Fénix de fuego azul
Amateur
La caída
Los cementerios, siempre ha sido un tema que los humanos no gustan hablar, y solo se comenta sobre ellos en pocas ocasiones, son lugares tristes y tenebrosos.
Las personas, solo van de día a los cementerios, sola o acompañadas, por el miedo que el ser humano tiene a la otra vida.
Aunque el ser humano sienta el miedo a lo desconocido, hay unos cuantos que no tiene miedo o solo ignoran las presencias sobrenaturales de los cementerios, y se atreven ir de noche, van a la morada de los muertos para aislarse del mundo, ver las estrellas o esconderse de sus jueces.
Aunque mucho teman a los cementerios de noches por los muertos, hay otros que temen por los vivos, en especial por grupos de pandilleros, que aprovechan el miedo de las personas por esos lugares, es el caso de un grupo de sukeban.
Las sukeban del cementerio de Tokio, un grupo de jóvenes pandilleras que tienen como líder a una chica llamada Hikari Itami.
Hikari, una joven sukebanchou, de tez blanca, ojos verde azulados medio cristalinos, su cabello era negro y largo, le llegaba hasta la mitad de su espalda y tenía extensiones que le tapaban las orejas y mejillas, era la más alta del grupo de sukeban, además de tener un cuerpo esbelto y curvilíneo, una cicatriz en la mejilla izquierda, algunos puntos en su frente. Una cicatriz de una cortada profunda que atravesaba su espalda, eran muestras de las peleas callejeras, en que ella había participado.
La sukebanchou Hikari, llevaba puesto una falda larga color negro, botas negras, una chaqueta negra abierta del mismo color que su falda, unas bandas blancas que tapaban su pecho, también llevaba puesta una máscara protectora para cuello color negro que tapaba su boca.
Hikari, junto con su grupo de sukeban había tomado el cementerio hace un año atrás, sacando a golpe a una pandilla de motociclista, la joven sukebancho, tenía la fama de peleadora, además todos le temían en especial cuando sacaba su arma, un bate de béisbol rojo con varios pinchos puestos para sacar sangre.
El grupo de sukeban, permitían a otras pandillas quedarse en el cementerio a cambio de una pequeña comisión, si no le pagaban, sus líderes eran llevado ante Hikari, que le daba una paliza y eran expulsado del cementerio.
Un hombre, alto con vestimenta demasiada llamativa y parecida a la de Elvis, su pelo era negro y tenía forma de un tupe, fue golpeado por Hikari.
—Acepto esta parte—exclamó Hikari, con un tono molesto, se guardó el fajo de billete, que le había dado el tipo del tupe, y observo al sujeto, que estaba arrodillado con una sonrisa malvada, la chica, le puso su pies derecho sobre la cabeza y limpio su zapato con el tupe— Para la otra semana, deben pagar la otra mitad o se le desalojara del cementerio, entendido, Ryu.
—Sí, fuerte y claro–contestó Ryu.
Ryu, junto con su pandilla se marcharon de la vista de las sukeban, pero no iba a dejar que se le maltratara más, ya estaba todo planeado para esa noche, se habían juntado para un derrocamiento de una dictadura.
Hikari, se sentó en el suelo junto con sus compañeras de grupo, saco una cajetilla de cigarrillos y empezó a fumarlo junto con una lata de cerveza.
—Esto esta rico—comento la joven Hikari, que se sintió algo mareada—Que rayos…
Hikari, miro como las demás chicas, se reían de ella y como apareció el grupo de Ryu, junto con otro grupo.
—Ahora, veras—exclamo Ryu, que ataco a Hikari con su espada de madera.
Hikari, aunque estaba mareada por causa del brebaje, aun podía moverse bien, tomo su arma, tomo su bate de béisbol y bloqueo el ataque de su oponente.
Hikari, que luchaba contra Ryu, bloqueaba a duras penas los ataques de Ryu, pero aun tenia fuerza, para atacar a su enemigo, pero este podía detener el ataque de Hikari, ambos oponente, estuvieron bloqueando los ataque del otro.
Una de las subordinada de Hikari, sin que esta se diese cuenta, tomo a Hikari por atrás, lo que provoco que la joven, no pudiese moverse, esto fue aprovechado por Ryu, que golpeo en el estómago a Hikari, acción que repitió durante 5 minutos, mientras sonreía
Ryu, dejo golpear el estómago de Hikari, y la chica, cayó al suelo, trato de volver a pararse pero, aunque logro incorporarse, vómito su propia sangre y volvió a caer al suelo, cayendo encima del chato rojo, que había formado.
