Shadowj5000
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Un hombre deambulaba en medio de la oscuridad a altas horas de la noche. Se encontraba solo, aparentemente perdido y desorientado.
Una entidad lo asechaba desde lo más oscuro, vigilaba cada uno de sus pasos con unos ojos rojos. Aquel depredador tenía forma antropomórfica y unos característicos colmillos los cuales clavaba en los cuellos de sus victimas.
Un vampiro.
El hombre estaba completamente desnudo, no llevaba ni una sola prenda encima, parecía que había salido de una borrachera por lo desalineado de su apariencia.
Sin nadie alrededor era la presa perfecta para el vampiro. Sin testigos o gente que pudiera interferir, la oportunidad de oro. Ya podía saborear la sangre en su boca.
Una vez determinado que esto estaba regalado, salió de su escondite lanzándose hacia su presa a toda velocidad. Corrió deseoso de hincar sus colmillos en ese apetitoso cuello, tenia una euforia sin igual, cada paso que daba lo hacia con gran disposición y energía.
Llegó hasta su indefensa victima, lo agarró por detrás y mordió su cuello sin medir palabras, de la manera más inmediata y rápida posible, pero algo pasó. Sus dientes… sus dientes se derritieron antes de siquiera penetrar su arteria.
El vampiro quedó desconcertado ante esto ¿Qué pasaba? ¿Qué ocurría con sus colmillos? Sin embargo, no eran solo sus dientes, era todo su cuerpo. Se derretía, se estaba volviendo un líquido, iba a terminar como un charco. No entendía lo que ocurría, entró en pánico de inmediato. Trató de alejarse, pero antes de que lo pudiera hacer su presa se dio la vuelta y lo tomó de los brazos antes de que pudiera escapar.
Entonces ahí el vampiro palideció por completo. Con horror fue testigo de la sonrisa sádica del hombre, una que disfrutaba el momento, una sonrisa que indicaba una gran emoción por esto.
¿Quién era este tipo? Se preguntó el vampiro antes de morir, terminando desparramado por todo el suelo como un líquido.
El hombre entonces carcajeó con alegría por varios minutos en medio de la oscuridad mientras una sensación de satisfacción recorría todo su cuerpo.
Un hombre caminaba por un inmenso pasillo en una de las sedes más importantes del imperio, el edificio donde estaba instalado el gremio de magos en la capital. Aquel sujeto tenía una sonrisa en su rostro y transmitía júbilo con su presencia.
Ese hombre era ni más ni menos que el famosísimo Krasniev, el gran mago rojo. Uno de los hechiceros mas famosos y aclamado no solo dentro del imperio, si no que en todo el continente. Ostentaba de una reputación sin igual, de un renombre mayor de lo que muchos nobles quisieran tener.
Se trataba de un hebri, una raza caracterizada por su piel roja como el rubí y sus orejas puntiagudas. Eran el resultado de la mezcla de orcos y elfos hace siglos, eran una raza joven, pero que sin ayuda de sus progenitores pudo salir adelante. A diferencia de otros mestizajes en el continente aquella gente no era estéril, por lo que podía reproducirse entre ellos y ganarse el estatus de una raza propiamente dicha.
Krasniev era ya un hombre mayor, contaba con años y años de experiencia, deambulaba cerca de los cincuenta años, aunque se conservaba muy bien para su edad. Su espíritu y actitud no eran muy diferentes, pues rebosaba de una gran energía. Era alegre, siempre jovial y ocasionalmente presumido, todo el perfil de un joven que quería lanzarse a la aventura.
El gran mago rojo observaba desde una ventana el puerto de la capital, donde la gente se movía frenética cargando y descargando barcos, viendo como algunos zarpaban y otros llegaban. El aire del mar le golpeaba en rostro, un aire fresco del cual disfrutaba y respiraba con mucho placer. De pronto alguien apareció detrás suyo.
-Krasniev-Habló una voz femenina.
Krasniev se dio la vuelta y se topó con una colega suya del gremio, otra maga.
-¿Qué es lo que necesitas querida?-Preguntó Krasniev con una sonrisa.
-Unos hombres con uniforme imperial quieren hablar con usted, dicen que es importe y de urgencia-Informó la maga.
Krasniev puso una cara de intriga, se preguntaba que necesitaban de el.
-¿En donde me esperan?
-En su oficina.
-Muchas gracias, voy de inmediato para allá.
Krasniev partió de inmediato al punto de encuentro, atravesó el inmenso pasillo en donde estaba, salió a un gigantesco jardín en donde había una multitud de gente, todos ellos magos. Variedad de gente lo saluda, jóvenes, mayores, personas que pertenecían a altos cargos dentro del gremio, etc. El hebri era muy conocido dentro de aquel entorno, muchos magos novatos aspiraban a ser como el. Krasniev los saludaba a todos con mucha amabilidad.
Luego de cruzar el jardín se adentró dentro de un edificio grande con varios pisos, era la parte residencial del gremio. Tenía el estilo característico de las ciudades de la costa, el de las polis elficas de las ligas de la Helade.
Krasniev subió hasta el segundo piso, una vez ahí fue directo a su oficina. Cuando entró se encontró con dos personas esperando pacientemente a su llegada, estaban sentados en unas sillas que había en un escritorio de madera. Al ver al Hebri inmediatamente se levantaron de sus asientos y se presentaron.
-¿Usted es Krasniev? ¿El gran mago rojo?-Preguntó uno de los oficiales imperiales.
Se trataban de un hombre y una mujer, una humana y un suchuq, un hombre reptil con cola y hocico de lagarto. Traian el uniforme imperial. Una camisa larga de lana de llama de color rosado, por encima de eso unos chalecos de cuero tachonados y finalmente unos ponchos rojos que cubrían sus hombros.
-Así es, yo soy Krasniev el gran mago rojo. Una leyenda viviente, uno de los hechiceros más poderosos, conocido por todos los rincones del continente. Ese soy yo-Exageró el hebri su presentación con mucho dramatismo mientras posaba, todo esto con una sonrisa en su rostro.
