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Cafe Shibe

El acuoso

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Shadowj5000

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Un hombre deambulaba en medio de la oscuridad a altas horas de la noche. Se encontraba solo, aparentemente perdido y desorientado.

Una entidad lo asechaba desde lo más oscuro, vigilaba cada uno de sus pasos con unos ojos rojos. Aquel depredador tenía forma antropomórfica y unos característicos colmillos los cuales clavaba en los cuellos de sus victimas.

Un vampiro.

El hombre estaba completamente desnudo, no llevaba ni una sola prenda encima, parecía que había salido de una borrachera por lo desalineado de su apariencia.

Sin nadie alrededor era la presa perfecta para el vampiro. Sin testigos o gente que pudiera interferir, la oportunidad de oro. Ya podía saborear la sangre en su boca.

Una vez determinado que esto estaba regalado, salió de su escondite lanzándose hacia su presa a toda velocidad. Corrió deseoso de hincar sus colmillos en ese apetitoso cuello, tenia una euforia sin igual, cada paso que daba lo hacia con gran disposición y energía.

Llegó hasta su indefensa victima, lo agarró por detrás y mordió su cuello sin medir palabras, de la manera más inmediata y rápida posible, pero algo pasó. Sus dientes… sus dientes se derritieron antes de siquiera penetrar su arteria.

El vampiro quedó desconcertado ante esto ¿Qué pasaba? ¿Qué ocurría con sus colmillos? Sin embargo, no eran solo sus dientes, era todo su cuerpo. Se derretía, se estaba volviendo un líquido, iba a terminar como un charco. No entendía lo que ocurría, entró en pánico de inmediato. Trató de alejarse, pero antes de que lo pudiera hacer su presa se dio la vuelta y lo tomó de los brazos antes de que pudiera escapar.

Entonces ahí el vampiro palideció por completo. Con horror fue testigo de la sonrisa sádica del hombre, una que disfrutaba el momento, una sonrisa que indicaba una gran emoción por esto.

¿Quién era este tipo? Se preguntó el vampiro antes de morir, terminando desparramado por todo el suelo como un líquido.

El hombre entonces carcajeó con alegría por varios minutos en medio de la oscuridad mientras una sensación de satisfacción recorría todo su cuerpo.








Un hombre caminaba por un inmenso pasillo en una de las sedes más importantes del imperio, el edificio donde estaba instalado el gremio de magos en la capital. Aquel sujeto tenía una sonrisa en su rostro y transmitía júbilo con su presencia.

Ese hombre era ni más ni menos que el famosísimo Krasniev, el gran mago rojo. Uno de los hechiceros mas famosos y aclamado no solo dentro del imperio, si no que en todo el continente. Ostentaba de una reputación sin igual, de un renombre mayor de lo que muchos nobles quisieran tener.

Se trataba de un hebri, una raza caracterizada por su piel roja como el rubí y sus orejas puntiagudas. Eran el resultado de la mezcla de orcos y elfos hace siglos, eran una raza joven, pero que sin ayuda de sus progenitores pudo salir adelante. A diferencia de otros mestizajes en el continente aquella gente no era estéril, por lo que podía reproducirse entre ellos y ganarse el estatus de una raza propiamente dicha.

Krasniev era ya un hombre mayor, contaba con años y años de experiencia, deambulaba cerca de los cincuenta años, aunque se conservaba muy bien para su edad. Su espíritu y actitud no eran muy diferentes, pues rebosaba de una gran energía. Era alegre, siempre jovial y ocasionalmente presumido, todo el perfil de un joven que quería lanzarse a la aventura.

El gran mago rojo observaba desde una ventana el puerto de la capital, donde la gente se movía frenética cargando y descargando barcos, viendo como algunos zarpaban y otros llegaban. El aire del mar le golpeaba en rostro, un aire fresco del cual disfrutaba y respiraba con mucho placer. De pronto alguien apareció detrás suyo.

-Krasniev-Habló una voz femenina.

Krasniev se dio la vuelta y se topó con una colega suya del gremio, otra maga.

-¿Qué es lo que necesitas querida?-Preguntó Krasniev con una sonrisa.

-Unos hombres con uniforme imperial quieren hablar con usted, dicen que es importe y de urgencia-Informó la maga.

Krasniev puso una cara de intriga, se preguntaba que necesitaban de el.

-¿En donde me esperan?

-En su oficina.

-Muchas gracias, voy de inmediato para allá.

Krasniev partió de inmediato al punto de encuentro, atravesó el inmenso pasillo en donde estaba, salió a un gigantesco jardín en donde había una multitud de gente, todos ellos magos. Variedad de gente lo saluda, jóvenes, mayores, personas que pertenecían a altos cargos dentro del gremio, etc. El hebri era muy conocido dentro de aquel entorno, muchos magos novatos aspiraban a ser como el. Krasniev los saludaba a todos con mucha amabilidad.

Luego de cruzar el jardín se adentró dentro de un edificio grande con varios pisos, era la parte residencial del gremio. Tenía el estilo característico de las ciudades de la costa, el de las polis elficas de las ligas de la Helade.

Krasniev subió hasta el segundo piso, una vez ahí fue directo a su oficina. Cuando entró se encontró con dos personas esperando pacientemente a su llegada, estaban sentados en unas sillas que había en un escritorio de madera. Al ver al Hebri inmediatamente se levantaron de sus asientos y se presentaron.

-¿Usted es Krasniev? ¿El gran mago rojo?-Preguntó uno de los oficiales imperiales.

Se trataban de un hombre y una mujer, una humana y un suchuq, un hombre reptil con cola y hocico de lagarto. Traian el uniforme imperial. Una camisa larga de lana de llama de color rosado, por encima de eso unos chalecos de cuero tachonados y finalmente unos ponchos rojos que cubrían sus hombros.

-Así es, yo soy Krasniev el gran mago rojo. Una leyenda viviente, uno de los hechiceros más poderosos, conocido por todos los rincones del continente. Ese soy yo-Exageró el hebri su presentación con mucho dramatismo mientras posaba, todo esto con una sonrisa en su rostro.

Ambos soldados guardaron silencio, se quedaron observando a Krasniev con las cejas levantadas, les parecía ridículo. La incomodidad se hizo sentir enseguida, el hebri no estaba ante colegas ni alumnos, estaba ante soldados. De inmediato tosió con falsedad sintiendo un poco de vergüenza y preguntó a sus visitantes.

-¿Y ustedes quienes son?

-Soy Concalcoh y mi compañera es Aurelia- Se presentaron ambos y acto seguido estrecharon sus manos con el hebri.

-Un gusto conocerlos a ambos, en especial a su compañera que es muy hermosa- Declaró Krasniev con una sonrisa y guiñándole un ojo a la soldado.

La imperial ni se inmutó, tan solo se limitó a bostezar. Krasniev mantuvo su sonrisa, pero ahora era de incomodidad.

<<Esta gente es difícil de tratar, lo mejor seria que me ponga serió>> Pensó Krasniev para si mismo.

-Y díganme-Volvió a hablar el hebri- ¿Por qué asunto vienen? Imaginó que alguno de sus superiores tendrá un problema con una roca gigantesca y quiere que se la mueva.

-No, no vinimos por eso. Vinimos por un asunto importante… y delicado…-Informó el suchuq-, uno un tanto complejo.

La jovialidad de Krasniev se fue yendo poco a poco hasta adoptar una actitud mucho mas seria acorde a la situación.

-¿Se trata de lo que creo que es?-Preguntó el hebri un tanto preocupado.

-Verá, la situación es un tanto complicada, es por eso que se nos ordenó venir en su búsqueda, para que usted pueda socorrernos en esta tarea un tanto ardua y de gran importancia. Como es bien sabido usted es de los magos con mayor prestigio no solo dentro del imperio, si no del continente entero, sin duda usted se ha ganado tal posición, es por eso que se cree que usted es el mas indicado y optimo para la tarea que esta a punto de realizarse.

-Entiendo, pero ¿De que se trata?

El suchuq estaba nuevamente por hablar pero su compañera lo interrumpió.

-Usted tiene que ayudarnos a conseguir un disco de obsidiana-Fue directo al punto la imperial.

-¡Aurelia! ¡Yo estaba por decir eso! ¡Ya iba a llegar a esa parte! ¡Siempre me interrumpes!-Se quejó el reptiliano un poco indignado.

-Tú siempre das muchas vueltas con las cosas cuando hablas-Reprochó la humana.

Se estaba a punto de encender una discusión entre los dos soldados imperiales, pero antes de que eso sucediera Krasniev habló.

-¿Un disco de obsidiana? ¿Quién es el insensato que quiere ir por tal cosa?-Preguntó Krasniev con mucha seriedad-. Esas cosas están bañadas en sangre, el peligro que supone tratar de apoderarse de ellas es mucho. Además, el emperador no permitiría que uno de sus generales o comandantes fuera tras ellos sin autorización, tal cosa supone traicionarlo.

Los imperiales se miraron entre ellos, luego se dirigieron al hebri.

-Es el emperador quien quiere que usted colabore-Dijo el Suchuq.

Krasniev se sorprendió al escuchar eso, no se lo esperaba, sin embargo le resultaba lógico. Era obvio que el emperador quería asegurar todos los discos de obsidianas posibles.

El hebri suspiró.

-Imagino que no puedo negarme.

-Así es, se trata de una orden-Informó la imperial.

Krasniev carcajeó, una sonrisa se formó en su rostro.

-No tenía pensado negarme de todos modos.

Los dos soldados alzaron las cejas por esta extraña respuesta.

-Explíquenos por favor- Pidió el suchuq.

-Verán, siempre me ha gustado la aventura, desde que era un mocoso hasta hoy en día. Me encanta tenerlas la verdad, no podría negarme a una oportunidad para embarcarme a una y si el emperador me da la orden de ir a una pues no me quejo-Carcajeó Krasniev-. Aunque, ir por un disco de obsidiana es… es… un poco extremo. Sin embargo ¡No hay nada que el gran mago rojo no pueda hacer!

Los dos imperiales miraron al hebri sin comprender bien lo que decía.

-Por cierto, necesito saber todos los detalles si quiero unirme a esta aventura.

--Entiendo, procederé a explicarle tal cosa.

<<Verá, no conocemos como, pero hace unos dias unos tres magos del gremio descubrieron la localización de un disco de obsidiana en los limites de la jungla de Yukatar, cerca de la frontera del Twantisuyu, a las cercanías del río Chixtpolt, precisamente en un monte. Para nuestra suerte eso se ubica dentro del imperio, por lo que nos asegura que no habrá ningún conflicto contra otra nación o reino.

-Entonces será fácil y conveniente llegar hasta allá, podemos salir en barco desde aquí y estar ahí en menos de un día.

-Así es.

-Pero tengo una duda ¿Si fueron tres magos del gremio quienes localizaron el disco porque nadie de aquí esta enterado de tal cosa? No noté que circularan rumores de tal cosa o agitaciones en general.

-Pues hay un protocolo en estos asuntos. Antes que nada se debe de informar al emperador, es el primero que tiene que saberlo, es una ley. Darle ese conocimiento es de más alta prioridad que dárselo a un oficial o un gobernante. En cuanto menos sean mejor. Es por eso que todavía nadie en el gremio sabe de tal cosa, salvo usted y gente de confianza de nuestro emperador, gente que lo recomendó para que llevase a cabo tal tarea.

