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Cafe Shibe

+18 Rol – LIMBO –

The PeaceMaker

Quisiera ser una zarza...
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Realmente se sentía un poco más tranquilo; no se había movido de su posición desde que Tzila se había caído inconsciente. De hecho, cuando quiso moverse para liberarse, la mujer lo adoptó como si fuese su peluche personal para dormir. Era increíble la fuerza que podía ejercer estando inconsciente, dado a que ahora su abrazo era tan profundo como su sueño, Leo estaba embriagándose por el olor de ella. Una mezcla de café, perfume y sudor dado a todo lo sucedido que su nariz comenzaba a detectar y a emborracharse con el mismo.
Ya habían pasado quince minutos. Tuvo que salir de su trance utilizando una almohada que puso entre ambos para que haga de sustituto. Al hacer algo así, ella, en su inconsciencia, comenzó a mostrar molestias. En el momento que se alejó de ella, los gritos comenzaron. Intentando calmarla lo mas rápido posible, tuvo que cumplir con la petición que hizo antes de acabar en esta situación.
[...]
— Espero no estar agarrándole el gusto a esto...haha...
Bromeó en voz alta a ver como había terminado haciendo aquello que de verdad no le agradaba, pero no tenia opción. Se aseguró de solo esposar una de sus manos para que, si llegaba a despertar, pudiera liberarse por su cuenta. Hoy era su ultimo día libre antes de tener que volver a visitar a Mei-Ling, y no podía esperar para contarle todo lo que había descubierto.
Por si acaso, siempre contaba con una copia de sus llaves, así que las dejó sobre la mesa con una nota para la detective si se despertaba antes de que el volviera. Saldría a la calle con la intención de tomar un poco de aire y de comprar algo para esta tarde. Tal vez lleve algo para Tzila también. Caminando por la calle, perdido en sus pensamientos, automáticamente hizo la misma ruta que hacía siempre al pequeño mercado y recobró su consciencia allí. Tomó una pequeña cajita de jugo de fresa, pagó y salió. Buscó un lugar para sentarse y lo encontró cerca del parque, bajo un gran árbol.
Abrió su juguito y lo bebió detenidamente, asegurándose de "disfrutar" el ambiente tranquilo de la tarde. Daba pequeños sorbos mientras miraba las nubes y oía el cantar de los pájaros, ya volviendo a sus nidos por la tarde. Estando en lo poco que la ciudad tiene para ofrecer de naturaleza se sintió relajado. No supo cuanto tiempo pasó y divagó sobre estos cambios repentinos en su vida. De pronto su trabajo terminó y ahora le habían encomendado el trabajo que nadie quería, le redujeron el salario y su vida ahora corría riesgo cada momento en donde se cruzara con alguien a quien no conociera. Por otra parte, había conocido a una chica joven bastante...¿Interesante? Su ahora única alumna, Mei-Ling, resultó también estar involucrada en este problema con LIMBO, pero lo tomó con mucha mas calma gracias a que estaba acompañado por ella desde el primer momento. También una mujer extraña estaba en su departamento, y con su llegada, la muerte de sus interacciones sociales con los vecinos. Nunca había sido popular pero ¿Debería considerar esto como "popularidad"? Tan solo son una serie de acontecimientos no muy relacionados que desembocaban en estas nuevas personas.
Intentó ver el lado positivo. Tomó un gran respiro y suspiró. Comenzó a sorber su jugo, en el banco del parque, cuando sintió una presencia. Estaba demasiado cerca, tan cerca que la sentía a su lado, justo a la derecha. Al mirar hacia allí, ya habiendo oscurecido, vio aquello que presentía; una figura robusta, trajeado y sin rostro. Su rostro era como una masa negra con relativa forma humana, y sus ojos resplandecían en un tenue fuego azulino. Estaba sentado a su lado, con varias decenas de centímetros de diferencia. Al chocar miradas, Leo sorbió con fuerza lo poco de jugo que le quedaba, y tragó. Sin despegarle la mirada, tiró la cajita de jugo y le habló.
— Bien...Estoy listo...
Leo sintió su cuerpo tenso. Intentaba calmar sus latidos pero estaba ansioso por lo que podía pasar. Inesperadamente, el individuo trajeado le mostró un maletín.
— ¿Que...?
Al abrirlo, vio armas de fuego y algunos objetos que desconocía pero se veían sumamente asquerosos. Volvió a chocar con sus ojos flameantes.
— ¿No vas a matarme?
— Claro que no, señorito ¿Qué le hizo pensar eso?
Aquello provocó una pausa larga. Prosiguieron.
— Bueno, normalmente siempre que sale algo así de desconocido y peculiar siempre termina en algo que ponga en riesgo mi vida.
— Y temo que así será por ahora, señorito Montielo.
— ¿Cómo sabe mi...? ¿Quién es usted?
— Muchos me llaman por distintos títulos, pero usted puede llamarme Charon — indicó acomodando su fedora. — ¿Ve algo de su gusto?
— No, nada. De hecho, no creo estar interesado en nada. Agradecería si te fueras.
Charon cerró su maletín y lo puso del otro lado.
— Debe ser duro participar en el LIMBO ¿Verdad?
— ¿Sabes de eso?
— Yo se muchas cosas, joven Leo, por un precio claro.
— Ya veo...¿Cuanto...?
Charon volvió a traer su maletín y con un tono mucho mas animado, habló.
— Con la compra de un producto, contestaré cualquier duda que precise ¿Qué le parece?
— Bien bien...Como usted quiera ¿Cuanto? — dijo sacando su teléfono, pretendiendo hacer una transferencia.
— No se preocupe por la cantidad, sino por la calidad de lo que busco. Viendo que aun desconoce mucho de estos lares, déjeme ofrecerle esto — le extendió a sus manos una cosa extraña, esférica, de apariencia asquerosa.
— ¿Qué se supone que es eso?
— Qhilopth. Una fruta... — Leo lo interrumpió.
— ¿Una fruta? ¿Esa cosa es una fruta?
— Si, una fruta demoniaca. Le otorgará un poder inimaginable cuando la consuma.
— ¿Poder?
— Claro, si no quiere ser consumido por el Limbo y sus asociados, deberá consumirla tarde o temprano.
— Es bueno saber eso...¿Cuánto le debo?
— Permítame, joven Leo.
Charon apoyo su mano sobre uno de los hombros de Leo y de allí emergió una luz débil. Al cabo de los pocos segundo todo terminó.
¿Qué fue eso?
— Son las almas de los caídos en el Limbo, no tienen mucho uso para usted, pero para mi son importantes. Si en algún momento está dispuesto a ser un cliente regular, no olvide mi nombre.
— Si...Lo tendré por sentado...Ahora, sobre las dudas...
— Cierto, debo estar en otro lado ahora mismo, así que solo puedo responder dos de sus dudas joven Leo.
— Genial, bien...Sobre el Limbo ¿Se puede escapar?
— Hmm...Si, es posible escapar, si sus piernas son lo suficientemente rápidas he de suponer que si.
— Eso no dice mucho...Bien ¿Y como evito que me lleven ahí?
— Bueno, no creo que haya posibilidad, pero si lo decimos de otra manera...Debería entrar usted primero.
— Enserio eso no dice mas que lo anterior.
— Lamentablemente soy un hombre ocupado, espero verlo pronto y que disfrute su producto. Sabe mejor de lo que se ve.
Con eso dicho, Charon se perdió en la oscuridad de la tarde. Leo miró aquella cosa que había "comprado". No se veía para nada apetecible. No tenia olor alguno, si entrecerraba los ojos tenia mas parecido a una pasa de uva gigante. Cerró sus ojos y le dio una mordida grande, intentando no masticar y tragar rápidamente. Todo fue para no sentir su gusto, lo cual fue en vano porque el sabor permanecía en su boca a pesar de ya haberlo tragado. Era dulce, bastante dulce, demasiado podría decirse. Recostó su espalda en el banco de madera del parque, como queriendo procesar por qué todo pasaba. Su estomago empezó a arder. Pensó en resistir el dolor, creyó que era una molestia pasajera, pero no podía estar mas equivocado.
Se recostó en el banco, aferrándose a su abdomen y apretando los dientes. Quería golpear algo. Quería morder algo. La razón había abandonado su sistema, comenzando a mordisquear y a sacarle pedazos al banco, rompiéndolo lentamente como si ello aliviara el dolor que sentía. Sus dientes comenzaron a crecer, como si fueran los colmillos de un animal. Respiraba muy agitado durante el proceso y en varios momentos estuvo a punto de desfallecer. Fueron unos largos e intensos diez minutos de martirio.
Volviendo en si, y viendo el banco y el extraño sabor en su boca a madera, sangre y metal, se levantó un tanto mareado y se dispuso a volver a casa. Se preguntó cuando pasó tanto tiempo que estaba tan oscuro, y si Tzila aun seguía allí. Que pésimo día libre.