—Mal...d...i...t...o—Hikari, dijo entre respiraciones, mientras rasguñaba la tierra del cementerio y con rabia miro a su oponente—Cuando me pare, haré que sufras mil veces.
Pero la joven, ya no se pudo parar una segunda vez, puesto que el grupo de Ryu, junto con la que fuesen subordinadas de Hikari, empezaron a patear a la joven, dejándola casi muerta, pero aun consiente
Las que fueron compañeras, y seguidora de Hikari, arrastraron a la casi muerta sukeban, y la tiraron a una vereda al lado del cementerio.
— ¿Por qué?—pregunto la moribunda Hikari a sus subordinadas
—No nos guardes rencor, solo estábamos cansada de ti y queríamos tomar diferentes rumbos—una de las sukeban le contestó a su ex- líder, mientras se marchaba con su grupo de compañeras.
Hikari, miro con una gran ira, a la que una vez fueron sus compañeras y ahora eran una traidora.
—Encontramos nuestro lugar favorito—Hikari, escuchó los gritos de felicidad de Ryu
La joven moribunda, que estaba al borde de la muerte, pero aun consiente, maldecía a todos los presentes y a la vez temía morir en ese lugar.
Los ojos de la delincuente juvenil, se cerraba, pero ella trataba de mantenerlo abierto, temía que al cerrar sus ojos no despertaría jamas y su cuerpo inerte, se quedaría en aquel lugar, pero ya no podía soportar el pesos de su pupilas y lentamente cerro sus ojos.
Pero antes de dar un último suspiro, miro que adelante de ella, se encontraba una mujer de tez morena, cuerpo esbelto y curvilíneo, ojos verdes oscuros, cabello largo y lizo que le llegaba hasta la espalda, aquella mujer llevaba puestos unos vaqueros azules zapatos negros, una camisa blanca, gabardina café y un sombrero tipo vaquero café claro, parecía ser una extranjera.
—He, girl, do not close your eyes—Hikari, escuchó como aquella extranjera, trataba de animarla a que no cerrase sus ojos.
Acaso la única persona amable en aquella noche, y que sería el último ser humano en verla con vida, sería una extranjera, acaso las últimas palabras, que escucharía antes de su muerte, sería palabras que nunca entendería, aunque fuese eso, en su interior se alegraba que alguien se preocupara por ella.
Hikari, cerró sus ojos, mientras escuchaba a la extranjera pedir ayuda
Una luz, tomo por sorpresa a Hikari, que abrió sus ojos lentamente, al despertarse por completo, miro el lugar en se encontraba. Hikari, se dio cuenta que se encontraba en un cuarto blanco.
La joven se preguntaba, ¿si es que había llegado al más allá?, ¿estaba en la linea de espera, apuntó de ver a Enma-sama?, pero la joven se dio cuenta de algo, cuando miro que a su lado izquierdo había una máquina, que estaba monitorizando sus signos vitales, y entonces hay entendió que no estaba en el otro mundo, y que estaba en un hospital.
Entonces la delincuente juvenil, ¿se preguntó cómo había llegado a ese lugar?
—Al fin ha despertado—Hikari, escucho la voz de una mujer, la cual ella conocía muy bien.
—H...hermana—la chica, dijo con nerviosidad al ver a la mujer, que estaba al lado derecho de ella
La hermana mayor de Hikari, una mujer joven de tez blanca, ojos cafés oscuro, cabello negro y rizado que le llegaba hasta el cuello y tapaba sus orejas, de un esbelto cuerpo, la mujer, llevaba puesto un pantalón azul, sandalias de madera y una camisa blanca de manga corta .
—Nos tenía bien preocupados, hermana—La hermana mayor de Hikari, miro con el sello fruncido a su hermana menor.
—Lo siento—Hikari, al ver la cara de enojo que tenia su hermana, quiso realmente estar muerta.
—Fue una suerte que esa extranjera, te haya encontrara y traído al hospital—suspiro la mujer y agrego—Si no fuese por ella, tu estaría siendo juzgada por Enma-sama, que te lanzaría al último infierno.
La puerta de la habitación se abrió, y entro al cuarto, un anciano de estatura baja, vestido con ropas de monje, sin cabello, ojos cafés oscuros, cejas grandes de color blanco, el veterano, caminaba con un bastón.