-Entiendo-Aceptó Krasniev sin darle muchas vueltas al asunto.

-Y tal cosa me lleva a otro punto de esta conversación.

-¿Y cual es?

-Es un problema que se dio. Uno de los tres magos no informó sobre esto, de hecho desapareció cuan pronto ellos encontraron el disco.

Krasniev estaba muy atento ante esto. Varias suposiciones se dieron en su mente, pero prefirió escuchar todo antes de abrir la boca.

-Al tipo se lo vio un día después en la ciudad más cercana, llevaba consigo mucho dinero, dinero el cual no tenía antes de toparse con el disco. Es obvio que vendió la información.

Krasniev carcajeó ligeramente.

-Ya se me hacia raro que algo relacionados con los discos no tuviera su pizca de drama y complicación. Imagino que ahora estamos en una carrera contra gente desconocida y ambiciosa que no le importa nada.

-Por supuesto que si. El mago que vendió la información ahora tiene un pedido de búsqueda y captura, será ejecutado por su traición. Además, esa es otra de las razones por la que usted va, para protegernos de cualquier peligro y disuadir cualquier intento de ataque contra la expedición.

-Ya veo, eligieron bien. Ya sea un ejército o un individuo poderoso lo venceré. De eso pueden estar seguros.

Desbordaba confianza el hebri.

-Es bueno oír eso. Lo mejor será irnos cuanto podamos de aquí, ya todas las cosas están preparadas. Hay ya un barco en el puerto que nos esta esperando para zarpar lo mas pronto posible. Un pelotón de los mejores hombres del ejército nos acompañara en la expedición, además de unos cuantos funcionarios de altos cargos para asegurarse que todo vaya bien.

<<Le recomendamos que postergue todos sus asuntos en este lugar y prepare sus cosas para salir. Lo estaremos esperando en la entrada del gremio.

Entonces ambos soldados salieron de la oficina de Krasniev. El hebri suspiró.

Ya no había forma de retroceder, no solo hacia esto por la emoción de vivir una aventura. Tenía mas razones y las escondía bajo esa fachada de aventurero jovial. Sabia que era un asunto serio y delicado, entendía perfectamente que todo lo relacionado con los discos terminaba en un charco de sangre, lo experimentó de primera mano en su juventud.

Su moral lo obligaba a asegurarse de que todo saliera bien en esa expedición, tenía que garantizar que nadie ajeno se apoderara del disco. Mas aun sabiendo que se compró información por su paradero, nadie con buenas intenciones iría tras el.

La preocupación poco a poco comenzó a crecer en el pecho del hebri.

<<De seguro esa armadura negra se andará por ahí>> Pensó para si mismo muy preocupado.



Salieron de la capital imperial apenas Krasniev arregló todos sus asuntos y se preparó para la expedición. Zarparon en un barco llenó de soldados, navegaron bordeando las costas dirigiéndose hacia el este, en dirección a Yukatar.

-Un regimiento nos estará esperando cuando lleguemos al punto de encuentro-Informó el suchuq a Krasniev.

Llegaron al anochecer al delta de río Chixtpolt y una vez ahí comenzaron a navegarlo, adentrándose en la jungla de Yukatar.

El río se prestaba para ser navegado por barcos grandes como en el que iba Krasniev, esto debido a su anchura de buen tamaño y que tenía un gran volumen de agua. En aquel lugar vivía una fauna variada. En la frondosa jungla se podían avistar aves de colores exóticos como tucanes y loros, cocodrilos de gran tamaño, carpinchos, anacondas y ocasionalmente felinos como panteras ocultándose entre la flora.

El imperio tenía una fuerte presencia en aquel río, pues era un paso importante para el comercio y el movimiento de tropas. Cada cierto tiempo el navío donde iba el hebri se topaba con puestos de control y peajes, aparte de puentes de gran tamaño que permitía la circulación de caravanas. Además de que una gran población hacia uso del río para sustentar su vida, pues varias aldeas agrarias usaban el agua para cultivar maíz en grandes cantidades.

Mientras recorrían el rió los pensamientos de preocupación inundaban al hebri, una parte suya temía por lo que pudiera encontrarse en la misión. Gente peligrosa intentaría hacerse con el control del disco, eso era más que seguro. Esta operación era peligrosa, pero para eso el estaba ahí, para hacerle frente a cualquier obstáculo, pues era el gran mago rojo. De los magos con mayor reputación de todas.

Aun así, la preocupación y los nervios no se esfumaban tan fácil. Tenía la certeza de que ese hombre con la piel grisácea se presentaría en algún momento.

A mitad de la noche finalmente llegaron hasta el punto de encuentro, un pueblo pesquero de tamaño humilde que no debía de pasar los cincuenta habitantes. El barco se estacionó en el modesto muelle junto con las pequeñas balsas de pesca que yacían aparcadas. Todos inmediatamente abandonaron el navío, entrando en la aldea, justo donde otro pelotón de soldados los esperaba. Krasniev aprovechó para estirar un poco, pues había ido sentado todo el viaje en una silla al lado de la borda.

El hebri vio como todos los habitantes del pueblo eran suchuqs, no le pareció para nada raro, pues esta era una región poblada mayormente por ellos, ya que estaba justo al lado del lugar de donde provenían. El twantisuyu, la columna vertebral del imperio. Ellos eran la raza principal y dominante en el continente, sin embargo eso no entraba en conflicto con otras razas, pues se aseguraron de no ser tan hostiles y optar por la asimilación de otros pueblos con los que convivían.

-Descansaremos por aquí unas horas, saldremos cerca del amanecer. El lugar donde esta el objetivo no esta muy lejos de aquí-Informó el suchuq evitando mencionar el disco de manera explicita-, de hecho se puede ver desde aquí el monte.

Concalcoh señaló al este y Krasniev vio en esa dirección topándose con el monte claramente a unos cuantos kilómetros. Por la distancia, supuso que no tardarían mucho en llegar, a lo sumo dos horas a pie. El problema es que estaba al otro lado del río y que la jungla en esa parte era mucho más densa y frondosa a diferencia donde estaba la aldea.

-Entiendo, no será tan complicado entonces-Aseguró Krasniev.

-Esperemos que así sea.

Krasniev entonces se puso a descansar del largo viaje divirtiéndose con los soldados que había en un círculo con una fogata, junto con unos aldeanos que también se acercaron. Tomó chicha, les mostró a los soldados algunos trucos con sus hechizos, contó anécdotas e historias de sus hazañas entreteniéndolos a todos, y en general se dedicó a ser a ser el centro de atención. También, en esas horas entabló amistad con el general que era el líder de la expedición, un elfo de mediana edad con un semblante y actitud serios, pero que aun así se divirtió con Krasniev bastante, entablando amistad en muy poco tiempo.

El hebri era muy sociable y extrovertido, solía hacerse amigos a todos los lugares que iba. Tenía amistades en todos lados y de todo tipo; agricultores, magos, guerreros, políticos, comerciantes y un largo etc. No solo por sus hazañas y poder era bien conocido, si no por también caerle bien a todo el mundo. Incluso hasta era un conocido del emperador.

Luego de las horas de oscuridad finalmente amaneció. Krasniev durmió cerca de unas dos horas, era poco pero le bastaba con eso para descansar. Todos inmediatamente se prepararon y alistaron sus cosas para partir al monte. Pero antes que nada tenía que atravesar el río.

Todos se fueron al muelle listos para subirse a las pequeñas barcas de pesca, pero Krasniev tenia otros planes. Se paró frente al agua y la tocó con su dedo, congelando un pequeño espacio con un hielo delgado.

<<Mmmmhhh, quizás el hielo no sea lo mas conveniente para cruzar. Hace calor y en general no soy capaz de crear un puente de hielo tan denso como para que todos crucen. Quizás lo mejor sea crear un camino de tierra>>

-Krasniev ¿Qué esta haciendo? Súbase a los botes para que podamos irnos-Dijo el suchuq.

-No será necesario, podemos cruzar con mucha mas facilidad si hacemos esto-Habló el hebri.

De inmediato se puso frente al río y alzó ambas manos. De pronto debajo del agua emergió un camino de rocas bastante ancho que iba desde el muelle hasta el otro lado del río.

-Podemos cruzar por aquí-Aseguró Krasniev con una sonrisa presumida.

Todos de pronto quedaron asombrados, ninguno de los presentes conocía a un mago de realizar tal tarea de esa manera. Pero pronto se dieron cuenta de que no estaban siendo acompañados por un mago común y corriente, si no que estaban al lado del gran mago rojo.

Inmediatamente todos se bajaron de los botes y comenzaron a caminar por el puente de piedra que había creado Krasniev. Ni siquiera el general que era el líder de esta operación se cuestionó esto, de hecho soltó una carcajada y ordenó a sus hombres que vayan hasta el otro lado. Era mucho más fácil que hacer varios viajes con los escasos botes que había.

Una vez que todos pasaron todos Krasniev se puso de frente al puente, bajó sus manos y el camino de piedra se sumergió en el agua. Todos nuevamente lo miraban asombrados, a lo que el tan solo sonrió de manera presumida como la vez anterior.

-Vaya, eso es sorprendente-Señaló Aurelia.

-Pues la verdad que si, controlar la tierra y las rocas es una tarea sencilla para mi que no requiere de mucho esfuerzo-Admitió el hebri alardeando un poco-. Desde niño que llevó entrenando esa habilidad, en un principio costaba, pero ahora me sale de manera tan natural como caminar.

-¿Y que mas sabes hacer?-Le preguntó la imperial con curiosidad.

Krasniev sonrió.

-Pues muchas cosas más. Puedo en general controlar los elementos, esa seria mi mayor especialidad. Los que mejor uso son la tierra y el fuego, aunque también se usar el hielo, el rayo y el viento. No son mis mejores habilidades pero las controlo bien.

Entonces Krasniev estiró sus brazos mostrándole a la humana sus capacidades. En una de sus manos creó una pequeña llama y en la otra un diminuto tornado. Aurelia prestó mucha atención sintiendo admiración.

-¿Y el agua?-Preguntó de pronto el suchuq metiéndose en la conversación.

-Pues el agua no la controló, no adquirí esa habilidad. Aunque una vez me enfrente a un vampiro que si podía. Amadeus Octavio creo que se llamaba. Le di una paliza que lo hizo huir-Se jactó Krasniev presumiendo nuevamente de sus hazañas.

-¿El vampiro de agua? ¿Esa bestia? Vaya, lo único que le falta es haber estado en Ezqueel.

Krasniev rió nervioso. Decidió guardar silencio sobre ese tema, evitarlo como la peste.

Siguieron atravesando la jungla mientras el hebri continuaba con su fanfarroneo.

El ambiente era algo incomodo para los que no eran suchuqs, debido a la gran presencia de alimañas como insectos y pequeños animales, sumado a la gran humedad que había y la existencia de plantas que irritaban la piel. Era difícil para los no nativos de la zona, sin embargo eso no les impedía atravesar la zona con el apoyo de sus compañeros. Concalcoh y los demás hombres reptiles del escuadrón estaban tranquilos, mientras que Krasniev y Aurelia junto con el general avanzaban con molestia.

