz varoníl muy hermosa a decir verdad, que nunca antes había escuchado esa clase de voz en hombre, sus palabras me dieron la calma y el valor para alzar la cabeza.
Todavía estaba el miedo de que esto fuera una trampa, pero tenía la leve sensación de que ese hombre no tenía intension de lastimarme, no tenía la esencia de alguien malo, al menos eso me decían mis sentidos.
Así que, alcé la cabeza lentamente, el hombre de la hermosa voz vestía totalmente de negro, llevaba una especie de túnica negra, pantalón oscuro y zapatos del mismo color. Mis ojos recorrieron de abajo hacia arriba, él estaba agachado. Entonces alcé un poco más para poder ver su rostro y finalmente... lo vi.
No pude describir aquello que sentí, al ver el rostro de ese hombre, quedé completamente deslumbrada. Su rostro, era simplemente perfecto.
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