Turno 06:
El camino al club escolar
Esa noche, el siempre ruidoso dormitorio de Kurumu, ya fuera por el ruido de la TV o de música muy alta, estaba inusualmente en silencio.
La habitante de la habitación acababa de salirse de bañar, pero el agua caliente no había bastado para hacer que sus pensamientos fueran más llevaderos.
En ese momento estaba recostada en la mesa de su escritorio, con el cabello todavía mojado cayendo sobre su cuello y hombros, no llevando nada más que una pequeña blusa y un pequeño short.
Varios recuerdos pasaban por su cabeza, recuerdos de una era más sencilla, haría unos seis años…
En una playa de su natal Aqua, varios niños se habían reunido alrededor de dos que estaban disputando el duelo. Una Kurumu de diez años estaba detrás de un chico castaño, y era su turno:
—¡Alza el vuelo! —dijo el niño castaño con una gran sonrisa —¡Stardust Dragon!
Más tarde, después del duelo. Los dos niños estaban en la playa bajo el cielo estrellado.
—¡Oye! ¡Invoca a Stardust Dragon! —le pidió ella al niño.
—¡¿Eh?! ¿Por qué? —preguntó el niño confundido.
—Porque quiero ver una estrella fugaz —respondió la niña —. Y tu dragón es lo más cercano que tengo.
—Mmm… bueno —accedió el niño. Activó su disco de duelo y colocó la carta de Stardust Dragon sobre ella, en el acto, el dragón de la carta fue materializado con el solid vision y voló sobre los niños.
—¡Qué bonito! —exclamó la pequeña Kurumu embelesada por el espectáculo que era ver a ese dragón en el cielo nocturno.
—¿Por qué querías ver una estrella fugaz? —preguntó el niño.
—¿Sabías que si le pides un deseo a una estrella fugaz, este se cumplirá?
—Algo había oído —respondió el niño —¿Tienes un deseo?
Kurumu vio al niño con una sonrisa pícara y dijo.
—Deseo que estemos juntos siempre.
La cara del niño se puso toda roja y Kurumu sólo rió.
Sin embargo, esos días felices no durarían para siempre…
—¡¿Qué?! ¡¿Te vas?! —preguntó Kurumu con lágrimas en los ojos.
—Lo siento… —respondió el niño —Pero el verano ya casi termina y papá dice que debemos regresar para prepararme para regresar a la escuela.
—No es justo… —se quejó Kurumu.
El niño rió un poco divertido y dijo.
—Descuida, te escribiré cuando pueda… ¡y me portaré bien en la escuela para convencer a papá de que volvamos de vacaciones aquí el próximo año!
Las palabras del niño no convencieron a la pequeña Kurumu quien respondió:
—¿Y si me cambio de casa? ¿Y si las cartas se pierden? ¿Y si tu papá ya no quiere traerte otra vez?
El niño bajó la cabeza sin ya saber qué decir. Kurumu lo vio y con una cara muy seria dijo:
—Hagamos una promesa.
—¿Promesa? —preguntó el niño.
—Mira… ¡Me gustas mucho! —confesó Kurumu con la cara toda roja y pronto la del niño se puso tan roja como la de ella. Kurumu continuó antes de que la vergüenza le hiciera perder su determinación —Si tú quieres… cuando seamos mayores… ¡Vayamos juntos a la academia elemental! Ahí podremos volver a vernos, estar juntos y si quieres… tal vez… tal vez…
Sus fuerzas la abandonaron. El niño sonrió con ternura, la tomó de las manos y dijo.
—Sí, sí quiero. Te veré en la academia elemental.
Y la beso en la mejilla.
Kurumu volvió a llorar, pero esta vez de felicidad.
—¡No olvides! —dijo ella —¡La Academia Elemental! ¡Ahí nos veremos!
Kurumu se levantó y miró por la ventana el cielo nocturno de Atrum. En ese momento, una estrella fugaz cruzó el cielo.
«Tsukune definitivamente debe ser el niño de mi infancia —pensó Kurumu con algo de dolor —, ¿pero por qué se comporta como si esta fuera la primera vez que nos vemos? ¿Será acaso que en efecto es sólo es un chico que se parece a él y yo trato de aferrarme a una promesa de niños? Tengo que investigar más, no puedo confrontar a Tsukune hasta que esté segura de que él es el Tsukune con el que hice la promesa de venir aquí»
—¿Kurumu? —escuchó de pronto.
—¡¿Eh?! —exclamó la muchacha saliendo de un trance.
—Pregunté que si estabas bien —dijo Mayumi a su lado.
En ese momento Kurumu estaba caminando por el pasillo en compañía de Tsukune. Mayumi también iba con ellos pues desde el incidente de Rictor se había unido a su grupo de amigos y Kazuki… que no tenía nada mejor qué hacer.
—Eh… ¡sí, estoy bien! —mintió Kurumu.
—Bueno, es que últimamente te hemos visto muy distraída —comentó Tsukune.
—Más de lo normal —se burló Kazuki.
Kurumu iba a contestarle con un impropio a Kazuki, pero estaba tan cansada por tener tantas cosas en qué pensar, que prefirió salir con una mentira para librarse rápido del asunto.
—No es nada… es sólo… creo que ya es “ese” momento del mes.
Mayumi rió, Tsukune puso una cara de asco y Kazuki exclamó con un tono asqueado:
—¡Mucha información!
Mayumi estaba por decir que eso no tenía nada de asqueroso porque era un proceso natural de la vida cuando algo la detuvo: el tablero de anuncios al lado de la puerta a la cafetería estaba abarrotado de alumnos.
—¿Qué pasa? —preguntó Mayumi intentando ver qué era lo que todos veían.
En ese momento se acercó a ellos (o mejor dicho a Kazuki) Chiemi.
—Lo que sucede es que se acaba de abrir la temporada de clubes —explicó al muchacha —. Este sábado que viene en el patio se hará una exposición sobre los clubes disponibles en la escuela y como unirse por lo menos a uno es obligatorio, pues supongo que todos están emocionados.
—Nosotros ya jugamos juegos de cartas todo el día —dijo Kazuki dando a entender que no estaba emocionado por la perspectiva de un club —¿No puede contar eso como actividad extracurricular?
Chiemi rió el comentario.
—Me temo que no. Habrá que elegir uno. ¡Vamos Kazuki! Será divertido.
Mientras Chiemi intentaba convencer a Kazuki de las bondades de los clubes escolares, Mayumi dijo.
—¡Será divertido! Hay que ir a ver los clubes juntos y ver si entramos todos al mismo.
Tsukune sonrió y dijo.
—Creo que podría ser bueno.
—Sí, ¿por qué no? —respondió Kurumu. Tal vez un club escolar le ayudaría a olvidarse por un momento del acertijo que era descubrir si Tsukune era o no el chico de sus recuerdos.
