LizzaRade
Edgylord
Bueno, foro nuevo, vida nueva, un reinicio total. Pero me doy la molestia de conquistar esta zona virgen... CON GATOS!!
Alma Gris
¿Saldrán del abismo? ¿O caerán en lo profundo y encontraran su fin?
Prólogo...
Llueve. Esto era extraño, no solía llover en primavera, pero si era sincero, el ruido de las gotas de lluvia hacía un agradable sonido de ambiente. La comodidad aumentó cuando empezó a emerger el aroma del suelo húmedo. Volví a enfocarme en lo que estaba haciendo. Buscar un libro en éste librero no era tarea sencilla, ella aún no sabía leer de forma fluida, así que no podía llegar y hacerle leer uno de mis libros, son... un poco densos para ella.
Tal vez debo intentar con un libro para niños, sé que a ella le va a gustar; pero también tendría que soportar a Ai... de sólo pensar en esa calabaza y lo que diría de nosotros me daba escalofríos por las múltiples interpretaciones que puede sacar.
No puedo quejarme realmente. Es por mi culpa que Mizu esté en un estado tan... deplorable. ¿Un castigo divino? Tal vez. Yo no fui lo suficientemente cuidadoso con ella y lo único que hice en nuestra convivencia fue hacerle daño.
Entre todos los libros, encuentro uno algo viejo, las páginas ya estaban algo amarillentas y su aroma delataba su antigüedad. La portada mostraba un ekans y a un koffing junto a un grupo de pokémon. Una antología de cuentos para niños.
Le di una ojeada rápida para asegurarme. De seguro a ella le gustará.
Hice flotar el libro para cerrar la caja y mantenerla a salvo de la lluvia. Al tener ya todo en orden me dirigí a la caverna donde Mizu descansaba desde... ese incidente. Entré en silencio, observando su larga cola morada descansar sobre la cama mientras ella observaba el cielo gris, sus ojos amatista, todavía estaban algo apagados y su piel más pálida de lo normal.
Sentí como mi propia cola bajaba casi tocando el suelo al verla en ese estado. Pero luego recuperé la compostura y me senté en la cama junto a ella. Al sentir el colchón hundirse giró su mirada hacia mí y luego hacia el libro que sostenía. Pude ver una pequeña sonrisa forzada en su rostro, acomodándose para que nuestra lectura no fuera incomoda.
—¿Un cuento infantil? —preguntó al observar la portada.
—Todavía no puedes leer fluido, así que es sencillo de leer para ti —contesté observando como sus hombros bajaban seguido de un suspiro.
—Está bien... Mewtwo.
Ella tomó el extremo derecho del libro y yo el izquierdo, esto hizo que nuestros cuerpos se apegaran un poco, sabíamos que esto era incomodo, pero no nos quedaba más opción. Preferimos leerlo en voz alta, para que Mizu se acostumbrara a leer, y verificar que en efecto estaba aprendiendo.
—“Ekans y Koffing...” —comenzó a leer.
Ella leía un párrafo, y yo el otro.
Mi mirada solía desviarse a sus ojos, observando cómo había un completo vacío en ellos. De seguro así se siente ella en éste momento: vacía. Su enfermedad le hacía sentirse de esa forma, y la manera de que vuelva a su vida normal es distrayendo su mente. Y como su única compañía aparte de Ai, no quería defraudarla e iba a ayudarla.
Su mirada no tarda en cruzarse con la mía, apuntando con su dedo que ya era mi turno de leer.
Ella señalaba los dibujos del libro con sus dedos, curiosa viendo como la escena se veía representada en él. A veces me preguntaba si Mizu en realidad sólo era una niña en el cuerpo de una adulta. Una sonrisa se dibujó en su rostro sin verse forzada del todo, eso era un avance significativo para mí.
Mi compañera sin previo aviso me observó.
—Me gustó... —habló jugueteando un poco con la página—. Por algún motivo... me recordó a nosotros, el cómo son ignorados por ser un tipo “peligroso”.
Mi puño se apretó al escuchar su descripción, no me gustaba a donde iba a parar la conversación. Nosotros éramos como esos pokémon, nos veían como un peligro debido a nuestro gran poder, como si fuéramos una bomba de tiempo a punto de explotar.
Aunque Mizu no tiene ese problema tan marcado a diferencia de mí, ella escapó de sus creadores antes de que ellos le inculcaran enseñanzas, así que podría decirse que se crio como un pokémon salvaje.
En cambio, yo fui criado por una organización criminal, así que varias cosas me fueron inculcadas. Pero nunca me enseñaron a leer o escribir porque “era un pokémon”. Aprendí algunas cosas por cuenta propia, leer fue una de ellas.
Son cosas que me alejan mucho de ser un pokémon normal, eran cualidades propias de un ser humano, pero estaba muy lejos de serlo. A veces siento que no soy ninguno.
—No pienses en esas cosas —escuché una voz femenina, vi que Mizu aún me observaba, tenía el ceño un poco fruncido—. No... No importa si eres un humano o pokémon... “Mewtwo es Mewtwo”.
—¿Eh? ¿Estabas leyendo lo que estaba pensando? —pregunté dándome cuenta tarde del tono de voz que usé, mi cola empezó a temblar.
Los ojos de Mizu se agrandan y vuelven al libro, se estaba alterando.
—Lo siento... yo no quise...
—Descuida, no te alteres... no es bueno para ti. Lo siento.
Di un largo suspiro cuando se calmó un poco, creo que usé un tono de voz muy duro, por los dioses, necesito controlar eso, Mizu ahora estaba muy frágil debido a su condición. Lo menos que necesita es que un inadaptado social como yo la trate así.
Todo sería más fácil si no fuese porque arruiné su vida, es por mi culpa que Mizu tenga depresión y este así de delicada. Y ahora yo iba a reparar todo ese daño.