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Fatman

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Emma Deepwaters / Deputy Abyss
Muelles del limbo
Parley
Post Nro.7

Una vez mas me encontraba en aquel momento de adrenalina y euforia nada hacia que me sintiera tan bien y tan viva como estos momentos

-groa!- el lagarto lanzaba un zarpazo directo a la corsaria pero esta lo esquivaba

Esta danza violenta es casi como un acto carnal, la diferencia es que el climax de acto es unitario y se da cuando uno de los dos muera

-Hehe!- la chica medusa sonreia mientras bloqueaba y desviaba el ataque con su espada

El era torpe, tosco y salvaje con sus movimientos pero no negaba el hecho de su fuerza, eso era algo que debia de admitir

-te despellejare y usare tu piel para adornar mi camarote- dijo mientras desviaba de nuevo el ataque

-yo me comere el tuetano de tus huesos!- mientras giraba y trataba de atacarla con la cola pero la chica medusa con su flexibilidad lograba esquivarlo como si jugara al limbo

Por mas despiadada que yo lograse ser hay algo que debo de tomar en cuenta oe hago mas fuerte o conseguir aliados, yo no era nada buena para conseguir amigos pero si algo he aprendido de esta vida es que algunas veces es preferible ser temido que amado...la pregunta es que nervios debo tocar para hacer saltar a esta rana

-Groahh!- otro zarpazo por parte del lagarto que la chica desviaba con el cañon de su pistola -por que no atacás, intentas burlarte de mi!?- dijo enfurecido

-ha!- la chica se distanciaba de un salto -solo estaba pensando que tu- dijo mientras clavaba la espada en el suelo y se llevaba la mano la espalda con la pistola -Parley!- dijo en voz alta con una reverencia -que me dices mi escamoso amigo si te unes a mi tripulación yo creo que serias un gran grumete dijo la chica mientras le extendió una mano para que la estrechara

-no trates de insultarme!- dijo molesto

-insulto?- dijo algo perpleja mientras la mano que tenia en la espalda comenzaba a transformarse fuera de la vista del lagarto en una pinza de cangrejo de gran tamaño con una boca de cañón dentro de las pinzas -ohh no hablo muy en serio, acado no sabes quien soy? Soy deputy abyss una de las leyendas de este lugar-

-y yo soy el mata leyendas!- dijo mientras se lanzaba al ataque

-ohh bueno lo intente- se encogia de brazos para luego sacar su brazo transformado y le disparaba una bala de cañón con gran potencia que atravezaba el pecho del lagarto destrozando todo y dejando un enorme agujero en el por supuesto el lagarto caía abatido -vaya conque a esto se refería charon con nuevo poder...nada mal- dijo observando su mano transformada

Bueno si el parley no funciona creo que no queda de otra que volverme la mas fuerte...

[Rol off]
 

Lana Arwen Lazar

La flor de la Fantasía
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Soñaba. Sabía que estaba teniendo un sueño. Era demasiado obvio. Pero todo parecía tan real, que casi temía que estuviese viviendo esto de nuevo. Me veía en el mismo abismo al que me había tenido que enfrentar en ese infernal juego de movil. Notaba mi frente sudar, mi mente pensando en cualquier manera de salir cuanto antes de ahí.

Aparecía Leo en esos momentos. Notaba al menos como podía tranquilizarme sin que mi corazoncito pudiese poner calma a sus latidos por todas las emociones en las que nos estabamos metiendo. Ahora, estabamos fuera, en aquella extraña calle completamente destrozada. Los oscuros seres nos habían rodeado y se lanzaban a por mi.

- ¡No! - Me desperté enseguida. Me acomodé en mi cama sentada mientras intentaba recuperar mi aliento despues de esta pesadilla. - Joder... Joder... Vale, calma Mei-Ling, ya se acabó esa tonteria, no necesitas preocuparte mas...

El pequeño descanso que había decidido tener se había convertido en un profundo sueño, hasta ver que ya era de media noche. Me di cuenta de que estaba empapada en sudor y de que mi cuerpo entero apestaba de este. - Bueno... Mamá no llegará hasta el medio dia o por la tarde, así que podría tomarme un baño...

Me dirigí hacia mi bañera dejando ya en la lavadora todo lo que llevaba puesto de antes. Empecé a dejar que la bañera se llenase por completo mientras miraba el movil. - Ehh~ Tanto le gustó a Leo mi foto que ahora necesita enviarme una en su baño? - Sonreía rapidamente mientras mordía mi dedo índice como si de una adolescente que hubiese recibido una petición de pareja de baile de fin de curso tratase. - Buah... Como estan los profesores hoy en dia, ¿no? Veamos como reaccionaría a esto... - Me meto en la bañera cubriendo todo mi cuerpo por el agua, y realizo otra foto esta vez con la lengua levemente fuera mordiendola mostrando un rostro mas jugueton. - Heh~ Luego se lo mandaré.

Dejé de lado el movil y me concentré en disfrutar del baño aunque estuviese sonando, no podría ni escucharlo de lo intensamente imbuida que estaba en el medio acuatico. Me hundía y dejaba que el agua sacase todo el sudor que rodeaba mi cuerpo y se lo llevase lejos de mi. Miraba por una de las miniventanas que daban al cielo nocturno y podía ver la enorme luna llena que blanquecía toda la negra noche. - Podría ser el mejor momento para dar un paseo nocturno... Hace tiempo que no lo hago y he dormido muchisimo ya...

Cuando empezaba a enjabonarme, podía notar como mi cuerpo aun temblaba del miedo que había pasado en la pesadilla que acababa de tener. - Tengo que calmarme... - Empecé a dejar que el agua terminase de limpiarme sintiendo como cada gota que caía en mi pecho encendía de nuevo suavemente el dolor de la enorme marca que tenía. - Joder... Que dolor... - Susurraba para intentar entender la escena que estaba viviendo ahora. - Espero que no vuelva a pasar nada parecido...

Terminé vistiendome con unos shorts negros y una camisa blanca que se metía dentro de la ropa inferior para mantenerse bien tiesa y que no molestase al moverme. Agarré el movil cuando vi que había recibido un mensaje, pero un sonido en la puerta principal de mi casa, como si de que alguien picase tratase, me hizo dejar el aparato a un lado. Sin haber visto un mensaje que decía: "Mei...Ten cuidado con salir a la calle...Parece que hay cosas que pueden hacernos volver al...Limbo."

La puerta estaba cerrada. - ¿Mamá? - Nadie contestaba. Avancé rapidamente y abrí la puerta. El rapido aire que movía la copa de los arboles tiraba alguna que otra rama al suelo y que chocaba contra la pared y las puertas tambien vecinas. - Bueno... Sería solo eso... - Agarré mis llaves y cerré la puerta.
Empecé a caminar por el barrio. Con solamente algun ruido de alguien en su habitación tomando su vida tranquilamente o de los pocos automóbiles que recorrían la carretera central que conseguía romper el completo silencio, hubo un último sonido que me alertó en seguida.

Una risita. Una risita como de un niño.

- ¿Uh? ¿Quien? - Veo un niño medio escondido en la esquina que daba al 24/7. Parecía reirse mientras me miraba. - Chico, es muy tarde, ¿no deberías irte a casa? - Volvía a reirse. Pero no tenía sentido, ¿como podía escuchar su risa de manera tan intensa si estaba tan lejos? Viendo que este huía hacia la oscuridad, me apresuré a seguirle. Necesitaba saber que estaba pasando ahora.