Llegó el sábado y los muchachos desde muy temprano partieron hacia el patio principal del castillo para ver los clubes. Mientras Kazuki, Mayumi y Chiemi iban a la delantera especulando sobre los tipos de clubes que podrían encontrar, Tsukune y Kurumu iban un poco atrás.
—Por cierto Tsukune, quería preguntarte algo —comenzó la peli azul. Tsukune la miró y preguntó.
—¿Qué cosa?
—En tu duelo contra Rictor —comenzó Kurumu —, ¿por qué llamaste a Stardust Dragon un “dragón débil”? A mí me parece fuerte y su efecto es increíble.
Tsukune torció la boca antes de comenzar a explicarse:
—Si bien voy a admitir que Stardust Dragon es una carta buena, si has visto mi baraja debes saber que no va con mi estilo. A mí me gusta terminar a mis oponentes con jugadas rápidas y aplastantes. Con mi estilo de juego preferiría sacar a Crimson Blader antes que a Stardust Dragon.
—¿Y si eso piensas de él por qué lo tienes en tu baraja? —preguntó Kurumu. Tsukune miró al cielo y respondió:
—Sólo sentí que debía tenerlo.
Esta vez fue Kurumu la que torció la boca.
—¿Puedo ver la carta? —preguntó ella.
Tsukune vio rara la propuesta, pero no se negó. Sacó su baraja del deck box que colgaba de su cinturón y tomó la carta de Stardust Dragon y se la pasó a Kurumu. La muchacha evaluó la carta, pero justo cuando estaba por pensar que no habría forma de saber si esa era la misma carta del Tsukune de sus recuerdos, notó algo:
—Está doblada —dijo la muchacha y era verdad: un feo doblez cruzaba la carta de Stardust Dragon de manera horizontal justo a la mitad.
—Sí lo sé —dijo Tsukune sin darle mucha importancia —. Bajó mucho su valor de coleccionista…
—No me refiero a eso —le interrumpió Kurumu —. Lo que quiero saber es, ¿por qué está doblada?
Tsukune volvió a torcer la boca y respondió.
—La verdad no sé, Desde que recuerdo la carta estaba así.
—Ya veo —respondió Kurumu y le regresó la carta a Tsukune. El Stardust Dragon del Tsukune de sus recuerdos estaba en perfectas condiciones. Si este Tsukune decía que la carta siempre había estado así… eran muchos puntos menos a su teoría de que el Tsukune de sus recuerdos y ese eran la misma persona.
El grupo de amigos llegó al patio principal del castillo. Había muchos puestos ahí y ya había varios alumnos revisando los puestos.
Comenzaron a pasearse entre las pequeñas calles improvisadas a ver los clubes. Tsukune y Kazuki bromearon en unirse al club de natación al ver a las chicas en traje de baño promocionando el club, Mayumi acarició la idea de entrar al club de danza, Chiemi le hizo el feo a las porristas de la escuela cuando vio que Mikae era parte del club, Kurumu casi tuvo que rogar por la ayuda de Tsukune cuando el club de fotografía intentó convencerla de entrar sólo para que les sirviera de modelo…
—Esto no está saliendo muy bien —se lamentó Kurumu respirando aliviada luego de ser salvada del perverso club de fotografía.
—Qué bueno que decidimos venir con los muchachos —le sonrió Mayumi mientras veía como Tsukune, Kazuki y Chiemi se acercaban al club de lectura.
—¿Así que están buscando un club? —les preguntó alguien. Las dos chicas se giraron y vieron un puesto algo solitario, siendo atendido por una única persona: una muchacha de cabello castaño a modo de hongo —¡Pues el club de periodismo es el mejor!
Mayumi miró el puesto solitario y dijo.
—Pues… no parece —rió.
A la castaña no pareció molestarle el comentario y dijo.
—¡Eso es porque no todos tiene lo que se necesita para el periodismo! Se necesitan agallas, entrega, ¡pasión! Y estar inscritos en la academia —rió la muchacha —, después de todos los demás miembros ya se graduaron y de momento soy la única. Mi nombre es Nabiki Shimazaki, por cierto.
—¿Y qué nos ofrece el club de periodismo? —preguntó Kurumu.
—¡Qué no ofrece! —exclamó Nabiki —Tú eres la voz de todos y puedes detener las injusticias cometidas por los maestros… con buena protesta claro.
Nabiki pareció leerle la cara a Kurumu, sonrió con malicia y dijo
—¿Te gusta alguien? No hay problema, en el periódico sabes todos los chismes y podrás enterarte de si está libre o no.
Si bien básicamente Nabiki le había dicho chismosa, la idea le pareció atractiva a Kurumu.
Una vez que vieron toda la oferta de clubes, los muchachos caminaban por uno de los parques reflexionando lo que vieron.
—Pues… no hay nada interesante —comentó Kazuki aburrido.
—¡Vamos Kazu! —le regañó Chiemi —Algo debiste ver que te llamara la atención.
Kazuki torció la boca en respuesta, aunque Tsukune no atinó a adivinar si lo hacía por el tema de los clubes o porque Chiemi le había llamado Kazu: un día a Tsukune se le salió decirle así y al día siguiente desayunó pimientos encebollados.
—Pues yo ya sé cuál será nuestro club —exclamó Kurumu con una gran sonrisa —¡El club del periódico escolar!
—No —se quejó Tsukune antes de que los demás pudieran externar su opinión.
Kurumu se quedó como piedra.
—¿Eh? ¿¡Por qué no?! —preguntó la peli azul sin salir de su asombro.
—No sirvo para eso y suena como mucho trabajo —respondió Tsukune con pereza —. Yo quiero entrar al club de lectura: sólo hay que leer libros y comentarlos.
Kazuki rió burlón.
—¡Y luego que por qué te digo borrego, borrego! —exclamó.
—¡No, eso sí es aburrido! —se quejó Kurumu —¡Yo quiero algo con emoción!
—¡Pues entra tú al club del periódico y yo entró al de lectura! —respondió Tsukune.
—¡Pero dijimos que todos entraríamos al mismo club! —respondió Kurumu.
—¡A mí no me metan! —gruñó Kazuki, pero sólo Chiemi le hizo caso.
—Mira, no peleemos —dijo Kurumu de pronto —: arreglemos esto de forma civilizada: un juego. El resto se mete al club del ganador.
—¿Un duelo? ¡Claro! —aceptó Tsukune animado.
—Dije juego, no duelo —aclaró Kurumu —: Ni loca voy a pelear con el tipo que derrotó a Lazar. Te reto a algo en lo que tenga oportunidad de vencerte.
—Está bien, lo que sea sé que puedo ganar —respondió Tsukune seguro de sus habilidades.
Kurumu sonrió con triunfo.
