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Custodes hominum.

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Prólogo: Nacidos bajo la misma estrella.

Custodes hominum, es unos de los variados nombres que se conocía de una antigua sociedad, de guerreros exorcista, los cuales se encargaban de luchar contra los demonios y los sobrenatural, que amenazaban a la humanidad, no se sabe bien cuando surgieron, pero ya era reconocidos en la antigua Roma, he incluso muchos de los más connotados generales romanos, fueron partes de su filas, pero como era una sociedad misteriosa, las personas externas, intentaba darle un lugar de origen, muchos lo asociaron con los egipcios, otros le dieron orígenes griego, y achacaba su creación a los tiempos de Alejandro el Grande, rey de Macedonia, y otro más pro romanos, creía que la fundación de esta extraña sociedad, nació con los legendarios fundadores de Roma, Rómulo y Remo, había otros de esta misma línea, que creían que estos guerreros exorcista, fueron creado por el antiguo y desaparecido Reino de Troya, ya que los antiguos romanos, se consideraba en cierta forma descendientes de este reino.

Los Custodes hominum, fueron bien conocidos tanto en la antigüedad y en la edad media, una de sus tantas extrañezas era que podía juntar gentes de otras religiones o culturas, también habían miembros de religiones olvidas y extintas, entre sus filas estaban incluidos supervivientes de cultura desaparecida.

Los que mandaban esa sociedad, eran llamados los doces maestros, ellos eran lo más fuertes y experimentados, la mayoría eran algo viejo, pero había ciertas excepciones, ya que había demostrado gran experiencia, ellos podían elegir de dos a tres discípulos, aunque sólo uno de estos era el remplazo de su maestro, aunque los otros también podía hacerlo sí es que el remplazo, muriese, por mientras eran considerados parte de la élite, ya que fueron entrenado por un maestro de gran experiencia, también podía entrenar a futuras generaciones.

Pero el miembro más respetado, y al cual los doces maestros, pedían consejos, era llamado el heraldo, y el era que lideraba a la organización, tomaba las grandes decisiones, y era la primera y las últimas palabras en las reuniones.

Nos ubicamos en la edad media, dos bebés nacería con dos años de diferencias, pero bajo una misma estrella, y en dos continentes diferentes. Alessandro, nació en el ducado de Nápoles, el nació bastado, ya que su padre era unos de los noble de aquel ducado, su madre, era una simple campesina, pero que tenia una belleza que difícilmente se podía ignorar, eso es lo que atrajo al noble, a pesar que Alessandre, no fue reconocido por el noble, este se encargo de su tutela.

Alessandre, era un niño de tez blanca, pelo negro y corto, tenía el corte de razón, y su cuerpo era de contestara delgada, ágil y sus ojos de color castaño claro, ya había pasado unos 5 años el infante Alessandre, demostró su gran habilidad con la espada, esto sorprendió a su padre, que para fortalecer sus habilidades con la espada, hizo que desde esa edad Alessandre, tomase más clases de esgrima, que de otras asignaturas, aunque también logró tener conocimientos de forma autodidacta, pero al año después, su habilidades, para ver demonios que estaba en forma incorpórea, se hicieron presentes, esto alertó a su padre, que primero pensó que eso era cosa del demonio, y envió la carta a un sacerdote amigo, el cual llegó varios días después junto con un sujeto, el cual llevaba puesto una túnica amarilla y una capucha del mismo color.

—Gracias por venir, padre—El noble, agradeció al presente.
—De nada, por cierto, este sujeto es de la sociedad de los Custodes hominum—Le respondió el sacerdote y agregó—Bien, para comprobar si es cierto que está poseído o que tal vez, una de las habilidades fundamentales, para entrar a los Custodes hominum.

—¿Cómo probara eso? —Preguntó el noble con curiosidad.

El tipo de túnica amarilla, sacó de sus ropajes un frasco el cual, estaba un poco quebrado, y le explicó al noble, que si Alejandro podía ver demonio en sí forma incorporea, entonces tenía la habilidad de ver a los seres que difícilmente se ve, y que ese frasco contenía un hada agresiva, que ha tratado de escapar varias ocasiones, pero como estaba en forma incorpórea, los ojos comunes, no podía apreciarlos, solo podían verlo aquellos que había obtenido la habilidad de ver a las criatura en formas incorpórea.

—Si el niño ve la hada, es que debe ser parte de la sociedad, así que me adelantar y le pediré permiso para poder llevarme al niño—Le comento el sujeto encapuchado al noble.

Después de pensarlo un poco, el noble aceptó la propuesta del sujeto, así que los tres, fueron a la sala de entrenamiento, en donde se veía al niño Alessandre, practicando con una espada de madera.

—He muchacho, ¿Qué ves en este frasco? —Preguntó el encapuchado a Alessandre, mientras se iba a acercando, con el frasco en su manos.