Luego de un par de horas recorrido, cerca del medio día finalmente llegaron hasta los pies del monte, subieron por el con gran facilidad debido a que no era tan empinado. Con un poco más de recorrido alcanzaron su objetivo, el lugar donde se encontraba el disco de obsidiana.

Un templo abandonado.

Había algunos arqueólogos en la expedición y estos les explicaron de que se trataba el lugar; un yacimiento que llevaba cerca de trecientos años abandonado y que supo mantenerse bien con el paso del tiempo pese a la erosión causada por la humedad de la jungla.

Era uno de esos famosos templos en forma de u. La cabeza se trataba de un edificio en forma piramidal con dos brazos largos y anchos a sus costados que servían como gradas, y finalmente con una plaza grande ubicada en el medio. Según el informe el disco de obsidiana estaba en la pirámide, los magos que lo encontraron no habían podido retirarlo debido a que estaba plagado de trampas hechas con magia, por lo que habían decidido a no arriesgar sus vidas y dejar el disco tranquilo en el lugar.

De inmediato se hizo el despliegue logístico. El general ordenó que las tropas cubrieran el perímetro del lugar, cada pequeño grupo se haría cargo de realizar tareas de vigilancia por todo el templo. A otros escuadrones igual de diminutos se les asignarían la misión de patrullar los alrededores, mientras un grupo grandes de soldados cubriría la entrada principal del templo.

Había llegado la hora de retirar el disco de obsidiana.
 

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Se metieron dentro de la pirámide del templo, no era demasiado grande, pronto se dieron cuenta de que no pasaba en tamaño a un edificio comercial de la capital imperial. El interior estaba oscuro y húmedo, apenas se veía nada, pues la luz del sol no se colaba dentro. Krasniev para resolver este problema chasqueó sus dedos y una llama se encendió en su palma iluminando un poco el lugar.

Avanzaron un poco hasta encontrar una gran sala en el interior, la cual estaba ya siendo iluminada por el objeto que buscaban. El disco de obsidiana.

El disco flotaba en el aire estando suspendido, emitiendo una tenue luz de color azul.

Todos quedaron maravillados al ver aquel objeto de increíble poder, anonadados miraban fijamente el disco como flotaba sin que aparentemente nada lo sostuviera. Con tan solo echarle un minúsculo vistazo salía a la luz el increíble poder que poseía el disco.

<<Ahí esta>> Dijo Krasniev dentro de su mente tragando saliva.

El resto del salón estaba ocupado por ídolos y símbolos grabados en las paredes en el suelo. Más adelante había un altar con la figura del dios de los suchuqs, Viracocha. Sin embargo, algo descolocó al hebri.

El suelo estaba llenó de esqueletos, todos presentaban señales de mutilación y aplastamiento. Supo enseguida que los símbolos gravados tenían algo que ver, no estaban ahí por simple decoración y adoración. Observándolos por uno segundo llegó a identificar la naturaleza de esos símbolos, eran glifos de hechizos, concretamente de tierra.

-¡Que bien! Ahí esta el disco, vamos por el-Se apresuró uno de los soldados yendo de inmediato a recoger el disco sin ninguna precaución.

-¡Espera!-Gritó alarmado Krasniev.

El momento en que el soldado se adentró unos pasos en la sala los símbolos grabados brillaron. De manera inmediata del techo y las paredes emergieron estacas puntiagudas de piedra las cuales se dirigieran a toda velocidad contra el imperial. El soldado al ver esto gritó aterrado, pero antes de que pudieran atravesarlo y empalarlo se detuvieron en seco.

-¿Qué?-Preguntó el imperial confundido.

-¡Sal de ahí!-Gritó Krasniev.

El soldado se dio la vuelta y vio al hebri estirando sus manos en dirección a las estacas. Las estaba deteniendo con su habilidad, no obstante, necesitaba ejercer fuerza con sus brazos para evitar que empalaran al imperial. Le costaba mucho mantenerlas suspendidas en el aire, hacia trabajar sus músculos hasta cansarlos en cuestión de segundos. La fuerza que ejercían las estacas de piedra superaba por amplitud al mago rojo, este no podría mantenerlas quietas por mucho tiempo.

El imperial entonces retrocedió asustado detrás de Krasniev, una vez hecho eso el hebri soltó las estacas las cuales impactaron contra el suelo con mucha fuerza. Sin la ayuda del mago el soldado podía darse por muerto.

-¿Qué acaba de pasar?-Preguntó Aurelia confundida que los acompañaban.

-Eso-Señaló Krasniev al disco flotando en el aire-, y eso-Después indicó a los símbolos grabados en las paredes y el techo-. El disco de obsidiana esta conectado con esos glifos, los cuales activan hechizos. Son las trampas las cuales los magos del gremio no pudieron pasar. Y tampoco estos tipos…

Krasniev miró a los esqueletos del suelo dando un suspiro.

-Esos símbolos son los que hicieron las estacas de piedra-Continuó el hebri con su explicación-, se activan si detectan a alguien entrar y el disco provee la energía necesaria para la ejecución del hechizo. Todo esto esta automatizado para evitar que se lleven el disco, con esto no son necesarios guardias. Si nos descuidamos podemos hasta activar una trampa que haga reventar todo el monte.

Todos palidecieron y tragaron saliva asustados.

Ahora tocaba a Krasniev y los arqueólogos averiguar como pasar sin activar las trampas o desactivarlas de alguna manera. El hebri se veía reticente a lanzar algún hechizo por miedo a que algo pudiera reaccionar a su magia, conocía bien a los discos de obsidianas, los estudió y había presenciado uno de ellos hace tiempo en su juventud.

Mientras, el general y sus soldados custodiaban la entrada del templo. Vigilaban con los ojos bien abiertos, firmes sin distraerse ni un segundo. Llevaban arcos y flechas, se encontraban alerta ante cualquier cosa que pasara.

De pronto, uno de los soldados en su guardia avistó a alguien.

Era la figura de un hombre, subía el monte directo al templo. El imperial entonces alertó a sus compañeros con un grito.

-¡Alguien se aproxima!

Entonces todo el escuadrón tomó posición, incluido el general que inspeccionaba a sus tropas. Formaron una fila y tensaron sus arcos apuntando en dirección a la extraña figura.

Eso puso en alerta al general. Nadie ajeno a la expedición que se presentara en este lugar podía tener buenas intenciones. Con la filtración de la información de la ubicación del disco se hacia evidente que quien estaba aquí tenia como objetivo apoderarse de dicho objeto.

Cualquiera que se presentaba podía considerarse un potencial enemigo.

El misterioso sujeto era un humano que iba desnudo, no llevaba ni una sola prenda, caminaba raro meneándose para los lados con cada paso que daba manteniendo los brazos caídos. Tenía los ojos saltones y era calvo, pero lo más aterrador era la sonrisa siniestra que tenia marcada en su rostro.

Un aura siniestra lo rodeaba, con tan solo ver sus ojos se hacían evidentes sus intensiones. Los soldados y el general podían asegurar que tenia una presencia malévola que emanaba de su ser. Era un individuo aterrador sin duda.

-¡Alto ahí!-Exclamó el general a todo pulmón-¡Deténgase de inmediato o lo acribillaremos con una lluvia de flechas! ¡De la vuelta y retírese ahora mismo!

El siniestro hombre hizo oídos sordos, no detuvo ni uno solo de sus pasos. Tan solo camino recto y directo para el templo. Ante las advertencias del general tan solo amplió su sonrisa mientras reía levemente y sacaba la lengua mojando sus labios.

-Disparen-Ordenó el general a sus hombres.

Los soldados obedecieron de inmediato, dispararon todos al unísono lanzando una lluvia de flechas sobre el extraño sujeto. Los proyectiles recorrieron el aire a toda velocidad rompiendo el viento, listos para penetrar la carne del siniestro hombre. Pero antes de que eso sucediera la tierra que estaba pisando comenzó a volverse húmeda para transformarse rápidamente en lodo y de ahí en un liquido muy diluido. De inmediato se sumergió bajo tierra esquivando las letales flechas.

-¿Qué?-Reaccionó el general asombrado.

Todos los imperiales presentes se mostraban confundidos, no sabían que fue lo que ocurrió. El extraño hombre desapareció en cuestión de segundos, parecía que la tierra se lo había tragado. Eso ya los ponía en alerta, tan solo les confirmaban que aquel sujeto no se andaba con buenas intenciones.

-¡Rápido! ¡Formen un círculo!-Ordenó el general y de inmediato sus soldados obedecieron- ¡Puede atacar de cualquier lado!

Soltaron sus arcos, desenvainaron sus espadas y formaron un círculo cubriéndose las espaldas, tomaron posición defensiva y se pusieron alerta ante cualquier cosa.

-¡Tu! ¡Ve hasta el templo e informa a Krasniev sobre esto de inmediato!-Le dijo a uno de sus hombres que estaba al lado suyo-¡Estamos siendo atacados!

Enseguida el imperial emprendió la marcha corriendo cuan rápido podía, sin embargo, el general pronto caería en el error que cometió.

Las armas y equipo de los soldados empezaban a sufrir cambios extraños e insólitos. Comenzaban a derretirse. Las sólidas y erguidas hojas de las armas se deshacían como un cubo de hielo ante el sol, nadie entendía que era lo que sucedía ¿Esta era la habilidad de ese sujeto? Se preguntó el general, dándose cuenta como sus tropas entraban enseguida en pánico. El miedo rápidamente se apoderó de todos ellos.

Por su parte, el mensajero que iba directo al templo se tropezó de manera repentina, trató de levantarse, pero notó que algo le agarraba los pies. Eran dos manos que salían del suelo, no supo que hacer, la conmoción lo inmovilizó. De pronto algo extraño le ocurrieron a sus piernas, estas pasaron de ser unas firmes y sólidas extremidades a ser flácidas y luego liquidas. Entonces el dolor y el miedo se apoderaron de el, comenzó a gritar de sufrimiento. Ahora se desangraba por lo que le quedaban de los muslos.

Entonces el extraño sujeto salió del suelo como si se tratara de un muerto viviente. Tenía una sonrisa en su rostro, una perversa y siniestra sonrisa. Jadeaba con emoción, sus ojos se fijaron sobre el indefenso imperial, se agachó y lo agarró del cuello. Ahora todo el cuerpo del soldado se derretía trasformándose en un líquido, no quedo nada de el, tan solo un charco de carne liquidizada.

El hombre se volteó y miró al círculo de imperiales con esa aterradora sonrisa mientras babeaba y movía su lengua fuera de su boca.

Los soldados palidecieron, el general trataba de mantener la calma, pero le era imposible ¿Cómo podía estar tranquilo después de presenciar aquel acto abominable? Sus manos temblaban y el sudor se resbalaba por su piel. Era conciente de que existían habilidades mágicas para matar, pero esto era otra cosa. Un hechizo retorcido ejecutado por un ser sombrío, este no era un sicario común y corriente, este era un sujeto abominable que le encantaba el sadismo, se podía notar claramente en su expresión de satisfacción.