El grupo de muchachos bajaron hasta la ciudad de Vert y se detuvieron en un restaurante llamado Sweet Valerian. Por lo que Tsukune pudo ver, ahí preparaban comida típica de Aqua y pronto recordó que Kurumu de vez en cuando bajaba ya fuera a comer o a cenar a Vert, tal vez era ahí donde entraba.
Entraron al restaurant y fueron recibidos por una decoración con tema playero, eligieron una mesa donde cupieran los cinco y pronto se les acercó una mesera.
—Para mí y él quiero un plato de ramén Very Berry por favor —se adelantó Kurumu para ella y Tsukune.
La mesera tomó el resto de los pedidos y después se fue.
—¿Very Berry? —preguntó Tsukune burlón —No suena tan malo.
—Oh… lo será —se burló Kazuki que como chef, de seguro conocía los secretos del platillo.
Unos minutos más tarde la mesera llegó con los platillos de Kazuki, Chiemi y Mayumi para después regresar a la cocina y volver con los platillos tanto de Tsukune como de Kurumu y dejarlos enfrente de cada uno de sus dueños.
Tsukune miró su plato. No se veía diferente a otro plato de ramen: el mismo color del caldillo y la misma pasta flotando por ahí. La única diferente palpable era que había uvas y vallas nadando entre la pasta.
Kurumu comenzó a comer su plato. Debía haber un truco… pero no fue capaz de discernir cual era, así que tomó los palillos que le habían dejado al lado, tomó un poco del platillo y…
—¡Puag! —escupió Tsukune.
—¡¿Qué pasa?! —preguntó Mayumi preocupada por el chico.
—¡Esto está horrible! —exclamó Tsukune —¡¿Qué rayos es?!
Kazuki se carcajeó y comenzó a explicar.
—El ramén está preparado con varias especias de Aqua para darle un sabor muy salado. Las uvas y las vallas son para contrastar el sabor. Es como la cerveza: Te toma un rato acostumbrarte el sabor pero cuando al fin lo logras, el platillo sabe bastante bien.
—Oh, veo que usted es un hombre de cultura también —le felicitó Kurumu al ver que Kazuki sabía los secretos del platillo de su natal Aqua para después continuar comiendo.
Tsukune apretó los dientes: sabía que había un truco: pero no iba a rendirse. Volvió a tomar los palillos y comenzó a comer a gran velocidad. Tal vez si comía rápido podría lograr evadir el sabor.
—Cuidado borrego —advirtió Kazuki —: si lo comes así de rápido sólo será peor.
Tsukune lo ignoró. Engulló una vez, dos veces, tres veces… su barriga hizo un sonido extraño, dejó caer los palillos y se torció de dolor.
—Me rindo… —gimió Tsukune —Me uniré al estúpido club del periódico.
—¡Yahoo! —celebró Kurumu —Y ahora, el platillo de la victoria. ¡Mesera! ¡Otro Very Berry por favor!
El lunes llegó, las clases por ese día terminaron y era la hora de que los alumnos se incorporaran en sus clubes. Sin embargo, había un alumno que no lo hacía. Era Zane, quien en lugar de dirigirse a algún club o a su dormitorio, fue a la biblioteca y tomó una novela, luego fue a una mesa y se sentó ahí a leer.
A Zane le encantaba leer, pero no tanto como para convivir con otras personas, por lo que no había entrado al club de lectura y se encontraba ahí realizando a solas su actividad favorita aparte de los duelos.
Se encontraba leyendo una novela acerca de una reina que abandonaba su país para buscar la fuerza para vencer a una criatura que lo había invadido, cuando alguien interrumpió su lectura.
—Buenas tardes Zane —le saludó Lazar al otro lado de la mesa —. ¿Disfrutando de tu lectura?
—Hasta hace cinco segundos sí —exclamó el emperador caído un tanto molesto —. ¿Por qué?
Lazar rió con su molesto “Ji, ji, ji” y respondió:
—No pude evitar notar que eres el único alumno en el campus que no eligió un club.
—Los clubes son para idiotas sin nada mejor qué hacer —respondió Zane tratando de continuar con su lectura.
—Tal vez… pero también es obligatorio estar al menos en uno y cuenta para la calificación —respondió burlón el payaso.
Zane rechinó los dientes, cerró el libro de golpe y se puso de pie.
—Está bien: buscaré un estúpido club y me inscribiré —rezongó.
—Una lástima que el único club que quede sea el del periódico escolar —se burló Lazar.
—¡¿Qué?! —exclamó Zane llamando la atención de la bibliotecaria —¡Ese es el club al que Tsukune y Kazuki van a ir!
—Perfecto: Tendrá compañía — respondió Lazar.
—¡Oh vamos! ¡Usted es el vice director! ¿No puede usar su influencia para ayudarme a entrar a otro club?
Lazar se llevó la mano al mentón y dijo.
—Podría… pero si lo hago será al club que yo quiera y ahora mismo estoy pensando en el club de ballet. ¡Apuesto que a tus fans les encantaría verte con mallas apretadas! ¡Ji, ji, ji!
—Me largo al club del periódico escolar —terminó Zane huyendo de ahí.
—¡Bienvenidos al club de periódico! —exclamaba Nabiki a los nuevos miembros del club que resultaron ser todos los del grupo de Tsukune —¡Soy Nabiki Shimazaki, su presidenta!
Mientras Nabiki continuaba con su presentación, Tsukune sufría.
—Todavía me duele la panza —se quejaba el castaño con la cabeza apoyada en la mesa del pequeño salón que alojaba al club del periódico escolar.
—Te dije que no intentaras tragarte esa cosa tan rápido —dijo Kazuki a su lado con los brazos cruzados y una seriedad inusual en él.
Tsukune miró a su compañero de cuarto y preguntó.
—¿Y tú qué haces aquí? Pensé que habías dicho que no te meterías a este club.
Kazuki suspiró y respondió:
—Mira, no soy bueno en los deportes porque me dan pereza. En las artes manuales… sólo digamos que en la clase de carpintería en la secundaria salía con las manos llenas de clavos. ¿El club de cocina? Esos principiantes sólo me atrasarían. Creo que este es el único club donde apreciarían a alguien con mis talentos.
—Supongo que eso explica qué hace ella aquí —se burló Tsukune apuntando con la mirada a Chiemi al otro lado de la mesa quien estaba sentada entre Kurumu y Mayumi.
Por toda respuesta, Kazuki sólo gruñó.
—Parece que no te agrada la idea —notó Tsukune —. A ella le gustas, ¿qué tiene eso de malo?
Kazuki resopló y luego respondió:
—Eres muy joven para entenderlo.
—¡A ver ustedes dos! —exclamó Nabiki notando que los dos muchachos no le estaban prestando atención a su diatriba —Si tanto quieren hablar, preséntense y digan porqué entraron al club.