Antes de poder llegar a cruzar practicamente la carretera, otros dos niños aparecieron enfrente mio. Pasé entre ellos, pero mi visión empezó a mostrarme una nueva realidad. Y es que volvía a estar en ese mundo derruido, roto y distópico. - ¿Q-Qué? - Los tres niños que ahora me habían medio rodeado mostraban su viscosa y asquerosa piel mientras chillaban como las diabólicas criaturas que en realidad eran. - ¡B-Basta! - Empecé a correr mientras estas criaturas terminaban de graznar como si riesen.

- Otra vez no. ¡Otra vez no! - Sentía los tres demonios seguirme en la persecución que me obligaban a tener. Mis manos volvían a sentirse pesadas, otra vez notaba como cuchillas habían aparecido en mis manos y practicamente solo impedían moverme con facilidad en el angosto terreno. No podía seguir huyendo. - Tengo que acabar con esos bichos. - Terminé colandome por uno de los destruidos edificios al sentir como disparaban virotes de algun tipo de ballesta de mano que poseían.

Las criaturas corrian para dentro cuando me vieron desaparecer por el agujero en el que algun tiempo hubiese una puerta. Conseguí evitarles y esperé a que dos terminasen adelantandose levemente para empezar a acribillar al descarrilado tercero que caía rendido en el suelo sin poder casi moverse. Mis ataques no eran muy efectivos, pero ante criaturas tan pequeñas, los dejaban inmoviles pero sin morir.

No morian inmediatamente. Solo sufrían.
Sufrían mucho. Oía sus gritos de dolor.

Los otros dos empezaron a disparar su ballestas nuevamente hacia mi. No había pensado en como proceder. Ambos virotes que habían disparado terminaron creando laceraciones en mis costados. Caí al suelo gritando con ambas manos en mi costado, una a cada lado. Me arrastraba como podía hasta una habitación y terminaba apoyandome en la pared contigua al portón abierto.
Nuevamente cuchillos aparecían en mis manos y esperaba a que viniesen las criaturas. Pensé durante un momento que fuesen mas inteligentes y que esperasen a que sufriese hasta que no pudiese mas. Pero me equivoqué, oí sus pisadas corriendo hasta mi ubicación, riendo y gritando. Cuando el primero de los dos que quedaba entró, me lancé sobre él y empecé a acribillar su cuerpo con mis cuchillos mientras gritaba.

El otro disparó, con la mala fortuna de ellos que el diablo al que me lancé, terminó ganando en fuerza y me empujó haciendome esquivar el virote y recibiendolo en mi lugar. La adrenalina terminó tomando mas fuerza en mi cuerpo y me lancé al tercero que empezó a preparar nuevamente su ballesta. Este cayó en la espalda sin poder responder a mis gritos. Empecé a llorar sin poder ya controlar nada de mi cuerpo. Su dedo terminó disparando el virote y terminó creandome una larga herida en mi mejilla. Por mi parte empecé a clavarle mis cuchillas sin parar. Solo tenía un sucio y repulsivo liquido saliendo sin parar de su cuerpo hacia mi cuerpo.

Gritaba sin parar mientras oía los gemidos de dolor de la criatura que estaba apuñalando ahora mismo y del primero que había caido en la otra habitación. - ¡MUERE! ¡SI! ¡MUERE! ¿¡DUELE VERDAD? ¿¡DUELE!?

A los minutos, mi adrenalina bajó. Empecé a marearme. Me levanté como pude agarrandome al marco de la inexistente puerta de la habitación. Agarré el cuchillo y me acerqué al que había sido disparado por su compañero. Me agaché colocandome encima suyo sin tener ninguna respuesta por mi parte en mi rostro. Y se lo clavé. Terminó con un ultimo cuchillo en su rostro rompiendolo entero de arriba a abajo.

Todo volvió a cambiar. Volvía a estar en un callejón oscuro. Al menos la luz del día ya había comenzado a aparecer y parecía que hubiese sido incluso ya de tarde. Pero mi mirada estaba mas que perdida. Me levanté y empecé a caminar hacia el supermercado. - Una Monster. Por favor. - Dije sin esbozar ningun tipo de emoción. Salí y me senté en el suelo y abrí la lata pero no pude ni beber. Me puse a llorar de golpe en la calle. Apretaba los dientes con fuerza para impedir cualquier ruido de mis sollozos que saliese y no hiciese mas el ridículo en la calle. Mis ojos estaban rojos y no paraba de llorar.

- Basta... Basta por favor... Basta...


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The PeaceMaker

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Una vez más, la alarma de despertador rompía sus tímpanos para sacarlo de su sueño. Al despertar notaria que estaba acurrucado sobre la mesa de su departamento. Se sentó sobre ella para intentar saber por qué había terminado allí. La verdad, no recordaba nada que no sea haber abierto la puerta de su departamento y caer dormido donde viera mas cómodo. Percatándose de su aliento, aun con un sabor férreo, se dispuso a cumplir con sus rituales de higiene matutinas. Cepillo de dientes y rápidamente a cepillar. Se aseguraba de limpiar cada rincón aunque algo no se sentía como habitual. Mientras se cepillaba, con su lengua lograba tocar cosas extrañas dentro de su boca. Escupió la pasta dental, notando cosas en el agua que no quería ni mirar. Decidió mejor mirar su boca usando el espejo, pero tuvo mas de una sorpresa al hacerlo.

— ¿Pero que...?

Tenia orejas. Claro, decirlo así parece incluso una estúpida aclaración, claro si no se notaba que esas orejas eran adicionales, y sobre todo, no eran humanas. Palpó a sus costados, para verificar la existencia de sus orejas originales y allí estaban pero ahora ¿Qué haría con las otras dos orejas animales que salían de su cabeza? Eso no era todo, porque lo próximo que descubrió era una dentadura completa con caninos mas gruesos y fuertes que los que tenia anteriormente. Y como si aun fuese suficiente como para procesar, una cola. Si, salía de la parte inferior de su cintura, casi en la lumbar. Era un poco larga y para el, difícil de atrapar para examinarla. Al atraparla, además de sentir un cosquilleo, notaba que el pelaje que tenia era suave y negro, como la de esas orejas extras. Era como un cosplay muy malo y barato. Se cubrió el rostro, en parte en desesperación y nerviosismo, pero también en aceptación. A grandes rasgos, parecía un animal, pero no era nada que no podía ocultar. Miró sus manos de ambos lados. Esas uñas estaban un poco crecidas también...

[…]
El bus estaba un poco apretado, pero no era nada a lo que no se había acostumbrado. Tuvo mucha suerte: En su cabeza, una bonita boina oscura y en sus manos unos guantes de cuero de casi el mismo color. La verdad parecían accesorios adicionales a su ropaje básico formal, pero por ahora bastaría. Hoy visitaría de nuevo a Mei en su casa, y tendría tantas cosas que contarle sobre sus recientes descubrimientos. Mientras pensaba en si tendría que tomarse su trabajo mas enserio o si debería tomar decisiones, cierto olor hizo que esos pensamientos queden en segundo plano. Aun en el bus que relativa velocidad, sus ojos captaron algo no muy lejos. Terminó bajando antes de lo debido.

Había cierta esencia en el aire que, aunque débil, podía sentir. Si pudiera describirlo, sería como a jabón, algo dulce y algo familiar. Casi mas de cien metros después, su atención se centró en una silueta hecha bolita a las afueras de un supermercado. No podía ver su rostro ya que estaba escondido dado a su posición, una especie de posición fetal. Su curiosidad lo impulsó a preguntar. Hincó la rodilla para estar casi a su altura.

— ¿Mei-Ling?

Ante esto, aquella pequeña figura sacó el rostro de entre sus rodillas y levantó la mirada. Aquella cara llena de lagrimas, tantas que hacían que su cabello estorbara, chocó con el rostro de Leo. Una Mei devastada y sumamente triste. Al reconocerse mutuamente, Mei saltó hacia el en un abrazo profundo, tanto que casi lo derriba y hasta tuvo que sostener su boina para que no cayera.

— ¡Woah!

Escuchaba sollozos inentendibles en su hombro. Aun no se decidía si corresponder el abrazo dado a su profesión. Todos sus sentidos le jugaban en contra al tenerla tan cerca así que no tuvo mas opción.

— Tranquila Mei, sea lo que sea que haya pasado, encontraremos una solución — correspondió el abrazo ligeramente, aunque el estado de Mei demandaba mas.