El sádico sujetó comenzó a avanzar hacia el circulo de imperiales, los cuales lo miraban aterrado, sus armas se habían deshecho, no tenían como luchar. De pronto el sombrío hombre volvió a sumergirse en la tierra, pero no cuerpo completo, solo su parte inferior. Su torso aun quedaba a la vista. Entonces comenzó a nadar en el suelo a una gran velocidad, lo hacia de una manera profesional, la tierra a medida que avanzaba se derretía transformándose en liquido lo que le permitía avanzar de esa singular forma.

En cuestión de segundos ya estaba delante de la formación de imperiales. Aquí empezaba la masacre.



Un soldado vino corriendo por el pasillo oscuro, llegó hasta la habitación con el disco, donde se encontraban Krasniev y compañía intentando desactivar los grifos con mucha precaución. Al verlo de inmediato el imperial gritó llamando la atención de todos los presentes.

-¡Estamos bajo ataque! ¡El general esta muerto!

Esas palabras sorprendieron a Krasniev. Tragó saliva, palideció, pero se aseguro de mantener la compostura. Esperaba recibir esas palabras, pero no estaba listo para escucharlas.

<<Así que estas aquí, finalmente trajiste tu armadura negra hasta este lugar>>

El joven soldado estaba agitado y aterrorizado. De inmediatos todos se pusieron más serios de lo que estaban.

-¿Cuántos son?-Preguntó Aurelia al imperial.

-Uno solo…

-¿Uno solo?-Repitió la humana confundida.

Krasniev se asustó aun más.

-¿De quien se trata?-Preguntó alarmado el hebri.

-No le se… de un tipo desnudo…

Todos miraron confundido al imperial. Sin embargo Krasniev se tranquilizó al escuchar eso, no era quien creía que era. Podía estar un poco más calmado.

-Puede que sea un mago-Dijo de pronto Krasniev-. Se de algunos con las habilidades para pelear contra escuadrones enteros y salir ganando.

-Entonces toda la operación esta en peligro-Dijo Concalcoh alarmado.

-Iré a encargarme de el-Anunció el hebri con mucha calma dirigiéndose a la salida del templo-, ustedes quédense aquí.

-¿Usted ira solo? ¿Pero si dijo que puede tratarse de uno de esos magos que destruyen escuadrones enteros? Es muy peligroso-Afirmó el suchuq.

Krasniev sonrió.

-Para eso estoy aquí, por si aparecía alguno de esos magos para robarse el disco. No se preocupen, puedo manejarlo.

Luego el hebri alzó el pulgar en señal de que todo estaría bien, quería que guardaran la calma. El estaba completamente seguro de que podía con esta situación.

-Voy con usted-Dijo Aurelia-, yo también se usar un poco de magia, aunque no es la gran cosa. Aunque aún así, puedo serle de apoyo.

-Entonces vayamos-Accedió Krasniev sin más, sabia que tener de alguien de apoyo podía ayudarlo mucho.

Entonces ambos salieron de la habitación, recorriendo el oscuro pasillo directo al exterior.

-Dime ¿Qué puedes hacer?-Preguntó el hebri.

-Puedo crear lanzar y jabalinas por un lapso de unos cuantos segundos. No es mucho, pero soy una buena lanzadora, con que le de a mi objetivo es suficiente.

-Ya veo, puede serme de utilidad.

-Espero que sea así, no sabemos a lo que nos enfrentamos.

Una vez que salieron del interior de la pirámide, se toparon con una imagen confusa. La mayoría de los soldados habían desaparecido, quedaban muy pocos. Tan solo había manchas de colores extraños replegadas por todo el lugar, se trataban de charcos de una sustancia oscura. Los que quedaban actuaban de manera extraña, se encontraban aterrorizados y desorientados mirando para todas partes, no llevaban sus armas y sus uniformes y armaduras parecían algo desechos.

De pronto, uno de los soldados gritó y se hecho a correr para intentar escapar del templo. Pero algo lo detuvo, el siniestro hombre emergió de inmediato del suelo, justo detrás del imperial. Este no tuvo tiempo para voltearse, el perverso humano le tocó uno de los costados de su torso y una buena parte de inmediato se liquidizo. El soldado cayó al suelo retorciéndose del dolor, habiendo perdido unos cuantos órganos.

Ante los gritos de sufrimiento y angustia el diabólico sujeto no hacia mas que regodearse. Le encantaba ver la desesperación de los otros, un maravilloso éxtasis se apoderaba de su cuerpo cada vez que veía esta imagen. Le parecía magnifico, al ser testigo de tal cosa no pudo evitar refregarse sus manos por el cuerpo, de improviso soltó un gemido y comenzó a jadear.

Aurelia y Krasniev vieron esto aterrorizados. De inmediato la imperial tomó el brazo del hebri y lo hizo ocultarse con ella detrás de la entrada al interior de la pirámide.

-No puede ser el…-Dijo la humana desconcertada mientras tragaba saliva.

-¿Quién? ¿Quién es el?-Preguntó Krasniev confundido.

-Uno de los criminales mas buscados del imperio. “El acuoso”.

Krasniev vagamente reconoció el nombre, sin embargo no lo identifico. Solo lo sintió nombrar un par de veces pero jamás escuchó de el, pero por la reacción de Aurelia supo de inmediato que debía de ser un individuo muy peligroso.

-Es un peligroso sicario que nunca pudo ser atrapado-Siguió explicando la humana-. Se sabe que tiene la habilidad para volver las cosas a su alrededor como agua, las derrite. Así mató mucha gente. De lo poco que se sabe de el es que es alguien muy sádico, que disfruta de ver sufrir a los demás.

<<Escuche una vez una historia que no es oficial. Que su padre fue acusado de matar a su familia, entonces cuando lo ejecutaron el acuoso se estaba masturbando, que tenia una sonrisa de placer cuando vio como moría su padre. Pero semanas después se descubrió que en realidad el había matado a su familia e inculpado a su padre. Si eso resulta ser cierto estamos ante un verdadero monstruo.


-Ya veo-Dijo Krasniev con algo de preocupación.

Si la reputación de este sujeto era tal significaba que era un peligro. Pero no era la primera vez que el hebri se enfrentaba a este tipo de cosas, ya había batallado en situaciones peores, incluso en Ezqueel se enfrentó a algo de gran magnitud y pudo sobrevivir. Sabia muy bien que debía tomarse esto en serio y no subestimar a su enemigo, sin embargo tampoco debía de caer en la desesperación, tan solo tenia que mantener la calma.

Krasniev asomó la cabeza hasta el exterior con cuidado, donde vio al acuoso terminando de volver un charco al pobre imperial. Al ver esto alzó sus manos delante de su rostro y entonces aplaudió chocando ambas palmas. El siniestro hombre de inmediato se dio la vuelta para ver de donde provenía ese sonido, pero en el momento que lo hizo dos paredes de piedra de gran tamaño surgieron del suelo.

El acuso se sorprendió de inmediato, pero no tuvo tiempo para moverse, pues de inmediato ambos paredes chocaron contra si, estando el en el medio. Tal cosa mataría a cualquiera aplastándolo, pero no era el caso de este perverso individuo. Las dos paredes de piedra que había usado Krasniev se derritieron en cuestión de segundos, formando así un montículo de lodo.

De la punta justo salió el siniestro hombre carcajeando, miró directo a la entrada de la pirámide interceptando con la vista al hebri. Sonrió con malicia y placer, iba a seguir divirtiéndose.

-Nos descubrió-Informó Krasniev con calma.

Aurelia tragó saliva, tenía una expresión de miedo en su rostro. No dijo nada.

El hebri manteniendo la compostura salió de la entrada encarando a su adversario. Trató de analizar la situación.

<<Mi control sobre la tierra no será lo mejor para esto, cualquier cosa que saqué del suelo va a ser derretida. Lo mejor seria usar el fuego para tratar con este sujeto, tengo muchas opciones para combatir. Y si esto se sale de control me quedo lo que menos me gusta usar, pero lo mejor seria no llegar hasta ahí>>

Krasniev bajo la vista y miró su mano la cual soltó una pequeña chispa eléctrica, entonces apretó su puño. Su último recurso. Tendría que evitar usar el rayo, incluso con su edad podía suponerle un riego a su vida.

El hebri alzó la vista mientras descendía lentamente de la pirámide, el acuoso lo miraba expectante con una sonrisa desagradable, impaciente por ver lo que haría. Entonces Krasniev se detuvo, extendió su brazo con su mano abierta y de su palma surgió una bola de fuego que se dirigía a toda velocidad contra su adversario. De inmediato el acuoso reaccionó sorprendido, no se esperaba que el mago rojo usara eso.

Sin perder un segundo se zambulló dentro del suelo ocultándose y protegiéndose. La bola de fuego golpeó el montículo de lodo causando una explosión y esparciendo fuego por todas partes.

Krasniev de inmediato se puso alerta, no esperaba que su oponente se ocultara debajo del suelo, fue algo que lo dejo descolocado.

De pronto comenzó a notar algo extraño, el suelo bajo a sus pies se estaba humedeciendo, poco a poco la piedra de la pirámide se derretían. Ahí lo supo de inmediato, estaba por ser atacado. El mago rojo no perdió la calma, es más, tenía planeado aprovechar esta oportunidad.

Entonces sin previo aviso dos manos agarraron sus pies, se sorprendió entonces. Tenía el presentimiento de que sus piernas estaban a punto de convertirse en líquido, pero el hebri fue rápido al actuar. La piedra liquida debajo suyo se congeló a una baja temperatura, el perverso hombre de inmediato soltó los pies del hebri al sentir aquel letal frío. Había sido inmovilizado.

Tenia que liberarse rápido, lo mas pronto posible.

Krasniev retrocedió de inmediato, tenia pensado aplastar a su adversario bajo la tierra. Generar tanta presión que incluso con el suelo convertido en líquido no podría salvarse, sin embargo no fue lo suficientemente rápido como para lograrlo. En cuestión de segundo el acuoso logró volver en liquido la piedra congelada, su habilidad seguía funcionando incluso con objetos congelados a baja temperaturas. Ni siquiera el hielo podía detenerlo.

Una vez vuelto líquido la piedra emergió del suelo, saltando directo contra Krasniev, estirando sus manos para tocarlo. Ni siquiera el hebri podía actuar rápidamente para extender sus manos y lanzar fuego. Tenia que hacer otra cosa, sus extremidades no serian lo suficientemente veloces como para actuar. Así que, alzó el mentón, de inmediato una pared de piedra se interpuso entre el y su oponente.

Tal cosa no seria obstáculo para aquel tétrico sujeto, por lo que apenas tocó el muro de piedra lo derritió por completo. Ahora nada estaba en medio de el y su victima. Sin embargo, la jugada no le salió tan bien. Detrás de aquella pared derretida lo esperaba un manto de fuego que se extendía hacia el a gran velocidad.

El acuoso abrió lo ojos sorprendido, había caído en una trampa. Aquella muralla no había sido levantada para frenarlo, solo para retrasarlo los segundos suficientes como para permitir a Krasniev lanzar una potente llamarada con sus brazos. Ahora ardía en llamas.