Alessandre, obedeció al encapuchado y observó el frasco, vio con cierta curiosidad y miedo que adentro de aquel recipiente de vidrio, había una extraña criatura, de cuerpo pequeño, y tan delgada que precia un esqueleto, su piel era media grisácea, tenía dos ojos pequeños a cada lado de su cabeza, su boca era la mitad de su cara, tenía unas alas que parecía media rota, dos brazos delgados que daba la sensación de repulsión, dos manos negras que parecía tener solo dos a tres dedos, la criatura tenía cuatro pies, dos adelante y dos atrás

El niño reaccionó a esa criatura, sin mucho miedo, el sujeto, guardo el frasco y comprobó, que él niño, había desarrollado la habilidad de ver a seres como el hada.

—Serás un perfecto miembro de la sociedad—El sujeto de la túnica acarició el pelo del muchacho, aprobando su acceso.

En la misma fecha, pero dos años después de nacimiento de Alessandre, nació en las tierras que antiguamente veneraban al disco solar Ra, y al juez de los muertos y señor del inframundo, Horus, y que ahora veneraban al dios Ala, una pequeña niña, que por alguna extraña razón, fue abandonada en la sabana africana, en donde se esperase que muriese, pero por un milagro, fue rescatada por una banda de leones, los cuales criaron a la niña, como parte de su manada, así estuvo hasta los seis años, cuando fue recogida por un grupo de nómades beduino.
Los beduinos, la civilizaron un poco, ya que aún que mantenía una actitud salvaje, se comportaba como aquellos felinos de gran tamaño, con que convivió, también aprendió a hablar, a leer y escribir, incluso aprendió a tallar madera, lo cual le sirvió para hacerse una máscara, la cual tenía la forma de la cara de una leona.

Después de tres años, viviendo con los beduinos, ella se escapó a una de las ciudadelas egipcias, en donde empezó a vivir en la calles, después de algunos meses, ella fue conocida como labiwa, por su comportamiento, además porque siempre ocultaba su rostro con la máscara de leona, el extraño comportamiento de la muchacha consistía en pelearse con los demás animales, atacar a puestos que vendían alimentos, para poder comer y por su máscara de Leona.

Entonces después de varios meses, una sacerdotisa de viejo culto a Ra y sus dioses, apareció por la ciudad, para comprar víveres, mientras estaba comprando en los mercados, se encontró con, Labiwa, la cual le había quitado su canasta con alimento.

—Oye, esa es mi canasta—Exclamo la sacerdotisa, molesta con la chica.
—Ahora esta canasta, ser mía—Labiwa, observó a la sacerdotisa.

La sacerdotisa, observó fijamente a Labiwa, y le pareció que la muchacha tenía un cierto don, a pesar de ser una salvaje, así que quiso convertirla en una sacerdotisa para su templo escondido.

—Tranquila, muchacha—La sacerdotisa, se acercó a labiwa, se agachó y le ofreció la mano, pero la muchacha, se la mordió, como naturalmente lo hacía con la persona que quería adoptarla, pero se sorprendió al ver que la sacerdotisa, solo le sonreía, no se alejaban, como otras personas.

La muchacha, tuvo que dejar de morderla y la observó con cierta curiosidad, se preguntó, ¿quién era esta persona, de sonrisa amable?.

—Sabes, a pesar de tu comportamiento, eres una buena chica—le sonrío la sacerdotisa a la chica, y luego, sin que Labiwa, lo impidiese, le sacó la máscara, revelando a una pequeña niña, de piel tersa y liza, de color de piel morena y un poco rojiza, pelo lizo y desordenado, que le llegaba hasta el cuello, ojos verdes oscuros, su cara era bella.

—Sabes, eres bella, ¿quieres ser sacerdotisa? —la mujer, le pregunto a la mucha.

Sin pensarlo, la muchacha acepto ser parte de las sacerdotisa del culto a los antiguos dioses, entonces ambas, se fueron hasta un templo, la chica, se quedó asombrada por los grandes muros de aquel lugar.

En aquel templo, le senñaron sobre ser una sacerdotisa, historia y leyenda de los antiguos egipcios, los rituales que debía efectuar, el significado de varios símbolos, a parte de escribir en con jeroglíficos, y entenderlos, entre otras cosas que debía aprender una sacerdotisa, en aquel templo, le enseñaron hablar bien, también ha hacer maquillaje como los antiguos, entre otras variedades de enseñanzas, se iba notando que la chica, progresan a rápido, y que su temperamento salvaje, se había cambiado a uno más controlado, pronto Lawiba, se olvidó de su pasado de salvaje, y le pusieron un nombre más egipcio, entonces fue bautizada como Sacmis.

La vida de Sacmis, fue tranquila en el templo, hasta que tuvo 15 años, ya para entonces había crecido, su pelo era más largo y lo mantenía ordenado, su cuerpo era esbelto, sus pierna atléticas, y fue en aquellos años, en que conoció a Alessandre y a la orden.
 
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