Ambos soldados guardaron silencio, se quedaron observando a Krasniev con las cejas levantadas, les parecía ridículo. La incomodidad se hizo sentir enseguida, el hebri no estaba ante colegas ni alumnos, estaba ante soldados. De inmediato tosió con falsedad sintiendo un poco de vergüenza y preguntó a sus visitantes.
-¿Y ustedes quienes son?
-Soy Concalcoh y mi compañera es Aurelia- Se presentaron ambos y acto seguido estrecharon sus manos con el hebri.
-Un gusto conocerlos a ambos, en especial a su compañera que es muy hermosa- Declaró Krasniev con una sonrisa y guiñándole un ojo a la soldado.
La imperial ni se inmutó, tan solo se limitó a bostezar. Krasniev mantuvo su sonrisa, pero ahora era de incomodidad.
<<Esta gente es difícil de tratar, lo mejor seria que me ponga serió>> Pensó Krasniev para si mismo.
-Y díganme-Volvió a hablar el hebri- ¿Por qué asunto vienen? Imaginó que alguno de sus superiores tendrá un problema con una roca gigantesca y quiere que se la mueva.
-No, no vinimos por eso. Vinimos por un asunto importante… y delicado…-Informó el suchuq-, uno un tanto complejo.
La jovialidad de Krasniev se fue yendo poco a poco hasta adoptar una actitud mucho mas seria acorde a la situación.
-¿Se trata de lo que creo que es?-Preguntó el hebri un tanto preocupado.
-Verá, la situación es un tanto complicada, es por eso que se nos ordenó venir en su búsqueda, para que usted pueda socorrernos en esta tarea un tanto ardua y de gran importancia. Como es bien sabido usted es de los magos con mayor prestigio no solo dentro del imperio, si no del continente entero, sin duda usted se ha ganado tal posición, es por eso que se cree que usted es el mas indicado y optimo para la tarea que esta a punto de realizarse.
-Entiendo, pero ¿De que se trata?
El suchuq estaba nuevamente por hablar pero su compañera lo interrumpió.
-Usted tiene que ayudarnos a conseguir un disco de obsidiana-Fue directo al punto la imperial.
-¡Aurelia! ¡Yo estaba por decir eso! ¡Ya iba a llegar a esa parte! ¡Siempre me interrumpes!-Se quejó el reptiliano un poco indignado.
-Tú siempre das muchas vueltas con las cosas cuando hablas-Reprochó la humana.
Se estaba a punto de encender una discusión entre los dos soldados imperiales, pero antes de que eso sucediera Krasniev habló.
-¿Un disco de obsidiana? ¿Quién es el insensato que quiere ir por tal cosa?-Preguntó Krasniev con mucha seriedad-. Esas cosas están bañadas en sangre, el peligro que supone tratar de apoderarse de ellas es mucho. Además, el emperador no permitiría que uno de sus generales o comandantes fuera tras ellos sin autorización, tal cosa supone traicionarlo.
Los imperiales se miraron entre ellos, luego se dirigieron al hebri.
-Es el emperador quien quiere que usted colabore-Dijo el Suchuq.
Krasniev se sorprendió al escuchar eso, no se lo esperaba, sin embargo le resultaba lógico. Era obvio que el emperador quería asegurar todos los discos de obsidianas posibles.
El hebri suspiró.
-Imagino que no puedo negarme.
-Así es, se trata de una orden-Informó la imperial.
Krasniev carcajeó, una sonrisa se formó en su rostro.
-No tenía pensado negarme de todos modos.
Los dos soldados alzaron las cejas por esta extraña respuesta.
-Explíquenos por favor- Pidió el suchuq.
-Verán, siempre me ha gustado la aventura, desde que era un mocoso hasta hoy en día. Me encanta tenerlas la verdad, no podría negarme a una oportunidad para embarcarme a una y si el emperador me da la orden de ir a una pues no me quejo-Carcajeó Krasniev-. Aunque, ir por un disco de obsidiana es… es… un poco extremo. Sin embargo ¡No hay nada que el gran mago rojo no pueda hacer!
Los dos imperiales miraron al hebri sin comprender bien lo que decía.
-Por cierto, necesito saber todos los detalles si quiero unirme a esta aventura.
--Entiendo, procederé a explicarle tal cosa.
<<Verá, no conocemos como, pero hace unos dias unos tres magos del gremio descubrieron la localización de un disco de obsidiana en los limites de la jungla de Yukatar, cerca de la frontera del Twantisuyu, a las cercanías del río Chixtpolt, precisamente en un monte. Para nuestra suerte eso se ubica dentro del imperio, por lo que nos asegura que no habrá ningún conflicto contra otra nación o reino.
-Entonces será fácil y conveniente llegar hasta allá, podemos salir en barco desde aquí y estar ahí en menos de un día.
-Así es.
-Pero tengo una duda ¿Si fueron tres magos del gremio quienes localizaron el disco porque nadie de aquí esta enterado de tal cosa? No noté que circularan rumores de tal cosa o agitaciones en general.
-Pues hay un protocolo en estos asuntos. Antes que nada se debe de informar al emperador, es el primero que tiene que saberlo, es una ley. Darle ese conocimiento es de más alta prioridad que dárselo a un oficial o un gobernante. En cuanto menos sean mejor. Es por eso que todavía nadie en el gremio sabe de tal cosa, salvo usted y gente de confianza de nuestro emperador, gente que lo recomendó para que llevase a cabo tal tarea.
-Entiendo-Aceptó Krasniev sin darle muchas vueltas al asunto.
-Y tal cosa me lleva a otro punto de esta conversación.
-¿Y cual es?
-Es un problema que se dio. Uno de los tres magos no informó sobre esto, de hecho desapareció cuan pronto ellos encontraron el disco.
Krasniev estaba muy atento ante esto. Varias suposiciones se dieron en su mente, pero prefirió escuchar todo antes de abrir la boca.
-Al tipo se lo vio un día después en la ciudad más cercana, llevaba consigo mucho dinero, dinero el cual no tenía antes de toparse con el disco. Es obvio que vendió la información.