-¡No pasaras ante el increíble mago rojo! ¡Canalla!-Bramó Krasniev con orgullo

El acuoso lanzó un grito de dolor, que hiciera tal cosa le confirmaba al mago rojo que su oponente no podía liquidizar el fuego. Sin embargo todavía no podía cantar victoria, el acuoso podía por otros métodos neutralizar las llamas.

Se sumergió bajo el suelo convertido en lodo, de inmediato las llamas que quemaban su piel se extinguieron. Krasniev trató rápidamente de sacarlo de ahí con su control sobre las rocas, pero el también se hundió, el suelo debajo de sus pies también se había derretido, solo la parte superior de su cuerpo quedaba arriba. Había perdiendo el equilibrio y con ello su capacidad para tomar la ofensiva. Ahora estaba a merced de su oponente.

El siniestro hombre emergió ligeramente del charco lanzándose contra el hebri, estirando el brazo listo para tocarlo con la mano. Krasniev observó anonadado la expresión perversa de aquel hombre, una sonrisa aterradora de placer, no tenia duda que sentía una gran alegría por querer asesinarlo. Cualquiera pensaría que el mago rojo estaba perdido, no tenia tiempo para actuar, no seria lo suficientemente rápido como lanzar un hechizo que lo salvara, sin embargo. Si contaba con apoyo.

Una jabalina que surcaba velozmente el viento atravesó la mano del acuoso impidiendo que tocara a Krasniev. El perverso hombre aulló de dolor, estaba a solo escasos centímetros de poder tocarle la cara al hebri. Aurelia con un preciso lanzamiento había evitado que eso pasara, le consiguió una oportunidad de oro al mago rojo.

Krasniev no desperdició ni un solo segundo, alzó ambos brazos y un gigantesco montículo de lodo los hizo emerger a ambos del charco en donde estaban, acto seguido se lo lanzó al acuoso enterrándolo en una avalancha. Sabía que eso no lo pararía, sin embargo le conseguiría unos escasos segundos para recomponerse.

El hebri soltó un suspiro para después comenzar a jadear.

-Mierda… ya estoy viejo-Reconoció el mago rojo.

Si esto se seguía prolongando mas Krasniev terminaría por gastar mucha energía, se cansaría y ya no podría combatir. Había un limite sobre que tanto un mago podía usar sus habilidades antes de desgastarse por completo, el hebri ya no era joven, no podía darse el lujo de combatir hasta el atardecer como lo hacia en su mejor momento de juventud. Tenia que acabar este encuentro en unos pocos movimientos, pero su adversario no da su brazo a torcer, aunque tenia una única habilidad la usaba de tal manera que fácilmente le daba pelea a un hechicero de primera como Krasniev.

Sin embargo, el mago rojo había sacado unos datos importantes con solo observar un poco la habilidad del acuoso. Se dio cuenta de que era una habilidad de corto alcance, en cuanto más cerca de su cuerpo más rápido los objetos se volvían líquidos, sin embargo, no era un hechizo todo poderoso. Si bien liquidizaba su alrededor con su presencia para derretir una persona tenia que tocarla con sus manos. Krasniev reconoció que era una habilidad peligrosa.

-Vaya problemon…-Susurró el hebri para si mismo con una sonrisa incomoda.

Pero, las habilidades poderosas son las que más energía consumen. El mago rojo vio claramente esto cuando el acuoso emergió de la tierra liquidizada que le había lanzado. Al igual que el estaba jadeando, sudaba y tenia una expresión de cansancio en su rostro. Esa sonrisa diabólica ya no estaba, tan solo un ceño fruncido ante sus oponentes que no se dejaban atrapar tan fácilmente.

-De… de… desgra… gra… gra… graciados-Expresó con enojo tartamudeando.

Krasniev sonrió confianzudo, gustoso de ver ese enojo y frustración en sus oponentes y rivales.

-Te lo dije, no pasaras ante el gran mago rojo-Aseguró el hebri con un poco de arrogancia.

La jabalina que el acuoso tenia clavada en la mano se derritió. Su mano estaba severamente herida, tenía un agujero marcado en la palma y chorreaba mucha sangre. Su brazo entero temblaba mientras su rostro se arrugaba del dolor. Si Krasniev y Aurelia llegaban a inutilizar su otra extremidad podrían asegurar la victoria.

Los imperiales rezagados miraban estupefactos el encuentro, eran testigos de una pelea de gran nivel entre dos magos experimentados. El acuoso de pronto notó como aquellos supervivientes lo observaban, si bien eran insignificantes para el aún podían suponer una molestia en su batalla. Tenia que acabar con esto rápido, sus energías comenzaban a agotarse. Apoderarse del disco era la máxima prioridad, lo demás era secundario.

De pronto miró con odio a Aurelia que estaba fuera de la entrada, se dijo así mismo que le haría pasar un sufrimiento antes de matarla, pensar tal cosa le causaba mucha satisfacción. Estaba impaciente por escuchar los llantos de dolor y miedo de esa humana, vacilaba una sonrisa de tan solo pensar en ello.

De pronto Aurelia conjuró otra jabalina la cual lanzó dirigida a la cabeza del siniestro hombre, este la esquivo agachándose. Krasniev de inmediato estiró sus brazos para lanzar una llamarada de fuego, pero antes de que eso sucediera el acuoso tragó la tierra liquida que tenia debajo de el, acto seguido lanzó un potente escupitajo contra la imperial.

Krasniev quedó sorprendido, pues vio claramente como ese pedazo de tierra liquida recobraba su forma sólida. Cobró justo la forma de una pequeña pero filosa punta de piedra, el hebri se alarmó de inmediato. El acuoso podía revertir los efectos de su habilidad si el quería.

La estaca de piedra voló directo a Aurelia, Krasniev se dio la vuelta estirando su brazo, pero era tarde. El proyectil impactó contra la mujer dándole en el pecho, justo donde estaba el corazón. Cayó de inmediato al suelo de espaldas.

La imperial lanzó un quejido de dolor.

El acuoso quedó confundido ¿Cómo era posible? Ese ataque debió de haberla matado de manera instantánea ¿Cómo podía quejarse del dolor?

Krasniev suspiró aliviado, había detenido el impacto del proyectil justo a tiempo. Si, logró golpearla en el pecho, pero gracias a su habilidad de controlar la tierra evitó que penetrara en las costillas y destrozara el corazón.

Sin embargo, el mago rojo cometió un error. Se descuidó por unos segundos.

El perverso sujeto ya estaba cargando contra el con su brazo estirado, listo para tocarlo. Krasniev se alarmó de inmediato, no tenía tiempo para repeler el ataque, su oponente tenía una agilidad mucho mayor a la suya. Ya no contaba con el apoyo de Aurelia, nadie podía salvarlo. Tenía que hacer algo, de lo contrario moriría.

Cerró los ojos mientras apretaba sus dientes, le quedaban dos opciones para defenderse, pero ambas implicaban que el tampoco saldría bien parado. Tan solo tenia dos armas de doble filo para dañar a su oponente. Los rayos, los cuales consumían mucha de su energía solo con emplearlos una vez y los cuales si no controlaba bien podía electrocutarse el también. Y luego…

Prenderse en llamas a si mismo.

Eso hizo. El cuerpo de Krasniev sufrió una combustión espontánea causado por si mismo, ardía en llamas de pies a cabeza. Si el acuoso se atrevía a rozar su mano contra su cuerpo el fuego se extendería también hasta el.

Para su desgracia el mago rojo no era inmune al fuego que el mismo creaba, por lo que el mismo llegaba a ser dañado si utilizaba su hechizo de esa manera. Su ropa comenzó a calcinarse, mientras su piel se quemaba. Arrugaba el rostro del dolor tratando de aguantarlo lo mejor que podía.

El acuoso estaba apunto de tocarlo con su mano, si tal cosa sucedía el fuego se extendería hacia el. Sin embargo las cosas no sucedieron como Krasniev esperaba. El siniestro hombre no lo tocó, al contrario, lo evitó pasando de largo e ignorando al mago rojo.

El hebri quedó confundido. Se dio la vuelta, entonces vio a su adversario corriendo por las escaleras hacia arriba directo a la entrada de la pirámide. Dedujo de inmediato que iba tras Aurelia, si la alcanzaba la mataba, ella no podía defenderse de ninguna forma con aquel golpe que recibió en el pecho.

-¡Desgraciado!-Gritó Krasniev desesperado.

Entonces de inmediato apagó el fuego que tenia sobre todo su cuerpo, se arrancó la ropa chamuscada de su torso y estiró su brazo en dirección donde estaba la humana. Un muro de piedra se alzó de inmediato frente al acuoso, pero este lo derritió sin problemas, nada podía retrasarlo. Krasniev ya estaba entrando en pánico, iba a matar a Aurelia y no podía hacer nada para evitarlo. Sin embargo, sus conjeturas fallaron de nuevo. El siniestro hombre no fue directo por la imperial, en cambio al igual que con el hebri la ignoró por completo, entró directo en la pirámide.

En ese momento el mago rojo entendió las verdaderas intensiones de su adversario. Ir directo por el disco de obsidiana.

Sin perder el tiempo el también subió por la pirámide persiguiendo al acuoso lo mas rápido que podía. La piel aún le ardía, pese al color rojo de su tonalidad se podían verse las quemaduras, pero para su suerte no se trataba de nada grave. Aún así le causo daño.

Con su ropa fuera se podía notar a simple vista la gran musculatura del hebri. Tanto el torso como sus brazos estaban bien marcados, incluso con esa edad el mago rojo se mantenía en una buena forma.

El acuoso recorrió el pasillo dentro de la pirámide lo más rápido que podía, Krasniev llegó justo cuando estaba a medio camino. Frunció su ceño y lanzó un puñetazo al aire, de inmediato de sus nudillos emanó un poderoso manto de fuego que salió con mucha violencia. No pasó ni un solo segundo y ya las llamas inundaron todo el pasillo, estaban por alcanzar al siniestro hombre, pero cayó algo de arriba que lo protegió. El techo del pasillo había colapsado, lo derritió en cuestión de segundos. Las llamas de inmediato se vieron sofocadas.

Krasniev quedó perplejo y algo estupefacto, con una expresión de incredulidad en su rostro. Entonces, escuchó quejarse a Aurelia del dolor.

-¿Estas bien?-Preguntó el mago rojo preocupado.

-Si… solo me duele un poco…-Respondió la humana adolorida-, tan solo ve… tan solo ve tras el.

-Eso haré

Acto seguido Krasniev entró a la pirámide, tenia que dejar a su apoyo atrás, si su adversario conseguía el disco de obsidiana seria imparable. Además, los que quedaban en la sala corrían mayor peligro que la humana. Sin perder el tiempo el hebri logró quitarse los obstáculos de su camino sin mucho esfuerzo, tan solo movió ambos brazos a los lados para quitarse de en medio el techo colapsado y convertido liquido de en medio.

Si bien la piedra se transformaba de esa manera Krasniev aun podía controlarla con su habilidad, pero solo cuando no estaba totalmente diluida como un liquido ligero. Mientras la piedra continuara siendo medianamente espesa aun era capaz de moverla y usarla.

