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El Pozo

The PeaceMaker

Quisiera ser una zarza...
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El Pozo
Era húmedo y oscuro. La soledad lo hacia pedazos por las noches, abrazando sus rodillas en lo profundo de ese pozo. No había nada más que oscuridad, soledad y una clara sensación de ansiedad que lo mantenía con la cabeza entre las piernas para no ver a mi alrededor. Frío. Su asentamiento circular apenas le permite estirar los pies, pero su rostro se mantiene oculto bajo sus manos, en vergüenza, desnudo.
De repente, el sujeto se pone de pie, aun tapando su rostro, tomando un amplio respiro y de un solo salto decidido se trepa en las estrechas paredes. Escala si, con lentitud pero con agarre firme. Se sujeta con determinación a cada roca del largo trayecto ascendente que tiene que atravesar para poder llegar a su meta. Mientras se concentra en no soltarse, mira el pequeño fragmento de cielo que tiene sobre su cabeza; aun se ve la oscuridad de la noche afuera. Sus manos tiemblan. Se debilitan. Se cae. No siente daño, pero su espalda tiene diversas marcas de las repetidas veces en las que ha caído. Como no le ha dolido y no puede verlo, cree que el daño es nulo. El tiempo pasa. Comienza a tiritar.
Finalmente ve como la mañana se acerca por ese pequeño fragmento de cielo. Rápidamente escala. Sube con prisa, casi como si escalar fuese una de sus mayores aptitudes. No tiene miedo a caerse. Sube y sube, hasta por fin respirar el aire de la mañana. Se emociona por ver la luz una vez más. Le da la espalda al pozo, no quiere siquiera mirarlo. Está embelesado por el sol y su calor. Su cuerpo ahora es cubierto por ropa, y no se lo cuestiona ni se sorprende por ello. Da sus primeros pasos fuera del pozo, alejándose y disfrutando de la calidez del día. Antes de irse por completo, se gira y mira. Observa al pozo. Por alguna extraña razón lo anhela. Le causa curiosidad ¿Qué habrá en el fondo? No quiere dar un paso más. Vuelve a acercarse al pozo y tímidamente mira en su interior. No puede ver el fondo; está tan oscuro que no puede ver nada.
El atardecer llega con rapidez y lo toma por sorpresa, sin llegar a poder ver que había dentro. Rápidamente, viéndose cubierto por la próxima noche se lanza para saciar su curiosidad. Ha vuelto a caer en el pozo. Su espalda arde por un momento, resultado del daño de la caída. Aunque el fondo es pequeño, esa ultima caída fue diferente. Esa noche no quiso tapar su rostro. Adolorido y sumamente afectado, solo intenta encontrarle algo de belleza a las feas estrellas que hay en ese pedacito de cielo. No puede ver nada más que una masa oscura con ojos y se siente abrumado. Desnudo, con frio y ansioso, se esfuerza para poder esconder su rostro entre sus manos.
[...]
Siempre es lo mismo. Sube, sale, vuelve, cae. No recuerda nada, o más bien no le conviene recordar nada. Un error más a la lista. Un fracaso más en su vida. Quien sabe cuantas veces ha tenido el sol en la palma de su mano y ha renunciado a él. Tiene frio, pero no quiere calentarse. Está lastimado, pero entiende que no puede sanarse. Una noche ve algo asomarse por ese pedacito de cielo. Algo se asomó a mirarlo. Impulsado por su curiosidad de nuevo, comienza a escalar. Vuelve a caer. Esta vez, siente las repercusiones en su cuerpo. Se siente fatigado y sumamente herido. Hace su ultimo esfuerzo ¿Qué más puede perder? Escala. Sube, con brazos débiles y temblorosos, con una respiración tan agitada que comienza a jadear; Quiere verlo. Quiere ver que es eso que está afuera, en esta profunda y oscura noche, a aquel que se asomó. El pozo parece infinito. Parece que se alarga mientras más quiere salir.
Acelera. Quiere salir. Sabe que puede, no es tan difícil como antes. Se siente como agua. Se acerca. Puede verlo. Aquella cosa que se asomaba, se retiró, pero no estaba dispuesto a rendirse ahora. No habiendo llegado tan lejos. Su brazo, antes débil, se aferra con fuerza al borde. Siente la brisa en él. Con fuerza sale, agitado, cayendo de cara al suelo. Se recompone y mira alrededor. No ve a nada ni a nadie. De pronto, la luz hace presencia, ayudándolo a atestiguar por primera vez un hermoso amanecer. Había luz, pero tambien brisa ¿Qué era eso? Nunca se había sentido asi. Aún estaba agitado por el proceso pero se sentía extrañamente realizado. Se pregunta si puede irse. Se pone de pie y asegurándose de haberse aferrado bien al borde, asoma la cabeza para ver el pozo.
La luz brillante le ayuda y al ver el fondo se encuentra con nada. Podía ver el fondo con claridad, y no había nada. Es más, incluso el pozo no parece tan profundo, casi que a duras penas puede llamarse pozo. Se retira. Camina con libertad, incluso en su nueva y descubierta desnudez y se pregunta ¿Siempre fue asi de profundo el pozo? ¿Por que le había costado tanto escalarlo? Ya sabe la respuesta, pero solo se ríe. Su felicidad era algo que no había saboreado hace tanto tiempo que era como ver una nueva versión de él. Las respuestas complicadas a preguntas simples no pueden darle esa satisfacción. Ya no más.
Peace Out
 
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