Krasniev carcajeó ligeramente.
-Ya se me hacia raro que algo relacionados con los discos no tuviera su pizca de drama y complicación. Imagino que ahora estamos en una carrera contra gente desconocida y ambiciosa que no le importa nada.
-Por supuesto que si. El mago que vendió la información ahora tiene un pedido de búsqueda y captura, será ejecutado por su traición. Además, esa es otra de las razones por la que usted va, para protegernos de cualquier peligro y disuadir cualquier intento de ataque contra la expedición.
-Ya veo, eligieron bien. Ya sea un ejército o un individuo poderoso lo venceré. De eso pueden estar seguros.
Desbordaba confianza el hebri.
-Es bueno oír eso. Lo mejor será irnos cuanto podamos de aquí, ya todas las cosas están preparadas. Hay ya un barco en el puerto que nos esta esperando para zarpar lo mas pronto posible. Un pelotón de los mejores hombres del ejército nos acompañara en la expedición, además de unos cuantos funcionarios de altos cargos para asegurarse que todo vaya bien.
<<Le recomendamos que postergue todos sus asuntos en este lugar y prepare sus cosas para salir. Lo estaremos esperando en la entrada del gremio.
Entonces ambos soldados salieron de la oficina de Krasniev. El hebri suspiró.
Ya no había forma de retroceder, no solo hacia esto por la emoción de vivir una aventura. Tenía mas razones y las escondía bajo esa fachada de aventurero jovial. Sabia que era un asunto serio y delicado, entendía perfectamente que todo lo relacionado con los discos terminaba en un charco de sangre, lo experimentó de primera mano en su juventud.
Su moral lo obligaba a asegurarse de que todo saliera bien en esa expedición, tenía que garantizar que nadie ajeno se apoderara del disco. Mas aun sabiendo que se compró información por su paradero, nadie con buenas intenciones iría tras el.
La preocupación poco a poco comenzó a crecer en el pecho del hebri.
<<De seguro esa armadura negra se andará por ahí>> Pensó para si mismo muy preocupado.
…
Salieron de la capital imperial apenas Krasniev arregló todos sus asuntos y se preparó para la expedición. Zarparon en un barco llenó de soldados, navegaron bordeando las costas dirigiéndose hacia el este, en dirección a Yukatar.
-Un regimiento nos estará esperando cuando lleguemos al punto de encuentro-Informó el suchuq a Krasniev.
Llegaron al anochecer al delta de río Chixtpolt y una vez ahí comenzaron a navegarlo, adentrándose en la jungla de Yukatar.
El río se prestaba para ser navegado por barcos grandes como en el que iba Krasniev, esto debido a su anchura de buen tamaño y que tenía un gran volumen de agua. En aquel lugar vivía una fauna variada. En la frondosa jungla se podían avistar aves de colores exóticos como tucanes y loros, cocodrilos de gran tamaño, carpinchos, anacondas y ocasionalmente felinos como panteras ocultándose entre la flora.
El imperio tenía una fuerte presencia en aquel río, pues era un paso importante para el comercio y el movimiento de tropas. Cada cierto tiempo el navío donde iba el hebri se topaba con puestos de control y peajes, aparte de puentes de gran tamaño que permitía la circulación de caravanas. Además de que una gran población hacia uso del río para sustentar su vida, pues varias aldeas agrarias usaban el agua para cultivar maíz en grandes cantidades.
Mientras recorrían el rió los pensamientos de preocupación inundaban al hebri, una parte suya temía por lo que pudiera encontrarse en la misión. Gente peligrosa intentaría hacerse con el control del disco, eso era más que seguro. Esta operación era peligrosa, pero para eso el estaba ahí, para hacerle frente a cualquier obstáculo, pues era el gran mago rojo. De los magos con mayor reputación de todas.
Aun así, la preocupación y los nervios no se esfumaban tan fácil. Tenía la certeza de que ese hombre con la piel grisácea se presentaría en algún momento.
A mitad de la noche finalmente llegaron hasta el punto de encuentro, un pueblo pesquero de tamaño humilde que no debía de pasar los cincuenta habitantes. El barco se estacionó en el modesto muelle junto con las pequeñas balsas de pesca que yacían aparcadas. Todos inmediatamente abandonaron el navío, entrando en la aldea, justo donde otro pelotón de soldados los esperaba. Krasniev aprovechó para estirar un poco, pues había ido sentado todo el viaje en una silla al lado de la borda.
El hebri vio como todos los habitantes del pueblo eran suchuqs, no le pareció para nada raro, pues esta era una región poblada mayormente por ellos, ya que estaba justo al lado del lugar de donde provenían. El twantisuyu, la columna vertebral del imperio. Ellos eran la raza principal y dominante en el continente, sin embargo eso no entraba en conflicto con otras razas, pues se aseguraron de no ser tan hostiles y optar por la asimilación de otros pueblos con los que convivían.
-Descansaremos por aquí unas horas, saldremos cerca del amanecer. El lugar donde esta el objetivo no esta muy lejos de aquí-Informó el suchuq evitando mencionar el disco de manera explicita-, de hecho se puede ver desde aquí el monte.
Concalcoh señaló al este y Krasniev vio en esa dirección topándose con el monte claramente a unos cuantos kilómetros. Por la distancia, supuso que no tardarían mucho en llegar, a lo sumo dos horas a pie. El problema es que estaba al otro lado del río y que la jungla en esa parte era mucho más densa y frondosa a diferencia donde estaba la aldea.
-Entiendo, no será tan complicado entonces-Aseguró Krasniev.
-Esperemos que así sea.
Krasniev entonces se puso a descansar del largo viaje divirtiéndose con los soldados que había en un círculo con una fogata, junto con unos aldeanos que también se acercaron. Tomó chicha, les mostró a los soldados algunos trucos con sus hechizos, contó anécdotas e historias de sus hazañas entreteniéndolos a todos, y en general se dedicó a ser a ser el centro de atención. También, en esas horas entabló amistad con el general que era el líder de la expedición, un elfo de mediana edad con un semblante y actitud serios, pero que aun así se divirtió con Krasniev bastante, entablando amistad en muy poco tiempo.