El acuoso llegó finalmente hasta la sala donde estaba el disco, el soldado que había alertado a los demás quedó alarmado al verlo. Trató de alzar la voz, pero antes de que pudiera hacer nada el siniestro hombre se abalanzó sobre el y le tapó la boca con su mano. Su cabeza y parte superior de su torso se derritieron de inmediato, lo que quedaba sólido del cuerpo se desplomó al piso. Esto llamó la atención de todos los presentes en la sala, de manera inmediata quedaron estupefactos al ver al extraño individuo desnudo frente a ellos.

El acuoso sonrió de la manera más siniestra que pudo. Sin embargo, no tenia mucho tiempo para divertirse con las futuras victimas que estaban en la sala, pues, delante suyo tenía un premio aún más gordo. El disco de obsidiana.

Comprarle la información al mago desertor fue la mejor inversión de su vida. Aquel objeto de codiciado poder estaba frente suyo aguardando ser tomado, si lo alcanzaba seria poseedor de un poder sin límites. Sin embargo, también había otros caminos. Mucha gente estaba dispuesta a hacer lo que fuera para poner sus dedos sobre uno de estos discos, podía sacar inmensos beneficios por vendérselo a la gente indicada. Incluso hasta podía intercambiárselo al emperador por la amnistía de sus crímenes e inmunidad diplomática. Tomar el disco era ganar en todas las circunstancias.

Sin perder el tiempo se lanzó directo hasta el disco de obsidiana, unos dos arqueólogos trataron de detenerlo poniéndose en su camino, pero resulto inútil. El acuoso los mató liquidizandolos en cuestión de segundos, su camino estaba libre, se abría paso sin obstáculo alguno. Pero de pronto algo lo frenó, uno de los presentes se lanzó contra el agarrándolo por atrás y reteniéndolo, era Coancalcoh.

-¡No iras a ninguna parte maldito! ¡Moriremos los dos!-Aseguró el suchuq.

Esas palabras alertaron de inmediato al acuoso. Entonces se dio cuenta de algo ¿Por qué el disco permanecía aún suspendido pese a que toda esta gente estaba aquí? Había una razón por la que aún no lo habían tomado, lo confirmó al ver como decenas de símbolos marcados en las paredes y el techo se iluminaban al unísono. Su preciado premió estaba protegido por trampas, de inmediato palideció al darse cuenta de eso.

Acto seguido aparecieron filosas y gruesas estacas de piedra de las paredes y el techo, se dirigían a toda velocidad contra el. No podía moverse debido a que estaba retenido por el hombre lagarto, aunque se deshiciera de el no le daría tiempo a escapar, tenia que derretir las mortales estacas. Sin embargo, se dio cuenta de que no podía hacerlo, la magia del disco sobre las trampas era tan poderosa que no se veían afectadas por su habilidad. Ya no quedaba tiempo, ambos entonces fueron empalados violentamente.

Krasniev llegaba justo para ver esa escena, al enemigo y el imperial muriendo al mismo tiempo. Quedó sorprendido, sin embargo no se extrañó que tal cosa pasara. Concalcoh era un soldado, tenia que dar la vida para cumplir sus órdenes y asegurarse de que la operación sea un éxito.

No obstante esto no se había terminado aún.

El acuoso soltó una carcajada, no estaba muerto. Todos miraron sorprendidos, las estacas atravesaron su cuerpo, quedó empalado ¿Cómo era posible que siguiera vivo? Entonces Krasniev cayó en cuenta, su adversario había utilizado su habilidad sobre su cuerpo. El mismo se derritió. El sacrificio del suchuq fue en vano.

De inmediato el acuoso se diluyó entre todas las estacas de la habitación hasta llegar finalmente al disco de obsidiana. De inmediato volvió su cuerpo sólido y de un salto alcanzó el objeto de magnifico poder, todos miraron aterrados la escena. El enemigo se hizo con el objetivo. El mago rojo miraba perplejo y alarmado como las cosas se iban a poner aún peor.
 

Shadowj5000

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<<Tengo que usarlo, no me queda opción>> Se dijo Krasniev a si mismo luego de ver esta catastrofe.

El peor escenario posible se hizo realidad, ahora aquel monstruo estaba en posesión del disco, potenciado por aquel artefacto de inmenso poder. Se había hecho cien veces más peligroso y letal.

El disco entonces comenzó a orbitar alrededor del acuoso. Este sintió el descomunal poder corriendo por sus venas, como cada fibra de su cuerpo era tocado por una exorbitante cantidad de energía. Nunca antes había sentido esta sensación. Era maravilloso, se sentía mas vivo que nunca.

El mago rojo tenia que neutralizar esta amenaza de inmediato, no debía dejarlo salir de ese lugar con vida, no le quedaba más opción que utilizar lo que estaba guardando. Si quería llevar a cabo su objetivo de proteger el disco iba a tener que hacer uso de su habilidad más poderosa. El rayo.

Sus cabello canoso se erizaró, su cuerpo comenzaba a generar calor, la temperatura corporal aumentaba por las nubes. Su energía mágica comenzaba a acumularse en su brazo derecho, precisamente en la punta de sus dedos. Sus ojos cambiaron de color, cobraron una tonalidad azul similar a la de un zafiro, entonces pequeñas chispas comenzaron a emanar de su torso y extremidades. Tan solo prepararse para lanzar su habilidad le consumía energía.

Apuntó su dedo directo al acuoso, listo para disparar y acabar con esto de una buena vez. Pero antes de que pudiera liberar la energía acumulada en su brazo algo cayó encima suyo, un trozo de piedra derretido, se dio cuenta de esto y lo esquivo moviéndose para atrás. Entonces lo notó, la pirámide entera se estaba derritiendo.

La firme y sólida piedra se transformaba en líquido sin poder oponer resistencia alguna, todo en cuestión de segundos. La estructura entera colapsaba por aquella diabólica habilidad, ahora potenciada de manera monstruosa por el disco de obsidiana.

Krasniev entró en pánico, no podía dispararle un rayo en estas condiciones, tenia que salir urgentemente de la pirámide de inmediato. Su vida corría peligro. Sin embargo, el escenario se ponía cada vez peor por cada segundo que pasaba. El pasillo, la salida, la habitación, todo se distorsionaba y se hacia intransitable, todo se caía encima de ellos.

No pudieron hacer nada, pronto la piedra derretida estaba encima de ellos imposibilitándoles el movimiento. No había pasado ni un solo instante y ya todo el templo estaba liquidizado, no solo la pirámide, si no también las inmensas gradas a sus lados. Todo el lugar terminó destruido, borrado de la faz de la tierra. Ahora sus restos convertidos en líquidos se derramaban por todo el monte, ahora era una avalancha que arrasaba con todo lo que se le ponía en medio.

Los arqueólogos y los soldados restantes, no había posibilidad de que ninguno pudiera haberse salvado. Todos murieron ahogados y sofocados por la piedra derretida que descendía sin frenos violentamente por el monte, sin embargo, el mago rojo logró anteponerse ante esta colosal adversidad

Gracias al uso de su habilidad pudo evitar morir enterrado en toda esa piedra liquida, salvando también a la imperial que ahora estaba inconciente. Salió a la superficie, donde finalmente pudo tener un bocanazo de aire fresco, sin embargo. Aun corrían peligro, no se encontraba a salvo.

La corriente los arrastraba violentamente por todo el monte, tenia que agarrarse de algún lugar si no querían ser llevados y morir. Krasniev con mucho esfuerzo pudo lograr levantar un pilar grueso de piedra, una vez hecho esto se agarró de el y se subió encima arrastrando a Aurelia con el. Logró frenar, ahora la imparable corriente ya no lo arrastraría hasta matarlo.

Una vez sobre la punta del pilar se calmó un poco. Tomó un respiro tratando de apaciguar sus nervios y apartó a la humana a un lado, estaba herida, pero estaría a salvo.

<<Mierda, esto se salió de control. De verdad pensé que iba a morir, si continuaba debajo de la corriente probablemente no lo hubiera logrado. Sin embargo, los demás… no pude hacer nada por ellos. Mierda. Ese hijo de puta, mató a toda la expedición el solo ¿Cuándo fue la ultima vez que me topé con alguien así? No lo se, pero debo detener a ese mal nacido, no pudo dejar que se lleve el disco, no después de ver todo lo que hizo. Si se logra escapar de mis manos quien sabe lo que pueda hacer>>

La voluntad de Krasniev se encendió. Una poderosa llama ardía en estos momentos en el interior del mago rojo. Juraba que por todo lo que conocía y quería que no dejaría impune a ese despreciable. Apretó su puño y frunció su ceño, ahora estaba realmente enojado.

La energía jovial del mago rojo se había transformado, ahora era determinación.

De pronto el hebri se dio cuenta de algo.

<<El pilar se derrite levemente, ese desgraciado aún ronda por aquí. Bien, ahora debo encontrarlo>>

Se paró y recorrió todo el lugar con la vista. Tenia que localizarlo urgente.

El templo aún se deslizaba por la bajada del monte, la corriente todavía continuaba siendo demasiado fuerte que hacia temblar al pilar. El mago rojo tenía que apresurase o volvería a ser arrastrado monte abajo.

De pronto, luego de unos cuantos segundos Krasniev encontró a su oponente. El acuoso nadaba por la corriente de manera magistral, no era arrastrado contra su voluntad, si no que se movía sin problema alguno haciendo buen uso de los movimientos de sus extremidades. Parecía un animal acuático moviéndose con naturalidad por un río muy caudaloso.

<<Ahí estas canalla>>

Krasniev sacó una pequeña jabalina de piedra del pilar, la tomó y sin perder ni un solo segundo se la lanzó contra su enemigo. El proyectil viajaba directo al cráneo del acuoso, se trataba de un disparo certero, pero metros antes de que impactara contra el la pequeña estaca de piedra se derritió.

-Desgraciado…-Se quejó Krasniev molesto.

Sin perder un solo segundo extendió su brazo y lanzó una bola de fuego. El proyectil ígneo atravesó el aire a gran velocidad, el acuoso se dio cuenta de inmediato de aquel inminente peligro, no era capaz de derretir las llamas, por lo que seria imprudente ignorar ese ataque. Se ocultó debajo de la corriente lo mas rápido que pudo, entonces la el proyectil ígneo impactó contra la piedra liquida reventando y causando una explosión de buen tamaño.

La avalancha del templo derretido finalmente pasó siguiendo su rumbo hasta los pies del monte, para la suerte del hebri el pilar donde estaba parado no fue llevado por la violenta corriente. Sin embargo el mago rojo todavía tenía un problema, no localizaba a su oponente, había desaparecido. Si huyó con la avalancha seria un gran inconveniente, pero estaba seguro de que no era así, Krasniev tenia la corazonada de que ese individuo no era de los que dejaban supervivientes.

Entonces, la hipótesis del mago rojo fue confirmada. El pilar sobre el que estaba parado comenzó a liquidizarse. Su oponente no había huido, estaba aquí para finalizar con esto.

El pilar colapsó y comenzó a caer en caída libre al suelo, de pronto notó que su adversario lo estaba esperando con la mitad del cuerpo enterrado en el piso con la mano extendida hacia el para tratar de tocarlo. Krasniev no dejaría que tal cosa pasará, exhaló todo el aire que tenia en sus pulmones y lo convirtió en fuego. El acuoso entonces se vio obligado a resguardarse bajo tierra para que su extremidad no quedara quemada.