Intentó pararse pero la chica no cedía. Susurró a sus oídos.

— Mei, estamos llamando la atención. Vamos de paseo ¿Está bien?
— Solo...Solo un poco más... — contestaba ella, aun con la cara fundida en el pecho de Leo.

Leo suspiró levemente. Se resintió y comenzó a darle pequeñas palmaditas en la espalda mientras intentaba acomodar su cabello. Cualquiera podría pensar cualquier cosa, pero para el, Mei era una niña desamparada, como la hermanita que nunca tuvo. Los minutos pasaron y Mei por fin se separó, roja por haber estado tanto tiempo con la cara escondida.

Ahora con los dos en pie, iban en un paseo a paso lento en busca de un parque. Mei aun se negaba a separarse de el, dado a que ahora se estaba colgando de su brazo. Leo no podía imaginar por que tipo de cosas tendría que haber pasado para que acabara en un estado tan deplorable. Al encontrar una banca y sentarse, nada podía calmar completamente a Mei. Leo sacó uno de los dulces de su maletín, aquellos que siempre llevaba para pasar el tiempo, y se lo entregó a Mei.

— Escuché que la azúcar es buena para estos casos. Come por favor.

El tiempo parecía transcurrir con lentitud por ahora. Leo comenzó a monologar.

— A veces las cosas se sienten difíciles. Supongo que no fue nada fácil ¿Verdad? — no había mucha reacción por parte de Mei. — El juego ¿Verdad? — allí fue cuando Mei se aferró un poco, pero asintió. — Ya veo. En estos días todo ha sido de locos.

Tomó uno de sus guantes y se lo sacó, mostrándole a Mei que ahora sus uñas eran diferentes, parecían normales pero algo en ellas estaba un poco afiladas.

— Y no quieres ver lo que hay debajo de este gorro — bromeó para intentar suavizar el ambiente, aunque el ambiente del parque era tranquilo.

Mei, aunque aun estando un poco shockeada por lo de antes, por fin estaban cara a cara. Tal vez la curiosidad fue el principal combustible para por fin cambiar su estado. Leo tomó la mano de Mei por la muñeca, de manera que pudiera controlarla y la acercó a su cabeza. La chica parecía atemorizada por aquellas acciones, pero también se dejó llevar. La mano de Mei comenzó a introducirse por debajo de la boina, tocando "aquello" que Leo quería ocultar utilizándola. Aquella mano comenzó a curiosear por cuenta propia, palpando a ver si podía adivinar que era aquello, provocando pequeñas reacciones involuntarias de Leo, como si le hiciera cosquillas.

— Con cuidado Mei...Aun no entiendo porque me provoca escalofríos...

Entonces se detuvo. Leo también le mostró sus dientes, forzando una especie de sonrisa que pareciera chistosa. Ahora todo estaba mucho mas casual y animado.

— Esto me pasó ayer creo, aunque no tengo mucha memoria de como.
— Pero no esta tan mal...Digo, podría haber sido mucho peor, como cuernos o cosas por el estilo — Leo se reconfortó al oir palabras saliendo de Mei.
— Aun no has visto todo...Tengo algo mas pero es un poco privado, y lo siento bastante mas vergonzoso que estas otras cosas.
— ¿Qué es? — inquirió llena de curiosidad.
— Un cola.
— ¿Puedo verla?
— Ahora mismo... — miró a su alrededor, y había mucha gente. — No.

El mediodía transcurrió mientras Leo intentaba ponerla al corriente con la información que había descubierto. No eran los únicos con este tipo de problema. El dinero. Los monstruos que los perseguían. No había ningún lugar seguro. Mei pudo explicar con algo de dificultad por lo que había pasado. Mientras la tarde se hacia presente, la urgencia por alimento también y entonces hicieron una pausa. Ambos tenían dinero pero ¿Qué era mejor? ¿Ir a un restaurante, o comprar los víveres para hacer algo especial en casa? Por ahora, esa era la mejor y mas reconfortante pregunta que podían hacerse. Entonces Mei tomó la iniciativa.

— ¿Podemos no volver a casa aún? Ha pasado un tiempo desde que respiré otro aire que no sea el de mi habitación.
— Claro, por supuesto. Aunque no tengo una idea clara de donde.
— Déjamelo a mi.
[Centro Comercial]
— No sabia que había un lugar de estos por aquí. — Leo estaba asombrado por lo imponente que era aquel atractivo e inmenso complejo.
— Lo construyeron hace unos años, aunque nunca tuve la oportunidad de visitarlo. Vamos — Mei seguía liderando el camino, casi arrastrando a Leo a cualquier local que veía atractivo.

La verdad es que eran una dupla extraña, mucho mas por las apariencias ¿Una niña con un atuendo un poco fresco, arrastrando a un joven vestido casi como anciano? De vez en cuando sentía las miradas en su espalda a medida Mei lo llevaba de aquí a allá. Visitaron un sin fin de lugares; ropa mayormente. Cuando Mei descubrió la cantidad de dinero que tenia no reparó en gastos. Compraba todo lo que le parecía atractivo. En una de esas Mei había insistido en visitar cierto lugar de ropa interior pero Leo huyó con rapidez al patio de comidas.

El almuerzo/cena que tuvieron a media tarde fueron un par de combos de hamburguesas con patatas fritas. Lamentablemente eso era lo único que ofrecía semejante centro comercial. Una vez con la comida sobre la mesa, no pudieron evitar seguir hablando.

— Ha sido una tarde entretenida — Leo intentaba comer lo mas ordenadamente que podia frente a ella. Si estuviera en su casa esa sería otra historia. Algo había que hacia que su apetito por la carne sea un tanto...voraz.

Por otro lado, a la chica no le importaba comer de la manera mas sencilla que conocía. Hasta se chupaba los dedos si era necesario. Intentando no sacar a flote el tema, recordó lo que le había pasado hace un par de días.

— Parece que las experiencias cercanas a la muerte saben abrir el apetito ¿No te parece? — bromeó. — Hace un par de días una de esas cosas me llevó a ese lugar y...cuando volví sentía mucha hambre.

Aunque Mei estaba animada por el cambio de ambiente, aun le costaba habituarse a escuchar y recordar lo sucedido en el Limbo. Pero estar cerca de Leo hacia que las preocupaciones desaparecieran.

— Hoy fue algo peor que la ultima vez... — en sus pausas aprovechaba para comer de vez en cuando. — Parecían niños...Pero yo tuve que...tuve que hacerlo. Se reían...gritaban...intentaban lastimarme.
— Esas cosas atacan cuando menos te lo esperas ¿Te lastimaron?
— Hmm... — ella se levantó del asiento y comenzó a palpar su cadera, y casi sin querer, parecía estar haciendo unos movimientos un tanto...reveladores. — Sentí que me...Oh...


Leo había bajado la mirada por dos razones. Primero, Mei hasta levantó un poco su ropa para verificar sus heridas y segundo ¿Qué le había pasado a su hamburguesa? Hace tan solo unos segundos le había dado un bocado, pero ya no estaba. Tampoco la segunda ¿Cuándo se la comió? ¿Tanta hambre tenia? ¿Lo hizo mientras Mei contaba lo que le había pasado? Sentía la vergüenza subir hasta su cabeza pero...

Profe~.

Sintió un susurro en uno de sus oídos, no de los oídos humanos, sino que por la altura, hasta hizo estremecer a las orejas adicionales. Sus orejas se habían movido un poco bajo su boina y miró hacia su derecha, lugar de donde provenía aquel susurro. Allí estaba Mei, apoyada sobre sus rodillas, semi-agachada para poder susurrar a gusto. En su mano tenia una servilleta.

— Quédese quieto por favor... — la chica comenzó a limpiar sus labios con delicadeza, cuidando de no ser brusca. — Debe comer con modales la próxima vez, tiene salsa por toda la cara.

Algo debajo de su boina se movió bruscamente, tanto que se aferró a ella para que dejara de moverse y aplastar esas orejas. Mei sonreía de nuevo ¿Por que reaccionaba al tenerla cerca? Ni siquiera era contacto, apenas sentía su tacto a través de la servilleta. Era su nariz. Su mano había estado así de cerca, y por alguna razón, otra vez ese aroma invadía sus mas profundos pensamientos. Durante todo el momento estuvo anonadado por la situación, hasta que un llamado por parte de los vendedores de comida rápida hizo que Mei se fuera por un momento. Bajo de la luna a la tierra solo para ver como aun quedaba un pedazo de la hamburguesa que su alumna había estado comiendo hasta el momento. Su mano se movía sola, tanto que tuvo que usar la otra para detenerla. Esperó reservadamente hasta que Mei volviera, esta vez, con una bandeja y un batido dulce.