El hebri era muy sociable y extrovertido, solía hacerse amigos a todos los lugares que iba. Tenía amistades en todos lados y de todo tipo; agricultores, magos, guerreros, políticos, comerciantes y un largo etc. No solo por sus hazañas y poder era bien conocido, si no por también caerle bien a todo el mundo. Incluso hasta era un conocido del emperador.
Luego de las horas de oscuridad finalmente amaneció. Krasniev durmió cerca de unas dos horas, era poco pero le bastaba con eso para descansar. Todos inmediatamente se prepararon y alistaron sus cosas para partir al monte. Pero antes que nada tenía que atravesar el río.
Todos se fueron al muelle listos para subirse a las pequeñas barcas de pesca, pero Krasniev tenia otros planes. Se paró frente al agua y la tocó con su dedo, congelando un pequeño espacio con un hielo delgado.
<<Mmmmhhh, quizás el hielo no sea lo mas conveniente para cruzar. Hace calor y en general no soy capaz de crear un puente de hielo tan denso como para que todos crucen. Quizás lo mejor sea crear un camino de tierra>>
-Krasniev ¿Qué esta haciendo? Súbase a los botes para que podamos irnos-Dijo el suchuq.
-No será necesario, podemos cruzar con mucha mas facilidad si hacemos esto-Habló el hebri.
De inmediato se puso frente al río y alzó ambas manos. De pronto debajo del agua emergió un camino de rocas bastante ancho que iba desde el muelle hasta el otro lado del río.
-Podemos cruzar por aquí-Aseguró Krasniev con una sonrisa presumida.
Todos de pronto quedaron asombrados, ninguno de los presentes conocía a un mago de realizar tal tarea de esa manera. Pero pronto se dieron cuenta de que no estaban siendo acompañados por un mago común y corriente, si no que estaban al lado del gran mago rojo.
Inmediatamente todos se bajaron de los botes y comenzaron a caminar por el puente de piedra que había creado Krasniev. Ni siquiera el general que era el líder de esta operación se cuestionó esto, de hecho soltó una carcajada y ordenó a sus hombres que vayan hasta el otro lado. Era mucho más fácil que hacer varios viajes con los escasos botes que había.
Una vez que todos pasaron todos Krasniev se puso de frente al puente, bajó sus manos y el camino de piedra se sumergió en el agua. Todos nuevamente lo miraban asombrados, a lo que el tan solo sonrió de manera presumida como la vez anterior.
-Vaya, eso es sorprendente-Señaló Aurelia.
-Pues la verdad que si, controlar la tierra y las rocas es una tarea sencilla para mi que no requiere de mucho esfuerzo-Admitió el hebri alardeando un poco-. Desde niño que llevó entrenando esa habilidad, en un principio costaba, pero ahora me sale de manera tan natural como caminar.
-¿Y que mas sabes hacer?-Le preguntó la imperial con curiosidad.
Krasniev sonrió.
-Pues muchas cosas más. Puedo en general controlar los elementos, esa seria mi mayor especialidad. Los que mejor uso son la tierra y el fuego, aunque también se usar el hielo, el rayo y el viento. No son mis mejores habilidades pero las controlo bien.
Entonces Krasniev estiró sus brazos mostrándole a la humana sus capacidades. En una de sus manos creó una pequeña llama y en la otra un diminuto tornado. Aurelia prestó mucha atención sintiendo admiración.
-¿Y el agua?-Preguntó de pronto el suchuq metiéndose en la conversación.
-Pues el agua no la controló, no adquirí esa habilidad. Aunque una vez me enfrente a un vampiro que si podía. Amadeus Octavio creo que se llamaba. Le di una paliza que lo hizo huir-Se jactó Krasniev presumiendo nuevamente de sus hazañas.
-¿El vampiro de agua? ¿Esa bestia? Vaya, lo único que le falta es haber estado en Ezqueel.
Krasniev rió nervioso. Decidió guardar silencio sobre ese tema, evitarlo como la peste.
Siguieron atravesando la jungla mientras el hebri continuaba con su fanfarroneo.
El ambiente era algo incomodo para los que no eran suchuqs, debido a la gran presencia de alimañas como insectos y pequeños animales, sumado a la gran humedad que había y la existencia de plantas que irritaban la piel. Era difícil para los no nativos de la zona, sin embargo eso no les impedía atravesar la zona con el apoyo de sus compañeros. Concalcoh y los demás hombres reptiles del escuadrón estaban tranquilos, mientras que Krasniev y Aurelia junto con el general avanzaban con molestia.
Luego de un par de horas recorrido, cerca del medio día finalmente llegaron hasta los pies del monte, subieron por el con gran facilidad debido a que no era tan empinado. Con un poco más de recorrido alcanzaron su objetivo, el lugar donde se encontraba el disco de obsidiana.
Un templo abandonado.
Había algunos arqueólogos en la expedición y estos les explicaron de que se trataba el lugar; un yacimiento que llevaba cerca de trecientos años abandonado y que supo mantenerse bien con el paso del tiempo pese a la erosión causada por la humedad de la jungla.
Era uno de esos famosos templos en forma de u. La cabeza se trataba de un edificio en forma piramidal con dos brazos largos y anchos a sus costados que servían como gradas, y finalmente con una plaza grande ubicada en el medio. Según el informe el disco de obsidiana estaba en la pirámide, los magos que lo encontraron no habían podido retirarlo debido a que estaba plagado de trampas hechas con magia, por lo que habían decidido a no arriesgar sus vidas y dejar el disco tranquilo en el lugar.
De inmediato se hizo el despliegue logístico. El general ordenó que las tropas cubrieran el perímetro del lugar, cada pequeño grupo se haría cargo de realizar tareas de vigilancia por todo el templo. A otros escuadrones igual de diminutos se les asignarían la misión de patrullar los alrededores, mientras un grupo grandes de soldados cubriría la entrada principal del templo.