—Abuelo—Hikari, estaba sorprendida al ver al monje anciano.
— Ayame, no sea tan dura con tu hermana—el anciano, regaño a la mayor de las hermana y después de un suspiro de alivio agregó mirando a la menor de sus nietas—Pero Ayame, tiene razón en algo Hikari, tu no deberías preocuparnos esa manera, te falta mucho para ir al otro mundo.
—Lo siento, abuelo—Hikari, se disculpó con su abuelo
Entonces Ayame, se percató de una mujer, que estaba apoyada en la pared, y miraba la escena con seriedad, joven delincuente.
—Abuelo, ¿ella es la persona que salvo a Hikari?—pregunto Ayame al anciano
—Sí, ella es Piety, viene de los Estados Unidos, es discípula de un amigo mío—presento el anciano a la recién llegada y agregó, mirando a Hikari— Y yo la llame para que fuese tu maestra
— ¿Maestra de qué?—pregunto Hikari.
Piety, dejo de estar apoyada en la pared y se acercó a Hikari, la extranjera al estar al lado de la cama en la cual reposaba Hikari, señalo a la joven sukeban, que observarse la la ventana que estaba al lado izquierdo de la cama, por unos instante la joven, estuvo con dudas en su cabeza, pero al final hizo caso a la recién llegada y giro su cara.
Entonces fue cuando Hikari, se dio cuenta de que había una mujer, que vestía de enfermera. Hikari, no se había percatado de aquella persona, y eso que la enfermera, estaba flotando y traspasando las paredes del cuarto.
— ¿Qué rayos?—pregunto con susto Hikari
—Lo que viste es un espíritu—le contestó el abuelo a su nieta y agregó—Veras, yo puedo verlos al igual que mi amigo en los Estados unidos, y eso se debe a que somos shamanes, y podemos hacer que nos posean a voluntad.
Tú también tiene ese don, que te fue heredado por parte mía, obviamente.
Aunque quería que te entrenase de apoco, este evento que casi te llevo a la muerte, ha hecho despertar en ti este don, el cual estaba dormido.
La cabeza de Hikari de pronto empezó a doler, no entendía nada, shamanes, dones, espíritus, todo estaba siendo explicado de una manera muy rápida para ella.
Los cementerios, siempre ha sido un tema que los humanos no gustan hablar, y solo se comenta sobre ellos en pocas ocasiones, son lugares tristes y tenebrosos.
Las personas, solo van de día a los cementerios, sola o acompañadas, por el miedo que el ser humano tiene a la otra vida.
Aunque el ser humano sienta el miedo a lo desconocido, hay unos cuantos que no tiene miedo o solo ignoran las presencias sobrenaturales de los cementerios, y se atreven ir de noche, van a la morada de los muertos para aislarse del mundo, ver las estrellas o esconderse de sus jueces.
Aunque mucho teman a los cementerios de noches por los muertos, hay otros que temen por los vivos, en especial por grupos de pandilleros, que aprovechan el miedo de las personas por esos lugares, es el caso de un grupo de sukeban.
Las sukeban del cementerio de Tokio, un grupo de jóvenes pandilleras que tienen como líder a una chica llamada Hikari Itami.
Hikari, una joven sukebanchou, de tez blanca, ojos verde azulados medio cristalinos, su cabello era negro y largo, le llegaba hasta la mitad de su espalda y tenía extensiones que le tapaban las orejas y mejillas, era la más alta del grupo de sukeban, además de tener un cuerpo esbelto y curvilíneo, una cicatriz en la mejilla izquierda, algunos puntos en su frente. Una cicatriz de una cortada profunda que atravesaba su espalda, eran muestras de las peleas callejeras, en que ella había participado.
La sukebanchou Hikari, llevaba puesto una falda larga color negro, botas negras, una chaqueta negra abierta del mismo color que su falda, unas bandas blancas que tapaban su pecho, también llevaba puesta una máscara protectora para cuello color negro que tapaba su boca.
Hikari, junto con su grupo de sukeban había tomado el cementerio hace un año atrás, sacando a golpe a una pandilla de motociclista, la joven sukebancho, tenía la fama de peleadora, además todos le temían en especial cuando sacaba su arma, un bate de béisbol rojo con varios pinchos puestos para sacar sangre.
El grupo de sukeban, permitían a otras pandillas quedarse en el cementerio a cambio de una pequeña comisión, si no le pagaban, sus líderes eran llevado ante Hikari, que le daba una paliza y eran expulsado del cementerio.