Krasniev aterrizó en el suelo, llenó sus pulmones con aire nuevamente lo mas rápido que pudo. Aurelia por su parte cayó al suelo sin daños aparentes, pues que la tierra estuviera a medio derretir le amortiguó la caída.

El mago rojo trató de alzar otro pilar pero no lo consiguió. No pudo ni sacarlo de la tierra cuando se convirtió en lodo, el perverso hombre no lo dejaría escapar.

Sin perder el tiempo el acuoso emergió del suelo con un salto, intentando tocar al hebri con un ágil manotazo. El mago rojo se echó para atrás alzando la cabeza en un intento de sacar un muro de piedra que los separara a ambos, la pared no logró salir antes de terminar derretida, pero le sirvió a Krasniev para evitar ser derrotado, pues su adversario chocó su mano contra aquella breve muralla.

El hebri se recompuso rápidamente, se paró y con sus pies congeló la tierra debajo suyo para evitar hundirse en el suelo líquido. El acuoso lo miró por unos segundos, manteniendo fijo sus ojos en su presa mientras el disco de obsidiana orbitaba a su alrededor. Ignoraba por completo la existencia de la imperial, sus ojos solo recaían sobre Krasniev y nadie más. Esto era positivo para el mago rojo, pues no tenía que preocuparse por su acompañante.

El paisaje de este escenario era desastroso y funesto. El monte estaba destrozado, gran parte de los árboles y plantas habían sido arrastrados por la corriente del templo derretido, y los que no, se encontraban caídos y inclinados por no decir destrozados. Esto era lo que podía provocar un disco de obsidiana, destruir el ambiente de una montaña, sin embargo tan solo era la superficie de las capacidades que podía alcanzar.

Krasniev vio la aterradora sonrisa que tenia ese siniestro hombre. Expresaba una maldad inconmensurable, una felicidad por herir y dañar a la gente, una fascinación por el sufrimiento ajeno. El hebri sabia que estaba lidiando contra algo de naturaleza sádica, tenia seguro de que ese individuo no se detendría hasta matarlo, no había manera de razonar con el ni de llegar a un acuerdo, no le interesaba, tan solo quería satisfacer su oscura necesidad. Era como un animal voraz e insaciable, con tan solo echarle un vistazo comprendía que era amenaza que debía de ser neutralizada.

Sin embargo, vencer a este cruel y sádico individuo no seria tarea fácil, no mientras tuviera ese disco en posesión. Su habilidad estaba intensificada unas cien veces, además de que el poderoso objeto le proporcionaba energía a cada segundo, por lo que no se quedaría agotado.

El hebri además notó que su cuerpo poco a poco goteaba, pequeños pedazos de piel de su cuerpo se desprendían de el en pequeñas y diminutas gotas. Se diluía poco a poco, sus uñas ya se le habían caído, sentía como sus dientes y huesos se ablandaban, si esto continuaba prolongándose terminaría derretido. Era una carrera contra el tiempo. No solo su habilidad cubría una área larga, si no que el disco incluso la volvía mas poderosa e intensa. Se encontraba ciertamente en una situación de gran adversidad, salir de aquí no seria para nada fácil, pero aun así… La derrota no era un resultado que iba a permitir.

Empezó a soplar ligeramente y una pequeña llama emanó cerca de sus labios, luego envolvió aquel fuego con su mano y exhaló con más fuerza, creando así un largo látigo de fuego. Alzó su brazo y luego lanzó un latigazo contra el acuoso, este enseguida se zambulló en el suelo derretido desapareciendo de la vista del mago rojo.

Krasniev gruñó enfadado, siempre recurría a la misma táctica para esquivar sus ataques de fuego, no tenia como contrarrestarlo. Su única manera de dañarlo era con sus llamas, pero aquel individuo podía evitar esos ataques con facilidad. Detestaba esta situación.

Los árboles caídos y destrozados del monte comenzaban a derretirse a gran velocidad, si no se apuraba otro deslizamiento iba a arrastrarlo decenas de metros hacia abajo. Además, le quedaban menos de la mitad de sus energías, tenia que acabar con esto en unos pocos movimientos, cosa que estuvo tratando de hacer pero que por el momento no dio resultado. Si se prolongaba por un minuto más perdería.

El acuoso salió de la tierra a espaldas de Krasniev, derritiendo en el proceso el hielo en el que estaba parado. El hebri se esperaba este movimiento, apunto su mano atrás suyo y una potente ráfaga de aire emanó de su palma con gran potencia. Su adversario salió volando a varios metros de distancia, cayendo sobre el suelo a medio liquidizar, aquel fuerte golpe de aire que recibió justo en el rostro lo dejó aturdido por unos cuantos segundos.

-¡Conozco a alguien que puede teletransportarse, aparecer detrás de la espalda es el truco mas básico de esa habilidad! ¡A mi no me vas a tomar por sorpresa!-Aseguró Krasniev.

El acuoso bufó molesto mientras se recomponía, miró al hebri con una sonrisa desagradable, aunque lo rechazara de esta manera decenas de veces era cuestión de tiempo. Eventualmente ganaría.

Krasniev jadeaba. Sentía como su cuerpo se entumecía, el cansancio se apoderaba de sus extremidades, sus piernas temblaban ligeramente mientras su corazón y pulmones trabajaban de manera agitada. Le quedaba la energía necesaria para lanzar sus hechizos una sola vez, después de eso quedaría seco, tendido en el suelo agotado sin posibilidad de hacer nada más.

El acuoso contrarrestó cada cosa que lanzó, tenía en posesión un objeto que amplificaba sus poderes y no sufría desgaste, sin embargo, pudo notar algo. Pese a que se había vuelto más poderoso y parcialmente lo derretía con su presencia se dio cuenta de que aún tenía que tocarlo para liquidizarlo por completo y matarlo. Tenia que aprovechar ese hecho para ganar la pelea con su último movimiento.

Esta era su última oportunidad para terminar con el combate.

Comenzó a emanar frío de su mano, su palma y dedos se congelaban ligeramente, pretendía usar hielo para terminar con la pelea. Tocar a su adversario y congelarlo. El acuoso lo comprendió de inmediato con solo verlo, este hebri quería imitarlo con la manera en la que trabaja su habilidad. Carcajeó erráticamente y de manera desquiciada casi retorciendo su cuerpo, sonrió de la manera mas siniestra posible mientras sus ojos saltones se inyectaban en sangre ¡Aceptaba el desafío!

Krasniev suspiró.

Ambos corrieron directo hacia el otro extendiendo sus brazos, uno con el poder del hielo y el otro con el poder de derretir las cosas. El primero que tocara a su rival seria el ganador de la pelea.

El acuoso estaba contento y emocionado, estaba seguro de que triunfaría sin dudarlo, este hebri quería jugar su juego, el no le negaría tal cosa. Quería demostrarle que no podía salir victorioso, que no podía ganarle en algo que era ya un experto. Quería destrozarlo, humillarlo, ver esa expresión de horror al darse cuenta de su derrotar. Una sensación de placer y éxtasis recorría su cuerpo con pensar en ello, no podía aguantarlo, quería verlo de inmediato.

Estaban ya a escasos metros, uno frente al otro estiraron sus brazos con sus respectivos hechizos cargados en ellos. El tiempo se dilató, los dos podían ver los movimientos del contrario con gran lentitud, los segundos parecían minutos, moverse pareciera que les costaba horas. ¿Quién ganaría? ¿El hielo de Krasniev o la liquidizacion del acuoso? Ambos lo supieron de inmediato.

“¡Gané!” Es lo que decía la expresión del siniestro hombre.

El acuoso había sido mas rápido que Krasniev, fue quien terminó por tocarlo más rápido. El hebri ni pudo hacerlo.

Abrió la boca emocionado, la excitación se apoderó de el de inmediato. Con alegría miró el rostro de Krasniev esperando que hubiera una expresión de horror y angustia, quería ver su alma destrozada en la desesperación, pero no fue así.

El mago rojo sonreía ligeramente de manera presumida. El había ganado.

De inmediato el acuoso vio estupefacto como los pelos canosos del hebri se erizaban en menos de un segundo y sus ojos cobraban un color azul oscuro al mismo tiempo que emanaba pequeñas chispas ¿Qué era esto? Sentía que algo peligroso estaba por pasar, tenia que matar al mago rojo antes de que ocurriese, tenia que activar su habilidad y derretirlo. Pero no pudo, se encontraba paralizado, no era capaz de mover su cuerpo, sintió una sensación desagradable de dolor atravesándolo entero. Un agresivo calor dañando cada músculo, fibra y célula.

Entonces salió volando mientra aullaba desesperado. Nunca había sentido algo como esto, este era un dolor que nunca experimentó en su vida. El miedo y el terror se apoderaron de su espíritu de inmediato. Alguien que hacia sufrir a los demás y que les hacia experimentar un inmenso terror lo sufría en carne propia.

Cayó al suelo adolorido apenas pudiendo moverse. Su cuerpo emanaba humo mientras le ardía cada fibra de este, con ligeros espasmos que movían sus músculos de manera involuntaria. Se levantó con dificultad, sufriendo una horrorosa dolencia, gruñendo del dolor y sollozando como una bestia que fue herida. Miró al hebri con un intenso odio, lo mataría, se aseguraría de hacerlo sufrir, que le rogara piedad mientras lo torturara.

Krasniev estaba de rodillas en el suelo respirando agitadamente por la boca, jadeaba con mucha dificultad. Su cuerpo entero no resistía, estaba totalmente agotado.

<<Ya no puedo mas, eso fue lo último que me quedaba>>

El acuoso gritó con un inmenso odio y rencor, estaba lista para lanzarse contra el mago rojo, pero este enseguida alzó la cabeza. El perverso hombre palideció por completo, de manera instintiva retrocedió ligeramente asustado. Krasniev lo había fulminado con la mirada, aún había chispas emanando de su cuerpo. Tenía mas la certeza de que si intentaba tocarlo iba a terminar de la misma forma que hace segundos.

-¡Hi… HIJO DE PUTA!-Gritó enfadado el acuoso hasta quedarse sin voz.

Entonces hizo lo impensable, algo que nunca había hecho jamás. Huyó. Se zambulló dentro del suelo derretido y escapó por ahí lo mas lejos que podía, navegando la tierra liquida.

El hebri no tenia precio por su cabeza, nadie lo quería muerto, no lo habían enviado para matarlo. El acuoso no tenía razón para quedarse más ahí, lo mas importante era huir con el disco de obsidiana, su objetivo ya se cumplió hace rato. Intentar asesinar a Krasniev tan solo era capricho, asegurar su vida e integridad junto con el disco era la prioridad.

-Desgraciado…-Murmuró Krasniev ya agotado por completo.



Fue derrotado, ahora se encontraba en plena retirada. Nadaba debajo de la tierra liquida a gran velocidad, había transcurrido alrededor de un minuto y medio desde que escapó del hebri con el disco de obsidiana. De pronto se detuvo, tenia que salir a tomar aire a la superficie.

