SHO-JIN
THEORIES OVER THEORIES
Todo empieza con un trote, el trote de un caballo en medio de una calle habitada por piratas, guerreros y cazarecompensas; aunque aquella ciudad fue saqueada y fuese violada sin perdón aún se podían distinguir sus calles, algunas tiendas tenían sus letreros colgando, en casas se veían sus entradas en pie y, aunque los caminos eran invadidos por cuerpos inertes y desmembrados, aún era plausible pasar por ellos. Había muerte en los caminos hacia el castillo y a los mercados, había muerte en las torres que adornaban cuales cruces un panteón, había muerte en el aire y en el alma misma del Bastión Real; sin embargo, sus invasores y verdugos se mantienen andando, caminando en las venas de la antigua fortaleza, cómo peste, cómo gérmenes que consumen un cuerpo podrido.
Y es entonces siguen los sonidos y un trote, un galope.
Un caballero con una persona que lo acompañaba, este lo mantenía fuertemente abrazado ya que el animal andaba a gran velocidad. Los golpes en la tierra agrietada y manchada eran fuertes y profundos, sonoros y veloces; sin embargo no eran observados, su paso era cómo una sombra, en vez de estar pasando frente a ellos los presentes, los observantes sólo veían un pájaro o quizá una mariposa, una breve bruma o un recuerdo pasajero. Fue entonces que no tardaron en salir del sitio, no tardaron en pasar la salida y dirigirse directamente a las colinas que se hallaban alejadas de la ciudadela. Al llegar a los verdes montes, que eran cómo centinelas que rodeaban el Bastión, el caballero detuvo su cabalgue, había sido visualizado por otras dos figuras, desde su salida, hasta su camino pasando por campos grisáseos y que rápidamente cambiaban de color a un marrón por las hojas secas de los arboles ya marchitos. Al estar frente a sus maestros, el escudero llamado Vordt del valle Boreal bajó del animal, ayudó a llegar a su delicado acompañante, un ser ancestral y de nombre Gwyndolin; sus maestros esperaban, Greysen y Nielsine los esperaban.
─¿Todo salió cómo lo planeado? ─Preguntó Greysen al recibir el papiro que llevaba aquel hombre.
─Así es, mi señor… ─Contestó el escudero.
Al abrir el papiro, su hermana se acercó para leerlo por igual.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de la vampiresa haciendo que sus colmillos se vieran, parecían perlas o estrellas y su rostro, tan blanco cómo una luna en una noche de verano, se vio envuelto de una breve emoción. Greysen la contempló un segundo y analizó su rostro, sus mejillas y cómo estas dibujaban un camino pálido y delicado, cómo una tierra lejana y sobrenatural y cómo sus caminos podrían llegar hasta sus labios los cuales podría besar y podría adueñarse si no se controlaba. Pero aun así, detrás de ese sentimiento y esa belleza el vampiro seguía pensando, “ Todo lo que dijiste que iba a suceder, sucedió ”
Y fue así, el plan era salir de la reunión luego de contactar con los posibles aliados, lo cual terminó al hablar con las personas de Sinzofonia, al hacerlo el llamado “sol oscuro” utilizó un hechizo, la llamada “Puerta de la luna” para hipnotizar a cada presente, a cada ser vivo y pensante de la reunión. Un espejismo sencillo e imposible de evitar, los vampiros siguieron en la reunión pero fueron solo imágenes, proyecciones que actuaron y hablarían con instrucciones específicas de Greysen y Niel. Mientras tanto los verdaderos regresaron, volvieron al pequeño campamento hecho a las afueras del territorio y mandaron un mensaje a su padre sobre lo sucedido. Lo que ocurriría después, las palabras, las acciones de los presentes, todo previsto, incluyendo las últimas palabras dichas y dedicadas por parte de la vampiresa. El hechizo de Gwyndolin lo había cubierto todo, cómo un manto, una cubierta oscura proveniente de la noche que empezaba a aparecer. Entonces, el hechizo seguiría y, según lo pensado la gente del Oni los escoltaron a sus aposentos, lo cual, cómo fue ordenado, eran más ilusiones.
─¿Cuánto durarán esas ilusiones, Gwyndolin? ─ Mencionó Niel hacia el sol oscuro.
El hechicero, con su mirada purpurea y gesto gentil, solo asintió con su cabeza para lanzar un pensamiento, un llamado telepático:
“El hechizo terminará en dos días, podría esforzarme para alcanzar toda una semana”
─No será necesario ─Respondió la vampiresa─, En ese tiempo podremos marearlos hasta que se den cuenta de lo contrario.
✜✜✜
Pero entonces cae una idea, una idea en los pensamientos del pelirrojo y es toda aquella enredadera, todos aquellos planes, maquinaciones y laberintos que los proclamados líderes mandaban a ejecutar. Sin embargo nada terminaba de forma perfecta, él no era otra cosa que un soldado, un guerrero que había luchado guerra tras guerra, batalla tras batalla, en un interminable duelo de espadas y explosiones, de fuego y sangre que sintió no solo en su piel sino en su alma misma, su vida estaba impregnada de un rojo violento y más sin embargo, sin importar nada realmente, se sentía completamente bien. Había nacido para eso, su mismo ser se basaba en luchar pero igualmente tenía una breve llama o chispa en su interior y era esos sujetos.