Un hombre, alto con vestimenta demasiada llamativa y parecida a la de Elvis, su pelo era negro y tenía forma de un tupe, fue golpeado por Hikari.
—Acepto esta parte—exclamó Hikari, con un tono molesto, se guardó el fajo de billete, que le había dado el tipo del tupe, y observo al sujeto, que estaba arrodillado con una sonrisa malvada, la chica, le puso su pies derecho sobre la cabeza y limpio su zapato con el tupe— Para la otra semana, deben pagar la otra mitad o se le desalojara del cementerio, entendido, Ryu.
—Sí, fuerte y claro–contestó Ryu.
Ryu, junto con su pandilla se marcharon de la vista de las sukeban, pero no iba a dejar que se le maltratara más, ya estaba todo planeado para esa noche, se habían juntado para un derrocamiento de una dictadura.
Hikari, se sentó en el suelo junto con sus compañeras de grupo, saco una cajetilla de cigarrillos y empezó a fumarlo junto con una lata de cerveza.
—Esto esta rico—comento la joven Hikari, que se sintió algo mareada—Que rayos…
Hikari, miro como las demás chicas, se reían de ella y como apareció el grupo de Ryu, junto con otro grupo.
—Ahora, veras—exclamo Ryu, que ataco a Hikari con su espada de madera.
Hikari, aunque estaba mareada por causa del brebaje, aun podía moverse bien, tomo su arma, tomo su bate de béisbol y bloqueo el ataque de su oponente.
Hikari, que luchaba contra Ryu, bloqueaba a duras penas los ataques de Ryu, pero aun tenia fuerza, para atacar a su enemigo, pero este podía detener el ataque de Hikari, ambos oponente, estuvieron bloqueando los ataque del otro.
Una de las subordinada de Hikari, sin que esta se diese cuenta, tomo a Hikari por atrás, lo que provoco que la joven, no pudiese moverse, esto fue aprovechado por Ryu, que golpeo en el estómago a Hikari, acción que repitió durante 5 minutos, mientras sonreía
Ryu, dejo golpear el estómago de Hikari, y la chica, cayó al suelo, trato de volver a pararse pero, aunque logro incorporarse, vómito su propia sangre y volvió a caer al suelo, cayendo encima del chato rojo, que había formado.
—Mal...d...i...t...o—Hikari, dijo entre respiraciones, mientras rasguñaba la tierra del cementerio y con rabia miro a su oponente—Cuando me pare, haré que sufras mil veces.
Pero la joven, ya no se pudo parar una segunda vez, puesto que el grupo de Ryu, junto con la que fuesen subordinadas de Hikari, empezaron a patear a la joven, dejándola casi muerta, pero aun consiente
Las que fueron compañeras, y seguidora de Hikari, arrastraron a la casi muerta sukeban, y la tiraron a una vereda al lado del cementerio.
— ¿Por qué?—pregunto la moribunda Hikari a sus subordinadas
—No nos guardes rencor, solo estábamos cansada de ti y queríamos tomar diferentes rumbos—una de las sukeban le contestó a su ex- líder, mientras se marchaba con su grupo de compañeras.
Hikari, miro con una gran ira, a la que una vez fueron sus compañeras y ahora eran una traidora.
—Encontramos nuestro lugar favorito—Hikari, escuchó los gritos de felicidad de Ryu
La joven moribunda, que estaba al borde de la muerte, pero aun consiente, maldecía a todos los presentes y a la vez temía morir en ese lugar.
Los ojos de la delincuente juvenil, se cerraba, pero ella trataba de mantenerlo abierto, temía que al cerrar sus ojos no despertaría jamas y su cuerpo inerte, se quedaría en aquel lugar, pero ya no podía soportar el pesos de su pupilas y lentamente cerro sus ojos.
Pero antes de dar un último suspiro, miro que adelante de ella, se encontraba una mujer de tez morena, cuerpo esbelto y curvilíneo, ojos verdes oscuros, cabello largo y lizo que le llegaba hasta la espalda, aquella mujer llevaba puestos unos vaqueros azules zapatos negros, una camisa blanca, gabardina café y un sombrero tipo vaquero café claro, parecía ser una extranjera.
—He, girl, do not close your eyes—Hikari, escuchó como aquella extranjera, trataba de animarla a que no cerrase sus ojos.