Ella no decía una palabra, pero mantenía sus ojos sobre el mientras sorbia su batido. Maldición ¿Se había convertido por completo en una bestia? ¿En lo único que pensaba era en comer? Al chocar miradas, Leo no pudo evitar mas que forzar una sonrisa muy obvia, sin darse cuenta de que también estaba mostrando esas aptitudes que deseaba esconder. Mei fue muy perspicaz.

— Creo que ya no comeré esto. Iré a tirarlo. — se levantó para cumplir con lo que dijo.
— ¡Ah! — aquel sobresalto hizo que Mei dedicara toda su atención. — Digo, iré a hacerlo yo. Digo, puedo ir a hacerlo yo así puedes...disfrutar del resto de tu comida...

Mei no pudo aguantar la risa. Realmente casi se desinfla al ver las reacciones de su profesor.

— Realmente no sabe mentir — apenas podía hablar dado al aire que le faltaba por haberse reído. Al retomar la compostura hizo su movimiento; se inclinó hacia adelante y ofreciendo el pedazo de comida dijo Ahhh~
Pero...
Ahhh~ volvió a insistir.

Si de verdad quería ese pedazo de carne iba a tener que hacerlo. Cerró sus ojos para así mas tarde poder borrar ese recuerdo bochornoso, y abrió su boca. Mei pudo ver la gran exhibición de caninos y molares durante el proceso. Con delicadeza lo posó sobre su boca, cuidando de que sus dedos no fuesen a ser victima de esos poderosos dientes. Cuando todo terminó Leo no pudo evitar ocultar su rostro por un momento ¿Se puede caer tan bajo?

— Creo...Creo que esto es todo por hoy...Ya es bastante tarde y tal vez tu madre puede preocuparse...

Mei ocultó su sonrisa, tal vez por algún comentario que pensó pero no dijo o quizás por otra cosa.

— Esta bien. Espere un momento, debo ir al baño.

Ella se levantó y lo miraba desde el rabillo de sus ojos. Leo entendió y se quedó sentado, y para pasar el tiempo comenzó a ordenar la basura para tirarla. El batido de Mei aun tenia un poco de su contenido, y sobre todo, el sorbete que había tocado sus labios. Leo miro hacia la dirección por la que su alumna se había ido, lugar donde estaba aquella zona donde quedan los baños separados. Ella no estaba. Tal vez un poco no haría daño...

Un sexto sentido se activó cuando estaba dispuesto a usar el mismo sorbete para terminar aquel batido dulce. Miró de nuevo hacia los baños, solo para hallar a una Mei discreta y escondida, asomando su cabeza desde la esquina. Rápidamente dejó el batido en la mesa, enrojeciéndose por la vergüenza. Su alumna volvió a ocultar su sonrisa y nuevamente se retiro al baño. Leo comenzó a pensar si había valido la pena. Ni siquiera había logrado saborear nada. Buscó de nuevo el batido solo para ver como uno de los trabajadores ya había limpiado la mesa gracias a que facilitó el trabajo amontonando todo y lo vio tirar todo en el compartimiento de la basura. No sabia si estar aliviado o llorar.

[…]
— Gracias por la compañía. Me la pase muy bien esta tarde.

Ya estaban en la puerta de la casa de Mei. Durante el camino no se dijo mucho, aunque a veces cruzaban miradas pero Leo estaba demasiado avergonzado como para poder decir algo. La había acompañado para ayudarla a cargar todas sus compras.

— No es nada...
— Aunque...Si la próxima vez me avisa, tal vez pueda preparar algo más especial — ya estando en la seguridad de su casa, y luego de despedirse, mientras cerraba la puerta, aprovechó para saborear su momento de gloria. — Tal vez un batido casero...

Leo volvió a cubrirse el rostro, y agradeció de que la puerta ahora estuviera cerrada. No sabia que eran estos cambios que le ocurrían sin previo aviso, y no los comprendía del todo. Sobre todo en este momento, ya que debería estar sintiendo cosas habituales, tal vez era una broma de parte de Mei pero ¿Por que se sentía feliz?



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ROJO Y NARANJA

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-ALAN SIGUIÓ ESCONDIDO UN RATO EN EL CALLEJÓN, UNA VEZ QUE VIO QUE LAS EXTRAÑAS CRIATURAS SE FUERON SIGUIÓ SU CAMINO, NO TARDÓ MUCHO EN LLEGAR A LA CASA DE SU AMIGA, TOCOÓ EL TIMBRE Y ESPERÓ UN RATO, PERO NADIE LE ABRÍA, VOLVIÓ A TOCAR Y NO PASÓ NADA, PENSÓ EN REGRESAR A SU CASA, PERO TENÍA MIEDO DE VOLVER A ENCONTRARSE A ESAS COSAS, ASÍ QUE ENTRÓ PARA ESTAR A SALVO
ALAN: ¿JANICE? ¿ESTÁS AQUÍ? ¿HOLA?
-CUANDO ENTRÓ NOTÓ QUE EN LA CASA NO SOLO NO HABÍA NADIE, SINO QUE ESTA SE VEÍA DESTRUIDA, COMO SI UN TORNADO HUBIERA PASADO ADENTRO, Y MIENTRAS BUSCABA A JANICE O SU FAMILIA, NOTÓ ALGO RARO, A SU COSTADO TENÍA ATADO A SU PANTALÓN UN PAR DE GUANTES DE BOX QUE NO HABIA NOTADO QUE TENÍA ¿DE DÓNDE SALIERON? ¿CUÁNDO SE LOS ATÓ AHÍ? DECIDIÓ NO PENSAR EN ESO Y SEGUIR BUSCANDO A SU AMIGA, SE PUSO LOS GUANTES EN LA SMANOS POR SI ACASO, SUBIÓ LAS ESCALERAS Y LLEGÓ A SU HABITACIÓN, AHÍ VIO QUE LA PUERTA ESTABA ABIERTA Y VIO A ALGUIEN SENTADO EN LA SILLA
ALAN: ¿JANICE? ¿ERES TÚ?
-PERO NO ERA JANICE STEVENSON, ERA UNA DE ESAS HORRIBLES CRIATURAS, CUANDO VIO QUÉ ERA SE ASUSTÓ, ESTA SE LE ACERCÓ Y ALAN SOLO LE DIO UN PUÑETAZO CON EL GUANTE, Y LA DERRIBÓ DE UN SOLO GOLPE, LA CRIATURA NO SE VOLVIÓ A LEVANTAR, ASÍ QUE ALAN SALIÓ CORRIENDO DE LA CASA A BUSCAR A SU AMIGA JANICE.... O A CUALQUIERA QUE LE PUEDA AYUDAR, YA SALIENDO DE LA CASA ENCONTRÓ MÁS DE ESAS COSAS, EN VEZ DE HUIR, TRATÓ DE PELEAR CON ELLAS, POR ALGUNA RAZÓN CAÍAN MUY FÁCIL CON LOS GUANTES, LO QUE LE PARECÍA RARO, PARECÍAN SER SIMPLES GUANTES DE BOX ORDINARIOS, PERO AL GOLPEARLOS, LAS COSAS SE MORÍAN DE UNO O 2 GOLPES, Y AL PELEAR CON ESTAS NOTABA QUE SUS GUANTES TAMBIÉN PODÍAN EXTENDERSE, DE ESTOS SALÍA UNA ESPECIE DE RESORTE QUE HACÍA QUE LOS GUANTES SE EXTENDIERAN Y GOLPEARAN A LAS CRIATURAS MÁS DISTANTES, UNA VEZ QUE ACABÓ CON TODOS, SU CELULAR LE DIO UNA NOTIFICACIÓN, AL PARECER HABÍA GANADO PUNTOS..... ¿PERO POR QUÉ? ¿QUÉ FUE LO QUE HIZO? ¿Y ESE ERA UN BUEN MOMENTO PARA JUGAR A SU CELULAR? PERO LUEGO DEJÓ D EPENSAR EN ESO, PORQUE AÚN LE DOLÍA LA CORTADA DEL BRAZO, Y HABER USADO ESOS GUANTES HIZO QUE LE DOLIERA MÁS
ALAN: ¡ARGH! ¿POR QUPÉ NO ME DEJAN EN PAZ ESAS COSAS?
???: SI QUIERES YO TE PUEDO AYUDAR
-CERCA DE AHÍ APARECIÓ UN EXTRAÑO SEÑOR CON GABARDINA, QUE SUJETABA UNA LÁMPARA QUE EMITÍA UNA RARA LUZ AZUL
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Tzila De la Cruz
Apartamento de Tzila, 10:15 am.