Había llegado la hora de retirar el disco de obsidiana.
Una entidad lo asechaba desde lo más oscuro, vigilaba cada uno de sus pasos con unos ojos rojos. Aquel depredador tenía forma antropomórfica y unos característicos colmillos los cuales clavaba en los cuellos de sus victimas.
Un vampiro.
El hombre estaba completamente desnudo, no llevaba ni una sola prenda encima, parecía que había salido de una borrachera por lo desalineado de su apariencia.
Sin nadie alrededor era la presa perfecta para el vampiro. Sin testigos o gente que pudiera interferir, la oportunidad de oro. Ya podía saborear la sangre en su boca.
Una vez determinado que esto estaba regalado, salió de su escondite lanzándose hacia su presa a toda velocidad. Corrió deseoso de hincar sus colmillos en ese apetitoso cuello, tenia una euforia sin igual, cada paso que daba lo hacia con gran disposición y energía.
Llegó hasta su indefensa victima, lo agarró por detrás y mordió su cuello sin medir palabras, de la manera más inmediata y rápida posible, pero algo pasó. Sus dientes… sus dientes se derritieron antes de siquiera penetrar su arteria.
El vampiro quedó desconcertado ante esto ¿Qué pasaba? ¿Qué ocurría con sus colmillos? Sin embargo, no eran solo sus dientes, era todo su cuerpo. Se derretía, se estaba volviendo un líquido, iba a terminar como un charco. No entendía lo que ocurría, entró en pánico de inmediato. Trató de alejarse, pero antes de que lo pudiera hacer su presa se dio la vuelta y lo tomó de los brazos antes de que pudiera escapar.
Entonces ahí el vampiro palideció por completo. Con horror fue testigo de la sonrisa sádica del hombre, una que disfrutaba el momento, una sonrisa que indicaba una gran emoción por esto.
¿Quién era este tipo? Se preguntó el vampiro antes de morir, terminando desparramado por todo el suelo como un líquido.
El hombre entonces carcajeó con alegría por varios minutos en medio de la oscuridad mientras una sensación de satisfacción recorría todo su cuerpo.
Un hombre caminaba por un inmenso pasillo en una de las sedes más importantes del imperio, el edificio donde estaba instalado el gremio de magos en la capital. Aquel sujeto tenía una sonrisa en su rostro y transmitía júbilo con su presencia.
Ese hombre era ni más ni menos que el famosísimo Krasniev, el gran mago rojo. Uno de los hechiceros mas famosos y aclamado no solo dentro del imperio, si no que en todo el continente. Ostentaba de una reputación sin igual, de un renombre mayor de lo que muchos nobles quisieran tener.
Se trataba de un hebri, una raza caracterizada por su piel roja como el rubí y sus orejas puntiagudas. Eran el resultado de la mezcla de orcos y elfos hace siglos, eran una raza joven, pero que sin ayuda de sus progenitores pudo salir adelante. A diferencia de otros mestizajes en el continente aquella gente no era estéril, por lo que podía reproducirse entre ellos y ganarse el estatus de una raza propiamente dicha.
Krasniev era ya un hombre mayor, contaba con años y años de experiencia, deambulaba cerca de los cincuenta años, aunque se conservaba muy bien para su edad. Su espíritu y actitud no eran muy diferentes, pues rebosaba de una gran energía. Era alegre, siempre jovial y ocasionalmente presumido, todo el perfil de un joven que quería lanzarse a la aventura.
El gran mago rojo observaba desde una ventana el puerto de la capital, donde la gente se movía frenética cargando y descargando barcos, viendo como algunos zarpaban y otros llegaban. El aire del mar le golpeaba en rostro, un aire fresco del cual disfrutaba y respiraba con mucho placer. De pronto alguien apareció detrás suyo.
-Krasniev-Habló una voz femenina.
Krasniev se dio la vuelta y se topó con una colega suya del gremio, otra maga.
-¿Qué es lo que necesitas querida?-Preguntó Krasniev con una sonrisa.
-Unos hombres con uniforme imperial quieren hablar con usted, dicen que es importe y de urgencia-Informó la maga.
Krasniev puso una cara de intriga, se preguntaba que necesitaban de el.
-¿En donde me esperan?
-En su oficina.
-Muchas gracias, voy de inmediato para allá.
Krasniev partió de inmediato al punto de encuentro, atravesó el inmenso pasillo en donde estaba, salió a un gigantesco jardín en donde había una multitud de gente, todos ellos magos. Variedad de gente lo saluda, jóvenes, mayores, personas que pertenecían a altos cargos dentro del gremio, etc. El hebri era muy conocido dentro de aquel entorno, muchos magos novatos aspiraban a ser como el. Krasniev los saludaba a todos con mucha amabilidad.
Luego de cruzar el jardín se adentró dentro de un edificio grande con varios pisos, era la parte residencial del gremio. Tenía el estilo característico de las ciudades de la costa, el de las polis elficas de las ligas de la Helade.
Krasniev subió hasta el segundo piso, una vez ahí fue directo a su oficina. Cuando entró se encontró con dos personas esperando pacientemente a su llegada, estaban sentados en unas sillas que había en un escritorio de madera. Al ver al Hebri inmediatamente se levantaron de sus asientos y se presentaron.
-¿Usted es Krasniev? ¿El gran mago rojo?-Preguntó uno de los oficiales imperiales.
Se trataban de un hombre y una mujer, una humana y un suchuq, un hombre reptil con cola y hocico de lagarto. Traian el uniforme imperial. Una camisa larga de lana de llama de color rosado, por encima de eso unos chalecos de cuero tachonados y finalmente unos ponchos rojos que cubrían sus hombros.
-Así es, yo soy Krasniev el gran mago rojo. Una leyenda viviente, uno de los hechiceros más poderosos, conocido por todos los rincones del continente. Ese soy yo-Exageró el hebri su presentación con mucho dramatismo mientras posaba, todo esto con una sonrisa en su rostro.