Acaso la única persona amable en aquella noche, y que sería el último ser humano en verla con vida, sería una extranjera, acaso las últimas palabras, que escucharía antes de su muerte, sería palabras que nunca entendería, aunque fuese eso, en su interior se alegraba que alguien se preocupara por ella.
Hikari, cerró sus ojos, mientras escuchaba a la extranjera pedir ayuda
Una luz, tomo por sorpresa a Hikari, que abrió sus ojos lentamente, al despertarse por completo, miro el lugar en se encontraba. Hikari, se dio cuenta que se encontraba en un cuarto blanco.
La joven se preguntaba, ¿si es que había llegado al más allá?, ¿estaba en la linea de espera, apuntó de ver a Enma-sama?, pero la joven se dio cuenta de algo, cuando miro que a su lado izquierdo había una máquina, que estaba monitorizando sus signos vitales, y entonces hay entendió que no estaba en el otro mundo, y que estaba en un hospital.
Entonces la delincuente juvenil, ¿se preguntó cómo había llegado a ese lugar?
—Al fin ha despertado—Hikari, escucho la voz de una mujer, la cual ella conocía muy bien.
—H...hermana—la chica, dijo con nerviosidad al ver a la mujer, que estaba al lado derecho de ella
La hermana mayor de Hikari, una mujer joven de tez blanca, ojos cafés oscuro, cabello negro y rizado que le llegaba hasta el cuello y tapaba sus orejas, de un esbelto cuerpo, la mujer, llevaba puesto un pantalón azul, sandalias de madera y una camisa blanca de manga corta .
—Nos tenía bien preocupados, hermana—La hermana mayor de Hikari, miro con el sello fruncido a su hermana menor.
—Lo siento—Hikari, al ver la cara de enojo que tenia su hermana, quiso realmente estar muerta.
—Fue una suerte que esa extranjera, te haya encontrara y traído al hospital—suspiro la mujer y agrego—Si no fuese por ella, tu estaría siendo juzgada por Enma-sama, que te lanzaría al último infierno.
La puerta de la habitación se abrió, y entro al cuarto, un anciano de estatura baja, vestido con ropas de monje, sin cabello, ojos cafés oscuros, cejas grandes de color blanco, el veterano, caminaba con un bastón.
—Abuelo—Hikari, estaba sorprendida al ver al monje anciano.
— Ayame, no sea tan dura con tu hermana—el anciano, regaño a la mayor de las hermana y después de un suspiro de alivio agregó mirando a la menor de sus nietas—Pero Ayame, tiene razón en algo Hikari, tu no deberías preocuparnos esa manera, te falta mucho para ir al otro mundo.
—Lo siento, abuelo—Hikari, se disculpó con su abuelo
Entonces Ayame, se percató de una mujer, que estaba apoyada en la pared, y miraba la escena con seriedad, joven delincuente.
—Abuelo, ¿ella es la persona que salvo a Hikari?—pregunto Ayame al anciano
—Sí, ella es Piety, viene de los Estados Unidos, es discípula de un amigo mío—presento el anciano a la recién llegada y agregó, mirando a Hikari— Y yo la llame para que fuese tu maestra
— ¿Maestra de qué?—pregunto Hikari.
Piety, dejo de estar apoyada en la pared y se acercó a Hikari, la extranjera al estar al lado de la cama en la cual reposaba Hikari, señalo a la joven sukeban, que observarse la la ventana que estaba al lado izquierdo de la cama, por unos instante la joven, estuvo con dudas en su cabeza, pero al final hizo caso a la recién llegada y giro su cara.
Entonces fue cuando Hikari, se dio cuenta de que había una mujer, que vestía de enfermera. Hikari, no se había percatado de aquella persona, y eso que la enfermera, estaba flotando y traspasando las paredes del cuarto.
— ¿Qué rayos?—pregunto con susto Hikari
—Lo que viste es un espíritu—le contestó el abuelo a su nieta y agregó—Veras, yo puedo verlos al igual que mi amigo en los Estados unidos, y eso se debe a que somos shamanes, y podemos hacer que nos posean a voluntad.
Tú también tiene ese don, que te fue heredado por parte mía, obviamente.
Aunque quería que te entrenase de apoco, este evento que casi te llevo a la muerte, ha hecho despertar en ti este don, el cual estaba dormido.
La cabeza de Hikari de pronto empezó a doler, no entendía nada, shamanes, dones, espíritus, todo estaba siendo explicado de una manera muy rápida para ella.