Para Tez, estar finalmente en su propio hogar después de todo lo acontecido en el LIMBO y con Leo se sentía… aterrador e irreal. ¿Cómo era posible que su lugar seguro se sintiera tan ajeno de repente…?

Tal vez se debía a la certeza de que en cualquier momento y lugar todo podía irse a la mierda sin importar que tantos seguros ponga en la puerta lo que la llenaba de ansiedad… ¿Qué se supone que haga ahora? Se preguntó una y otra vez sentada en su sofá, con la televisión encendida a modo de compañía y un emparedado de queso a medio comer en la mano, ida.

Tierra a Tez, Tez… - La llamó su hermano chasqueando los dedos en su cara.
Qué mi… ¿Qué haces…? Eso sólo está bien cuando lo hace mami. – Se quejó intentando volver a su falsa calma.
¿Segura qué estás bien? – Preguntó Hunter.

El chico había sido enviado por sus padres a ella tan pronto se comunicó después de desaparecer por un día y medio, para “reprenderla” en sus lugares. Oportunidad que obviamente él no dejaría pasar. ¿Qué clase de hermano menor lo haría?

Ya te lo dije, estoy cansada. – Mintió ella, dándole una mordida grande a su emparedado para evitar la conversación.
Hunter frunció el ceño irritado. – Tienes suerte de que no sea un entrometido. – Dijo revisando su celular rápidamente. – Y que se me esté haciendo tarde para mi clase. – Tzila sonrió aliviada ante su comprensión.
Hey, de verdad estoy bien… es sólo que no ha sido mi semana.
Lo sé… mami llamó a Jefferson y le dijo lo de tus casos.

Ella miró el suelo y suspiró. Con toda la locura que estaba pasando en su vida olvidó por completo lo de su investigación siendo enviada al drenaje.

Está bien, Tez. Siempre podrás hacer algo cuando regreses.
Sí, eso planeo. – Esperaba.

Antes de que Hunter finalmente se fuera su hermana lo despidió revolviéndole el cabello bruscamente, como cuando era pequeño, y no cerró la puerta hasta verlo desparecer por completo por el pasillo. No deseaba estar sola, pero tampoco quería tener a nadie cerca a sabiendas de que podía desaparecer en cualquier momento. En especial a su familia.

Sin embargo, tan pronto puso la cadenilla en su lugar lo escuchó. Quiso correr a donde tenía su arma por instinto, pero él la detuvo con lo siguiente.

Oh, no estoy aquí para pelear querida clienta…
¿Clienta…? – Repitió incrédula y girándose para ver a la criatura que apareció detrás de ella. – ¿Por qué estás aquí, entonces? – Preguntó sin quitarle los ojos de encima, atenta a cualquiera de sus movimientos. Era obvio que venía del LIMBO por lo que no podía simplemente aceptar sus palabras y bajar la guardia, más era cierto que su presencia se sentía diferente. Su resonancia no zumbaba de la misma forma que la de los vestigios al menos.
Negocios. – Dijo Charon.


...
52009A pesar de su aspecto grotesco, el sabor del fruto maldito en su boca le estalló la cabeza; El néctar que chorreó tras la primera mordida fue tan embriagador, tan dulce y refrescante que su cuerpo entero reaccionó a él y la extasió como nunca antes en su vida… Quiso comérselo lento para disfrutar al máximo cada una de las gotas de su jugo y pulpa, pero la gula voraz que despertó en ella la traicionó, devorándolo en segundos. En su trance, Tzila incluso se lamió los labios y los dedos mojados con los restos de la fruta hasta desaparecer lo último de ella.
Inmediatamente después sintió una soñolencia extrema que la obligo a recostarse, seguido por un dolor en el estómago tan agudo que la hizo desmayarse… Sin saber que, al día siguiente, la poca humanidad que le quedaba desaparecería.


...

Cuando abrió los ojos esa madrugada, el mundo a su alrededor cambió por completo y para siempre. Curiosa y fascinada, Tzila se acercó a su ventana y observó los faros en la calle como si esa fuese la primera vez que veía algo así en su vida… Y es que, de cierta forma, lo era. La luz artificial que emanaban resplandecía con un aro fluorescente, parpadeante y hermoso, cuyas partículas bailaban y se perdían en el aire hasta desaparecer. Sin perder tiempo, encendió las luces dentro de su apartamento, encontrándose con la realización de que todo lo que emitía alguna clase de luz resplandecía de la misma manera y no sólo eso… sino que todo lo vivo lo hacía también. Lo notó primero en las plantas que tenía en su balcón, en sus hojas y tallos con pequeñísimos puntos brillantes que no recordaba que tuvieran, y después en las aves que se paraban en la escalera de emergencia del edificio del frente, con esa… resonancia palpitante y rojiza.

Antes de darse cuenta ya estaba en la calle atraída por un sinfín de aromas exquisitos y tambores atrayentes que escuchaba a la distancia… como invitándola.

Qué… ¿Qué mierda me está pasando…?

Susurró atemorizada por el cumulo de sensaciones que ya no sólo eran sonidos y resonancias intensificados en su oído y pecho, sino también olores tan bien definidos al grado de percibir un atisbo de sus sabores en la punta de la lengua y diferenciarlos. Y su visión… el mundo nunca fue tan claro ni tuvo tantos detalles para ella; Hasta dentro del callejón más oscuro, Tez lo veía todo. Las grietas en el concreto y en las paredes de ladrillo, las piedritas en el piso y colores con una intensidad que nunca notó como en ese momento.

Abrumada, corrió a su auto y se encerró. La calle seguía desierta debido a la hora, pero lo sabía. Los escuchaba. No podía seguir ahí. Si se encontraba con alguien en ese momento, con la fuente de los olores endulzando su paladar a unas puertas de distancia, no podría controlarse.

¿Leo? – Lo llamó por teléfono caminó a su casa, más la llamada entro al buzón. Probablemente seguía dormido. – Escucha yo… comí algo que compré del LIMBO y ahora… – Las palabras se le atoraban. – Cambie, ¿Ok? No sé cómo o qué está pasando exactamente, pero algo está por pasar y necesito ayuda. No… no conozco a nadie más que pueda ayudarme… – Calló cuando un auto pasó a su lado en una parada.

La mujer apretó los dientes y la mano que tenía en el volante hasta que este se perdió en la dirección contraria. ¿Su garganta siempre estuvo tan reseca…?

Había… hay un cementerio anexo a una iglesia a quince minutos de tu edificio, veme allí tan pronto escuches esto, ¿Si? Porque si me encuentro con alguna persona… no sé qué podría hacer. – Colgó.

Al detenerse en el estacionamiento vacío detrás de la iglesia, Tez suspiró con alivió. No podía sentir a nadie cerca, al menos no lo suficiente como para perder la cordura. Aun no amanecía, pero el cielo y alrededores se veían cada vez más claros ante su nueva visión.

Sin saber qué hacer para matar el tiempo, bajó la visera del auto. Había algo en su boca que la estaba molestando aparte de la sed y hambre creciente. ¿No tenía una botella de agua por algún lado? ¿A qué hora comió por última vez…?

Santa mierda… – Exclamó al verse, pues tenía la piel increíblemente pálida y sus iris ambarinas resplandecían en la oscuridad del interior de su auto, casi como los de un animal en la noche.

Cuando abrió la boca notó la causa de su reciente molestia; Sus incisivos superiores y los cuatro caninos se le habían afilado de la nada, tal como los de un… ¿Vampiro…?


Tienes que estar bromeando… – Rio histérica.