—Kazuki Hitotose —comenzó Kazuki —. Entré porque creo que este es el único club donde puedo triunfar.
—Tsukune Aono —continuó el castaño —. Perdí una apuesta y me obligaron a entrar.
Tsukune miró a Kurumu y esta le sacó la lengua de forma burlona.
—Muy bien —elogió Nabiki —. ¿Y ustedes tres?
—Kurumu Kuruno. Me gusta escribir y quiero saber más cosas de la escuela —respondió la peli azul.
—Mayumi Kamijo. Lo mismo —respondió la rubia.
—Chiemi Fujimoto. Entré porque me gusta… ¡el club! ¡el club! —respondió con la cara colorada.
—¿El club? —preguntó Tsukune en voz baja con burla —¿No será…?
Pero antes de que pudiera terminar, Kazuki le dio un golpe rápido en el estómago que lo hizo doblarse de dolor.
—Muy bien —continuó Nabiki una vez terminaron las presentaciones —. La verdad es que esperaba tener por lo menos un miembro más… ¡pero no importa! Con nosotros será más que suficiente para llevar los por menores de lo que ocurre en la academia elemental a nuestros compañeros. Ahora, el momento de repartir las tareas…
Pero Nabiki no pudo terminar porque la puerta del salón se abrió de golpe y en la puerta estaba…
—¡Zane! —exclamó Tsukune al ver a su otro compañero de cuarto.
Ignorando a Tsukune, Zane avanzó hasta Nabiki.
—Soy Zane Truesdale, Lazar me ordenó que me uniera a este club porque era el último con cupos disponibles.
Tsukune estaba seguro que con la altura y porte de Zane cualquier otro en la situación de Nabiki se hubiera sentido intimidado… pero Nabiki no era cualquier otro.
—¡Perfecto! —exclamó la jefa emocionada —¡Toma asiento Zane! Bienvenido al club.
—¡Genial! —exclamó Kazuki recuperando un poco del humor que había perdido desde que entró al salón —¡Con Zane aquí ahora sí nuestro roster está completo! Tendremos secciones que hablen de enfermedades de la tercera edad, consejos para limpiar tu dentadura antes de dormir… ¡y no olvidemos tips para cuando ya no se te pare!
—¡Ka-Ka-Kazu! ¡No lo moleste! —le advirtió Chiemi a Kazuki con algo de miedo por el emperador caído.
—¡Oh por favor! —continuó de burlón el chef —¿Qué va a hacerme? ¿Darme de bastonazos?
—A ver, basta —llamó Nabiki al orden y para sorpresa de Tsukune, Kazuki acató —. Ya que llegó nuestro último miembro, vamos a repartir las tareas.
—Jefa, si me lo permite —dijo Kazuki poniéndose de pie —, conozco mejor que usted a toda esta panda de inútiles y tengo algunas sugerencias sobre las tareas que podrían ir mejor con cada uno de ellos.
«¿Inútiles?», pensaron los demás al unísono ligeramente molestos.
—A ver, te escucho —asintió Nabiki.
—Verá jefa… ¡un periódico es bueno por los artículos, las primicias y las editoriales! A Tsukune, Mayumi y Kurumu les encanta hablar, ¡así que supongo que también serán buenos para escribir!
—¡Oye! —se quejaron los mencionados.
—Ahora —continuó Kazuki ignorando a sus compañeros —, así como un buen platillo necesita algo de condimento, nuestro periódico necesita el suyo propio y este vendría en forma de chismes… ¡y nomino a Zane para que sea él quien nos busque los más jugosos!
—¡¿Qué?! —bramó el emperador caído apretando los puños.
—Véalo así señor Truesdale —dijo Kazuki con burla —, ¿quién sospecharía del callado emperador caído es el que ventila sus más sucios trapos sucios? ¡Hasta podrías escribir con seudónimo! Un nombre estúpido como no sé… ¿qué te parece “Ryo Marufuji”?
Zane sólo apretó los dientes. Kazuki continuó:
—Y ya con todo esto, que sea la jefa quien edite e imprima todo esto y al final seré yo, el valiente Kazuki Hitotose y su leal Barbaros, seremos los que viajaremos por el campus repartiendo los periódicos. Gracias, muchas gracias.
Todos se quedaron en silencio tras las palabras de Kazuki, aunque un único pensamiento pasaba por la mente de los mencionados anteriormente salvo Nabiki:
«Yo lo mato»
—¿Y yo Kazu? —preguntó Chiemi —¿Te olvidaste de mí?
—Claro que no se olvidó de ti —respondió Zane sonriendo con burla —. Él quiere que tú le ayudes a repartir los periódicos.
Kazuki se quedó como piedra ante la sugerencia de Zane.
—¡¿Yo?! —exclamó Chiemi tan emocionada como colorada —¡¿Trabajando con Kazu?!
Kazuki estaba por protestar, pero Tsukune se adelantó.
—¡Yo apoyo la moción!
—¡Y yo también! —apoyaron también Kurumu y Mayumi.
—Suena bien —dijo al final Nabiki para pesar de Kazuki —. Muy bien: así lo haremos y si no va funcionando iremos rolando puestos.
Entonces Nabiki levantó su puño al cielo y dijo.
—¡El club del periódico escolar inicial formalmente sus funciones!
Nabiki no notó que de los presentes, ella era la más emocionada.
+++++++
El autor habla:
Y llegamos a un capítulo sin duelos… ¡señal del fin del mundo señores!
Aquí el club del periódico es formado, un plot importante para esta temporada y la causa de algunos eventos que me gustan.
Diferencias de este capítulo con el original me parece que hay dos dignas de mención: la batalla de comida se llevaba a cabo en una feria cercana en lugar de ir directamente a un simple restaurante. ¿La razón para el cambio? Pues hay dos: salir rápido este episodio (pues me dio flojera transcribir el paseo por la feria, aunque tenía secciones algo interesantes) y que en este capítulo en el original había foreshadowing de la trama que Haou planeaba para el futuro, donde según tengo entendido Tsukune terminaría dirigiendo una revolución pero como mi historia no va para allá (principalmente porqué no tengo muchos datos de cómo iba a proceder esto), pues decidí ir directo al grano para este capítulo.
El otro cambio fue la eliminación de otro personaje. La bibliotecaria que mencioné en el original tiene nombre, Remi, y un rol más importante: era el interés amoroso de Zane. Así como otros cortes, quité a Remi porque la verdad no sentí que fuera a agregar algo a la trama. Lo siento Zane, deberás seguir en una relación romántica perfectamente normal con los duelos XD
Siendo eso todo lo que quería decir, vamos ya a responder comentarios:
Tal vez no sería mala idea ponerle VWXYZ u Ojamas ya que ando XD
El camino al club escolar
Esa noche, el siempre ruidoso dormitorio de Kurumu, ya fuera por el ruido de la TV o de música muy alta, estaba inusualmente en silencio.
