SHO-JIN
THEORIES OVER THEORIES
EDNA
Empezar siempre es difícil.
Comenzar, avanzar y alcanzar, siempre es algo complicado, confuso, rebuscado, la sola idea de mantenerse inerte e inmóvil, recostado en un momento sin energía y sin esfuerzo alguno, con la mente perdida, asustada o quizá exhausta por indoles o cuestiones de momentos anteriores al actual, todo eso es delicioso, el solo sentimiento de entregar el cuerpo a la pereza y mandarse en caída libre a la desidia es un platillo que se disfruta con suma gula en su momento. Y cómo lo disfrutaba él, la sola idea de seguir recostado en su cama y sentir la fibra de su colchoneta sobre su piel, la idea de continuar atragantándose con los alimentos procesados y baratos, la idea de irse perdiendo en un espiral, en una escalera de caracol que lo guiaba a un extraño e inhóspito infierno mental; cómo lo había gozado Phil, mucho lo había complacido.
Pero es el primer día del año, el comienzo de un ciclo y Phil, con un enojo grande y manifestante, con gritos mentales y ecos de destrucción, entabló una conversación con su ego, conversó con su psique y exclamó: Hoy empiezo mi dieta, no pasará de hoy.
Y con el juramento expresado se dirigió a su cocina, partió un poco de fruta y la colocó en un plato, eran difusas las imágenes en su cerebro, pasajeras y ancianas, la última ocasión en que ingirió algún fruto comestible de una planta o un árbol fue hace varios meses anteriores, tanto tiempo sin sentir la dulzura de una manzana o quizá la agriedad de una toronja. Pero ahora estaba dispuesto a comenzar, el día de hoy emprendería su nueva vida, al fin podría recuperar el cuerpo que tuvo, todo era muy claro para él.
Pero qué sucede, ahí se encuentra Edna.
Un felino de color amarillento y ojos de la tonalidad de hierba fresca o color esmeralda, Phil detuvo las maquinaciones de su cabeza, cerró por completo la imaginación de un tiempo siguiente y de una existencia ficticia, percibió una sensación desigual, alienígena para si, acaso era el pelaje de mucho grosor del minino, o podría ser la complejidad y el fondo que reflejaba la mirada de su espectador. El hombre no pudo terminar ni una pequeña cantidad de comida, solo pasó algo de saliva por su garganta y vaciló un breve murmullo, los latidos de su corazón aumentaron progresivamente su velocidad, un latido cada vez más fugaz y de alguna manera doloroso, era solo por apreciar el color oro de ese brillante pelo, era solo por el rabeo que hacía el gato, era solo por la cara de Edna cual esfinge inquisidora.
―¿Que sucede Phil? ―Vociferó el animal―, ¿Por qué no comes el pastel que hay en la nevera?
―Hoy voy a cambiar Edna, hoy empiezo mi dieta.
Phil respondía con un ruido casi sordo, sin existencia de fuerza o facultad de ordenar, más que una respuesta era un argumento para justificarse, para excusar la falla que se meneaba cómo un columpio en su entendimiento, la idea caprichosa pero real de un dato que se enterraba profundamente y sin posibilidad de escape, pero a la vez resonante cómo un berrinche martilleante, no eran otra cosa que fotogramas de un ayer, imágenes de un Phil en forma, musculoso y con el trabajo envidiable de ser un modelo de revista. Eran recuerdos que estaban acompañados de añoranza y el sentimiento de un lejano cuerpo que hacía cinco años que desapareció.
Él deseaba que volviera, él deseaba recuperarlo.
―Sabes que si no comes ese pastel Phil, desapareceré ―Le comenta Edna sin moverse de su sitio.
―Lo sé.
―¿O quieres que desaparezca?―La gata sigue coleando mientras observa al hombre, expectante e intransigente a la vez que mantiene una voz provocativa o propensa a atacar en cualquier instante―, ¿Eso es lo que quieres?
―No quiero.
―Entonces come ese pastel.
Phil observaba su refrigerador, había quedado un dulce, un plato elaborado con harina, mantequilla y chocolate, especialmente chocolate, derretido y brillante, con toques rojos en su tope que ilustraban el sabor fresco de fresas, que armonizaba perfectamente a una sensación, a una cualidad al gusto casi exquisita. Era un estímulo familiar, del día de anterior en que exactamente devoró dos alimentos de la misma calidad, en realidad, ahora que él hurgaba en el baúl de sus memorias recordaba la misma emoción, era casi igual, el estado de ánimo era indudablemente parecido, esa vez Edna lo acompañó y lo amenazó con las mismas palabras. Pero entonces regresaba y regresaba en su psique, descripción tras descripción, día tras día la felina se encontraba ahí, siempre expectante, siempre inquisitiva y siempre agresiva.
El empezó a dudar cuando la volteó a ver.
―Muy bien Phil, muy bien.
La gata respondió mientras miraba con atención al hombre, Phil masticaba el pastel de chocolate con rapidez, veía su deseo para terminarlo con urgencia, su rostro manchado de dulce, sus manos llenas de aquel pan húmedo y un olor a leche con huevo en el aire. Siempre es difícil empezar algo, es mucho más simple o tiene poca complicación el continuar con la monotonía y la rutina, es más cautivante seguir en un mismo sitio, es más seguro estar en una habitación que ya conoces y no salir al abrupto y peligroso exterior, no hay mucha ciencia detrás de eso, elegir esa opción era lo ideal, era lo que él creía correcto. Al menos así Edna seguiría a su lado.
De todas formas, siempre se puede empezar el día de mañana.