Ambos soldados guardaron silencio, se quedaron observando a Krasniev con las cejas levantadas, les parecía ridículo. La incomodidad se hizo sentir enseguida, el hebri no estaba ante colegas ni alumnos, estaba ante soldados. De inmediato tosió con falsedad sintiendo un poco de vergüenza y preguntó a sus visitantes.
-¿Y ustedes quienes son?
-Soy Concalcoh y mi compañera es Aurelia- Se presentaron ambos y acto seguido estrecharon sus manos con el hebri.
-Un gusto conocerlos a ambos, en especial a su compañera que es muy hermosa- Declaró Krasniev con una sonrisa y guiñándole un ojo a la soldado.
La imperial ni se inmutó, tan solo se limitó a bostezar. Krasniev mantuvo su sonrisa, pero ahora era de incomodidad.
<<Esta gente es difícil de tratar, lo mejor seria que me ponga serió>> Pensó Krasniev para si mismo.
-Y díganme-Volvió a hablar el hebri- ¿Por qué asunto vienen? Imaginó que alguno de sus superiores tendrá un problema con una roca gigantesca y quiere que se la mueva.
-No, no vinimos por eso. Vinimos por un asunto importante… y delicado…-Informó el suchuq-, uno un tanto complejo.
La jovialidad de Krasniev se fue yendo poco a poco hasta adoptar una actitud mucho mas seria acorde a la situación.
-¿Se trata de lo que creo que es?-Preguntó el hebri un tanto preocupado.
-Verá, la situación es un tanto complicada, es por eso que se nos ordenó venir en su búsqueda, para que usted pueda socorrernos en esta tarea un tanto ardua y de gran importancia. Como es bien sabido usted es de los magos con mayor prestigio no solo dentro del imperio, si no del continente entero, sin duda usted se ha ganado tal posición, es por eso que se cree que usted es el mas indicado y optimo para la tarea que esta a punto de realizarse.
-Entiendo, pero ¿De que se trata?
El suchuq estaba nuevamente por hablar pero su compañera lo interrumpió.
-Usted tiene que ayudarnos a conseguir un disco de obsidiana-Fue directo al punto la imperial.
-¡Aurelia! ¡Yo estaba por decir eso! ¡Ya iba a llegar a esa parte! ¡Siempre me interrumpes!-Se quejó el reptiliano un poco indignado.
-Tú siempre das muchas vueltas con las cosas cuando hablas-Reprochó la humana.
Se estaba a punto de encender una discusión entre los dos soldados imperiales, pero antes de que eso sucediera Krasniev habló.
-¿Un disco de obsidiana? ¿Quién es el insensato que quiere ir por tal cosa?-Preguntó Krasniev con mucha seriedad-. Esas cosas están bañadas en sangre, el peligro que supone tratar de apoderarse de ellas es mucho. Además, el emperador no permitiría que uno de sus generales o comandantes fuera tras ellos sin autorización, tal cosa supone traicionarlo.
Los imperiales se miraron entre ellos, luego se dirigieron al hebri.
-Es el emperador quien quiere que usted colabore-Dijo el Suchuq.
Krasniev se sorprendió al escuchar eso, no se lo esperaba, sin embargo le resultaba lógico. Era obvio que el emperador quería asegurar todos los discos de obsidianas posibles.
El hebri suspiró.
-Imagino que no puedo negarme.
-Así es, se trata de una orden-Informó la imperial.
Krasniev carcajeó, una sonrisa se formó en su rostro.
-No tenía pensado negarme de todos modos.
Los dos soldados alzaron las cejas por esta extraña respuesta.
-Explíquenos por favor- Pidió el suchuq.
-Verán, siempre me ha gustado la aventura, desde que era un mocoso hasta hoy en día. Me encanta tenerlas la verdad, no podría negarme a una oportunidad para embarcarme a una y si el emperador me da la orden de ir a una pues no me quejo-Carcajeó Krasniev-. Aunque, ir por un disco de obsidiana es… es… un poco extremo. Sin embargo ¡No hay nada que el gran mago rojo no pueda hacer!
Los dos imperiales miraron al hebri sin comprender bien lo que decía.
-Por cierto, necesito saber todos los detalles si quiero unirme a esta aventura.
--Entiendo, procederé a explicarle tal cosa.
<<Verá, no conocemos como, pero hace unos dias unos tres magos del gremio descubrieron la localización de un disco de obsidiana en los limites de la jungla de Yukatar, cerca de la frontera del Twantisuyu, a las cercanías del río Chixtpolt, precisamente en un monte. Para nuestra suerte eso se ubica dentro del imperio, por lo que nos asegura que no habrá ningún conflicto contra otra nación o reino.
-Entonces será fácil y conveniente llegar hasta allá, podemos salir en barco desde aquí y estar ahí en menos de un día.
-Así es.
-Pero tengo una duda ¿Si fueron tres magos del gremio quienes localizaron el disco porque nadie de aquí esta enterado de tal cosa? No noté que circularan rumores de tal cosa o agitaciones en general.
-Pues hay un protocolo en estos asuntos. Antes que nada se debe de informar al emperador, es el primero que tiene que saberlo, es una ley. Darle ese conocimiento es de más alta prioridad que dárselo a un oficial o un gobernante. En cuanto menos sean mejor. Es por eso que todavía nadie en el gremio sabe de tal cosa, salvo usted y gente de confianza de nuestro emperador, gente que lo recomendó para que llevase a cabo tal tarea.
-Entiendo-Aceptó Krasniev sin darle muchas vueltas al asunto.
-Y tal cosa me lleva a otro punto de esta conversación.
-¿Y cual es?
-Es un problema que se dio. Uno de los tres magos no informó sobre esto, de hecho desapareció cuan pronto ellos encontraron el disco.
Krasniev estaba muy atento ante esto. Varias suposiciones se dieron en su mente, pero prefirió escuchar todo antes de abrir la boca.
-Al tipo se lo vio un día después en la ciudad más cercana, llevaba consigo mucho dinero, dinero el cual no tenía antes de toparse con el disco. Es obvio que vendió la información.
Krasniev carcajeó ligeramente.