La habitante de la habitación acababa de salirse de bañar, pero el agua caliente no había bastado para hacer que sus pensamientos fueran más llevaderos.
En ese momento estaba recostada en la mesa de su escritorio, con el cabello todavía mojado cayendo sobre su cuello y hombros, no llevando nada más que una pequeña blusa y un pequeño short.
Varios recuerdos pasaban por su cabeza, recuerdos de una era más sencilla, haría unos seis años…
En una playa de su natal Aqua, varios niños se habían reunido alrededor de dos que estaban disputando el duelo. Una Kurumu de diez años estaba detrás de un chico castaño, y era su turno:
—¡Alza el vuelo! —dijo el niño castaño con una gran sonrisa —¡Stardust Dragon!
Más tarde, después del duelo. Los dos niños estaban en la playa bajo el cielo estrellado.
—¡Oye! ¡Invoca a Stardust Dragon! —le pidió ella al niño.
—¡¿Eh?! ¿Por qué? —preguntó el niño confundido.
—Porque quiero ver una estrella fugaz —respondió la niña —. Y tu dragón es lo más cercano que tengo.
—Mmm… bueno —accedió el niño. Activó su disco de duelo y colocó la carta de Stardust Dragon sobre ella, en el acto, el dragón de la carta fue materializado con el solid vision y voló sobre los niños.
—¡Qué bonito! —exclamó la pequeña Kurumu embelesada por el espectáculo que era ver a ese dragón en el cielo nocturno.
—¿Por qué querías ver una estrella fugaz? —preguntó el niño.
—¿Sabías que si le pides un deseo a una estrella fugaz, este se cumplirá?
—Algo había oído —respondió el niño —¿Tienes un deseo?
Kurumu vio al niño con una sonrisa pícara y dijo.
—Deseo que estemos juntos siempre.
La cara del niño se puso toda roja y Kurumu sólo rió.
Sin embargo, esos días felices no durarían para siempre…
—¡¿Qué?! ¡¿Te vas?! —preguntó Kurumu con lágrimas en los ojos.
—Lo siento… —respondió el niño —Pero el verano ya casi termina y papá dice que debemos regresar para prepararme para regresar a la escuela.
—No es justo… —se quejó Kurumu.
El niño rió un poco divertido y dijo.
—Descuida, te escribiré cuando pueda… ¡y me portaré bien en la escuela para convencer a papá de que volvamos de vacaciones aquí el próximo año!
Las palabras del niño no convencieron a la pequeña Kurumu quien respondió:
—¿Y si me cambio de casa? ¿Y si las cartas se pierden? ¿Y si tu papá ya no quiere traerte otra vez?
El niño bajó la cabeza sin ya saber qué decir. Kurumu lo vio y con una cara muy seria dijo:
—Hagamos una promesa.
—¿Promesa? —preguntó el niño.
—Mira… ¡Me gustas mucho! —confesó Kurumu con la cara toda roja y pronto la del niño se puso tan roja como la de ella. Kurumu continuó antes de que la vergüenza le hiciera perder su determinación —Si tú quieres… cuando seamos mayores… ¡Vayamos juntos a la academia elemental! Ahí podremos volver a vernos, estar juntos y si quieres… tal vez… tal vez…
Sus fuerzas la abandonaron. El niño sonrió con ternura, la tomó de las manos y dijo.
—Sí, sí quiero. Te veré en la academia elemental.
Y la beso en la mejilla.
Kurumu volvió a llorar, pero esta vez de felicidad.
—¡No olvides! —dijo ella —¡La Academia Elemental! ¡Ahí nos veremos!
Kurumu se levantó y miró por la ventana el cielo nocturno de Atrum. En ese momento, una estrella fugaz cruzó el cielo.
«Tsukune definitivamente debe ser el niño de mi infancia —pensó Kurumu con algo de dolor —, ¿pero por qué se comporta como si esta fuera la primera vez que nos vemos? ¿Será acaso que en efecto es sólo es un chico que se parece a él y yo trato de aferrarme a una promesa de niños? Tengo que investigar más, no puedo confrontar a Tsukune hasta que esté segura de que él es el Tsukune con el que hice la promesa de venir aquí»
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—¿Kurumu? —escuchó de pronto.
—¡¿Eh?! —exclamó la muchacha saliendo de un trance.
—Pregunté que si estabas bien —dijo Mayumi a su lado.
En ese momento Kurumu estaba caminando por el pasillo en compañía de Tsukune. Mayumi también iba con ellos pues desde el incidente de Rictor se había unido a su grupo de amigos y Kazuki… que no tenía nada mejor qué hacer.
—Eh… ¡sí, estoy bien! —mintió Kurumu.
—Bueno, es que últimamente te hemos visto muy distraída —comentó Tsukune.
—Más de lo normal —se burló Kazuki.
Kurumu iba a contestarle con un impropio a Kazuki, pero estaba tan cansada por tener tantas cosas en qué pensar, que prefirió salir con una mentira para librarse rápido del asunto.
—No es nada… es sólo… creo que ya es “ese” momento del mes.
Mayumi rió, Tsukune puso una cara de asco y Kazuki exclamó con un tono asqueado:
—¡Mucha información!
Mayumi estaba por decir que eso no tenía nada de asqueroso porque era un proceso natural de la vida cuando algo la detuvo: el tablero de anuncios al lado de la puerta a la cafetería estaba abarrotado de alumnos.
—¿Qué pasa? —preguntó Mayumi intentando ver qué era lo que todos veían.
En ese momento se acercó a ellos (o mejor dicho a Kazuki) Chiemi.
—Lo que sucede es que se acaba de abrir la temporada de clubes —explicó al muchacha —. Este sábado que viene en el patio se hará una exposición sobre los clubes disponibles en la escuela y como unirse por lo menos a uno es obligatorio, pues supongo que todos están emocionados.
—Nosotros ya jugamos juegos de cartas todo el día —dijo Kazuki dando a entender que no estaba emocionado por la perspectiva de un club —¿No puede contar eso como actividad extracurricular?
Chiemi rió el comentario.
—Me temo que no. Habrá que elegir uno. ¡Vamos Kazuki! Será divertido.
Mientras Chiemi intentaba convencer a Kazuki de las bondades de los clubes escolares, Mayumi dijo.
—¡Será divertido! Hay que ir a ver los clubes juntos y ver si entramos todos al mismo.
Tsukune sonrió y dijo.
—Creo que podría ser bueno.
—Sí, ¿por qué no? —respondió Kurumu. Tal vez un club escolar le ayudaría a olvidarse por un momento del acertijo que era descubrir si Tsukune era o no el chico de sus recuerdos.