Alma Gris
¿Saldrán del abismo? ¿O caerán en lo profundo y encontraran su fin?
Prólogo...
Lluvia...
Llueve. Esto era extraño, no solía llover en primavera, pero si era sincero, el ruido de las gotas de lluvia hacía un agradable sonido de ambiente. La comodidad aumentó cuando empezó a emerger el aroma del suelo húmedo. Volví a enfocarme en lo que estaba haciendo. Buscar un libro en éste librero no era tarea sencilla, ella aún no sabía leer de forma fluida, así que no podía llegar y hacerle leer uno de mis libros, son... un poco densos para ella.
Tal vez debo intentar con un libro para niños, sé que a ella le va a gustar; pero también tendría que soportar a Ai... de sólo pensar en esa calabaza y lo que diría de nosotros me daba escalofríos por las múltiples interpretaciones que puede sacar.
No puedo quejarme realmente. Es por mi culpa que Mizu esté en un estado tan... deplorable. ¿Un castigo divino? Tal vez. Yo no fui lo suficientemente cuidadoso con ella y lo único que hice en nuestra convivencia fue hacerle daño.
Entre todos los libros, encuentro uno algo viejo, las páginas ya estaban algo amarillentas y su aroma delataba su antigüedad. La portada mostraba un ekans y a un koffing junto a un grupo de pokémon. Una antología de cuentos para niños.
Le di una ojeada rápida para asegurarme. De seguro a ella le gustará.
Hice flotar el libro para cerrar la caja y mantenerla a salvo de la lluvia. Al tener ya todo en orden me dirigí a la caverna donde Mizu descansaba desde... ese incidente. Entré en silencio, observando su larga cola morada descansar sobre la cama mientras ella observaba el cielo gris, sus ojos amatista, todavía estaban algo apagados y su piel más pálida de lo normal.
Sentí como mi propia cola bajaba casi tocando el suelo al verla en ese estado. Pero luego recuperé la compostura y me senté en la cama junto a ella. Al sentir el colchón hundirse giró su mirada hacia mí y luego hacia el libro que sostenía. Pude ver una pequeña sonrisa forzada en su rostro, acomodándose para que nuestra lectura no fuera incomoda.
—¿Un cuento infantil? —preguntó al observar la portada.
—Todavía no puedes leer fluido, así que es sencillo de leer para ti —contesté observando como sus hombros bajaban seguido de un suspiro.
—Está bien... Mewtwo.
Ella tomó el extremo derecho del libro y yo el izquierdo, esto hizo que nuestros cuerpos se apegaran un poco, sabíamos que esto era incomodo, pero no nos quedaba más opción. Preferimos leerlo en voz alta, para que Mizu se acostumbrara a leer, y verificar que en efecto estaba aprendiendo.
—“Ekans y Koffing...” —comenzó a leer.
Ella leía un párrafo, y yo el otro.
Mi mirada solía desviarse a sus ojos, observando cómo había un completo vacío en ellos. De seguro así se siente ella en éste momento: vacía. Su enfermedad le hacía sentirse de esa forma, y la manera de que vuelva a su vida normal es distrayendo su mente. Y como su única compañía aparte de Ai, no quería defraudarla e iba a ayudarla.
Su mirada no tarda en cruzarse con la mía, apuntando con su dedo que ya era mi turno de leer.
Ella señalaba los dibujos del libro con sus dedos, curiosa viendo como la escena se veía representada en él. A veces me preguntaba si Mizu en realidad sólo era una niña en el cuerpo de una adulta. Una sonrisa se dibujó en su rostro sin verse forzada del todo, eso era un avance significativo para mí.
Mi compañera sin previo aviso me observó.
—Me gustó... —habló jugueteando un poco con la página—. Por algún motivo... me recordó a nosotros, el cómo son ignorados por ser un tipo “peligroso”.
Mi puño se apretó al escuchar su descripción, no me gustaba a donde iba a parar la conversación. Nosotros éramos como esos pokémon, nos veían como un peligro debido a nuestro gran poder, como si fuéramos una bomba de tiempo a punto de explotar.
Aunque Mizu no tiene ese problema tan marcado a diferencia de mí, ella escapó de sus creadores antes de que ellos le inculcaran enseñanzas, así que podría decirse que se crio como un pokémon salvaje.
En cambio, yo fui criado por una organización criminal, así que varias cosas me fueron inculcadas. Pero nunca me enseñaron a leer o escribir porque “era un pokémon”. Aprendí algunas cosas por cuenta propia, leer fue una de ellas.
Son cosas que me alejan mucho de ser un pokémon normal, eran cualidades propias de un ser humano, pero estaba muy lejos de serlo. A veces siento que no soy ninguno.
—No pienses en esas cosas —escuché una voz femenina, vi que Mizu aún me observaba, tenía el ceño un poco fruncido—. No... No importa si eres un humano o pokémon... “Mewtwo es Mewtwo”.
—¿Eh? ¿Estabas leyendo lo que estaba pensando? —pregunté dándome cuenta tarde del tono de voz que usé, mi cola empezó a temblar.
Los ojos de Mizu se agrandan y vuelven al libro, se estaba alterando.
—Lo siento... yo no quise...
—Descuida, no te alteres... no es bueno para ti. Lo siento.
Di un largo suspiro cuando se calmó un poco, creo que usé un tono de voz muy duro, por los dioses, necesito controlar eso, Mizu ahora estaba muy frágil debido a su condición. Lo menos que necesita es que un inadaptado social como yo la trate así.
Todo sería más fácil si no fuese porque arruiné su vida, es por mi culpa que Mizu tenga depresión y este así de delicada. Y ahora yo iba a reparar todo ese daño.
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