-Ya se me hacia raro que algo relacionados con los discos no tuviera su pizca de drama y complicación. Imagino que ahora estamos en una carrera contra gente desconocida y ambiciosa que no le importa nada.
-Por supuesto que si. El mago que vendió la información ahora tiene un pedido de búsqueda y captura, será ejecutado por su traición. Además, esa es otra de las razones por la que usted va, para protegernos de cualquier peligro y disuadir cualquier intento de ataque contra la expedición.
-Ya veo, eligieron bien. Ya sea un ejército o un individuo poderoso lo venceré. De eso pueden estar seguros.
Desbordaba confianza el hebri.
-Es bueno oír eso. Lo mejor será irnos cuanto podamos de aquí, ya todas las cosas están preparadas. Hay ya un barco en el puerto que nos esta esperando para zarpar lo mas pronto posible. Un pelotón de los mejores hombres del ejército nos acompañara en la expedición, además de unos cuantos funcionarios de altos cargos para asegurarse que todo vaya bien.
<<Le recomendamos que postergue todos sus asuntos en este lugar y prepare sus cosas para salir. Lo estaremos esperando en la entrada del gremio.
Entonces ambos soldados salieron de la oficina de Krasniev. El hebri suspiró.
Ya no había forma de retroceder, no solo hacia esto por la emoción de vivir una aventura. Tenía mas razones y las escondía bajo esa fachada de aventurero jovial. Sabia que era un asunto serio y delicado, entendía perfectamente que todo lo relacionado con los discos terminaba en un charco de sangre, lo experimentó de primera mano en su juventud.
Su moral lo obligaba a asegurarse de que todo saliera bien en esa expedición, tenía que garantizar que nadie ajeno se apoderara del disco. Mas aun sabiendo que se compró información por su paradero, nadie con buenas intenciones iría tras el.
La preocupación poco a poco comenzó a crecer en el pecho del hebri.
<<De seguro esa armadura negra se andará por ahí>> Pensó para si mismo muy preocupado.
…
Salieron de la capital imperial apenas Krasniev arregló todos sus asuntos y se preparó para la expedición. Zarparon en un barco llenó de soldados, navegaron bordeando las costas dirigiéndose hacia el este, en dirección a Yukatar.
-Un regimiento nos estará esperando cuando lleguemos al punto de encuentro-Informó el suchuq a Krasniev.
Llegaron al anochecer al delta de río Chixtpolt y una vez ahí comenzaron a navegarlo, adentrándose en la jungla de Yukatar.
El río se prestaba para ser navegado por barcos grandes como en el que iba Krasniev, esto debido a su anchura de buen tamaño y que tenía un gran volumen de agua. En aquel lugar vivía una fauna variada. En la frondosa jungla se podían avistar aves de colores exóticos como tucanes y loros, cocodrilos de gran tamaño, carpinchos, anacondas y ocasionalmente felinos como panteras ocultándose entre la flora.
El imperio tenía una fuerte presencia en aquel río, pues era un paso importante para el comercio y el movimiento de tropas. Cada cierto tiempo el navío donde iba el hebri se topaba con puestos de control y peajes, aparte de puentes de gran tamaño que permitía la circulación de caravanas. Además de que una gran población hacia uso del río para sustentar su vida, pues varias aldeas agrarias usaban el agua para cultivar maíz en grandes cantidades.
Mientras recorrían el rió los pensamientos de preocupación inundaban al hebri, una parte suya temía por lo que pudiera encontrarse en la misión. Gente peligrosa intentaría hacerse con el control del disco, eso era más que seguro. Esta operación era peligrosa, pero para eso el estaba ahí, para hacerle frente a cualquier obstáculo, pues era el gran mago rojo. De los magos con mayor reputación de todas.
Aun así, la preocupación y los nervios no se esfumaban tan fácil. Tenía la certeza de que ese hombre con la piel grisácea se presentaría en algún momento.
A mitad de la noche finalmente llegaron hasta el punto de encuentro, un pueblo pesquero de tamaño humilde que no debía de pasar los cincuenta habitantes. El barco se estacionó en el modesto muelle junto con las pequeñas balsas de pesca que yacían aparcadas. Todos inmediatamente abandonaron el navío, entrando en la aldea, justo donde otro pelotón de soldados los esperaba. Krasniev aprovechó para estirar un poco, pues había ido sentado todo el viaje en una silla al lado de la borda.
El hebri vio como todos los habitantes del pueblo eran suchuqs, no le pareció para nada raro, pues esta era una región poblada mayormente por ellos, ya que estaba justo al lado del lugar de donde provenían. El twantisuyu, la columna vertebral del imperio. Ellos eran la raza principal y dominante en el continente, sin embargo eso no entraba en conflicto con otras razas, pues se aseguraron de no ser tan hostiles y optar por la asimilación de otros pueblos con los que convivían.
-Descansaremos por aquí unas horas, saldremos cerca del amanecer. El lugar donde esta el objetivo no esta muy lejos de aquí-Informó el suchuq evitando mencionar el disco de manera explicita-, de hecho se puede ver desde aquí el monte.
Concalcoh señaló al este y Krasniev vio en esa dirección topándose con el monte claramente a unos cuantos kilómetros. Por la distancia, supuso que no tardarían mucho en llegar, a lo sumo dos horas a pie. El problema es que estaba al otro lado del río y que la jungla en esa parte era mucho más densa y frondosa a diferencia donde estaba la aldea.
-Entiendo, no será tan complicado entonces-Aseguró Krasniev.
-Esperemos que así sea.
Krasniev entonces se puso a descansar del largo viaje divirtiéndose con los soldados que había en un círculo con una fogata, junto con unos aldeanos que también se acercaron. Tomó chicha, les mostró a los soldados algunos trucos con sus hechizos, contó anécdotas e historias de sus hazañas entreteniéndolos a todos, y en general se dedicó a ser a ser el centro de atención. También, en esas horas entabló amistad con el general que era el líder de la expedición, un elfo de mediana edad con un semblante y actitud serios, pero que aun así se divirtió con Krasniev bastante, entablando amistad en muy poco tiempo.