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Llegó el sábado y los muchachos desde muy temprano partieron hacia el patio principal del castillo para ver los clubes. Mientras Kazuki, Mayumi y Chiemi iban a la delantera especulando sobre los tipos de clubes que podrían encontrar, Tsukune y Kurumu iban un poco atrás.
—Por cierto Tsukune, quería preguntarte algo —comenzó la peli azul. Tsukune la miró y preguntó.
—¿Qué cosa?
—En tu duelo contra Rictor —comenzó Kurumu —, ¿por qué llamaste a Stardust Dragon un “dragón débil”? A mí me parece fuerte y su efecto es increíble.
Tsukune torció la boca antes de comenzar a explicarse:
—Si bien voy a admitir que Stardust Dragon es una carta buena, si has visto mi baraja debes saber que no va con mi estilo. A mí me gusta terminar a mis oponentes con jugadas rápidas y aplastantes. Con mi estilo de juego preferiría sacar a Crimson Blader antes que a Stardust Dragon.
—¿Y si eso piensas de él por qué lo tienes en tu baraja? —preguntó Kurumu. Tsukune miró al cielo y respondió:
—Sólo sentí que debía tenerlo.
Esta vez fue Kurumu la que torció la boca.
—¿Puedo ver la carta? —preguntó ella.
Tsukune vio rara la propuesta, pero no se negó. Sacó su baraja del deck box que colgaba de su cinturón y tomó la carta de Stardust Dragon y se la pasó a Kurumu. La muchacha evaluó la carta, pero justo cuando estaba por pensar que no habría forma de saber si esa era la misma carta del Tsukune de sus recuerdos, notó algo:
—Está doblada —dijo la muchacha y era verdad: un feo doblez cruzaba la carta de Stardust Dragon de manera horizontal justo a la mitad.
—Sí lo sé —dijo Tsukune sin darle mucha importancia —. Bajó mucho su valor de coleccionista…
—No me refiero a eso —le interrumpió Kurumu —. Lo que quiero saber es, ¿por qué está doblada?
Tsukune volvió a torcer la boca y respondió.
—La verdad no sé, Desde que recuerdo la carta estaba así.
—Ya veo —respondió Kurumu y le regresó la carta a Tsukune. El Stardust Dragon del Tsukune de sus recuerdos estaba en perfectas condiciones. Si este Tsukune decía que la carta siempre había estado así… eran muchos puntos menos a su teoría de que el Tsukune de sus recuerdos y ese eran la misma persona.
El grupo de amigos llegó al patio principal del castillo. Había muchos puestos ahí y ya había varios alumnos revisando los puestos.
Comenzaron a pasearse entre las pequeñas calles improvisadas a ver los clubes. Tsukune y Kazuki bromearon en unirse al club de natación al ver a las chicas en traje de baño promocionando el club, Mayumi acarició la idea de entrar al club de danza, Chiemi le hizo el feo a las porristas de la escuela cuando vio que Mikae era parte del club, Kurumu casi tuvo que rogar por la ayuda de Tsukune cuando el club de fotografía intentó convencerla de entrar sólo para que les sirviera de modelo…
—Esto no está saliendo muy bien —se lamentó Kurumu respirando aliviada luego de ser salvada del perverso club de fotografía.
—Qué bueno que decidimos venir con los muchachos —le sonrió Mayumi mientras veía como Tsukune, Kazuki y Chiemi se acercaban al club de lectura.
—¿Así que están buscando un club? —les preguntó alguien. Las dos chicas se giraron y vieron un puesto algo solitario, siendo atendido por una única persona: una muchacha de cabello castaño a modo de hongo —¡Pues el club de periodismo es el mejor!
Mayumi miró el puesto solitario y dijo.
—Pues… no parece —rió.
A la castaña no pareció molestarle el comentario y dijo.
—¡Eso es porque no todos tiene lo que se necesita para el periodismo! Se necesitan agallas, entrega, ¡pasión! Y estar inscritos en la academia —rió la muchacha —, después de todos los demás miembros ya se graduaron y de momento soy la única. Mi nombre es Nabiki Shimazaki, por cierto.
—¿Y qué nos ofrece el club de periodismo? —preguntó Kurumu.
—¡Qué no ofrece! —exclamó Nabiki —Tú eres la voz de todos y puedes detener las injusticias cometidas por los maestros… con buena protesta claro.
Nabiki pareció leerle la cara a Kurumu, sonrió con malicia y dijo
—¿Te gusta alguien? No hay problema, en el periódico sabes todos los chismes y podrás enterarte de si está libre o no.
Si bien básicamente Nabiki le había dicho chismosa, la idea le pareció atractiva a Kurumu.
***
Una vez que vieron toda la oferta de clubes, los muchachos caminaban por uno de los parques reflexionando lo que vieron.
—Pues… no hay nada interesante —comentó Kazuki aburrido.
—¡Vamos Kazu! —le regañó Chiemi —Algo debiste ver que te llamara la atención.
Kazuki torció la boca en respuesta, aunque Tsukune no atinó a adivinar si lo hacía por el tema de los clubes o porque Chiemi le había llamado Kazu: un día a Tsukune se le salió decirle así y al día siguiente desayunó pimientos encebollados.
—Pues yo ya sé cuál será nuestro club —exclamó Kurumu con una gran sonrisa —¡El club del periódico escolar!
—No —se quejó Tsukune antes de que los demás pudieran externar su opinión.
Kurumu se quedó como piedra.
—¿Eh? ¿¡Por qué no?! —preguntó la peli azul sin salir de su asombro.
—No sirvo para eso y suena como mucho trabajo —respondió Tsukune con pereza —. Yo quiero entrar al club de lectura: sólo hay que leer libros y comentarlos.
Kazuki rió burlón.
—¡Y luego que por qué te digo borrego, borrego! —exclamó.
—¡No, eso sí es aburrido! —se quejó Kurumu —¡Yo quiero algo con emoción!
—¡Pues entra tú al club del periódico y yo entró al de lectura! —respondió Tsukune.
—¡Pero dijimos que todos entraríamos al mismo club! —respondió Kurumu.
—¡A mí no me metan! —gruñó Kazuki, pero sólo Chiemi le hizo caso.
—Mira, no peleemos —dijo Kurumu de pronto —: arreglemos esto de forma civilizada: un juego. El resto se mete al club del ganador.
—¿Un duelo? ¡Claro! —aceptó Tsukune animado.
—Dije juego, no duelo —aclaró Kurumu —: Ni loca voy a pelear con el tipo que derrotó a Lazar. Te reto a algo en lo que tenga oportunidad de vencerte.
—Está bien, lo que sea sé que puedo ganar —respondió Tsukune seguro de sus habilidades.
Kurumu sonrió con triunfo.