520105201352012
Pues me inspirare en los vampiros de Anne Rice y de Midnight Mass para describir a Tez y sus nuevas habilidades de vampireza(?). Así que haré una mezcla de ambos con respecto a sus habilidades y características que irán surgiendo y así. En un rato le anexo el parrafito a la ficha.
52014
 
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Quisiera ser una zarza...
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Corría por las calles lo mas rápido que podía. Si, aun con pocas horas de sueño y un día de trabajo por delante, Leo estaba corriendo por las nocturnas calles de la ciudad. Fue hace unos pocos minutos, y desde allí todo escaló rápidamente. Giraba en la esquina de la manzana, cuidando de no resbalarse ni caerse por la acera. Hacia casi diez minutos que recibió una llamada extraña, a la madrugada, apenas con la consciencia despierta y apenas reconociendo la voz de quien llamaba.

Tzila necesitaba ayuda. Recordó por lo que ella había pasado en su departamento, y lo lastimada que quedó la ultima vez. Hasta cierto punto, creía que en sus manos estaba la vida de una mujer inocente. Además, tal vez tenia cierto apego por ella...No. Sacudió su cabeza. Por alguna razón, comenzó a detectar algo con su olfato. Un olor cafeinado, dulce, pero no tanto como el de Mei...Cerró sus ojos para concentrarse. Sin duda era dulce pero...había algo más. Algo que no podía poner en palabras, como si fuera distinto a lo que recordaba en el departamento cuando estaban juntos. La hora. Se le fueron minutos en esos pensamientos. No podía creerlo. Reanudo su camino lo mas rápido que podía.

[…]
El lúgubre cementerio. Esta noche había un cielo despejado y hermosamente estrellado. Con sus ojos buscaba a Tzila lo mejor que podía, hasta dar con una silueta en un coche. Tenia puesta las manos sobre el volante y se movía extraño en la oscuridad, sobre todo por esos ojos ámbar brillantes. Miró su reloj. Tardó alrededor de veinte minutos en llegar. Se acercó al auto, solo para encontrar una mujer pálida y extraña: Tzila. Tocó la puerta levemente. Al hacerlo, Tzila se movió rápidamente hasta la ventanilla, pegándose a la misma mientras su respiración se manchaba en el vidrio. Como si quisiera poder controlarse, se retiró, volviendo al asiento del conductor. Leo trago saliva. No pudo evitar sentir un sabor férreo en su boca. Se había mordido la lengua del susto. Lentamente abrió la puerta y entró al auto, cerrándola pero sin poner el bloqueo de la misma, solo por si acaso. Su corazón latía rápido todavía por el susto de recién. Intentó analizar a la nueva Tzila frente a el.

Ella tenia la cabeza apoyada en el volante, mientras sus manos se aferraban al mismo, incluso si prestaba atención, se podía escuchar como apretaba el cuero del volante. Intentó dar el primer paso.

— Heey... — susurró tímidamente. — ¿Cómo lo llevas?

Aquello tomó un momento. Tzila respondió, aunque cuando abrió la boca, podía ver como un pequeño hilo de saliva caía.

— Tengo...Mucha...Hambre...Sed... — a pesar de responder, no mostró su rostro nuevamente. Cada vez que exclamaba una palabra, las mismas sonaban extrañas, como si tuviera algo en su boca que limitaba las pronunciaciones habituales.

— Pues...Puedo ir a buscar algo, traeré lo mejor que pueda — hizo el movimiento para llevar su mano a la puerta pero otra mano la detuvo.

— No...

La luz interna del auto estaba apagada, por alguna razón. Ni siquiera se prendió cuando había cerrado la puerta. La mano de Tzila apretaba fuertemente la muñeca del muchacho. Tanto, que si quisiera podría tomarle la presión arterial. Lo soltó, y Leo pudo ver sus uñas un tanto crecidas. Ella volvió a sostener el volante. Leo no sabia que hacer. La pregunta "¿Estas bien?" era realmente tonta para hacer en este momento, asi que la cambió un poco. Intentó acercar su rostro a ella para ver si podía obtener mas información. Podía sentir su respiración agitada pero reservada.

— ¿Hay...Hay algo que pueda hacer por ti?

Al haber acercado su rostro, vio que ella mantenía sus ojos cerrados. Ante la pregunta, los abrió, mostrando esos ojos tan llamativos que lo dejaron sin palabras. Ambos hicieron contacto visual. Leo sintió como cada fibra de su cuerpo vibraba gritándole que saliera del auto.

— Lo...siento...

Leo intentó abrir el coche, pero no pudo. Fue doblegado antes de siquiera llegar a la puerta. Comenzó a forcejear con ella. Intentaba escabullirse de sus manos para moverse a asiento trasero y abrir una de esas puertas. Intentó abrirlas pero estaban con cerrojo. Es verdad, esas puertas nunca se dejaban sin cerrojo, mucho mas si se conduce solo. Ya no tenia escapatoria.

Todo ese forcejeo fue en vano, dado a que ahora estaba estaba en una posición sumamente desventajosa: Los asientos de adelante aprisionaban sus piernas mientras que los asientos traseros eran testigos en su ultimo intento de resistirse, dado a que Tzila lo estaba aplastando con su peso. Con sus manos empujaba los hombros de la mujer mientras ella parecía querer alcanzarlo con su boca, a pocos centímetros de su cara.

52062— ¡Maldición! — exclamaba Leo, que incluso dando gran parte de su fuerza aun no ganaba la disputa. — ¡No dejes que...!

Aquello no sirvió de mucho. Tzila usó todo su cuerpo y se reclinó sobre el. Apoyó su frente contra la de él, aun mostrando esa respiración pesada, tal vez por lo que pasaba, tal vez por el forcejeo. Leo estaba asustado. Gemía en un tono muy bajito, sabiendo de que era su fin pero manteniendo contacto visual aún.

Y entonces sucedió. Lo próximo que experimentó fue lo mas cercano a un beso apasionado, solo que no era con las intenciones que uno podía llegar a pensar. Ella abrazaba su cabeza mientras aun no se despegaba, buscando activamente con su lengua la sangre de la pequeña herida hecha en su boca hace poco tiempo. Las fuerzas de Leo se agotaban. A este punto solo intentaba esforzarse por respirar. Era demasiado. Todo se mezclaba en su cabeza; miedo, sorpresa, desesperación y éctasis. Lo ultimo que pudo hacer antes de desmayarse fue entregarse completamente, desvaneciéndose, mientras la fuerza abandonaba su cuerpo.

Tzila rompió el beso, casi tan agitada como antes, pero parecía haber ganado un poco de consciencia. Se preguntaba que estaba haciendo. El muchacho no tenia la culpa de nada, incluso vino para ayudarla pero ahora la situación se había tornado de esta manera. Aquel fragmento de consciencia solo hizo que atormentarla, dado a que aun no sentía tener el control completo sobre su cuerpo. Aquello la forzaba a ser testigo de lo que hacia sin ser capaz de detenerse. Con sus nuevos sentidos aumentados, rasgó la camisa del muchacho, como deshaciéndose de un estorbo. Su olfato perseguía la esencia del joven, hasta llegar a su cuello.

Parecía timidez. Incluso dubitaba en hacerlo, pero la mordida fue feroz. Mordió su cuello, y al sentir el liquido en su boca se extasió, abrazándolo con fuerza mientras intentaba de que no se le escapara ni una gota. Usaba su lengua para saborear cada momento que podía. Sentía que su cuerpo temblaba. Se esforzaba por respirar también. Luego de pasar por un hambre y sed extremos para su nuevo cuerpo, ahora se sentía aliviada, demasiado. Finalmente sacó sus colmillos del cuello del chico, y se puso a contemplar lo que había hecho.

Volvió en si. Recuperó su consciencia completamente.

— Oh mierda mierda mierda — rápidamente tomó la muñeca de Leo para tomarle el pulso. — ¡Mierda!

Asustada, intentó calmarse y concentrarse en tomarle el pulso correctamente. No sentía latido alguno. Se llevó las manos a la cara, tapándosela, para luego correr de lugar su cabello e intentar pensar con la mente lo mas frio que podía. Volvió a mirar lo que había hecho: Leo, ultrajado, con una marca peculiar en el cuello. En negación, volvió a tomarle el pulso. Un latido. Dos latidos. Bajó hasta su pecho y apoyó su oreja. Podía escuchar como palpitaba débilmente su corazón. Una mezcla de alivio, sorpresa y emoción casi la dejan sin aire. Lo abrazó incluso en su débil estado, queriendo disculparse una y mil veces por lo sucedido. Leo viviría un día mas para contar su historia.