Quienes dominaban en la cima, quienes controlaban, quienes mandaban y ordenaban, quienes reían en sus aposentos, quienes veían a sus cercanos cómo números, quienes bebían y fornicaban, quienes soñaban con un bien mayor.
Ninguno de ellos sabía lo que era ser un soldado, ser un recurso y vivir cómo este, seguir órdenes y seguir con la esperanza, pensamientos y un monólogo interno que hizo al vampiro cerrar sus puños y, por una vez hace mucho tiempo sentir enojo y extrañamente, emoción.
Tuvo una idea y con él un pensamiento: “Probablemente, nací para esto”.
─ Mi señor, el otro encargo ya fue finalizado, las tropas han salido del bastión real ─Aclamó Vordt al caballero.
─¿Nadie los pudo verlos? ─Respondió Grey.
─Aparentemente no, el velo del sol oscuro siempre nos protegió.
─ Ya se fue la gente del continente, supongo.
Vordt, solo asiente ante las palabras de su maestro.
─¿De qué habla, Grey? ─Preguntó la vampiresa al acercarse.
Pasó un leve segundo, un efímero tiempo antes de observar la ciudadela que se encontraba a lo lejos, fue entonces, cuando contestó:
─No dejaré que tengan el Bastion Real.
✜✜✜
Y, alzando la mano, el estallido rojo generó una pequeña flama, un fuego que dejó caer al suelo y el cual empezó a andar cual serpiente se tratase. Reptando y con velocidad, aquél ardor se precipitó hacia la ciudadela, esta magia giraba y se mantenía, viajaba en el ambiente mientras era controlada por él, pudo subir piedras, rodear algún charco y quemar varios pastizales a sus espaldas pero aun así, aquella lombriz de fuego continuó su paso estrepitante y silencioso. De un segundo a otro, el vampiro siente y es cómo una visión, frente a él hay una entrada, justo delante de la llama creada hay una apertura a un torreón y es entonces cuando Greysen sonríe, un gesto que muestra sus colmillos e ilumina su mirada, en un último gesto, el fuego embiste contra la entrada tocando una especie de líquido, una especie de aceite.
El combustible prende, empieza a consumirse y sigue un paso, una hilera planeada que lleva directamente a un pasadizo solo conocido por reyes antiguos y nobles de la antigua ciudad. Las catacumbas son un laberinto, venas que recorren todo el Bastion Real y terminan en el castillo principal, es cómo un ser vivo, cómo nervios de un cuerpo ya muerto y que ahora eran encendidos y quemados por un fuego estrepitoso y rugiente. Greysen pudo sentirlo todo, cómo el fuego se expandió, cómo este llegó a más barriles de pólvora y aceite y cómo estos se prendieron en menos de un parpadeo. Era cómo un hormigueo en sus brazos, cómo arena pasando por sus piernas y recorriendo su tez hasta llegar a sus muslos, sus caderas y su abdomen, el fuego que crecía debajo de la ciudad era parte de si, lo llenaba de fuerza y hambre de más. No iba a terminar, las catacumbas continuaron por todas las calles, por todas las colonias y avenidas y eran quemadas, eran calcinadas por un dragón de fuego o un monstruo infernal o quizá un demonio de muerte. El fuego arde y entonces, llega al castillo principal.
Greysen abre sus ojos y entonces.
Una explosión.
✜✜✜
La ciudad estaba en llamas y no paraban las explosiones, las torres, las casas abandonadas caían y se convertían en cenizas, era una hoguera gigante que se veía a miles de kilómetros a la distancia.
El estallido rojo miraba desde las alturas, su paz y su mirada carmesí era serena y sencillamente pasiva.
─Usaste las catacumbas y las llenaste de aceite, eso no era necesario─ Exclamó Niel al acercarse─, ¿Acaso sientes deseos de venganza?
─Fue aceite y explosivos, pedí que los trajeran desde casa, con el hechizo de Gwyndolin jamás se dieron cuenta de los soldados que entraron y llenaron todo el sitio ─Dijo él, sin apartar la mirada del fuego─,Y no es venganza; quizá algo de humanidad…
Él seguía sintiéndolo, era cómo parte de su cuerpo o parte de su psique, una explosión más que ocasiona un hormigueo, una explosión más y siente el fuego crecer, una explosión más y otra, y otra…
─Algo de humanidad, pueden tener el centro del continente, no importa si lo quieren para sus asuntos terrenales ─Exclamó el caballero lentamente─, pero no el Bastión, si quieren un castillo, si desean una ciudad…
El se detuvo, sus ojos brillaron y finalmente dijo:
─Si realmente lo quieren, que lo construyan desde sus cenizas.
Y finalmente un terremoto final que resuena en el horizonte, el gran castillo había caído.
✜✜✜
La gran hoguera seguía y la noche había comenzado, fue entonces cuando el vampiro terminó con unas últimas palabras:
─Empezaré a buscar aliados y tu irás al valle Boreal ─Exclamó ─, Es imposible que te encuentren ahí, Vordt te acompañará, probablemente lleguen en menos de un día si siguen la ruta que usábamos para traficar esclavos...
• •
Hayan