El hebri era muy sociable y extrovertido, solía hacerse amigos a todos los lugares que iba. Tenía amistades en todos lados y de todo tipo; agricultores, magos, guerreros, políticos, comerciantes y un largo etc. No solo por sus hazañas y poder era bien conocido, si no por también caerle bien a todo el mundo. Incluso hasta era un conocido del emperador.
Luego de las horas de oscuridad finalmente amaneció. Krasniev durmió cerca de unas dos horas, era poco pero le bastaba con eso para descansar. Todos inmediatamente se prepararon y alistaron sus cosas para partir al monte. Pero antes que nada tenía que atravesar el río.
Todos se fueron al muelle listos para subirse a las pequeñas barcas de pesca, pero Krasniev tenia otros planes. Se paró frente al agua y la tocó con su dedo, congelando un pequeño espacio con un hielo delgado.
<<Mmmmhhh, quizás el hielo no sea lo mas conveniente para cruzar. Hace calor y en general no soy capaz de crear un puente de hielo tan denso como para que todos crucen. Quizás lo mejor sea crear un camino de tierra>>
-Krasniev ¿Qué esta haciendo? Súbase a los botes para que podamos irnos-Dijo el suchuq.
-No será necesario, podemos cruzar con mucha mas facilidad si hacemos esto-Habló el hebri.
De inmediato se puso frente al río y alzó ambas manos. De pronto debajo del agua emergió un camino de rocas bastante ancho que iba desde el muelle hasta el otro lado del río.
-Podemos cruzar por aquí-Aseguró Krasniev con una sonrisa presumida.
Todos de pronto quedaron asombrados, ninguno de los presentes conocía a un mago de realizar tal tarea de esa manera. Pero pronto se dieron cuenta de que no estaban siendo acompañados por un mago común y corriente, si no que estaban al lado del gran mago rojo.
Inmediatamente todos se bajaron de los botes y comenzaron a caminar por el puente de piedra que había creado Krasniev. Ni siquiera el general que era el líder de esta operación se cuestionó esto, de hecho soltó una carcajada y ordenó a sus hombres que vayan hasta el otro lado. Era mucho más fácil que hacer varios viajes con los escasos botes que había.
Una vez que todos pasaron todos Krasniev se puso de frente al puente, bajó sus manos y el camino de piedra se sumergió en el agua. Todos nuevamente lo miraban asombrados, a lo que el tan solo sonrió de manera presumida como la vez anterior.
-Vaya, eso es sorprendente-Señaló Aurelia.
-Pues la verdad que si, controlar la tierra y las rocas es una tarea sencilla para mi que no requiere de mucho esfuerzo-Admitió el hebri alardeando un poco-. Desde niño que llevó entrenando esa habilidad, en un principio costaba, pero ahora me sale de manera tan natural como caminar.
-¿Y que mas sabes hacer?-Le preguntó la imperial con curiosidad.
Krasniev sonrió.
-Pues muchas cosas más. Puedo en general controlar los elementos, esa seria mi mayor especialidad. Los que mejor uso son la tierra y el fuego, aunque también se usar el hielo, el rayo y el viento. No son mis mejores habilidades pero las controlo bien.
Entonces Krasniev estiró sus brazos mostrándole a la humana sus capacidades. En una de sus manos creó una pequeña llama y en la otra un diminuto tornado. Aurelia prestó mucha atención sintiendo admiración.
-¿Y el agua?-Preguntó de pronto el suchuq metiéndose en la conversación.
-Pues el agua no la controló, no adquirí esa habilidad. Aunque una vez me enfrente a un vampiro que si podía. Amadeus Octavio creo que se llamaba. Le di una paliza que lo hizo huir-Se jactó Krasniev presumiendo nuevamente de sus hazañas.
-¿El vampiro de agua? ¿Esa bestia? Vaya, lo único que le falta es haber estado en Ezqueel.
Krasniev rió nervioso. Decidió guardar silencio sobre ese tema, evitarlo como la peste.
Siguieron atravesando la jungla mientras el hebri continuaba con su fanfarroneo.
El ambiente era algo incomodo para los que no eran suchuqs, debido a la gran presencia de alimañas como insectos y pequeños animales, sumado a la gran humedad que había y la existencia de plantas que irritaban la piel. Era difícil para los no nativos de la zona, sin embargo eso no les impedía atravesar la zona con el apoyo de sus compañeros. Concalcoh y los demás hombres reptiles del escuadrón estaban tranquilos, mientras que Krasniev y Aurelia junto con el general avanzaban con molestia.
Luego de un par de horas recorrido, cerca del medio día finalmente llegaron hasta los pies del monte, subieron por el con gran facilidad debido a que no era tan empinado. Con un poco más de recorrido alcanzaron su objetivo, el lugar donde se encontraba el disco de obsidiana.
Un templo abandonado.
Había algunos arqueólogos en la expedición y estos les explicaron de que se trataba el lugar; un yacimiento que llevaba cerca de trecientos años abandonado y que supo mantenerse bien con el paso del tiempo pese a la erosión causada por la humedad de la jungla.
Era uno de esos famosos templos en forma de u. La cabeza se trataba de un edificio en forma piramidal con dos brazos largos y anchos a sus costados que servían como gradas, y finalmente con una plaza grande ubicada en el medio. Según el informe el disco de obsidiana estaba en la pirámide, los magos que lo encontraron no habían podido retirarlo debido a que estaba plagado de trampas hechas con magia, por lo que habían decidido a no arriesgar sus vidas y dejar el disco tranquilo en el lugar.
De inmediato se hizo el despliegue logístico. El general ordenó que las tropas cubrieran el perímetro del lugar, cada pequeño grupo se haría cargo de realizar tareas de vigilancia por todo el templo. A otros escuadrones igual de diminutos se les asignarían la misión de patrullar los alrededores, mientras un grupo grandes de soldados cubriría la entrada principal del templo.
Había llegado la hora de retirar el disco de obsidiana.