Aún se encontraba en medio de la jungla de Yukatar, no había salido del monte, todavía estaba en la espesa selva. Tendría que recorrer kilómetros para abandonar la región.

Emergió de la tierra tomando grandes bocanadas de aires quedándose tendido en el suelo, su cuerpo entero se encontraba adolorido. Ardía como si hubiera sido quemado en un horno por varias horas, temblaba de manera involuntaria, sus músculos se encontraban dañados. El corazón le dolía como nunca, parecía que en cualquier momento le iba a dar un paro cardiaco.

Pese a que el disco de obsidiana le otorgara energía no sanaba su cuerpo, en teoría no debería de estar cansado, pero se sentía muy agotado. Ni siquiera aquel poderoso artefacto podía curarlo.

Ese odioso hebri, todo esto era su culpa. El le causó esto, el le provocó este daño. Esos rayos lo destruyeron, nunca hubiera imaginado que tuviera esa habilidad oculta debajo de la manga, ese desgraciado lo estaba ocultando todo ese tiempo. Era un tramposo, esto no era para nada justo ¡Una injusticia!

Le haría pagar esto, se vengaría, se aseguraría de hacerle sufrir un infierno. Lo torturaría hasta que pidiera piedad, quería ver sus lágrimas, su cordura desgarrada, esa expresión de terror y sufrimiento. Quería ver su alma quebrándose, eso era lo que buscaba y se lo negó. Pero algún día se lo devolvería, reclamaría lo que se merecía, sentir la satisfacción de verlo atemorizado.

Sonreía pensando en todas las cosas por las que lo podía hacer pasar. Quitarle las extremidades, licuarle los órganos internos o derretirle la piel. Sentía un gran placer con esas cosas pasando por su mente, pasaba su lengua por sus labios deseoso de experimentar tal éxtasis matando a alguien de esa forma. No podía aguantarse mas, cuando pusiera pie en algún lugar agarraría a la primera purria que se le cruzara en el camino y le haría todo eso. Si, se lo merecía después de haber pasado ese martirio.

De pronto, mientras estaba perdido en sus pensamientos alguien se le presentó plantándosele.

Tan solo vio ligeramente a dos pies poniéndose justo frente suyo a pocos centímetros de su cara. No sabía bien quien era, supuso de inmediato que debía de ser algún soldado que se quedó rezagado y que ahora que estaba delante suyo e intentaría matarlo en su débil estado. No permitiría que sucediera, ninguna basura imperial podría siquiera tocarlo, podía estar lastimado pero aún tenía el disco de obsidiana. Este soldado era un incrédulo si pensaba que podía llegar a tocarlo.

Se levantó de repente, hizo que el disco de obsidiana le suministrara energía. Enseguida todo el ambiente comenzó a derretirse, los árboles y el suelo se convertían en cuestión de segundos en líquido. Entonces rápidamente tocó el torso de aquel insensato esperando que muriera rápidamente en menos de un instante, pero no ocurrió. El acuoso quedó estupefacto observando al individuo que tenia delante suyo.

Un sujeto flacucho equipado con una armadura negra que le cubría el cuerpo entero, con unos ojos rojos que miraban directo al perverso hombre.

Su armadura no sufrió ningún cambio, apenas un par de gotas emanaron de ella. Ni siquiera la potente e imbatible energía del disco pudo penetrar la extraña armadura.

Miró extrañado este insólito hecho ¿Cómo era posible esto? No podía estar ocurriendo, había derretido un templo entero junto con una buena porción de un monte con ayuda de ese disco ¿Cómo era posible que un sujeto ni se inmutara con esto?

Pero enseguida abrió los ojos asombrado.

<<¡¡¡ESA ARMADURA NEGRA!!!>> Se dijo a si mismo el acuoso aterrado al caer en cuenta de lo que tenia delante suyo.

El extraño individuo desapareció de pronto, dejando no más que un rastro de pequeñas partículas negras flotando en el aire. En menos de un segundo el acuoso figuró de lo que se trataba, el mismísimo mago rojo se lo mencionó en su combate.

Se giró para mirar atrás, pero ya era tarde. Había sido decapitado.



El sol ya estaba en lo más alto del cielo, ya era medio día.

Krasniev estaba sentado en uno de los árboles caídos, justo al lado de Aurelia que seguía inconciente. Se encontraba en mal estado, hasta la mas ultima gota de su energía se había agotado, solo le quedaba para seguir conciente pero faltaba poco para que eso cambiara. La fatiga se apoderó por completo de su cuerpo, sus extremidades ya no tenían fuerza, apenas si lograba mover sus brazos.

La misión fue un rotundo fracaso. Pese a que salió victorioso del combate y se mantuvo con vida el adversario fue capaz de escapar con el disco de obsidiana, era junto con la imperial el único superviviente de la expedición.

Ahora el disco se encontraba en unas perversas manos, no había duda alguna de que se desataría una verdadera catástrofe. Con ese poderoso objeto bajo el poder de ciertos individuos la propia estabilidad del imperio flaqueaba, el emperador no perdonaría algo como esto, con ese potente objeto fuera de su alcance su posición peligraba.

Krasniev estaba seguro de que el emperador le daría una paliza con sus propias manos por fracasar en esta tarea que le encomendó. El hebri sonreía nervioso de solo pensarlo, ya se lo imaginaba matándolo con un palo.

De pronto comenzó a cerrar sus parpados, no podía más con el cansancio. La poca energía que le quedaba ya se le había agotado, ahora estaba a punto de caer inconciente sobre el suelo. Sin embargo, de manera sorpresiva algo lo golpeó en la cabeza, esto evitó que cayera dormido. Se había medio espabilado.

-Qué mierda-Expresó el hebri sorprendido.

Entonces, de manera extraño comenzó a sentirse revigorizado. De un momento a otro se recuperó de forma inexplicable, sentía como el cansancio se dispersaba de su cuerpo, su energía volvía.

-¿Ya te sientes mejor?-Preguntó una voz.

Krasniev levantó la vista y se topó con el extraño individuo que tenia enfrente, un hombre de complexión delgada con la piel grisácea y una expresión seria. El hebri no se extrañó de ver a alguien así, pues ya sabia que el iba a estar aquí, que esa armadura negra se presentaría en este lugar.

De hecho, de cierta manera le tranquilizaba que estuviera aquí pese a los nervios que sentía minutos antes por su llegada.

Entonces notó que algo estaba tirado sobre sus pies, el objeto que lo había golpeado. El disco de obsidiana. El mago rojo abrió los ojos sorprendido.

-¿Cómo?-Preguntó extrañado.

-Maté al sujeto que se lo estaba llevando-Contestó el misterioso hombre.

-¿De verdad?-Preguntó Krasniev nuevamente. No podía creer que ese perverso individuo pudiera ser matado con tanta facilidad.

-Así es. Hice lo típico, me teletransporté detrás de el y lo decapité sin mucho problema-Respondió calmado como si fuera lo mas típico del mundo-. Fue fácil, aunque veo que a ti no te fue de la misma manera con el.

Krasniev carcajeó.

-Por supuesto que no, casi me cuesta la vida sacármelo de encima-Dijo con una sonrisa nerviosa-. Hizo mierda todo, de los sujetos mas complicados que enfrente.

-Pero de seguro no tan complicado como lo de aquella vez en Ezqueel.

-No, no. Lo de Ezqueel esta a otro nivel, ni siquiera se muy bien como fue que salimos con vida de ahí.

-Si, por poco y el mundo se va a la mierda ese día.

-Aún con todos los años de edad que tengo no me puedo creer que una cosa como esa existiera.

-Pues lo hizo. Por culpa de ambos y de todos los imbéciles involucrados en ese estupido enfrentamiento entre facciones.

-Las cosas no fueron lo mismo desde eso, casi todo el gremio de magos con la política imperial sufrieron unas reformas severas.

-Si, unas cuantas cabezas rodaron esa vez, como tu ese maestro estupido tuyo.

-Bah, se lo merecía. Pero, lo que mas gracia me hizo fue como el emperador apareció justo a ultimo momento, cuando ya habíamos hecho todo-Carcajeó Krasniev al mencionar eso-. La verdad me asuste cuando lo vi.

-No me hables de ese idiota. Es insoportable.

-Lo se, lo se. Perdón, se que no te agrada mucho.

-Como sea. No me gusta mucho rememorar cosas del pasado la verdad, así que mejor me voy con el disco ahora.

-¿Lo de siempre? ¿Lo vas a tirar al fondo del mar?

-Si, donde ningún imbécil pueda alcanzarlo. En cuanto mas lejos estén estas cosas de la gente menos desastres como Ezqueel van a ocurrir.

Krasniev se levantó de pronto estirando su espalda.

-A decir verdad esperaba que el vampiro de agua nos tendiera una trampa por la noche para llevarse el disco, no que este sujeto nos atacara en medio de la expedicion-Mencionó el hebri de manera casual.

-¿El vampiro de agua? Lo maté hace dos años atrás en la abadía de Floran. Ya ese imbécil no volverá a molestar más.

-Oh. Ya veo.

-Bueno, me voy. Este disco no se va a tirar solo al fondo del mar.

-¿Qué le digo al emperador? ¿Qué te lo llevaste tu o que el acuoso logró escapar con el?

-Como gustes. La verdad me da igual.

-Sabes, me alegró que estés aquí después de que todo terminará. Estaba muy nervioso por tu llegada.

-¿Y eso porque?

-Pues porque ya te conozco, si te hubieras presentado minutos antes no dudo que tendríamos que haber luchado-Carcajeó el hebri hablando con naturalidad.

-Ah, si. A los imperiales no les agrada mucho mi presencia, pero ya sabes. Tengo que evitar que cualquiera se haga con los discos, incluso si tu trabajas para ellos. Bueno, ya me voy de una buena vez.

El flacucho entonces tomó el disco de obsidiana y empezó a alejarse.

-Por cierto. Es un gusto verte Krasniev-Dijo antes de irse.

Después de decir estas palabras el flacucho comenzó a bajar del monte con el disco de obsidiana. Krasniev lo dejó marcharse sin muchos problemas, tenia una sonrisa en su rostro, pero no se encontraba muy contento, pues sabia lo que le venia.

Pasadas las horas el hebri descendió del monte llevando a Aurelia hasta la aldea de los suchuqs, en donde la trataron. Ella despertó un par de horas después, Krasniev le contó todo lo sucedido, excepto la última parte, le mintió acerca del paradero del disco. Le dijo que el acuoso se lo había llevado.

Aurelia se sintió increíblemente mal, pues falló en su misión y todos sus compañeros fallecieron. Sin embargo logró recuperarse y mantener la compostura. Esa era la vida del soldado, a veces no se triunfaba en las misiones.

Días después de llegaron hasta la capital imperial, donde Krasniev le explicó la situación al emperador en persona. Lo hizo con una sonrisa nerviosa mientras su majestad se aguantaba las ganas de darle un puñetazo, pero se calmó cuando el nombre del sujeto de la piel grisácea fue mencionado. El emperador entonces carcajeó un poco molesto.

Fue piadoso con Krasniev, tan solo le dio un mes entero de papeleo sin descanso.
 
Estado
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