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Lana Arwen Lazar

La flor de la Fantasía
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Cerré la puerta de casa después de que Leo me acompañase. Di un fuerte suspiro al ver el salón vacío sin ni un solo ruido. Mamá volvería tarde ya que cuidaba de papá. - Lo ideal sería que fuese yo luego esta noche... - Me senté en nuestro sofá y empecé a escribirle a ella. "Hoy vuelve pronto a casa, iré yo después de media noche, intentaré descansar primero un rato".

Mamá respondía con emoticonos felices y preguntando que había estado haciendo durante el día. - Ah... Como se lo digo... No me gusta nada mentirle... - "He visto al profesor", respondía mi madre alegre diciendo que le tenía que hacer caso en lo que dijese si volviese a tomar clases. "Si, no te preocupes, tu vuelve a casa e iré yo en un rato". - Tampoco me gusta mentirle a Leo... - Volví a pensar en la increíble tarde que habíamos tenido. Como le expliqué lo que me había hecho pasar el Limbo...

- Pero... - No le conté como había disfrutado estar empapada en la sangre de esos niños. Hacía años que no me había sentido tan viva. Era como si fuese otra persona. Como si necesitase sentir entre mis manos poder matar a alguien. Como estar siendo herida y perseguida me excitaba tanto. Estar tan cerca de la muerte me hacía sentir bien. No había estado tan excitada nunca en mi vida.

Quería matar.

Quería que me matasen.

Quería volver a sentirme tan viva y tan cerca del morfeo eterno.

- Para, para, para... - Me acaloraba de solo pensarlo y me daba suaves golpes en mis mejillas para dejar de pensar en ello ahora. Volví a mi habitación y me tumbé rapidamente en mi adorada cama. Dejé de preocuparme mas y decidí dejar a mis parpados tomar su propio control para que el sueño me tomase en su totalidad.

Al poco sentí ruido. No quería abrir los ojos, no me apetecía. Estaba cansada. Estaba exhausta. Pero el ruido seguía, y seguía. Parecía un perro. Ladrando, pero de muy mala manera, como si estuviese a punto de fallecer. - Pero que... - Me giré hacia la derecha y al abrir los ojos volví a ver el destruido escenario. El Limbo esta vez me había llevado mientras dormía. Volví a fijarme en mi cuerpo, y volvía a vestir mi traje purpura de latex. - No por favor...

No podía hacer nada mas. Me levanté e intenté acercarme al ruido poco a poco. Iba bajando por la caída que se había producido la primera vez que entré al Limbo. Era obvio que las calles representaban las de la realidad, aunque estuviesen mucho mas destruidas. Empecé a notar qué camino estaba tomando. - El ruido viene de... - El desahogado ladrido podrido provenía de la dirección de la que estaba el Hospital en realidad.

Empecé a correr viendo como las negras y oscuras criaturas empezaban a surgir de los derruidos edificios. Huía de ellos como podía mientras me acercaba a la fuente del ruido. Algunas de las criaturas empezaban a ganar velocidad intentando alcanzarme. Mis manos volvieron a generar armas de la nada. Paré de golpe y cuando uno se lanzó hacia mi persona lancé el cuchillo que tenía en la izquierda. Lo clavé directo en su rostro. Me tiré y rodé hacia la izquierda para esquivar el cadáver. Otro corría por la pared y de nuevo se lanzó. Me levanté y corriendo de nuevo giré hacia la derecha en un cruce de la calle. Ahí lo vi, la fuente de los quejidos. Un enorme monstruo cuadrúpedo se percató de mi persona.

- Ven aquí pedazo de mierda... - Otro ladrido moribundo surgió de lo que tendría que ser su boca. Corrió hacia mi como si quisiese embestirme. A su vez, la criatura que me perseguía hizo igual. Volví a tirarme hacia un lado para esquivar a ambos. La criatura grande aterrizó sobre la pequeña y empezó a aplastarlo para acabar con el estorbo. Acabó con el, haciéndolo explotar en pedazos. Sus posibles intestinos o si mas no, su interior salió disparado en todas partes, salpicándome a mi de igual manera. - Joder... Que asco... Este parece un bestia.
Me reincorporé. Estaba frente a frente ante la criatura enorme. El hedor que soltaban llenaba mi interior y me daban arcadas. Pero al menos la adrenalina empezaba a hacer su efecto y me dejaba ganar fuerzas para resistir el entorno.
Empecé yo lanzando mis armas hacia la criatura. Era grande, era dificil fallar esta vez, pero no parecía importarle. Corría esquivando sus embestidas mientras seguía lanzándole mis cuchillas oyendo como sus gemidos de dolor surgían rapidamente. Una ultima embestida terminó rompiendo parte de una pared. Un combinado de ladrillo y algún derivado de yeso salió disparado del choque de la criatura golpeandome la espalda y tumbandome. - ¡Mierda! ¡Joder! ¡Duele!

Me giré hacia arriba y vi a la criatura lanzandose encima mio. Hundió su cuerpo contra el mio dejandome sin aire durante un momento. Ladró y me marcó un rapido mordisco en mi hombro haciendome sangrar rapidamente. Sus dientes no parecían cuchillas simplemente, si no mas bien sierras. Los hundía y los sacaba haciendome un daño monumental. - ¡¡Para!! ¡¡PARA!! - Casi lloraba del dolor y mi hombro empezó a teñir entero mi vestimenta de un rojo carmesí. Volví a sacar cuchillas de mis manos. Y cuando la criatura volvió a arremeter su boca contra mi cuerpo, me cercioré de clavar cada uno de los dos cuchillos en cada uno de sus ojos. El ladrido fue peor. Y la repulsiva esencia negra volvió a esparcirse.

Cayó al lado la criatura gimiendo de dolor. Esta vez me puse yo encima para intentar terminar todo de un solo golpe. - ¡¡Duele verdad!? ¡Imbecil! ¡Muere! ¡Muere de una puta vez! ¡Muere joder! - Solo necesitaba un ultimo cuchillo en mis manos. Y noté como se formaba un arma entre estos. Rapidamente ataqué con lo que había obtenido. Pero no le clavé el arma en la cabeza. Si no mas bien había generado una especie de ladrillo. Que aplató su cabeza matandolo en el acto. Su interior salió disparado mientras yo gritaba salpicandome de nuevo entera. En mis heridas, en mi rostro y hasta en mi boca.

Me levanté al poco rato, y cuando noté el repulsivo sabor en la boca y el repugnante olor que desprendía empecé a vomitar sin cesar. Caí al suelo con una mirada completamente perdida. Este ultimo acto, me dejó el cuerpo temblando. Sin poder moverme. - Joder... Q-Que asco... - La realidad a mi entorno volvía a cambiar para llevarme al mundo real. Vi que descansaba en un callejón oscuro al lado del hospital. Ahí vi a mi madre salir mientras usaba el movil. Recibí un mensaje suyo en el mismo momento.

"Salgo ahora del hospital. Estas viniendo ya?". Empecé a llorar. Quería contarselo todo. Quería que me abrazase. Quería que todo se acabase y poder volver a estar entre sus brazos mientras me consolaba. - Mami por favor... Mami te quiero... Mami quiereme por favor estoy harta... Mami, mami, mami, mami, mami, mami, mami... Ayudarme... - Sollozaba sin parar con la cabeza agachada. Entre lagrimas la vi parada. Como si esperase mi mensaje.

Después de lo de papá no podía dejar que se preocupase mas. Agarré el movil y me sequé mis lagrimas con el pañuelo que siempre llevaba. "Si mamá. Estoy de camino". Agarré el pañuelo y lo coloqué en mi hombro donde la criatura me había herido. Vi a mi madre escribir un poco mas y empezar a caminar para ir a casa. Agarré el movil y miré su mensaje.

"Muy bien cariño. Cuando llegues avisame. Te quiero mucho."

Lo unico que pude responderle fue.

"Yo tambien.
: ) "


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