El grupo de muchachos bajaron hasta la ciudad de Vert y se detuvieron en un restaurante llamado Sweet Valerian. Por lo que Tsukune pudo ver, ahí preparaban comida típica de Aqua y pronto recordó que Kurumu de vez en cuando bajaba ya fuera a comer o a cenar a Vert, tal vez era ahí donde entraba.
Entraron al restaurant y fueron recibidos por una decoración con tema playero, eligieron una mesa donde cupieran los cinco y pronto se les acercó una mesera.
—Para mí y él quiero un plato de ramén Very Berry por favor —se adelantó Kurumu para ella y Tsukune.
La mesera tomó el resto de los pedidos y después se fue.
—¿Very Berry? —preguntó Tsukune burlón —No suena tan malo.
—Oh… lo será —se burló Kazuki que como chef, de seguro conocía los secretos del platillo.
Unos minutos más tarde la mesera llegó con los platillos de Kazuki, Chiemi y Mayumi para después regresar a la cocina y volver con los platillos tanto de Tsukune como de Kurumu y dejarlos enfrente de cada uno de sus dueños.
Tsukune miró su plato. No se veía diferente a otro plato de ramen: el mismo color del caldillo y la misma pasta flotando por ahí. La única diferente palpable era que había uvas y vallas nadando entre la pasta.
Kurumu comenzó a comer su plato. Debía haber un truco… pero no fue capaz de discernir cual era, así que tomó los palillos que le habían dejado al lado, tomó un poco del platillo y…
—¡Puag! —escupió Tsukune.
—¡¿Qué pasa?! —preguntó Mayumi preocupada por el chico.
—¡Esto está horrible! —exclamó Tsukune —¡¿Qué rayos es?!
Kazuki se carcajeó y comenzó a explicar.
—El ramén está preparado con varias especias de Aqua para darle un sabor muy salado. Las uvas y las vallas son para contrastar el sabor. Es como la cerveza: Te toma un rato acostumbrarte el sabor pero cuando al fin lo logras, el platillo sabe bastante bien.
—Oh, veo que usted es un hombre de cultura también —le felicitó Kurumu al ver que Kazuki sabía los secretos del platillo de su natal Aqua para después continuar comiendo.
Tsukune apretó los dientes: sabía que había un truco: pero no iba a rendirse. Volvió a tomar los palillos y comenzó a comer a gran velocidad. Tal vez si comía rápido podría lograr evadir el sabor.
—Cuidado borrego —advirtió Kazuki —: si lo comes así de rápido sólo será peor.
Tsukune lo ignoró. Engulló una vez, dos veces, tres veces… su barriga hizo un sonido extraño, dejó caer los palillos y se torció de dolor.
—Me rindo… —gimió Tsukune —Me uniré al estúpido club del periódico.
—¡Yahoo! —celebró Kurumu —Y ahora, el platillo de la victoria. ¡Mesera! ¡Otro Very Berry por favor!
***
El lunes llegó, las clases por ese día terminaron y era la hora de que los alumnos se incorporaran en sus clubes. Sin embargo, había un alumno que no lo hacía. Era Zane, quien en lugar de dirigirse a algún club o a su dormitorio, fue a la biblioteca y tomó una novela, luego fue a una mesa y se sentó ahí a leer.
A Zane le encantaba leer, pero no tanto como para convivir con otras personas, por lo que no había entrado al club de lectura y se encontraba ahí realizando a solas su actividad favorita aparte de los duelos.
Se encontraba leyendo una novela acerca de una reina que abandonaba su país para buscar la fuerza para vencer a una criatura que lo había invadido, cuando alguien interrumpió su lectura.
—Buenas tardes Zane —le saludó Lazar al otro lado de la mesa —. ¿Disfrutando de tu lectura?
—Hasta hace cinco segundos sí —exclamó el emperador caído un tanto molesto —. ¿Por qué?
Lazar rió con su molesto “Ji, ji, ji” y respondió:
—No pude evitar notar que eres el único alumno en el campus que no eligió un club.
—Los clubes son para idiotas sin nada mejor qué hacer —respondió Zane tratando de continuar con su lectura.
—Tal vez… pero también es obligatorio estar al menos en uno y cuenta para la calificación —respondió burlón el payaso.
Zane rechinó los dientes, cerró el libro de golpe y se puso de pie.
—Está bien: buscaré un estúpido club y me inscribiré —rezongó.
—Una lástima que el único club que quede sea el del periódico escolar —se burló Lazar.
—¡¿Qué?! —exclamó Zane llamando la atención de la bibliotecaria —¡Ese es el club al que Tsukune y Kazuki van a ir!
—Perfecto: Tendrá compañía — respondió Lazar.
—¡Oh vamos! ¡Usted es el vice director! ¿No puede usar su influencia para ayudarme a entrar a otro club?
Lazar se llevó la mano al mentón y dijo.
—Podría… pero si lo hago será al club que yo quiera y ahora mismo estoy pensando en el club de ballet. ¡Apuesto que a tus fans les encantaría verte con mallas apretadas! ¡Ji, ji, ji!
—Me largo al club del periódico escolar —terminó Zane huyendo de ahí.
***
—¡Bienvenidos al club de periódico! —exclamaba Nabiki a los nuevos miembros del club que resultaron ser todos los del grupo de Tsukune —¡Soy Nabiki Shimazaki, su presidenta!
Mientras Nabiki continuaba con su presentación, Tsukune sufría.
—Todavía me duele la panza —se quejaba el castaño con la cabeza apoyada en la mesa del pequeño salón que alojaba al club del periódico escolar.
—Te dije que no intentaras tragarte esa cosa tan rápido —dijo Kazuki a su lado con los brazos cruzados y una seriedad inusual en él.
Tsukune miró a su compañero de cuarto y preguntó.
—¿Y tú qué haces aquí? Pensé que habías dicho que no te meterías a este club.
Kazuki suspiró y respondió:
—Mira, no soy bueno en los deportes porque me dan pereza. En las artes manuales… sólo digamos que en la clase de carpintería en la secundaria salía con las manos llenas de clavos. ¿El club de cocina? Esos principiantes sólo me atrasarían. Creo que este es el único club donde apreciarían a alguien con mis talentos.
—Supongo que eso explica qué hace ella aquí —se burló Tsukune apuntando con la mirada a Chiemi al otro lado de la mesa quien estaba sentada entre Kurumu y Mayumi.
Por toda respuesta, Kazuki sólo gruñó.
—Parece que no te agrada la idea —notó Tsukune —. A ella le gustas, ¿qué tiene eso de malo?
Kazuki resopló y luego respondió:
—Eres muy joven para entenderlo.
—¡A ver ustedes dos! —exclamó Nabiki notando que los dos muchachos no le estaban prestando atención a su diatriba —Si tanto quieren hablar, preséntense y digan porqué entraron al club.
—Kazuki Hitotose —comenzó Kazuki —. Entré porque creo que este es el único club donde puedo triunfar.
—Tsukune Aono —continuó el castaño —. Perdí una apuesta y me obligaron a entrar.
Tsukune miró a Kurumu y esta le sacó la lengua de forma burlona.
—Muy bien —elogió Nabiki —. ¿Y ustedes tres?
—Kurumu Kuruno. Me gusta escribir y quiero saber más cosas de la escuela —respondió la peli azul.
—Mayumi Kamijo. Lo mismo —respondió la rubia.
—Chiemi Fujimoto. Entré porque me gusta… ¡el club! ¡el club! —respondió con la cara colorada.
—¿El club? —preguntó Tsukune en voz baja con burla —¿No será…?
Pero antes de que pudiera terminar, Kazuki le dio un golpe rápido en el estómago que lo hizo doblarse de dolor.
—Muy bien —continuó Nabiki una vez terminaron las presentaciones —. La verdad es que esperaba tener por lo menos un miembro más… ¡pero no importa! Con nosotros será más que suficiente para llevar los por menores de lo que ocurre en la academia elemental a nuestros compañeros. Ahora, el momento de repartir las tareas…
Pero Nabiki no pudo terminar porque la puerta del salón se abrió de golpe y en la puerta estaba…
—¡Zane! —exclamó Tsukune al ver a su otro compañero de cuarto.
Ignorando a Tsukune, Zane avanzó hasta Nabiki.
—Soy Zane Truesdale, Lazar me ordenó que me uniera a este club porque era el último con cupos disponibles.
Tsukune estaba seguro que con la altura y porte de Zane cualquier otro en la situación de Nabiki se hubiera sentido intimidado… pero Nabiki no era cualquier otro.
—¡Perfecto! —exclamó la jefa emocionada —¡Toma asiento Zane! Bienvenido al club.
—¡Genial! —exclamó Kazuki recuperando un poco del humor que había perdido desde que entró al salón —¡Con Zane aquí ahora sí nuestro roster está completo! Tendremos secciones que hablen de enfermedades de la tercera edad, consejos para limpiar tu dentadura antes de dormir… ¡y no olvidemos tips para cuando ya no se te pare!
—¡Ka-Ka-Kazu! ¡No lo moleste! —le advirtió Chiemi a Kazuki con algo de miedo por el emperador caído.
—¡Oh por favor! —continuó de burlón el chef —¿Qué va a hacerme? ¿Darme de bastonazos?
—A ver, basta —llamó Nabiki al orden y para sorpresa de Tsukune, Kazuki acató —. Ya que llegó nuestro último miembro, vamos a repartir las tareas.
—Jefa, si me lo permite —dijo Kazuki poniéndose de pie —, conozco mejor que usted a toda esta panda de inútiles y tengo algunas sugerencias sobre las tareas que podrían ir mejor con cada uno de ellos.
«¿Inútiles?», pensaron los demás al unísono ligeramente molestos.
—A ver, te escucho —asintió Nabiki.
—Verá jefa… ¡un periódico es bueno por los artículos, las primicias y las editoriales! A Tsukune, Mayumi y Kurumu les encanta hablar, ¡así que supongo que también serán buenos para escribir!
—¡Oye! —se quejaron los mencionados.
—Ahora —continuó Kazuki ignorando a sus compañeros —, así como un buen platillo necesita algo de condimento, nuestro periódico necesita el suyo propio y este vendría en forma de chismes… ¡y nomino a Zane para que sea él quien nos busque los más jugosos!
—¡¿Qué?! —bramó el emperador caído apretando los puños.
—Véalo así señor Truesdale —dijo Kazuki con burla —, ¿quién sospecharía del callado emperador caído es el que ventila sus más sucios trapos sucios? ¡Hasta podrías escribir con seudónimo! Un nombre estúpido como no sé… ¿qué te parece “Ryo Marufuji”?
Zane sólo apretó los dientes. Kazuki continuó:
—Y ya con todo esto, que sea la jefa quien edite e imprima todo esto y al final seré yo, el valiente Kazuki Hitotose y su leal Barbaros, seremos los que viajaremos por el campus repartiendo los periódicos. Gracias, muchas gracias.
Todos se quedaron en silencio tras las palabras de Kazuki, aunque un único pensamiento pasaba por la mente de los mencionados anteriormente salvo Nabiki:
«Yo lo mato»
—¿Y yo Kazu? —preguntó Chiemi —¿Te olvidaste de mí?
—Claro que no se olvidó de ti —respondió Zane sonriendo con burla —. Él quiere que tú le ayudes a repartir los periódicos.
Kazuki se quedó como piedra ante la sugerencia de Zane.
—¡¿Yo?! —exclamó Chiemi tan emocionada como colorada —¡¿Trabajando con Kazu?!
Kazuki estaba por protestar, pero Tsukune se adelantó.
—¡Yo apoyo la moción!
—¡Y yo también! —apoyaron también Kurumu y Mayumi.
—Suena bien —dijo al final Nabiki para pesar de Kazuki —. Muy bien: así lo haremos y si no va funcionando iremos rolando puestos.
Entonces Nabiki levantó su puño al cielo y dijo.
—¡El club del periódico escolar inicial formalmente sus funciones!
Nabiki no notó que de los presentes, ella era la más emocionada.
+++++++
El autor habla:
Y llegamos a un capítulo sin duelos… ¡señal del fin del mundo señores!
Aquí el club del periódico es formado, un plot importante para esta temporada y la causa de algunos eventos que me gustan.
Diferencias de este capítulo con el original me parece que hay dos dignas de mención: la batalla de comida se llevaba a cabo en una feria cercana en lugar de ir directamente a un simple restaurante. ¿La razón para el cambio? Pues hay dos: salir rápido este episodio (pues me dio flojera transcribir el paseo por la feria, aunque tenía secciones algo interesantes) y que en este capítulo en el original había foreshadowing de la trama que Haou planeaba para el futuro, donde según tengo entendido Tsukune terminaría dirigiendo una revolución pero como mi historia no va para allá (principalmente porqué no tengo muchos datos de cómo iba a proceder esto), pues decidí ir directo al grano para este capítulo.
El otro cambio fue la eliminación de otro personaje. La bibliotecaria que mencioné en el original tiene nombre, Remi, y un rol más importante: era el interés amoroso de Zane. Así como otros cortes, quité a Remi porque la verdad no sentí que fuera a agregar algo a la trama. Lo siento Zane, deberás seguir en una relación romántica perfectamente normal con los duelos XD
Siendo eso todo lo que quería decir, vamos ya a responder comentarios:
Por algo le di Armed Dragon XDRictor volvio a perder, sigue la senda de Manjoume.
Tal vez no sería mala idea ponerle VWXYZ u Ojamas ya que ando XD
Pues espero que te haya latido la insinuación de Zane en mallas =w=Quiero ver cuantas más sorpresas nos tienes preparadas